miércoles, 9 de agosto de 2017

LA BEATA MARINA DE ALONSO


LA BEATA MARINA DE ALONSO.

por Ramón López Reina.

Una de las leyendas más arraigadas en el saber popular Antequerano es sin duda la referente a la Beata “María” Marina de Alonso, cuyo cuerpo incorrupto descansa en su sarcófago que se encuentra en la Iglesia de los Remedios de los siglos XVII- XVIII. Es una especie de ataúd de madera en forma de arcón que cubre una urna fúnebre y se encuentra a la derecha del sagrario.

Cuenta la leyenda que esta Beata avisa cuando las luces del sagrario se agotan. También y más conocido es el hecho de que los fieles que le recen o imploren sus favores, si también se prestan o atreven a dar tres golpes a su arcón, esta los devuelva de inmediato.

En el Romancero heroico dedicado a Marina Alonso que aparece en el libro del Presbítero

Cristóbal Fernández – “Historia de Antequera desde su fundación hasta 1800…”- se recoge como una vez muerto su marido el Hidalgo y Varón Juan Delgado se le aparece

– Describiéndolo como penar de alma errante – tres veces para pedirle que oficiaran misa en su honor por sus pecados cometidos en vida. Quizás sea este el origen de tal leyenda.

La Venerable Beata Marina de Alonso nació en el año 1572 y murió a la edad de 64 años en la primavera de 1636. Perteneciente a la orden franciscana tuvo una vida de rectitud que le llevo a poseer una fe inquebrantable atribuyéndole pasajes de milagros tanto en vida como en la muerte. Fue enterrada en la capilla mayor del colegio de Santa María de Jesús, templo que solía visitar con frecuencia al ser esta una orden cuyos miembros les servían de guía espiritual.

Diez años más tarde al iniciarse unas obras de rehabilitación en el altar mayor, encontraron el cadáver incorrupto de Marina de Alonso junto con sus hábitos que le sirvieron de mortaja .Ni el paso del tiempo, ni la humedad, ni la tierra habían hecho mella al cadáver e inclusive desprendía un olor característico de flores que son consideradas signo de santidad en innumerables casos similares. Fue depositada en una urna de cristal para que todos los Antequeranos pudieran en aquella fecha observar tal prodigio en la plazuela del” Portichuelo “.Hay que señalar que efectivamente se le hizo cierto daño al cadáver de Marina Alonso durante los trabajos de exhumación y con una pica se le desolló la nariz y el pié izquierdo, en cuyas heridas según la rumorología popular manaba sangre.

El inusual hecho de que la incólume Beata apareciera indemne, fue reforzado por la aparición de los cadáveres de otros religiosos que se encontraron reducidos a cenizas en el mismo ámbito. El Padre Fray Antonio Pérez circunscrito religioso provincial fue quien interesado por lo acontecido puso en manos del Santo Oficio (Tribunal Inquisitorial de la jurisdicción de Sevilla) bajo la supervisión del Padre Fray Miguel de Badillo, la constancia en acta e informe de la veracidad de los milagros acontecidos y atribuibles a la Beata. Testificados bajo juramento de las gentes del Pueblo de Antequera.

En el antes mencionado Libro del Presbítero Cristóbal Fernández y con más énfasis en el romancero heroico dedicado a esta beata. Aparecen descrita su forma de vida y algunos milagros acontecidos como el hecho de conseguir que la Talla del Cristo de Jesús Nazareno le mirara y moviera la cabeza como atendiendo a sus plegarias.

                                   momia de la beata  Marina Alonso

Andaba descalza todos los sábados a recibir sacramento sin que la lluvia, frio, o tormenta se lo impidiese, Dormía en una cama de tablas con solo un cuero que lo cubriese, ayunos en cuaresma y toda clase de sacrificios por tener más cerca a Dios.

Socorría al enfermo y a las parturientas. Daba de comer al hambriento y pedía oficiar misas por todo aquel difunto que conociere. Actos que le llevaron a ganar licencia episcopal para peregrinar a Roma, no pudiéndose realizar tal viaje por una enfermedad que sufriera.

Para Terminar añadiré un hecho insólito acaecido en tiempos de la exhumación del cadáver de la Beata y que según Cristóbal Fernández escribe en su obra, fue Presenciado por el Padre Rector Obispo de Málaga. Se cuenta como del cerebro de Marina Alonso manaba una especie de elixir que curaba todos los males y enfermedades a todos los vecinos que acudían en pos de favorecerse de este milagro. Tal es la demanda de este líquido que se ve agotado rápidamente. El Rector pide al cadáver que siga manando el líquido extraordinario y la Beata obediente en vida como en la muerte vuelve a producir el efluvio prodigioso hasta tal punto que corría por sus brazos y pechos.





NUEVA REVISTA ABRIL, 1936


ANTIGÜEDADES DE ANTEQUERA LA BEATA MARINA ALONSO. 
EN ESTE MES SE HA CUMPLIDO EL TERCER CENTENARIO DE SU MUERTE. 

«el mausoleo admiráis, deteneos a especular la vida de Marina, y hallaréis en lacónicos renglones altas virtudes, grandes maravillas.» (*) Tal empieza el romance heroico que relata la vida y milagros de la venerable Marina Alonso, mujer del pueblo, ejemplo de virtudes cristianas, fidelísima cumplidora de los preceptos religiosos, ángel de la caridad, por intercesión de la cual en vida y después de su muerte Dios obró prodigiosas curaciones, testificadas en prolija información, que hemos tenido en nuestras manos. Quien esto escribe no puede ni pretende entrar en terreno vedado a su condición de seglar y a su incompetencia. ¡Doctores tiene la Iglesia! Únicamente se propone, atendiendo a requerimiento que se le hiciera por persona respetable, traer a estas páginas de NUEVA REVISTA el recuerdo de la bienaventurada antequerana con motivo del tercer centenario de su muerte, que se cumplió el día 9 del presente mes de Abril. Nuestra misión, pues, se limitará a exhumar los detalles de la vida, muerte y aparición del cuerpo incorrupto de la beata Marina Alonso, recogidos de impresos y manuscritos a ella referentes, y dar por primera vez a la estampa la fotografía de la urna en que sus restos se conservan. Háyanse éstos en sencillo sepulcro (**), adosado a la nave (*) Este romance puede verse en la Historia de Antequera del P. Fernández. Fue su autor Fray Juan Capitán González, corista de la Orden Tercera, y es curioso aunque no muy estimable literariamente. Le disculpa el ser obra de la juventud del que después fue correcto poeta latino y castellano. (**) Lo hizo y costeó a sus expensas don Manuel Solano y Casasola, maestrante de la Real de Ronda. 1812.—Con motivo de haberse hundido unos años antes la iglesia y capilla mayor de Santa María de Jesús, quedó a la intemperie el cuerpo de la beata, por lo que se desecó y perdió los dedos de los pies y algunos de las "manos. El maestrante hizo poner almohada nueva con funda, y su vivo de seda encarnada, una colcha de coco para que tapase lo roto del hábito, y asimismo colocó cristales a la tapa de la caja y costeó el sepulcro en el que se encuentra. del Evangelio de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Antes se encontraban en la iglesia de Santa María de Jesús, Colegio de los PP. Terceros, a cuya Orden perteneció el templo en que hoy los vemos, y aunque no hemos podido precisar la fecha de su traslado nos consta que fue antes de 1842. Momia de la beata Marina Alonso, que se conserva en la iglesia de los Remedios. hagamos historia No es que vayamos a forjar una historia nueva y a nuestro capricho. La historia está hecha y escrita por diversos autores; lo que haremos es recordar aquí el origen de la fundación del expresado Colegio de Santa María de Jesús, lugar de la acción de esta vida ejemplar a que vamos a referirnos. Un religioso de la Tercera Orden de San Francisco, fray Martín de las Cruces, vino de Córdoba a primeros del siglo xvi y habilitó una humilde choza en el Portichuelo, que era entonces • una montaña áspera, poblada de alcornoques, encinas y quejigos,... espesos zarzales, espinos, plantas silvestres y malezas impenetrables que le constituían en una inculta y lóbrega soledad». Allí estuvo el eremita consagrado al servicio de Dios y viviendo de limosnas, hasta que unos labradores del partido de las Suertes convinieron edificar una ermita y se la cedieron al P. Martín para que les dijese misa a diario. Tuvo así su origen el convento antiguo de los PP. Terceros que pocos años después, con la aparición de la Virgen de los Remedios, entregada al venerable fraile por el propio Patrón de España, según la tradición, había de tomar el nombre advocativo de la piadosa imagen, y aun hoy se conoce el lugar por el de los Remedios viejos. No perdió el P. Martín la posesión del humilde albergue del Portichuelo, y habiendo crecido la población por esa parte, no descansó hasta edificar, pese a la oposición de las otras Ordenes monásticas que no veían con buenos ojos la existencia de dos residencias de Terceros, la iglesia y claustro que, para evitar suspicacias, en vez de convento llamó se Colegio de Santa María de Jesús. Esto acaecía hacia el año 1527. Ochenta años después, crecida la población y acrecentado el culto a la Virgen de los Remedios, que con frecuencia era traída solemnemente a la ciudad para impetrar el favor del cielo, los frailes decidieron abandonar el monasterio de las Suertes, que estaba bastante 'alejado, y se instalaron en la que ya iba siendo calle de Estepa, adonde erigieron el templo amplio y suntuoso que hoy admiramos y el convento que andando el tiempo y después de la exclaustración fué adquirido por el Ayuntamiento y ha llegado a ser las actualmente Casas Consistoriales de Antequera. Mientras tanto, el Colegio de Santa María de Jesús siguió habitado por los PP. Terceros, en el que se había fundado una Cofradía de Jesús Nazareno que tras de ruidoso pleito fue trasladada a Santo Domingo, en vista de lo cual los primeros crearon otra con el título de la Santa Cruz de Jerusalén, No hemos de rememorar ahora la historia de esta rivalidad de Narváez y Chacones, alentada de una y otra parte por Terceros y Dominicos, de la que fueron consecuencia las Cofradías de «Arriba» y «Abajo». A nuestro objeto basta la evocación para situar al lector en la época que vivió la venerable Marina Alonso. Su vida y muerte En el libro segundo de Bautismos, al folio 108 vuelto, de la primitiva parroquia de San Isidro, erigida en una vieja casa de armas de los moros, próxima a la Virgen de Espera, consta esta partida: «En veinte días del mes de Julio del año de 1572- baptizó Barmc.Gutiérrez Casasola a Marina, hija de Martín Alonso y de su muger María Gutiérrez; fueron sus padrinos Andrés Gutiérrez Casasola y su muger Catalina González, y lo firmé de mi nombre.—Bmé. Grrz. Casasola.-- Alonso Méndez Eredia.» Fué desde niña de virtud extremada, y habiendo quedado huérfana la recogió su tía Isabel Díaz Fontiveros, quien la casó con Juan Delgado. Nada sabemos de la vida ni de la muerte de éste. En las Informaciones de que luego hablaremos, consta su existencia, pero nada más. Marina fué profesa del Tercer Orden de San Francisco, y como tal llevaba escapulario descubierto y cuerda gruesa y a raíz de la carne una cruz con puntas de hierro; ayunaba a pan y agua muchos días; y sin que la fuerza de los temporales lo impidiera, iba al Colegio de Santa María de Jesús a oír misa, confesando y comulgando diariamente, y acudía con frecuencia al viejo convento de las Suertes y al Cerro de la Cruz, descalza. Pero dos cosas se destacan sobremanera en la vida de la piadosa mujer: su adoración al Santísimo Sacramento y su ardiente caridad. Acudía a todos los jubileos, y «en oyendo tañer a salir el Ssmo, Sacramento de la parroquia dejaba cualquiera ocupación por forzosa que fuera» para acompañar a Aquél hasta que volvía a la iglesia. Llevada de la caridad «donde quiera que sabía que estaba alguna persona en peligro de muerte iba a consolarla y ayudarla a bien morir, exhortándola al fin para que fué criada y si moría, ella mesma la amortajaba y hacía muchas oraciones y ejercicios de penitencia por la tal persona difunta». Si eran pobres y no tenían para mortaja, «ella se ponía el manto y iba a buscarle mortaja, y si era tan pobre que no tenía para enterrarlo también buscaba limosnas para enterrarlo y decirle misas, y si acaso el tiempo era corto llevaba una prenda de su casa en casa del mercader y traía la mortaja y después la pagaba». Su vida «fué ejemplar y santa, muy penitente, ayunadora y amiga de hacer bien a todos, pues la valla a muchos sin interés alguno y decía a su confessor: si viniese algún religioso pobre y no tuviere quien le labe hágale que me enbíe la ropa que yo la lavaré con mucho gusto por amor de Dios». Pero ejemplo más alto de su caridad es el hecho siguiente: «habiendo cegado Francisco, esclavo negro que fué de Francisco Sánchez Santos y viéndole el dueño que no le podía servir lo echó de su casa y le dió licencia que se fuese donde quisiese y como estaba ciego padecía notable necesidad y movida de ella esta venerable religiosa con charitativas entrañas lo recibió en su casa, y le buscaba la comida y lo limpiaba y le tubo en ella hasta que murió el dicho esclavo». La venerable Marina Alonso dejó esta vida el 9 de Abril de 1636. Comparece su cuerpo : : ; incorrupto : : : Para labrar una bóveda debajo de la capilla mayor del Colegio de Santa María de Jesús, los albañiles Francisco Ruiz Moreno y Sebastián Ruiz. a las órdenes del maestro Francisco de Porras empezaron a abrir una zanja, y entre muchos huesos hallaron un cuerpo entero y sin corrupción, que conservaba enteros el hábito de la Orden Tercera con su toca y cuerda. Esto ocurría al día siguiente de la Virgen de Septiembre del año 1644, más de ocho años después de enterrada. El caso trascendió al pueblo, por lo que fué grande el concurso de gentes que fué al templo para ver «aqueste prodigio y maravilla». Por el P. Fr. Antonio Pérez, calificador de la santa y general Inquisición, ministro provincial, fué comisionado el P. Fr. Miguel Vadillo para hacer las averiguaciones pertinentes acerca del descubrimiento del cuerpo de Marina Alonso, que fué hallado entero, «de tal suerte que declaran los médicos tener ilesos y enteros todos los intestinos, hí- gado, bazo y tripas, que es lo que primero en un querpo difunto se corrompe. Las niñas de los ojos se sienten rozando encima de los párpados, el cavello de la cavega, cejas, pestañas y bello del rostro, y lo que más es, el hávito... en que se enterró, el refaxo, la camisa la toca y barboquejo y la almohada que tenía debajo de la cavega»... En vista de todo lo cual, considerando prodigioso el suceso, y habiéndose empezado a contar los prodigios que con sus reliquias e intercesión se obraban, «y del licor como bálsamo que sale de su cerebro y otras partes de su cuerpo», dicho provincial ordenó la apertura de las averiguaciones referidas, que comenzó el P. Vadillo y continuó fray Sebastián de Ortega. (*) Tarea ímproba fuera extractar siquiera las declaraciones de más interés recogidas en esa información. Ellas están llenas de afirmaciones como las que anteriormente hemos entrecomado, que evidencian los virtuosos ejemplos de devoción, obediencia y caridad que en vida dio Marina Alonso. Hay otros muchos referentes a su intercesión milagrosa en favor de enfermos y parturientas, tanto en vida como después de su muerte, Pero ya hemos dicho que en este terreno no nos creemos capacitados para entrar. La leyenda afirma que la beata Marina Alonso avisa con tres golpes cuando se extingue la luz del Sagrario, y las muchas personas que le tienen devoción dan tres golpes también en su sepulcro cuando van a rezarle. Para no hacer más extenso (*) «Informaciones fechas de la vida de la venerable hermana Marina Alonso, terzera, profesa que fué de esta Casa y Colexio de Santa María de Jesús; encuadernadas en esta forma, siendo rector de este Colexio el mui Rdo. p.e p.or jubilado Fr. Pedro de Soto Montañés: año de 1683 »—M, S. en folio,—Añadido por don Manuel Solana Casasola Obando, maestrante de la Real de Ronda, en 1810.




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