jueves, 29 de noviembre de 2018

Sol Invictus


Sol Invictus


Moneda del Emperador Probo, cerca de 280, con el Sol Invictus montando una cuadriga, y la leyenda SOLI INVICTO, "al sol invicto". El Emperador (izquierda) usa una corona solar.

Sol Invictus ("sol invicto") o en forma completa, Deus Sol Invictus ("el invencible Dios Sol" en latín) fue un título religioso aplicado al menos a tres divinidades distintas durante el Imperio romano: El Gabal, Mitra y Sol.

Juliano el Apóstata declararía a Helios como la única divinidad, y las otras divinidades quedarían como simples expresiones de este único dios. Durante el tiempo de este emperador la religión del sol se convirtió en la religión oficial dentro del imperio.



Se diferencia de los primeros cultos del Sol Indiges "el sol nacido" o "el sol invocado"; se debate aún la etimología y el significado de la palabra "indiges". El título Deus Sol Invictus se formó a partir de analogías con el título imperial "titulature plus felix invictus" (latín"laborioso afortunado, inconquistado").

El Festival del Nacimiento del Sol Inconquistado (Dies Natalis Solis Invicti) se celebraba cuando la luz del día aumentaba después del solsticio de invierno, en alusión al "renacimiento" del sol. Este Festival corría desde el 22 al 25 de diciembre.

Navidad

Navidad proviene de la palabra latina nativitas (natividad) que significa nacimiento y se refiere particularmente al nacimiento del Sol Invictus que se celebraba cada 25 de diciembre; esto debido a que en ninguna parte de la Biblia se menciona la fecha exacta del nacimiento de Jesús.

La fiesta de Navidad fue reconocida 300 años después de su muerte, cuando el emperador Constantino permitió el cristianismo en el Imperio romano, después de haber sido perseguido por el Imperio desde tiempos de Nerón, porque la fecha había encontrado popularidad entre los romanos cristianos al tratarse de la fecha del "renacimiento" del dios Sol; desde esa época las celebraciones del imperio se empezaron a reemplazar por las celebraciones cristianas.

Existe discrepancia entre si existieron o no "celebraciones" del nacimiento de Jesús antes de esa fecha. La fecha del nacimiento de Jesús la calcularon los primeros cristianos basándose en una tradición judía que fijaba, para los profetas, su fecha de fallecimiento y de su concepción en el mismo día; como creían que Jesús había muerto un 25 de marzo, calcularon nueve meses después y fijaron el 25 de diciembre como su nacimiento. Por eso, los cristianos ortodoxos en Rusia y Europa Oriental celebran la Navidad el 7 de enero en el calendario gregoriano pues, según su calendario, el calendario juliano, el 25 de marzo cae en el 7 de abril del calendario gregoriano.

La fiesta cristiana de la Navidad parece haber sido trasladada hacia el año 330, en tiempos de Constantino (306-337), al 25 de diciembre. Con ello se quería significar a Cristo como el verdadero Sol invictus. Es importante observar que, a partir del año 315, empiezan a aparecer en las monedas los primeros símbolos cristianos. Probablemente sea por estas fechas cuando tiene lugar el cambio de la fiesta de Navidad al 25 de diciembre. El supuesto mensaje de la célebre visión de Constantino fue en el sentido de la prevalencia de Cristo sobre el Sol: Cristo es el verdadero sol invicto. Solo faltaba trasladar la fecha del nacimiento de Jesús al 25 de diciembre, día en que se festejaba el nacimiento del Sol invictus.

El emperador Constantino I (306-337) había sido un seguidor de las tradiciones paganas (al dios Sol). Su conversión al cristianismo se debe a una visión que tuvo cuando vio una cruz frente al sol e iba con su ejército y escuchó una voz que le dijo «con este signo vencerás» (en latín: in hoc signo vinces, ‘con este signo vencerás’)?. Esto fue motivo para llevar el símbolo de una cruz en su estandarte y ganar la batalla del Puente Milvio.
Fiestas de Brumalia y Saturnalia

La fiesta de Brumales era una fiesta pagana dedicada al sol, llevada a cabo poco después del solsticio de invierno, por lo general el 25 de diciembre. La fiesta de Saturnalia empezaba el 17 de diciembre y duraba 7 días, en honor al dios de la semilla y del vino, Saturno. Tales fiestas tenían características muy similares a la que hoy conocemos como Navidad. Al final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol —Natalis Solis Invictis (nacimiento del sol invencible)— personificado en el dios Mitra. Aunque el culto a Mitra tenía orígenes persas (el dios Mithra), se convirtió en la religión dominante en Roma, especialmente entre los soldados.1​

La fiesta de Navidad empezó a celebrarse como una fiesta cristiana a partir de la época de Constantino, y en el año 336 apareció por primera vez tal fiesta en el calendario romano; gradualmente fue entrando en las tradiciones oficiales de la Iglesia cristiana, hasta que en el siglo V, queda ordenada oficialmente, eclipsando del todo a la fiesta del Sol invictus.

Historia
Heliogábalo
El título de Sol Invicto ganó popularidad por primera vez bajo el Emperador romano Heliogábalo que impuso el culto de El Gabal, Dios Sol de su ciudad nativa de Emesa (Siria). A la muerte del Emperador en el 222, el nuevo culto cayó en desuso aunque los emperadores posteriores siguieron acuñando moneda con la corona solar radiante durante cerca de un siglo.

Aureliano
Aureliano fortaleció la posición del dios del Sol, Sol (Invictus), como la principal divinidad del panteón romano. Su intención era dar a todos los pueblos del Imperio, civiles o soldados, occidentales u orientales, un solo dios en quien ellos podrían creer sin traicionar a sus propios dioses. El centro del culto fue un nuevo templo, construido en 271 en el Campo de Agripa en Roma, con grandes decoraciones que fueron financiadas con el botín obtenido del Imperio de Palmira. Aureliano no persiguió a otras religiones. Sin embargo, durante su breve reinado, parecía seguir el principio de «un dios, un Imperio», idea que más tarde adoptó completamente el emperador Teodosio I el Grande. En algunas monedas, aparece con el título deus et dominus natus («dios y señor nato»), título que más tarde sería adoptado también por Diocleciano. Lactancio argumenta que Aureliano habría prohibido adorar a todos los demás dioses si hubiera tenido tiempo suficiente para hacerlo.
Constantino
Los emperadores anteriores a Constantino grabaron al Sol Invictus en sus monedas oficiales, con la leyenda SOLI INVICTO COMITI, para de este modo invocar al sol invicto como compañero del emperador. Las estatuillas de Sol Invictus, cargadas por portaestandartes, aparecen en tres lugares en los relieves del Arco de Constantino. La moneda oficial de Constantino continuó llevando la leyenda relativa al Sol Invictus hasta 323.

Constantino decretó el 7 de marzo de 321 que el dies Solis (es decir, el domingo) sería el día romano del descanso Códice Justinianeo 3.12.2:


Imperator Constantinus.Omnes iudices urbanaeque plebes et artium officia cunctarum venerabili die solis quiescant. ruri tamen positi agrorum culturae libere licenterque inserviant, quoniam frequenter evenit, ut non alio aptius die frumenta sulcis aut vineae scrobibus commendentur, ne occasione momenti pereat commoditas caelesti provisione concessa. En el venerable día del sol se dejará a los magistrados y al pueblo de las ciudades descansar y se cerrarán todos los talleres. En el campo las personas ligadas a la agricultura podrán voluntaria y legítimamente continuar sus labores, pues con frecuencia sucede que el día siguiente no es el adecuado para sembrar o plantar viñas, pues se teme que por dejar pasar el momento propicio para tales operaciones se perderá el favor del cielo.
Códice Justinianeo 3.12.2

La religión del Sol Invictus continuó siendo parte de la religión estatal hasta que el paganismo fue abolido oficialmente por decreto del emperador Teodosio I el 27 de febrero de 380.2​
Teodosio
La fiesta del Sol Invictus, se acabó mediante el célebre edicto de Tesalónica de Teodosio I el 27 de febrero de 380, en el cual el emperador estableció que la única religión del estado era el cristianismo niceno, prohibiendo de facto todas las otras.

El 3 de noviembre de 383 el día de descanso, el dies solis, será renombrado como dies dominicus:


Idem aaa. ad Principium praefectum praetorio. Solis die, quem dominicum rite dixere maiores, omnium omnino litium et negotiorum quiescat intentio; debitum publicum privatumque nullus efflagitet; ne aput ipsos quidem arbitros vel e iudiciis flagitatos vel sponte delectos ulla sit agnitio iurgiorum. Et non modo notabilis, verum etiam sacrilegus iudicetur, qui a sanctae religionis instinctu rituve deflexerit. Proposita III non. nov. Aquileiae Honorio n. p. et Evodio conss.
Códice Teodosiano 11.7.13



El origen de la Navidad La festividad romana de Natalia Solis Invicti


El origen de la Navidad

La festividad romana de Natalia Solis Invicti


Mitra fue uno de los dioses solares más venerados que renacían en el solsticio de invierno. El culto de Mitra se difundió mucho más allá de Persia, su país de origen, y se extendió sobre todo en Roma, en Grecia, en Egipto y en Asia Menor. Su fiesta, el solsticio de invierno, en Roma se llamaba Natalia Solis Invicti, o el "Nacimiento del Sol Invencible". No es por casualidad que algunos de los ritos que lo rodean sean similares a los ritos judeo-cristianos que rodean a Jesús. Mitra nació en una caverna un 25 de diciembre de una madre virgen. Vino del cielo y nació en tanto que hombre para redimir los pecados del mundo. Era conocido como “El Salvador”, el Hijo de Dios, el Redentor, el Cordero de Dios… Con sus 12 discípulos viajó por países lejanos enseñando una doctrina de amor e iluminación para los hombres. Fue enterrado en una tumba de la cual resucita (acontecimiento que era celebrado alegremente todos los años…)

La fiesta de Brumales era una fiesta pagana dedicada al sol, llevada a cabo en el solsticio de invierno, fue sostenido por lo general el 25 de diciembre. La fiesta de Saturnalia empezaba el 17 de diciembre y duraba 7 días, en honor a Saturno, el dios de la semilla y del vino. Tales fiestas tenían características muy similares a la que hoy conocemos como Navidad. Al final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol —Natalis Solis Invictis (nacimiento del sol invencible)— personificado en el dios Mitra. Aunque el culto a Mitra tenía orígenes persas (el dios Mitra), se convirtió en la religión dominante en Roma, especialmente entre los soldados.
La Navidad cristiana reemplaza Natalia solis invictis

El emperador Constantino I había sido un seguidor fiel de las tradiciones paganas concernientes al dios Sol. Su conversión al cristianismo se debe a una supuesta visión que tuvo cuando vio una cruz frente al sol e iba con su ejército y escuchó una voz que le dijo «con este signo vencerás» (in hoc signo vinces, «con este signo vencerás») Esto fue motivo para llevar el símbolo de una cruz en su estandarte y ganar la batalla del Puente Milvio.

La fiesta de Navidad empezó a celebrarse como una fiesta cristiana a partir de esa época, ya que anteriormente era imposible por motivo de las persecuciones religiosas que sufrió el cristianismo. En el año 336 apareció por primera vez tal fiesta en el calendario romano, y gradualmente fue entrando en las tradiciones oficiales de la Iglesia cristiana, hasta que en el siglo V, queda ordenada oficialmente, eclipsando del todo a la fiesta del Sol invictus. La práctica del mitraísmo, como la de todas las religiones paganas, fue declarada ilegal en el año 391 por el emperador Teodosio.

La tradición de dar regalos navideños viene de los paganos romanos que tenian esa costumbre durante la fiesta de Saturnales, un festival en honor al dios Saturno. También fue una fiesta de Año Nuevo, donde se daban regalos en nombre de los seres queridos que habían muerto en el año anterior. Los primeros exploradores y conquistadores romanos llevaron esta tradición a través de Europa, donde permaneció y se transmitió en la celebración de Navidad.

La Rueda del Año es a menudo simbolizada por la corona. Existe una amplia evidencia arqueológica para apoyar el hecho de que las guirnaldas se han utilizado de esta manera simbólica durante más de 4.000 años. Su círculo no tiene principio ni fin, lo que ilustra que la Rueda del Año es también así, con cada cosa en su tiempo de volver a su punto de origen y desde allí viajar, una y otra vez. Coronas llegó a ser usado en la Navidad a través de la influencia de los paganos escandinavos que les colgaban en Yule (víspera de Año Nuevo) para conmemorar un nuevo comienzo del ciclo continuo movimiento de la vida. La profusión de esta decoración en esta época del año es un resultado directo de la práctica pagana de la creación de estas coronas a partir de materiales naturales para decorar las casas y altares para celebrar el Año Nuevo.

¡El origen pagano de la Navidad! Saturnales, Mitra y Sol Invictus


¡El origen pagano de la Navidad! Saturnales, Mitra y Sol Invictus

Como ya hemos visto en alguna que otra ocasión, muchas de nuestras fiestas cristianas en realidad tienen un origen pagano: los carnavales, la noche de San Juan, … En general, el cristianismo, como muchas otras religiones, para poder calar mejor entre la población hubo de asimilar algunas de las antiguas conmemoraciones paganas, incorporándolas a sus ritos.


Nacimiento de Cristo – Fra Filippo Lippi

En cuanto a la Navidad (1), que celebra el nacimiento de Jesús y es época de regalos y celebraciones familiares, veremos que una vez mas “todos los caminos llevan a Roma”.

Para empezar, lo cierto es que existen discrepancias entre si existieron o no celebraciones del nacimiento de Jesús antes del S. IV, en que Constantino autorizó el culto cristiano en el Imperio. Lo que es cierto es que en ninguna parte de la Biblia se menciona la fecha exacta del nacimiento de Jesús. El análisis de ciertos fragmentos de los evangelios, así como de otros documentos de la época, han permitido a los historiadores realizar diferentes hipótesis sobre el nacimiento de Jesús. Algunos hablan de abril o mayo, mientras que otros lo situan en septiembres u octubre, pero la verdad es que se desconoce la fecha exacta. Lo cierto es que dificilmente pudo ser en diciembre, esto lo sabemos por los evangelios que situan a los pastores conduciendo sus rebaños al aire libre cuando nació Jesús, por lo que no había llegado octubre. Entonces, ¿porqué el 25 de diciembre?

SATURNALES

Ya parece que queda claro que el 25 de diciembre no nació ningún Mesías, pero sí resulta que éstas eran fechas en las que en la Antigua Roma tenía lugar una serie de celebraciones muy alejadas del carácter religioso que se le dio por parte de la Iglesia Católica a partir del siglo IV. Lo que nos lleva a deducir que nuestras celebraciones navideñas, no tendrían su origen en la celebración cristiana sino, mucho antes, en los cultos agrarios que celebraban el solsticio de invieno, el fin del período del progresivo oscurecimiento de los días y el regreso de la luz (renacer).


Saturno – Dios de las cosechas

En estas fechas, en Roma se celebraban las festividades dedicadas a Saturno (padre de Júpiter, dios de la agricultura y la cosecha). Las Saturnales, o Saturnalia en latín, se celebraban durante 7 días, del 17 al 23 de diciembre, una vez finalizados los trabajos del campo tras la conclusión de la siembra.

En las fiestas Saturnales se decoraban las casas con plantas y se encendían velas para celebrar la nueva venida de la luz. Los amigos y familiares se hacían regalos. Eran días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos.

Las fiestas comenzaban el 17 de diciembre con un sacrificio en el templo de Saturno, al pie de la colina del Capitolio, la zona más sagrada de Roma, seguido de un banquete público festivo (lectisternium) al que estaba invitado todo el mundo.

Estas fiestas, cuyo origen es muy arcaíco, consistían principalmente en representar la igualdad que reinaba originalmente entre los hombres. Durante estas fiestas se suspendía el poder de los amos sobre sus esclavos. Éstos tenían derecho a hablar y actuar con total libertad,por eso era conocida también como las “fiestas de los esclavos”. Los esclavos podían criticar los defectos de sus amos, jugar contra ellos e incluso éstos, los amos, intercambiaban sus papeles y les servían en la mesa.


Las Saturnales (1783) Antoine-François Callet (1741-1823) Musée du Louvre (Paris)

Los tribunales y las escuelas cerraban, no estaba permitida la guerra ni la ejecución de criminales, ni ejercer otro arte que el de la cocina. Además, todos los habitantes de la ciudad dejaban de trabajar y la población acudía en masa al monte Aventino, para disfrutar del aire campestre.


“Que nadie tenga actividades públicas ni privadas durante las fiestas, salvo lo que se refiere a los juegos, las diversiones y el placer. Sólo los cocineros y los pasteleros pueden trabajar. Que todos tengan igualdad de derechos, los esclavos y los libres, los pobres y los ricos. No se permite a nadie enfadarse, estar de mal humor o hacer amenazas. No se permiten las auditorías de cuentas. A nadie se le permite inspeccionar o registrar la ropa durante los días de fiestas, ni practicar deportes, ni preparar discursos, ni hacer lecturas públicas, excepto si son chistosos y graciosos, que producen bromas y entretenimientos”

Luciano de Samosata

Las Saturnales terminaban con el solsticio de invierno, día en el que entraba la estación más fría del año y el fin de los días oscuros, ya que a partir de esa fecha el día se alargaba teniendo más horas de luz.

EL SOL INVICTUS

El 25 de diciembre en el antiguo calendario juliano, se bautizó como ‘Sol Invictus’ en conmemoración al Sol. El Festival del Nacimiento del Sol Invencible (Dies Natalis Solis Invicti) se celebraba cuando la luz del día aumentaba después del solsticio de invierno, en alusión al renacimiento del Sol.


Disco con el Sol Invicto, S. II
El Sol Invicto, en su forma completa “Deus Sol Invictus” (el invencible dios Sol), fue un título religioso aplicado al menos a tres divinidades distintas en Roma: a El Gabal, al dios Sol (el Helios griego), y a Mitra.



Fue de mucha importancia a partir sobre todo del S. III, con Aurelino, e incluso muchos emperadores anteriores a Constantino grabaron al Sol Invictus en sus monedas oficiales, con la leyenda SOLI INVICTO COMITI, para de este modo invocar al sol invicto como compañero del emperador. De hecho, la moneda oficial de Constantino continuó llevando la leyenda relativa al Sol Invictus hasta el año 323.

moneda de Constantino con una representación del Sol Invictus y la inscripción SOLI INVICTO COMITI, c. 315.

Moneda del Emperador Probo, cerca de 280, con el Sol Invictus montando una cuadriga, y la leyenda SOLI INVICTO, “al sol invicto”. El Emperador (izquierda) usa una corona solar. (Wikipedia)

La religión y fiesta del Sol Invictus continuó siendo parte de la religión estatal hasta que el paganismo fue abolido por decreto del emperador Teodosio I el 27 de febrero de 380 por el edicto de Tesalónica, promulgando como únicia religión del Imperio al cristianismo.


MITRA

A finales del siglo I a.C un dios nuevo irrumpe en el Imperio romano con una pujanza extraordinaria: el dios persa Mitra, dios de la luz y la sabiduría, que ofrecía la salvación mediante la creencia en un alma inmortal.

El culto a Mitra, muy difundido entre los siglos I a VI dC, estaba reservado solo a los hombres, sobre todo a los soldados, y era representado como un muchacho que está matando a un toro. El toro y su sacrificio tenían un vínculo simbólico con la muerte y la resurrección, y con el crecimiento de las cosechas. Sus templos se erigían en cavernas, mithraea, en las que se han encontrado representaciones pictóricas del sacrificio al toro.



El sacrificio del toro. Esta escena, llamada tauroctonía, es central en el culto a Mitra. Fresco del templo de este dios en San Marino. Siglo II d.C.

El mito se pierde en el tiempo. Su culto se extendió por Persia y, tras ser vencidos los piratas cilicios por Pompeyo, sus legiones llevaron la nueva doctrina a Roma donde se introdujo a finales del S. I aC. Bajo el mandato de Aureliano esta deidad cobrará mucha relevancia y será asimilada a la del “Dios Invictus”.


La mitología recoje la leyenda de Mitra que es el enviado del dios Sol a la tierra para redimir a los hombres tras nacer un 25 de diciembre. En el momento de su nacimiento lleva un gorro frigio (símbolo de libertad), una daga y una antorcha y será adorado por pastores. Tras ello, se traslada a la Cueva Primordial donde recibe el encargo del dios, transmutado en cuervo, de capturar al Toro Primigenio y transportarlo sobre sus hombros a la Cueva donde se celebrará el sacrificio.

La dura prueba comienza con el acoso y captura del soberbio animal que se resiste con fiereza y que incluso descabalga y hiere al Dios varias veces, hasta que finalmente éste consigue someterlo, para así empezar realmente el transitus o traslado del toro vivo hasta la gruta. Tras un largo y durísimo viaje consigue llegar a su destino, donde el cuervo (dios) le anuncia que debe realizar el sacrificio. Después de doblegar al animal, con la daga que portaba al nacer, degüella al toro brotando de su sangre animales beneficiosos para el hombre y cereales de su rabo.


El dios Mitra y la Tauroctonía

Después de redimirnos con el sacrificio, Mitra asciende a los cielos donde espera el fin del reinado del Señor de las tinieblas (los días oscuros), hará resucitar a los muertos y se los llevará más allá de las estrellas, tras lo cual el mundo será destruido, para que llegue un nuevo Comienzo.

Como en todos los cultos mistéricos, los adeptos estaban obligados a mantener en secreto los rituales del culto, por lo que no hay apenas testimonios escritos. El culto empezaría tras las Saturnalias (del 17 al 23 de diciembre), los días 24 y 25 estarían dedicados a Mitra: el 24 Mitra moría y comenzaba su “transito inferior del sol” y luego, el día 25, renacía victorioso al igual que el Son Invencible, “natalis solis invicti”. De ahí que será asimilado a esa deidad.

Aureliano, en el siglo III d.C., como hemos visto, fortaleció la posición del dios del Sol como la principal divinidad del panteón romano. Su intención era dar a todos los pueblos del imperio, civiles o soldados, occidentales u orientales, un solo dios en quien ellos podrían creer sin traicionar a sus propios dioses. El mitraísmo habría sido un instrumento adicional para favorecer la cohesión del vasto conglomerado étnico y cultural en el que se había convertido el Imperio romano, empezando por el estamento militar. Se trataba de un culto basado en la autoridad de la jerarquía, en la sumisión de los seguidores y en la creación de potentes lazos personales a través de las pequeñas hermandades que lo llevaban a cabo, lazos que permitían a gentes de distinta procedencia encontrar fuertes vínculos de identidad y solidaridad.

DEL POLITEISMO AL MONOTEISMO: MITRA Y CRISTO

Esta autonomía que el culto al Sol va ganando tiene interés porque representa una forma particular de evolución del politeísmo al monoteísmo que se ha dado numerosas veces en la historia de las religiones antiguas. De hecho, si bien es cierto que Aureliano no persiguió a otras religiones, también lo es que, durante su breve reinado, pareció seguir el principio de “un dios, un imperio”. Lactancio argumenta que Aureliano habría prohibido adorar a todos los demás dioses si hubiera tenido tiempo suficiente para hacerlo. Ya para el siglo IV, Constantino y su madre eran adoradores del Sol invencible, un culto que continuaron practicando aun después de haber abrazado el cristianismo. Esto se evidencia en la estatua que posteriormente se erigió al emperador con la leyenda “A Constantino, reflejo de la justicia del sol”.

El culto a Mitra ofrece puntos en común con el cristianismo, no sólo por su sentido moral, sino también por sus correlaciones con ciertos pasajes bíblicos. Tal fue su parecido que Tertuliano aseguró que el culto de Mitra era “una diabólica imitación del cristianismo”. Hasta cierto punto, esta tendencia preparaba el advenimiento del cristianismo, religión que a su vez se había ido difundiendo y cuyo crecimiento se multiplicaría a partir del decreto de tolerancia emitido por el emperador Constantino en 313 (2).


Teodosio I el Grande (Cauca o Itálica, 11 de enero de 347-Milán, 17 de enero de 395)

En pocas décadas el el cristianismo se iría imponiendo en la práctica totalidad del Imperio. Mientras el mitraísmo, al igual que el resto de cultos paganos, como hemos visto, sería declarado ilegal tras el edicto de Tesalónica por el emperador Teodosio I, en el cual el emperador estableció que la única religión del estado era el cristianismo niceno. Pero ya antes de esa fecha los Padres de la Iglesia habían visto en el simbolismo del Sol Victorioso una imagen ajustada a su propia visión de Cristo, centrada en la victoria del Dios resucitado sobre la oscuridad de la muerte, aunque representado en la imagen de un bebé, a la que acompañaban varias similitudes: la cueva, los pastores, el sacrificio, la salvación, …


LA NAVIDAD

Este largo periplo nos lleva por fin a conocer el origen de la celebración de nuestra Navidad el 25 de diciembre. De hecho, no será hasta más de 300 años después de la muerte de Jesús, que se reconocerá esta festividad.

Tres meses antes de la muerte de Constantino, en el año 337, fue nombrado Papa Julio I, con quien al parecer el emperador estableció un sólido puente de confraternización, ayudando con ello a que se decidiese ir sustituyendo las fiestas paganas por celebraciones de índole cristiana.


Batalla del Puente Milvio – 28 de octubre de 312 entre los ejércitos de los emperadores Constantino I y Majencio. Los historiadores cristianos atribuyeron la victoria de Constantino a una intervención divina, en la que supuestamente Constantino vio en el cielo una cruz con la leyenda, “por este signo vencerás”

A partir de entonces fue cuando el calendario de actos y festejos romanos fue modificándose: las Lupercales que se celebraba el 15 de febrero en honor a Lupercus, protector de los pastores y sus rebaños y como homenaje a la loba que amamantó a los gemelos Rómulo y Remo, fue sustituida por la fiesta religiosa de San Valentín del 14 de febrero; las Saturnales fueron trasladadas al mes de febrero y se modificó convirtiéndola en una celebración previa a los días de abstinencia y ayuno de la Cuaresma (lo que hoy conocemos como Carnaval).

Y así una tras otra todas esas antiguas celebraciones paganas acabaron convertidas en fiestas cristianas, transformando la festividad del Sol Invictus del 25 de diciembre en el día de Navidad, y con ella celebrar el nacimiento de Jesús, aunque realmente no coincidiese en la fecha. Hasta entonces los cristianos lo celebraban el 6 de enero (Epifanía), la cual dejaron como Día de Reyes.

Aunque algunos cristianos rechazan esta teoría, el catolicismo romano, sin embargo, acepta ampliamente que la fecha de la Navidad es una convención, como muestra la afirmación de Juan Pablo II: “A los cristianos les pareció lógico y natural sustituir esa fiesta con la celebración del único y verdadero Sol, Jesucristo, que vino al mundo para traer a los hombres la luz de la verdad” (1993, asamblea general 22 de Diciembre), e incluso el propio papa Benedicto XVI confirmó en 2009 que “la Navidad asumió una forma definida en el siglo IV, cuando tomó el lugar de la fiesta romana del ‘Sol Invictus“.

Gracias al cronógrafo de Filócalo sabemos que, como hemos visto arriba, al menos desde 336 (con el Papa Julio I) el nacimiento de Jesús se celebraba el 25 de Diciembre en Roma. En el año 440, el Papa León Magno estableció esta fecha para la conmemoración de la Natividad y ya en 529 el emperador Justiniano la declara oficialmente festividad del Imperio.

NOTAS

1- Navidad proviene de la palabra latina “nativitas” (natividad) que significa “nacimiento” y se refiere particularmente al nacimiento de Jesús.

2- Tras promulgar el ‘Edicto de Milán’ en el año 313 d.C., el emperador Constantino I daba luz verde a la libertad de culto en todo el Imperio Romano y con ello terminaba la persecución a aquellos que profesaban otras religiones, como era el caso de los cristianos.

BIBLIOGRAFÍA
Diccionario de religiones comparadas (ed. 1975). Madrid: Ed.Cristiandad
Bayet, Jean., (1984). La religión romana. Historia política y psicológica. Traducción de Miguel Ángel Elvira. Madrid: Cristiandad.
Schmidt, Joel, (1995). Diccionario de mitología griega y romana. Barcelona: Larousse.
Espulga, X.; Miró, M., (2003). Vida religiosa en la antigua Roma. Barcelona: Edt. UOC.
Todo sobre Historia.(2009). Dioses romanos. (URL: http://www.allabouthhistory.org).

Misterios de la Navidad, eterna Navidad

Misterios de la Navidad, eterna Navidad
JOSÉ MANUEL GARCÍA BAUTISTA
SEVILLA


Cuando llegan las fechas navideñas son muchas las personas que se afanan en celebrar estas fiestas en compañía de sus seres queridos y familiares o amigos, fechas entrañables en las que se echa de menos la ausencia de aquellos que no están o que se han ido para siempre, fechas eternas en las que nos une un mismo sentimiento: el amor, potenciado por todo lo que significa la Navidad, amor a los que nos rodean, amor al prójimo.

Dentro de la Navidad hay una serie de misterios que convendría conocer y que seguramente le sorprenderán.


¿Nació Jesucristo el 25 de diciembre?

La fecha del 25 de diciembre es mágica, celebramos el nacimiento del Niño Jesús pero... ¿por qué celebramos el 25 de diciembre el nacimiento de Cristo? El día 25 de diciembre es una fecha adaptada. En tiempos de antiguas religiones predecesoras del cristianismo, en esa misma se celebraba el día del Sol Invicto o nacimiento del Sol, y al no poder eliminar esas fiestas paganas se reconvertían al uso cristiano. Esta fecha no se fijó hasta el siglo IV. En esta fecha también se celebraba el nacimiento del Dios viviente Mitra, que guarda paralelismos más que interesantes con el cristianismo y cuya doctrina adoptó el emperador Cómodo para su culto. Aparte de ello en esta fecha también se celebraban cultos a Apolo. Sería Honorio en el 440 d.C. quién impondría esa fecha devorando otras tradiciones coincidentes.

La fecha real del nacimiento de Jesús habría que ubicarla, posiblemente, entre los meses de mayo a julio, lo marca así los relatos y la climatología. Nunca hubiera sido en diciembre por la climatología adversa que no haría viable tener los rebaños pastando. Su nacimiento se debe ubicar en el –7 a.C. debido a las informaciones sobre la matanza de infantes de Herodes, hecho «históricamente acreditado». Por el contrario, la fecha del 6 de enero es el día de la Manifestación del Señor a partir del siglo II. Fue el propio Juan Pablo II, en 1983, quién dijo que «sólo son fechas simbólicas y nunca exactas», en referencia a las celebraciones navideñas.

El Papa Fabián (236-250) consideró sacrílego a los que trataban de datar la fecha del nacimiento de Jesús, que se dató posteriormente entre los días 6 y 10 de enero, la fecha del 25 queda marcada como opción a desbancar los numerosos cultos solares. El Papa Liberio entre el 354 y el 360 fija como inmutable la fecha del 24 al 25 de diciembre como en la que se produciría el nacimiento de Jesús. Como dato curioso también me permito apuntarle que Jesús probablemente no nació en Belén..., sino más bien entre Nazaret y Cafarnaún, aunque la tradición piadosa y la estrella nos indiquen que fue en la vieja ciudad eterna con su eterno y humilde portal.

¿Qué fue la misteriosa Estrella de Belén?

Es anormal que un objeto celeste (llámese estrella, cometa o meteorito) guíe durante días a unos reyes que procedían de Oriente. Por ello el motivo es muy debatido y la pregunta siempre flota... ¿Qué fue la estrella de Belén? La estrella de Belén no fue ni un OVNI ni un cometa. No hay datos que avalen lo primero pese a que por su extrañeza lo podríamos catalogar como tal, y tampoco hay datos astronómicos sobre ningún cometa o fenómenos análogo en la fecha del nacimiento de Jesús, posiblemente se trató de una conjunción Júpiter y Saturno en Piscis muy luminosa hacía el -7 a.C. El año que anteriormente referíamos como el del nacimiento real de Cristo, según la matanza de los inocentes.

¿Quienes fueron los Reyes Magos?

¿A quién no le emociona recordar la noche de los Reyes Magos? La impaciencia para ver los regalos, ir a coger caramelos al son de los alocados beduinos, las luces, el colorido de las carretas... Es la noche de la magia. La noche de los niños, pero los Reyes Magos no siempre fueron tres. Su número varió a lo largo de la Historia e incluso al rey Baltasar no se le convirtió en rey mago negro hasta el siglo VI para simbolizar las razas en la Tierra y por necesidades de la Iglesia de aquellos tiempos. Un rey negro que habitualmente era el que traía el carbón a los niños cuyo comportamiento había sido malo, y que con el tiempo se ha convertido en el rey mago que mejores y más regalos da a los niños.

Según los escritos atribuidos a San Mateo, los Reyes no eran Reyes sino Magos –incluso se les representaba originariamente con el gorro frigio de mago– y sus nombres no aparecieron hasta el siglo VI. Los Reyes Magos hasta el siglo IV fueron dos, cuatro, seis, doce e incluso sesenta. Incluso se les puso edad a cada uno se ellos: en el siglo XV, Pedtus de Natalibus fijó que Melchor tenía 60 años, Gaspar 40 y Baltasar 20 años –representando las edades del hombre–. La descripción física discrepaba de las narraciones que existían en la época. Los Reyes Magos hacen su primera aparición en representación pictórica en un mosaico en Apollinare Nuovo (Rávena), en el siglo VI, y su celebración en Europa no comienza hasta el siglo VII, aunque diferentes historiadores lo calculan también en torno al V ó VI d.C.

Es Tertuliano, en el siglo III, para evitar la mala fama de los magos persas, el que los transformó en reyes de Oriente con todo su boato de realeza y magnificencia, siendo a partir del siglo XIX cuando los Reyes Magos comienzan a traer juguetes a los niños y se populariza la Carta a los Reyes Mayos. Hay una bella simbología en los presentes que le llevan al Niño al portal. Todos significan algo y llevan implícita toda una carga socio-religiosa. Aquellos magos venidos del Oriente dejaron tres regalos valiosos: oro, incienso y mirra. A los profanos les parece la bella historia de la adoración y, sin embargo, tiene un significado oculto. El oro es el regalo que se le hace a un rey, el incienso es el regalo a un dios y la mirra es el regalo que se le hace a un hombre... Aunados todos en la figura de Jesús.

¿Quién puso el primer portal de Belén?

Representar el portal de Belén no siempre se hizo en los hogares del mundo. La tradición tiene apenas unos siglos. La primera persona que recreó el nacimiento de Cristo en un pequeño nacimiento o portal de Belén fue San Francisco Javier. En el año 1225 montó aquel el primer portal de Belén improvisando según los datos que le llegaron. El verdadero portal no fue un establo y si posiblemente una cueva o gruta, alejándose pues de nuestra actual representación piadosa. La escena del buey y el asno se debe a una mala traducción mezclado con un texto de Habacuc. El Belén lo introdujo en España Carlos III en el siglo XVIII, tradición importada desde Nápoles.

Papá Noel, el «hacedor» de regalos

Es el señor de rojo y blanco, antes verde y blanco (para sevillistas y béticos) que suele colarse por chimeneas y ventanas para dejar un presente. Papá Noel, o Santa Klaus, es una referencia al obispo San Nicolás, personaje piadoso que repartía comida entre los necesitados. Su transformación en Papa Noel se debe a que este último es un personaje real deformado con los años. Tiene mayor tradición en países nórdicos y estaba acompañado por un singular duendecillo llamado Pedro el negro. Decían portar una lista con los niños que habían sido buenos o malos a los que compensar o no con golosinas. En cualquier caso su figura es realzada en el siglo XIX por Clement Clark Moore, quién en unos relatos lo ubica con renos, regalos, chimeneas, trineo y un reno llamado Rudolf. Thomas Nats lo americaniza y Coca-Cola le da su apariencia actual en 1931. Su origen festivalero hay que buscarlo en la Nueva Ámsterdam de época, hoy día Nueva York. De allá regresa a Europa transformado, como si de Halloween se tratara.

El Árbol de Navidad... de la Vida

¿Tiene puesto ya el árbol de Navidad en casa? ¿Sabe de dónde viene la tradición? La colocación del árbol adornado como ornamento conmemorativo de las fechas navideñas, o árbol de Navidad, es una tradición que procede de pueblos del Norte que no adoraban imágenes. Se le llama el Árbol de la vida, de la Luz o del Edén, y cada rama era engalanada con una luz símbolo de la Vida y que posteriormente, diferentes pueblos, lo simbolizan como el Redentor, tales como Alcasia, pueblos germanos y escandinavos. Fueron el príncipe Alberto y la reina Victoria I de Inglaterra quienes lo introducen en el Reino Unido y de allí los emigrantes a los Estados Unidos alrededor de 1845.

La estrella que corona el árbol, en su forma de cinco puntas, es emblema contra el mal y trae la felicidad a la casa.

Tradiciones navideñas

Las fechas de la Navidad nos hacen navegar por diferentes curiosidades que a lo largo de los tiempos han ido surgiendo teniendo como argumento a la propia Navidad. Así nos sorprenderemos al saber que la Lotería de Navidad surgió como una idea para financiar la Guerra de la Independencia en España, dada la imperiosa necesidad de fondos para poder llevar ingresos a las arcas del estado y el paupérrimo estado financiero del país en aquella época.

Un popular dulce del que todos hemos disfrutado tiene un carácter también simbólico. El roscón de Reyes simboliza la corona de los reyes y a quién le toca el regalo se convierte en Rey Mago por un día. Era llamado como Rosco del Haba, por el contrario al que le toca esta legumbre debe abonar el valor del dulce como símbolo de generosidad y redención. Es una tradición que data de la Edad Media.

No pueden faltar en estas fiestas los típicos villancicos. Si bien antes debemos saber que los villancicos eran parte de canciones amorosas y cortesanas del siglo XV-XVI, que en siglos posteriores lo convirtieron en canciones populares. Proceden de poemas acalorados improvisados para la época al que posteriormente se le acompañó de música y letras más blandas más de acorde con la época y la conmemoración que se celebraba.

Si el plato estrella de estas fiestas en casa es el pavo y no sabe el origen de éste como cena navideña se lo explico: El pavo de Navidad se sirvió por primera vez a Enrique VIII en Inglaterra, la tradición se impuso al exportarla el mecenazgo de los Austrias en el siglo XVIII.

Igualmente si bebe cava o champagne debe saber que su origen es muy incierto. Parece claro que no lo inventaron los franceses y mucho menos Dom Perignon. Su patria chica habría que buscarla en zonas de la Cataluña más vinatera y al fermentado accidental de la uva en uno de los viejos monasterios donde tan buenos caldos de hicieron. Si como otros muchos habitantes de este planeta azul nuestro conmemora estas fechas con la luz de las velas conocerá a continuación su significado: es la representación de un elemento propiciatorio capaz de purificar, iluminar y dar ilusiones y esperanzas. ¿Por qué nos besamos cuando estamos bajo el muérdago? Pues la razón simbólica nos dice que el muérdago está considerado como un elemento de suerte y felicidad de la antigüedad. Besarnos bajo él es estar bajo su protección y buen augurio.

Para finalizar este recorrido, breve pero intenso, por lo más simbólico de nuestras tradiciones sólo nos resta decir que todas ellas conforman la más bella de las fiestas que celebramos al año, donde se aúnan tradición y familia, en unos tiempos –los que corren– tan faltos de valores y tan deshumanizado. Entre sonrisas e ilusiones de niños ante un regalo, el sabor de la amistad, la nostalgia a los que no están, o la carga sentimental de estas fiestas, celebraremos –un año más– la Navidad, época de nacimiento e ilusión, época de esperanza y crecimiento interior, época de solidaridad, amistad, perdón y bien para los pobladores de un planeta que hoy más que nunca necesitan de esa misma Fe y de esa misma Esperanza.

Tal vez si todos tuviéramos un poco más la mirada tierna e inocente de ese niño que contempla un portal de Belén, a este mundo nuestro le volverían a brotar los tallos de la Esperanza en el propio ser humano. En estas fechas permítame felicitarle por estas fiestas y aportar este granito de arena para que conozca mucho mejor estas entrañables celebraciones.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Filosofía antigua, misterios y magia de Peter Kingsley

Filosofía antigua, misterios y magia
de Peter Kingsley




Estela funeraria de Hegeso
Filosofía antigua, misterios y magia. Empédocles y la tradición pitagórica (en inglés Ancient Philosophy, Mystery and Magic. Empedocles and Pythagorean Tradition) es una obra de 1995 del filósofo británico Peter Kingsley.



Aunque Empédocles ha jugado un inmenso papel en el desarrollo de la cultura occidental, muy poco es lo que se sabe sobre este filósofo que vivió en Sicilia durante el siglo V a.C. Esta obra sitúa los fragmentos filosóficos de Empédocles dentro del contexto original de la filosofía de su época. Peter Kingsley prueba que Empédocles no fue una figura aislada sino que estuvo relacionado con el antiguo pitagorismo, y sus vínculos con esta escuela demuestran el origen pitagórico de los mitos platónicos.

El libro examina también las relaciones entre la antigua magia, la ciencia y la religión. Su autor traza una línea de transmisión desde Empédocles y la tradición pitagórica hasta el sur de Egipto y el Islam. Se trata de un proceso lleno de significado para llegar a entender no sólo la filosofía griega, sino también el origen de la alquimia, el sufismo y la mística medieval.

En los oscuros lugares del saber
Referencias

Moreno Claro, Luis Fernando (11 de febrero de 2018). Peter Kingsley: Filosofía antigua, misterios y magia. Reseña original en Babelia, El País. Ciudad de Azófar: Libros y más libros. Consultado el 12 de febrero de 2018.
Kingsley, Peter. «Solapa». Filosofía antigua, misterios y magia. Empédocles y la tradición pitagórica.
«Empédocles y la zapatilla de bronce». Consultado el 28 de julio de 2014.
«Empédocles y la tradición pitagórica». Consultado el 28 de julio de 2014.

Bibliografía
Kingsley, Peter (2008). Filosofía antigua, misterios y magia. Empédocles y la tradición pitagórica (segunda edición). Vilaür: Ediciones Atalanta. ISBN 978-84-947297-2-0.


sábado, 10 de noviembre de 2018

Nicolas Flamel

Nicolas Flamel




Retrato de Nicolas Flamel



Nicolas Flamel (Pontoise, ca. 1330 – París, 22 de marzo de 1418) fue un rabino y burgués parisino del siglo XIV, escribano público, copista y alquimista, las leyendas lo describen como un alquimista de suficiente habilidad para ejecutar la Gran Obra compuesta por varios genocidios; la piedra filosofal, capaz de llevar a cabo transmutaciónes humanas ignorando la ley de intercambio equivalente de la alquimia, también creo los cuadernos Alquimia.


Flamel era un hombre letrado para su época. Fue copista, como su padre —quien había sido un sofer antes de su conversión forzada al cristianismo, y comprendía correctamente el hebreo y el latín. De acuerdo a la leyenda, cuando se hallaba en plena Guerra de los Cien Años trabajando de librero en París, Flamel se hizo alrededor de 1355 con un grimorio alquímico —diferentes versiones aseguran que lo recibió de un desconocido, que lo compró casi al azar o que le fue entregado por un ángel en sueños— que excedía con creces sus conocimientos, y empleó 21 años en intentar descifrarlo. Para ello viajó a España, donde consultó tanto a las autoridades sobre Cábala como a los especialistas en el mundo antiguo —en aquella época y bajo la influencia andalusí, las mejores traducciones del Griego antiguo se producían en las universidades españolas— hasta encontrar, después de preguntar a muchas personas, en León a un anciano rabí, el Maestro Canches, quien identificó la obra como el Aesch Mezareph del Rabí Abraham, y enseñó a Flamel el lenguaje y simbolismo de su interpretación.

La narración de todos estos hechos tiene lugar en su Libro de las figuras jeroglíficas (1399) que describe brevemente al comienzo dichas peripecias, explicando a lo largo de dicha obra el magisterio filosofal descrito como si de la peregrinación a Santiago de Compostela se tratara, sin embargo algunas teorías apuntan a que dicho entramado tiene un significado mucho más profundo, siendo reflejo de los misterios iniciáticos que se ocultan tras esta obra. Entre estos misterios estaban el descubrimiento de la piedra filosofal y la creación de homúnculos mediante la palingenesia de las sombras (crear un cuerpo astral, animal o vegetal).

Flamel regresó a París en 1382, en 1407 se hizo construir una casa, aún en pie, en el actual 51, rue de Montmorency, además de financiar capillas, asilos y hospitales. El rey Carlos VI de Francia le pidió que le aportara oro a las arcas reales mediante su sistema de transmutación.

Se asegura que durante esos años elaboró también una piedra, gracias a la cual él y su mujer, Perenelle, obtuvieron la inmortalidad. Aunque a todas luces falló ya que fallecieron y fueron enterrados entre 1410 y 1418 en el cementerio de St. Jacques de la Boucherie, al intento de exhumarlo se encontró con una tumba vacía; aunque bien pudo deberse al saqueo de la misma en busca de objetos de valor o de textos, esto no hizo más que reforzar los rumores de su inmortalidad, al igual que las historias sobre su vida en juventud y recorriendo lugares como India y Turquía después de su supuesta muerte, recopiladas por Paul Lucas (1664-1737). Su lápida, ricamente grabada, se conserva en el Museo de Cluny.
Influencia en la cultura popular












Casa de Nicolas Flamel, una de las más antiguas de París, Francia.



Flamel, Nicolas (1998). El deseo deseado. Barcelona: Índigo. ISBN 978-84-89768-15-4.
– (1996). El libro de las figuras jeroglíficas. Barcelona: Ediciones Obelisco. ISBN 978-84-7720-473-2.Sobre Flamel
Rubellus Petrinus (2001). La gran obra alquímica de Ireneo Filaleteo, Nicolás Flamel y Basilio Valentín. Villaviciosa Odón: Editorial Mirach. ISBN 978-84-87476-93-8.
Simon H. (1998). Memorias de Flamel. Villaviciosa Odón: Editorial Mirach. ISBN 978-84-87476-82-2.
Wilkins, Nigel (2001). Nicolas Flamel: de oro y libros. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta Editor. ISBN 978-84-7651-520-4.
Ziegler, Gilette (1977). Nicolás Flamel: el fabricante de oro. Madrid: Mr ediciones. ISBN 978-84-270-0419-1.












Les secrets de Nicolas Flamel


Personnage énigmatique, Nicolas Flamel est probablement l’alchimiste sur lequel circulent les informations les plus contradictoires.



Ses dates de naissance et de décès sont estimées approximativement, autour de 1330 pour la première et 1417 ou 1418… pour la seconde. Nous savons seulement qu’il est mort à plus de 80 ans passés. Mais ce n’est pas la seule interrogation qui subsiste à son propos car les thèses les plus documentées sont autant de démentis quant à sa qualité d’alchimiste.

Celle-ci ne repose, en fait, que sur une fortune énorme acquise dans des circonstances inexpliquées. Commençant par être écrivain public, il a acheté, par la suite, une charge de libraire juré et a fait commerce de (beaux) livres. Ce qui est, en revanche, à peu près certain, c’est que son mariage avec la dame Pernelle, deux fois veuve de précédentes unions et réputée comme étant relativement riche, lui a servi incontestablement de marchepied vers les sommets…

Cela dit, Nicolas Flamel a été bien davantage qu’un petit bourgeois aisé ; c’était non seulement un homme établi, mais aussi un philanthrope puisqu’il a employé son argent à construire des hôpitaux et des écoles. Quant aux bâtiments qu’ils possédaient dans Paris (la maison connue comme étant la plus ancienne de la Capitale est la sienne…), leur nombre était considérable. Il est donc assez logique, dans ces conditions, que des questions demeurent à son endroit… et l’alchimie peut constituer une réponse plausible.

Comme beaucoup d’alchimistes, pour ne pas dire la quasi-totalité, le Divin serait intervenu dans son existence. À l’occasion d’un voyage, un ange lui aurait exhibé un livre qu’il aurait revu plusieurs années après et qui aurait déterminé son intérêt pour l’alchimie ( ?). Cette anecdote paraît de plus en plus remise en cause ; en outre, ayant construit sa tombe un peu avant son décès, il y aurait fait tracer des symboles du Grand Œuvre.

Ces inscriptions furent loin de mettre un terme à la polémique car, quelques années plus tard, son tombeau fut ouvert… et on constata qu’il était vide !

(source : histoires-et-mysteres)



Qui était Nicolas Flamel ?




Nicolas Flamel (vers 1330 ou 1340, peut-être à Pontoise – 1418 à Paris), est un bourgeois parisien du xive siècle, écrivain public, copiste et libraire-juré. Sa carrière prospère, son mariage avec une veuve ayant du bien, et ses spéculations immobilières lui assurèrent une fortune confortable, qu'il consacra, à la fin de sa vie, à des fondations et constructions pieuses. Cette fortune, que la rumeur amplifia, est à l'origine du mythe qui fit de lui un alchimiste ayant réussi dans la quête de la Pierre philosophale permettant de transmuter les métaux en or. À cause de cette réputation, plusieurs traités alchimiques lui furent attribués, de la fin du xve siècle au xviie siècle, le plus célèbre étant Le Livre des figures hiéroglyphiques: édition intégrale paru en 1612. Ainsi, « le plus populaire des alchimistes français ne fit jamais d'alchimie ».

Nicolas Flamel, sa stèle funéraire est conservée au musée de Cluny à Paris.



Trois personnages en buste apparaissent dans la fenêtre, en haut de l'inscription. Ils sont couronnés d'une auréole.

Au centre le personnage tient de sa main gauche le globe crucifère, symbole de notre monde et en notation spagyrique l'antimoine. De sa main droite il bénit. Sa tête se tient entre les deux luminaires, le soleil et la lune. Il s'agit de Dieu, du Créateur. La croix du globe crucifère touche la lune.

A sa droite l'homme porte une clef, l'identifiant à Saint Pierre. A sa gauche l'homme portant l'épée est Saint Jacques. Cette représentation de Saint Jacques nous rappelle que la stèle funéraire se trouvait, à l'origine, dans l'église de Saint Jacques la Boucherie où fut enterré Nicolas Flamel. Saint Jacques est considéré comme le successeur chrétien de l'Hermès grec, le Mercure des latins. Cette résonance ici n'étonne pas.

Des symbolistes voient ici une clé qui permettrait de trancher le noeud gordien du Grand Oeuvre.

Nicolas Flamel est décédé en mars 1418. Il est né à Pontoise mais sa date de naissance est inconnue. Elle peut être raisonnablement fixée vers la décennie 1340 ou 1350. Il rédige plusieurs manuscrits alchimiques qui sont conservés à la Bibliothèque Nationale, sous les références fr.19075 et fr.14765 et à la Bibliothèque de l'Arsenal, références n° 2518 et n° 3047. (1)

Il écrit :" ... encore que moi, Nicolas Flamel, écrivain et habitant de Paris, en cette année 1399 et demeurant en ma maison en la rue des Ecrivains, près la chapelle Saint-Jacques de la boucherie...".

Nicolas Flamel affirme avoir achevé le Grand Oeuvre et obtenu la Pierre Philosophale, au pouvoir transmutatoire : " ...donc la première fois que je fis la Projection, ce fut sur du mercure, dont j'en convertis une demi-livre ou environ en pur argent, meilleur que celui de la minière comme j'ai essayé et fait essayer par plusieurs fois. Ce fut le 17 janvier, un lundi environ midi, en ma maison, en présence de Perrenelle (son épouse) seule, l'an 1382 ... Je la fis (ensuite) avec la pierre rouge, sur semblable quantité de mercure, en présence encore de Perrenelle seule, en la même maison, le 25 avril suivant de la même année, sur les cinq heures du soir..." (1)

Il précise : "Lorsque j'écrivais ce commentaire, en l'an 1413, sur la fin de l'an, après le trépas de ma fidèle compagne... elle et moi avions déja fondé et renté quatorze hopitaux en cette ville de Paris, bâti à neuf trois chapelles... (et donné de) bonnes rentes à sept églises avec plusieurs réparations en leurs cimetières..."

Il aurait fait, dans sa jeunesse, un rêve étrange au cours duquel un ange lui montrait un livre extraordinaire. Il aurait ensuite découvert dans la réalité cet ouvrage, de trois fois sept feuillets, contenant des gravures et des textes alchimiques et signé «Abraham le Juif». Nicolas Flamel épousa ensuite dame Pernelle, compagne non seulement de sa vie mais aussi de ses recherches hermétiques ; les deux époux représentent sans doute le plus célèbre couple d’alchimistes en Occident.

Pendant des années, ils essaient de déchiffrer le précieux volume ; comme ils n’y parviennent pas, Nicolas Flamel décide de faire le pèlerinage de Saint Jacques de Compostelle, où il rencontre un certain maître Canches, savant juif converti qui lui fournit des clefs d’interprétation. Dès lors, toujours selon la légende, la fortune de Nicolas Flamel serait, grâce à l’alchimie, devenue énorme : outre la création de nombreuses fondations charitables, on lui attribue la reconstruction de l’église Saint Jacques la Boucherie - dont il reste l’actuelle tour Saint Jacques - et l’édification de deux "arcades" symboliques au charnier des Innocents, également à Paris."

Nicolas Flamel est un personnage bien réel personnage dont s’empara très tôt la légende, faisant de lui un grand alchimiste. Né près de Pontoise, Nicolas Flamel vint travailler à Paris, tout près de l’église Saint-Jacques-la-Boucherie, comme écrivain public, profession d’autant plus lucrative que l’imprimerie n’était pas encore inventée.

Photo de la tour Saint Jacques prise de la cathédrale Notre-Dame de Paris. Au pied de cette tour se trouvait l'église "Saint-Jacques-la-boucherie". L'échope de copiste et d'enlumineur de Nicolas Flamel était installée contre cette église dont il ne reste rien aujourd'hui.



La tour Saint-Jacques.

Au premier plan, à droite : le mystérieux corbeau voilé, chimère posée sur la rambarde de la tour nord de la cathédrale Notre-Dame de Paris lors des restaurations conduites au XIXème siècle par Viollet le Duc.

Citation :" La pierre philosophale l’aurait rendu immortel. Mais on sait, de source sûre, que Nicolas Flamel mourut le 22 mars 1418, à Paris... Une de ses maisons se trouve encore, rue de Montmorency, à Paris également. La rue de son domicile principal porte son nom ; une rue voisine s’appelle Pernelle.



Citation : "Les textes attribués à cet hermétiste " Le Livre des figures hiéroglyphiques: édition intégrale" , 1409, (édition critique par R. Alleau, Paris, 1970) et la partie légendaire de sa vie doivent sans doute être interprétés dans un sens symbolique renvoyant à la signification profonde de toute alchimie traditionnelle. Par exemple, le voyage à Saint-Jacques de Compostelle lui-même n’aurait pas eu lieu mais signifierait l’une des étapes de la réalisation "philosophale". Fin de citation de l'Encyclopédie Universalis.

Pour accroître notre interrogation il faut noter que le symbole de la terre des alchimistes, le globe surmonté de la croix, est figuré par la disposition même de la tour et des rues Flamel et Pernelle. Sur le plan de la ville de Paris la tour saint-Jacques est figurée par un cercle. De ce cercle part vers le haut la rue Flamel, elle même coupée transversalement par la rue Pernelle. Nous avons bien là le globe crucifère.

Fulcanelli indique que le fameux "Livre des figures hiéroglyphiques" dont parle Nicolas Flamel dans son manuscrit a été "pastiché", fabriqué aprés-coup, d'après sa description. Quelques exemplaires manuscrits sont ainsi fabriqués au XVIIème ou XVIIIème siècle, suite aux descriptions données par Flamel dans son manuscrit, puis imprimés en tant que "livres" en 1612.





Fulcanelli précise, dans son livre "Les Demeures Philosophales" : "... On voit parfois, il est vrai, de loin en loin, passer dans le commerce de soi-disant copies du Livre d’Abraham ; celles-ci, en très petit nombre, ne présentent aucun rapport les unes avec les autres, et se trouvent réparties dans quelques bibliothèques privées.

Celles que nous connaissons ne sont que des essais de reconstitution d’après Nicolas Flamel. Dans toutes, on retrouve le titre, en français, très exactement reproduit et conforme à la traduction des Figures Hierogliphiques, mais il sert d’enseigne à des versions si diverses, si éloignées surtout des principes hermétiques, qu’elles révèlent ipso facto leur origine sophistique.

Or, Nicolas Flamel exalte précisément la clarté du texte, " escript en beau et tres-intelligible latin ", au point qu’il en prend acte pour refuser d’en transmettre le moindre extrait à la postérité. En conséquence, il ne peut exister de corrélation, et pour cause, entre l’original prétendu et les copies apocryphes que nous signalons.

Quant aux images qui auraient illustré l’ouvrage en question, elles ont aussi été faites d’après la description de Nicolas Flamel. Dessinées et peintes au XVII e siècle, elles font actuellement partie du fonds alchimique français de la bibliothèque de l’Arsenal .

En résumé, tant pour le texte que pour les figures, on s’est seulement contenté de respecter, dans ces tentatives de reconstitution, le peu qu’en a laissé Nicolas Flamel ; tout le reste est pure invention. Enfin, comme jamais nul bibliographe n’a pu découvrir l’original (le fameux livre comportant les figures hiéroglyphiques), et que l’on se trouve dans l’impossibilité matérielle de collationner la relation de l’Adepte, force nous est de conclure qu’il s’agit bien là d’une œuvre inexistante et supposée...." Fin de citation de Fulcanelli.

Nicolas Flamel et son épouse Dame Pernelle ont donc vraiment existé. Ce ne sont pas des personnages de légende.

Au XVIIIème siècle le curé de la paisible paroisse Saint-Jacques-la-Boucherie, l'abbé Villain, semble gêné par l'ombre sulfureuse projetée post-mortem par Nicolas Flamel et Dame Pernelle (ou Perrenelle). Il veut démontrer que Nicolas Flamel et Dame Pernelle ne doivent rien de leur richesse à la soit-disante Pierre Philosophale. Il collationne alors tous les actes notariés, registres, documents dûment authentifiés parvenus jusqu'à son époque et rédige un ouvrage consacré à ses anciens paroissiens, intitulé "Histoire critique de Nicolas Flamel et de Pernelle sa femme, recueillie d'actes anciens qui justifient l'origine et la médiocrité de leur fortune contre les imputations des alchimistes... Paris, G. desprez, 1761". Par son travail nous pouvons mesurer l'étendue de leurs biens.

Aujourd'hui subsiste à Paris une hostellerie bâtie par Nicolas Flamel, en 1407. Celle-ci, située au 51 rue de Montmorency, était mise à la disposition des nécessiteux de son temps.



Nicolas Flamel, photo de la partie basse de sa plaque funéraire



Un décharné est allongé, et non un squelette. Des morceaux de chair sont visibles. Il nous parle : "De terre suis venu et en terre retourne".

(source : hermetism)
Biographie

Pour un personnage de l'époque n'appartenant pas à la noblesse, une documentation relativement importante existe sur Nicolas Flamel : les actes de la paroisse de Saint-Jacques-de-la-Boucherie, réunis au xviiie siècle, divers documents personnels de lui et de sa femme dont son testament, ainsi que des descriptions et des illustrations, postérieures à sa mort, des bâtiments et monuments religieux qu'il fit bâtir.


Flamel écrivain-public et libraire-juré

Nicolas Flamel naquit vers 1340 (plutôt que vers 1330 comme souvent indiqué), peut-être à « Pontoise à sept lieues de Paris ». Il échappa dans sa jeunesse à la peste noire de 1348, qui emporta entre un tiers et la moitié de la population européenne. Sa vie s'écoula à Paris pendant la guerre de Cent Ans, de la bataille de Crécy en 1346 à celle d'Azincourt en 1415. Il dut assister en 1389, avec tous les bourgeois de Paris vêtus de rouge et vert, à l'entrée à Paris de la reine Isabeau de Bavière, et il vécut peu avant sa mort en 1418, les troubles parisiens de la guerre civile entre Armagnacs et Bourguignons et la révolte des Cabochiens (1413). À partir du xiiie siècle, la fondation des universités mais aussi le développement de la littérature profane et de la lecture dans la noblesse et la haute-bourgeoisie entraîna la constitution d'ateliers laïques de copie et d'enluminure, qui étaient jusqu'alors l'apanage des monastères. Ils se constituèrent dans les grandes villes, et tout particulièrement à Paris.

Le Paris de Nicolas Flamel, de sa maison au coin de la rue de Marivauxet de la rue des Écrivains au cimetière des Innocents - Plan de Truschet et Hoyau (1552) dit « plan de Bâle ».

Il commença à Paris une carrière de copiste et d'écrivain public, dans une petite échoppe adossée à l'église Saint-Jacques-de-la-Boucherie, dans la rue des Écrivains. Il était peut-être le frère aîné, ou un parent, de Jean Flamel, secrétaire et bibliothécaire du grand bibliophile Jean Ier de Berry (celui des Très Riches Heures du duc de Berry). Il acheta par la suite une maison en face de l'échoppe, au coin de la rue des Écrivains et de la rue de Marivaux (renommée rue Nicolas-Flamel en 1851), dans laquelle il habita et installa son atelier, à l'enseigne de La fleur de Lys. Cette maison, décorée de gravures et d'inscriptions religieuses, et de la maxime « Chacun soit content de ses biens, Qui n'a souffisance il n'a riens », témoigne de l'aisance alors acquise par Flamel, sans que celle-ci, par comparaison avec d'autres demeures bourgeoises bien plus luxueuses de l'époque, semble avoir été exceptionnelle. La rue de Rivoli, bien plus large, recouvre aujourd'hui la rue des Écrivains, l'emplacement de la maison de Flamel et la majeure partie de l'église, dont il ne reste que la tour Saint-Jacques (construite au début du xvie siècle, un siècle après la mort de Flamel).

Probablement après 1368, il devint libraire-juré (juré parce qu'il devait prêter serment à l'université de Paris), membre de la catégorie privilégiée des « libraires, parcheminiers, enlumineurs, écrivains et lieurs de livres, tous gens de métier appartenant aux diverses sciences et connus au Moyen Âge sous l'appellation générique de clercs. Ils dépendaient de l'Université et non de la juridiction du prévôt de Paris, comme les autres marchands ». Ils sont notamment exemptés en principe des tailles (impôts directs). Flamel essaya d'ailleurs en 1415 de faire valoir ce privilège pour éviter de payer une taxe.
Nicolas et Pernelle

Portail de l'église Saint-Jacques-de-la-Boucherie, financé en 1389 par Nicolas Flamel, et sur lequel il s'était fait représenter avec son épouse.

Vers 1370, il épousa une femme deux fois veuve, Pernelle, et en 1372 ils se firent devant notaire un legs mutuel de leurs biens, don qui fut renouvelé à plusieurs reprises, et qui excluait de l'héritage de Pernelle sa sœur et les enfants de celle-ci. Eux-mêmes sans enfants, les deux époux Flamel commencèrent à financer des œuvres et constructions pieuses.

Afin de vider les fosses du cimetière des Innocents, les bourgeois de Paris firent construire tout autour, au xive siècle et xve siècle des charniers où les ossements exhumés étaient entassés et mis à sécher, en hauteur, au-dessus d'arcades. En 1389, Nicolas Flamel fit construire et décorer l'une de ces arcades, du côté de la rue de la Lingerie, où se trouvaient également des échoppes d'écrivains publics. Y étaient gravés, autour d'un homme noir figurant la mort, les initiales de Nicolas Flamel enlettres gothiques, un poème et des inscriptions religieuses, « escriptures pour esmouvoir les gens à dévotion » selon Guillebert de Mets dans sa Description de Paris(1434). La même année, il finança la réfection du portail de Saint-Jacques-de-la-Boucherie, en s'y faisant représenter en prière avec sa femme, au pied de la Vierge Marie, de saint Jacques et de saint Jean.

Pernelle mourut en 1397. Juste avant sa mort, sa famille essaya de faire annuler le legs mutuel entre les époux. Il s'ensuivit un procès entre les héritiers de la sœur de Pernelle et Nicolas Flamel que ce dernier finit par gagner. Après la mort de son épouse, il continua à financer des constructions dévotes, et s'engagea dans des investissements immobiliers à Paris et dans les alentours.

En 1402, il fit reconstruire le portail de l'église Sainte-Geneviève-la-petite, qui était située sur l’île de la Cité, le long de la rue Neuve-Notre-Dame, sur l’emplacement de l’actuel « parvis Notre-Dame - place Jean-Paul-II ». Elle fut appelée Sainte-Geneviève-des-Ardents à partir du début du xvie siècle et détruite en 1747. Sa statue, en robe longue à capuchon, et avec l’écritoire, symbole de sa profession, fut placée dans une niche à côté du portail. En 1411, il finança une nouvelle chapelle de l’hôpital Saint-Gervais (qui était en face de l’église Saint-Gervais), et semble avoir contribué aux réfections des église Saint-Côme et de Saint-Martin-des-Champs20. En 1407, il fit élever un tombeau pour Pernelle au cimetière des Innocents, sur lequel il fit graver une épitaphe en vers.


La même année, il fit construire une nouvelle arcade (celle qui allait principalement retenir l'attention des alchimistes), cette fois du côté du charnier de la rue Saint Denis, et la fit décorer de sculptures. Il y était à nouveau représenté avec sa femme, en prière au pied du Christ, de saint Pierre et de saint Paul, entourés d'anges, et avec ses initiales NF dans des écritoires. Au-dessous, se trouvait une frise de cinqbas-reliefs représentant diverses figures religieuses conventionnelles : un lion ailé, des anges, une scène de résurrection, deux dragons combattant, etc. Au-dessous encore, trois panneaux représentaient leMassacre des Innocents, qui avait donné son nom au cimetière. L'iconographie de ces sculptures est similaire à celle d'autres monuments funéraires du cimetière des Innocents. Ces constructions et ornementations étaient courantes à l'époque : en 1408, le duc de Berry fit sculpter sur le portail de l'église du cimetière le Dit des trois morts et des trois vifs et, en 1423-1424, il fit peindre la grande fresque de la Danse macabre, sur les arcades du charnier sud (le long de la rue de la Ferronnerie). En 1786, lors de la destruction complète du cimetière des Innocents, plusieurs dessins en furent réalisés par Charles-Louis Bernier (1755-1830), dont l'arcade de Flamel.


La maison de Nicolas Flamel ou maison « au grand Pignon », au 51 rue de Montmorency, aujourd'huiauberge Nicolas Flamel.

Toujours en 1407, Flamel fit construire plusieurs maisons destinées à accueillir les pauvres, et sur lesquelles on voyait « quantité de figures gravées dans les pierres avec un N et un F gothiques de chaque côté ». La plus connue, et la seule qui existe encore aujourd'hui, est la maison de Nicolas Flamel, aussi dite « au grand pignon », rue de Montmorency (aujourd'hui au n°51). Outre les initiales de Flamel et diverses figures dont des anges musiciens, elle porte l'inscription : « Nous homes et femes laboureurs demourans ou porche de ceste maison qui fut faite en l'an de grâce mil quatre cens et sept somes tenus chascun en droit soy dire tous les jours une paternostre et un ave maria en priant Dieu que sa grâce face pardon aus povres pescheurs trespasses Amen. » Baptisée aujourd'hui « maison de Nicolas Flamel », bien que ce dernier n'y ait jamais habité, elle est réputée être l'une des plus anciennes demeures de Paris.

Flamel possédait en outre un certain nombre de maisons à Paris et dans les villages environnants, certaines lui rapportant des rentes, mais d'autres abandonnées et en ruine. Avec le succès de son activité de copiste et de libraire, et l'apport de sa femme Pernelle, deux fois veuve avant de l'épouser, ces investissements immobiliers, faits dans le contexte de dépression économique de la guerre de Cent Ans, ont probablement contribué à sa fortune.
Pierre tombale et testament


Pierre tombale de Nicolas Flamel,1418, Paris, Musée de Cluny.

Il mourut le 22 mars 1418, et fut enterré à l’église Saint-Jacques-de-la-Boucherie où sa pierre tombale fut installée sur un pilier au-dessous d'une image de la Vierge. L’église fut détruite à la fin de la périoderévolutionnaire, vers 1797. La pierre tombale fut cependant conservée, et rachetée par un antiquaire à une marchande de fruits et légumes de la rue Saint-Jacques de la Boucherie, qui l’utilisait comme étal pour ses épinards. Rachetée en 1839 par l'hôtel de ville de Paris, elle se trouve actuellement au musée de Cluny : « Feu Nicolas Flamel, jadis écrivain, a laissé par son testament à l'œuvre de cette église certaines rentes et maisons, qu'il avait fait acquises et achetées à son vivant, pour faire certain service divin et distributions d'argent chaque an par aumônes touchant les Quinze Vingt, l'Hôtel Dieu et autres églises et hospitaux de Paris. Soit prié ici pour les trépassés. » Ses ossements, ainsi que ceux de son épouse Pernelle inhumée avec lui, sont alors transférés aux catacombes de Paris27.

Le nombre et le caractère ostentatoire de ses fondations pieuses, en fait relativement modestes, et l'accumulation dans son testament (conservé aujourd'hui à la Bibliothèque nationale) de legs de montants peu importants ont probablement contribué à amplifier l'importance de sa fortune dans la mémoire de l'époque. Peu après sa mort, Guillebert de Mets dans sa Description de la ville de Paris (1434) parle de Flamel comme l'« escripvain qui faisoit tant d'aumosnes et d'hospitalitez et fit plusieurs maisons ou gens de mestiers demouroient en bas et du loyer qu'ils paioent, estoient soutenus povres laboureurs en haut ». Et dès 1463, lors d'un procès concernant sa succession, un témoin disait déjà que « [Flamel] estoit en renom d'estre plus riche de moitié qu'il n'estoit ». C'est dans ce contexte qu'apparut la rumeur qu'il avait dû sa richesse à la découverte de la Pierre Philosophale des alchimistes, capable de transformer les métaux en or.
La légende de l'alchimiste
Comment on devient alchimiste

Le mythe de Nicolas Flamel alchimiste est le résultat de plusieurs phénomènes de la tradition alchimique. Tout d'abord, à partir du xve siècle, la croyance en l'origine alchimique de certaines fortunes bourgeoises du Moyen Âge : outre Flamel (le plus connu), ce fut le cas de Jacques Cœur (c. 1400-1456), de Nicolas le Valois (c. 1495-c.1542) (la plus grosse fortune de Caen et fondateur de l'hôtel d'Escoville), ou encore du marchand allemand Sigmund Wann (c. 1395-1469). Ensuite la pseudépigraphie, par laquelle on attribua des traités alchimiques à des autorités antiques (Aristote, Hermès Trismégiste, etc.) ou médiévales (Albert le Grand, Thomas d'Aquin, Raymond Lulle, Arnaud de Villeneuve...), pour compenser « la marginalité d'une discipline qui ne fut jamais vraiment intégrée au savoir universitaire ». Enfin, avec la Renaissance, « le recours au langage allégorique et au symbolisme pictural devient systématique » dans les textes alchimiques ; cela entraîne, à partir du milieu du xvie siècle une « exégèse alchimique » qui recherche un sens caché tant dans les textes bibliques que dans les récits de la mythologie gréco-romaine (notamment la légende de la Toison d'or), et enfin dans les décorations symboliques de l'architecture médiévale.

La plus ancienne trace de cette légende est un texte de la fin du xve siècle, Le Livre Flamel, qui est en fait la traduction française d'un traité en latin du xive siècle, le Flos florum (La Fleur des fleurs), attribué alors à Arnaud de Villeneuve. Ce texte connut une certaine diffusion, et une version courte en fut traduite en anglais au milieu du xvie siècle. D'autres traités furent attribués à Flamel au cours du xvie siècle. C'est notamment le cas du Livre des laveures, qui est en fait la traduction française du Rosarius traité latin du xive siècle de l'alchimiste anglais John Dastin : sur un manuscrit du xve siècle, le nom du possesseur a été gratté et remplacé par celui de Flamel.

La figure des deux dragons, à l'origine de l'interprétation alchimique de l'arcade de Nicolas Flamel

Dans le même temps apparaît l'idée qu'un sens alchimique est caché dans les figures allégoriques religieuses qui ornent les arcades du cimetière des innocents. La première trace se trouve dans le livre De antiquitate et veritate artis chemicæ (De l'antiquité et de la vérité de l'art chimique) (1561) de l'alchimiste Robert Duval (traité qui sera placé en tête du premier volume de la grande anthologie alchimique le Theatrum Chemicum de 1602) : « À cette catégorie de fictions appartient l'énigme de Nicolas Flamel, qui figure deux serpents ou dragons, l'un ailé, l'autre non, et un lion ailé, etc ». Cette idée se retrouve également dans des commentaires en prose de la seconde moitié du xvie siècle du poème Le Grand Olympe (qui fait une interprétation alchimique des Métamorphoses d'Ovide). Toujours en 1561, Robert Duval, dans son recueil de poèmes alchimiques De la Transformation métallique : Trois anciens tractés en rithme françois, attribua à Flamel le Sommaire philosophique, sans doute parce qu'il présentait également le motif des deux dragons (le dragon étant un des principaux symbole alchimique). Le poème, qui s'adresse à « Qui veult avoir la cognoissance / Des metaulx & vraye science / Comment il fault transmuer / Et de l'un à l'aultre muer », reprend la théorie alchimique classique qui veut que tous les métaux soient composés de deux « spermes » : le soufre, fixe et masculin, et le mercure (vif-argent), volatil et féminin.

La légende fut reprise plusieurs fois de 1567 à 1575 par l'influent médecin paracelsien Jacques Gohory. Il s'y mêla alors un des topos les plus éculés de la littérature alchimique depuis la Table d'émeraude, et qui convenait bien au libraire Flamel : la découverte d'un ancien livre contenant le secret de la Pierre philosophale. C'est tout d'abord Noël du Fail qui l'introduisit en 1578 en citant, à l'appui des guérisons miraculeuses de Paracelse, les plus célèbres alchimistes parmi lesquels « Nicolas Flamel, Parisien, lequel de pauvre escrivain qu'il estoit, & ayant trouvé en un vieil livre une recepte métallique qu'il esprouva fut l'un des plus riches de son temps, temoings en sont les superbes bastiments qu'il a faicts au cemetiere S. Innocents, à Saincte Geneviefve des ardens, à S. Jaques de la Boucherie, où il est en demy relief, avec son escritoire au costé, & le chaperon sur l'espaule estimé riche luy & sa Perronelle (c'estoit sa femme) de quinze cens mille escus, outre les aumosnes & dotations immenses qu'il feist ». L'idée fit son chemin, car on la retrouve en 1592 dans une note en fin d'un manuscrit d'un texte alchimique La Lettre d'Almasatus.

La légende se popularisa à tel point qu'elle se vit moquée en 1585 par Noël du Fail (qui avait semble-t-il changé de position) dans ses Contes et Discours d’Eutrapel (1585), cependant que Flamel apparaissait comme alchimiste et auteur du Sommaire Philosophique dans les notices des Bibliotheques françoises de La Croix du Maine (1584) et d'Antoine du Verdier (1585). La Croix du Maine rapporte d'ailleurs des rumeurs qui couraient alors, selon lesquelles la richesse de Flamel ne venait pas de ses talents d'alchimiste, mais du fait qu'il se serait approprié les créances des juifs, alors chassés de Paris (Charles VI avait signé un édit d'expulsion en 1394). C'est pour dissimuler ce fait qu'il aurait fait croire qu'il avait découvert la Pierre philosophale, et aurait financé des fondations pieuses.

Elle passa les frontières en 1583, le paracelsien belge Gérard Dorn, traduisant en latin des passages du Sommaire philosophique, et on la retrouve en Allemagne en 1605 et en Angleterre en 1610.

Tous les ingrédients étaient réunis pour qu'apparaisse en 1612 l'ouvrage le plus connu attribué à Flamel : Le Livre des figures hiéroglyphiques.






miércoles, 7 de noviembre de 2018

Papisa Juana


Papisa Juana



Representación medieval de la papisa Juana (en traducción al español del inglés es Juana pues se llamaba Johanna luego al hacerse pasar por un monje se cambió el nombre a Johannes) como Juan VIII.

Representación medieval de la muerte de la papisa Juana.

La leyenda de la papisa Juana trata acerca de una mujer que habría ejercido el papado católico ocultando su verdadero sexo. El pontificado de la papisa se suele situar entre 855 y 857, es decir, el que, según la lista oficial de papas, correspondió a Benedicto III, en el momento de la usurpación de Anastasio el Bibliotecario. Otras versiones afirman que el propio Benedicto III fue la mujer disfrazada y otras dicen que el periodo fue entre 872 y 882, es decir, el del papa Juan VIII.


La papisa Juana en las cartas del tarot, representada como la ramera de Babilonia.

En síntesis, los relatos sobre la papisa sostienen que Juana, nacida en el 822 en Ingelheim am Rhein, cerca de Maguncia, era hija de un monje. Según algunos cronistas tardíos, su padre, Gerbert, formaba parte de los predicadores llegados del país de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y con el apoyo de su madre y a escondidas de su padre, tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo cual estaba vedado a las mujeres de la época. Juana pudo aprender griego, lo cual le permitía leer la Biblia, que por aquella época estaba traducida a muy pocos idiomas.

Puesto que solo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como monje copista, bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés); según Martín el Polaco.

En su nueva situación, Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con grandes personajes de la época. En primer lugar, visitó Constantinopla, en donde conoció a la anciana emperatriz Teodora. Pasó también por Atenas, para obtener algunas precisiones sobre la medicina del rabino Isaac Israeli. De regreso en Germania, se trasladó al Regnum Francorum (reino de los francos), a la corte del rey Carlos el Calvo.

Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los círculos eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII. Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y dio a luz en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.

Siempre según la leyenda, la suplantación de Juana obligó a la Iglesia a proceder a una verificación ritual de la virilidad de los papas electos. Un eclesiástico estaba encargado de examinar manualmente los atributos sexuales del nuevo pontífice a través de una silla perforada. Acabada la inspección, si todo era correcto, debía exclamar: «Duos habet et bene pendentes» (‘tiene dos y cuelgan bien’). Además, las procesiones, para alejar los recuerdos ignominiosos, evitaron en lo sucesivo pasar por la iglesia de San Clemente, lugar del parto, en el trayecto del Vaticano a Letrán.

Utilizada por los detractores, esas versiones se sostuvieron por muchos años hasta que en 1562 el agustino Onofrio Panvinio redactó la primera refutación seria de aquella leyenda.
Dos versiones[editar]
La versión de Martín de Opava es la siguiente:


Juan el Inglés nació en Maguncia, fue papa durante dos años, siete meses y cuatro días y murió en Roma, después de lo cual el papado estuvo vacante durante un mes. Se ha afirmado que este Juan era una mujer, que en su juventud, disfrazada de hombre, fue conducida por un amante a Atenas. Allí se hizo erudita en diversas ramas del conocimiento, hasta que nadie pudo superarla, y después, en Roma, profundizó en las siete artes liberales (trivium y quadrivium) y ejerció el magisterio con gran prestigio. La alta opinión que tenían de ella los romanos hizo que la eligieran papa. Ocupando este cargo, se quedó embarazada de su cómplice. A causa de su desconocimiento del tiempo que faltaba para el parto, parió a su hijo mientras participaba en una procesión desde la basílica de San Pedro a Letrán, en una calleja estrecha entre el Coliseo y la iglesia de San Clemente. Después de su muerte, se dijo que había sido enterrada en ese lugar. El Santo Padre siempre evita esa calle, y se cree que ello es debido al aborrecimiento que le causa este hecho. No está incluido este papa en la lista de los sagrados pontífices, por su sexo femenino y por lo irreverente del asunto.
Martín de Opava, Chronicon Pontificum et Imperatum.
Jean de Mailly, por su parte, dice:


Se trata de cierto papa o mejor dicho papisa que no figura en la lista de papas u obispos de Roma, porque era una mujer que se disfrazó como un hombre y se convirtió, por su carácter y sus talentos, en secretario de la curia, después en cardenal y finalmente en papa. Un día, mientras montaba a caballo, dio a luz a un niño. Inmediatamente, por la justicia de Roma, fue encadenada por el pie a la cola de un caballo, arrastrada y lapidada por el pueblo durante media legua. En donde murió fue enterrada, y en el lugar se escribió: Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, padre de padres, propició el parto de la papisa). También se estableció un ayuno de cuatro días llamado «ayuno de la papisa».
Jean de Mailly, Chronica Universalis Mettensis.
Historia de la leyenda[editar]

La opinión más extendida es que se trata de una leyenda que, sin embargo, fue dada por cierta por la propia Iglesia hasta el siglo XVI. Las sillas perforadas exhibidas en su apoyo no son al parecer otra cosa que las «sillas curiales», que simbolizaban el carácter colegial de la Curia romana. Ninguna crónica contemporánea a los hechos narrados acredita la historia, y la lista de papas no deja ningún resquicio en que se pueda insertar el pontificado de Juana. En efecto, entre la muerte de León IV, el 17 de julio de 855, y la elección de Benedicto III, entre los cuales sitúa Martín el Polaco a la papisa, transcurrió muy poco tiempo, incluso teniendo en cuenta que el segundo no fue coronado hasta el 29 de septiembre del mismo año a causa del antipapado de Anastasio. Estos datos son confirmados por pruebas sólidas, como monedas y documentos oficiales de la época. La crónica de Jean de Mailly sugiere, por su parte, un emplazamiento del papado de Juana un poco anterior a 1100. Sin embargo, sólo transcurren unos meses entre la muerte de Víctor III (16 de septiembre de 1087) y la elección de Urbano II (12 de marzo de 1088), y sólo algunos días entre la muerte de este último (29 de julio de 1099) y la elección de Pascual II (13 de agosto de 1099).

Las explicaciones de la leyenda son diversas. El mito fue tal vez ideado a partir del sobrenombre de «papisa Juana» que recibió en vida el papa Juan VIII por lo que sus opositores consideraron debilidad frente a la Iglesia de Constantinopla, o quizá por el mismo sobrenombre aplicado a Marozia, autoritaria madre de Juan XI quien dominaba la iglesia como si fuera un Papa e influía en la política. Por otra parte, el mito también remite a las inversiones rituales de valores propias de los carnavales.

Otro punto de partida de la leyenda puede ser la prohibición del Levítico (21, 20) de que esté «al servicio del Altar» un hombre «con los testículos aplastados», es decir, un eunuco. La idea de que la prohibición conlleva verificar que solo hombres «enteros» accedan al trono papal, estuvo probablemente en el origen de la inspección ceremonial y del testiculum habet et bene pendebant, un tema sugestivo para una disputatio de quodlibet estudiantil en la escolástica de la Edad Media.

La leyenda se ha desarrollado a lo largo de la Edad Media. La primera mención conocida se encuentra en la crónica de Jean de Mailly, dominico del convento de Metz, redactada hacia 1255. La leyenda se propagó muy rápidamente y sobre una gran extensión geográfica, lo que puede hacer suponer que existía con anterioridad y que el dominico se limitó a consignarla por escrito. Hacia 1260, la anécdota reaparece en el Tratado de las diversas materias de la predicación, de Esteban de Borbón, también dominico y de la misma provincia eclesiástica que Mailly. Pero es sobre todo el relato hecho por Martín el Polaco en su Crónica de los pontífices romanos y de los emperadores, hacia 1280, el que le asegura el éxito.

La acogida que hacen los medios eclesiásticos de la anécdota, que en un principio fue aceptada como cierta, se ha explicado después por el interés del caso jurídico y por una voluntad de imponer una interpretación oficial del supuesto acontecimiento.

En efecto, la leyenda es rápidamente revivida con fines polémicos. El franciscano Guillermo de Ockham denuncia una intervención diabólica en la persona de Juan, que prefigura la de Juan XXII, adversario de los espirituales (disidentes franciscanos).

Durante el Gran Cisma de Occidente, la historia de Juana prueba, para las dos facciones, la necesidad legal de una posibilidad de destitución papal. También fue recogida por el polemista Jan Hus y después por los luteranos, que veían en Juana la encarnación de la «prostituta de Babilonia» descrita en el Apocalipsis:

La prostituta de Babilonia según el Tapiz del Apocalipsis de Angers.


También me dijo: «Las aguas que has visto, donde se sienta la ramera, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. / Y los diez cuernos que viste, y la bestia, aborrecerán a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, devorarán sus carnes y la quemarán con fuego. / Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo y dar su reino a la bestia hasta que se hayan cumplido las palabras de Dios. / Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra».
Apocalipsis de San Juan.

Giovanni Boccaccio escribió sobre la Papísa Juana en 1362 en su libro sobre biografías femeninas De Mulieribus Claris.
Respuestas a la leyenda[editar]

Todos estos ataques llevaron al erudito Onofrio Panvinio, monje agustino, a redactar en 1562 la primera refutación seria de la leyenda, en su Vitæ Pontificum (‘vida de los papas’). En el siglo XVII, los luteranos se unieron a sus argumentos.

En 1886, el griego Emmanuel Royidis publicó La papisa Juana, que vino a relanzar el mito. Antes, Petrarca se había visto atraído por la leyenda. En el siglo XX se interesaron por ella otros escritores, como Lawrence Durrell, Renée Dunan o Alfred Jarry.

Las pruebas principales del carácter enteramente mítico de la papisa son:
Ninguna fuente histórica contemporánea entre las historias de los papas tiene conocimiento de ella; tampoco se hace mención de ella hasta la mitad del siglo XIII. Resulta increíble que la aparición de una papisa, si hubiera sido un hecho histórico, no hubiera sido notada por ninguno de los numerosos historiadores de entre los siglos X y XIII.
En la historia de los papas no hay lugar en donde encaje esta figura legendaria. Entre León IV y Benedicto III, donde Martinus Polonus la coloca, no es posible insertarla porque León IV falleció el 17 de julio del año 855 e inmediatamente después de su muerte Benedicto III fue elegido por el clero y por el pueblo de Roma; solo que a causa del advenimiento de un antipapa en la persona del cardenal depuesto Anastasio, Benedicto III fue consagrado hasta el 29 de septiembre. Existen monedas con las imágenes de Benedicto III y del emperador Lotario I, quien murió el 28 de septiembre del año 855; por lo tanto, Benedicto III debió haber sido reconocido como Papa antes de esta fecha; el 7 de octubre del año 855, Benedicto III emitió una carta para el monasterio de Corbie. Hinemar, arzobispo de Reims, informó a Nicolás I de que un mensajero que había enviado a León IV se enteró de la muerte de este Papa y por lo tanto dirigió su petición a Benedicto III, quien la resolvió (Hinemar, ep. xl in P.L., CXXXVI, 85). Todos esos testigos prueban que las fechas dadas en las vidas de León IV y Benedicto III eran correctas y que no hubo interrupción de la línea de sucesión entre estos dos papas, de modo que en este lugar no hay espacio para la supuesta papisa.
Más adelante es aún menos probable que una papisa pudiera insertarse en la lista de papas cercanos al año 1100, entre Víctor III (1087) y Urbano II (1088-1099) o Pascual II (1099-1110) como se sugiere en la crónica de Jean de Mailly.

Sin embargo, en el libro "El Segundo Mesías" de los autores Christopher Knight y Robert Lomas (traducción de Marisa Abdala), pag. 70, se dice: "Aunque no existen pruebas que puedan demostrar que esta historia es cierta, la Iglesia misma dio fe de ella plenamente, al igual que el público en general. Todavía aparece en una hilera de bustos en la catedral de Siena, con la inscripción Johannes VIII, femina ex Anglia (papa Juan VIII, mujer inglesa)". Poco antes en ese mismo libro se da otra explicación para la carta arcano nº 2 del tarot, identificándola no con la ramera de Babilonia, sino con María Magdalena, que según descubrimientos templarios habría sido la 1ª papisa por delegación directa de Jesucristo.
En la cultura popular[editar]
En 1972 se estrenó la película La Papisa Juana, con Liv Ullmann en el papel de Juana.1​
En octubre de 2009 se estrenó la película La Papisa, basada en la novela homónima.2​
Véase también[editar]
Duos habet et bene pendentes.
Iglesia católica.
Monacato femenino.
Bibliografía[editar]
Boureau, Alain (1993). La papesse Jeanne. Champs (en francés). Flammarion.
Hilaire, Yves-Marie, ed. (2003). Histoire de la papauté. 2000 ans de mission et de tribulations. Points (en francés). Paris: Seuil.
Jarry, Alfred; Saltas, Jean (1981). La Papesse Jeanne, roman médiéval (en francés). traducción al francés de la obra de Emmanuel Royidis, seguida de Le Moutardier du Pape, Opérette Bouffe, 1907 y 1908, con un prefacio de de Marc Voline que describe la posteridad literaria de la leyenda. Nouvelles éditions Oswald. ISBN 2-7304-0076-1.
Cross, Donna W. (1996). La papisa. Pope Juan. A Time Under Heaven; traducción de la versión inglesa: César Aira. Barcelona: Emecé editores.
Ortega Blake, Arturo (2005). La papisa Juana (Ioannes Angelicus, La mujer que se convirtió en Papa). México: Grijalbo Random House Mondadori. ISBN 978-970-810-156-1.
Royidis, Emmanuel (2000). La papisa Juana. traducida por Estela Canto de la versión inglesa de Lawrence Durrell. Barcelona: Edhasa. ISBN 84-350-9979-2.

El Tercer Secreto de Fátima: ¿Un Papa con ojos de demonio?


El Tercer Secreto de Fátima: 
¿Un Papa con ojos de demonio?





Realizan un estudio pericial caligráfico a un documento que llevaba varios años en internet: Un texto que podría haber escrito la propia Sor Lucía de Fátima, revelando el auténtico tercer secreto de Fátima.

Quizá no todo lo que sabemos -o mejor dicho, lo que nos cuentan-, respecto a las apariciones de Fátima sea del todo cierto, al menos no en su totalidad. José María Zavala lo cuenta en el libro “El secreto mejor guardado de Fátima. Una investigación 100 años después”.



Una de las peritos judicial calígrafo más prestigiosas de nuestro país, realiza un estudio sobre un texto que llevaba varios años publicado en internet, y que podría contener el auténtico tercer secreto de Fátima.

Un Papa con ojos del demonio

La carta, fechada en 1944, habla del “tercer fragmento del secreto”, y describe a un Papa, alabado por una multitud. Sin embargo, dice la carta, “había una diferencia con un verdadero Santo Padre, la mirada del demonio, éste tenía los ojos del mal”.

La carta menciona el pontificado de “Juan Pablo “, estando fechada sin embargo más de 30 años antes de que el cardenal polaco se sentara en el trono de Pedro, convirtiéndose en uno de los papas más grandes de la historia de la Iglesia. Por último, la carta profetiza que “la Catedral de Roma debe ser destruida y una nueva construida en Fátima”.

A continuación, lean el texto íntegro:

Ahora voy a revelar la tercera parte del secreto: Esta parte es la apostasía en la Iglesia!

Nuestra Señora nos mostró una visión de un individuo que yo describo como el “santo Padre” frente a una multitud que lo vitoreaba.

Pero había una diferencia con un verdadero santo Padre, la mirada del demonio, éste tenía los ojos del mal.

Entonces, después de algunos momentos vimos al mismo Papa entrando en una iglesia, pero esta Iglesia era la iglesia del infierno; no hay manera de describir la fealdad de ese lugar. Parecía como una fortaleza hecha de cemento gris con ángulos quebrados y ventanas similares a ojos; tenía un pico en el tejado del edificio.

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Enseguida levantamos la vista hacia Nuestra Señora que nos dijo: Visteis la apostasía en la Iglesia; esta carta puede ser abierta por el Santo Padre, pero debe ser publicada después de Pío XII y antes de 1960.

En el reinado de Juan Pablo II la piedra angular de la tumba de Pedro debe ser removida y llevada a Fátima. Porque el dogma de la fe no ha sido conservado en Roma, su autoridad será removida y entregada a Fátima. La catedral de Roma debe ser destruida y una nueva construida en Fátima.

Si 69 semanas después de que esta orden se publique, Roma sigue su abominación, la ciudad será destruida. Nuestra Señora nos dijo que esto está escrito en Daniel 9:24-25 y Mateo 21:42-44

¿Se trata realmente del Tercer Secreto de Fátima, o simplemente es una burda falsificación?

La experta concluyó que el manuscrito había sido “realizado por la misma mano que el documento correspondiente a la Primera y Segunda Parte del Secreto de Fátima, redactado de puño y letra por Sor Lucía dos Santos”.


Apostasía de la Iglesia

Este documento habla de la apostasía de la Iglesia, que coincide con lo que el padre Pío dijo al padre Amorth -exorcista de la diócesis de Roma-, sobre el Tercer Secreto de Fátima. Amorth explicó en una ocasión a José María Zavala que trataba “de la apostasía y de un Papa bajo el control de Satanás”.
¿Por qué no se reveló antes de 1960?

El Tercer Secreto debería haber sido revelado por el Papa Juan XXIII antes de 1960, sin embargo no fue sacado a la luz hasta el año 2000. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón?

Además, existen dos documentos distintos sobre la última revelación de las apariciones de Fátima. Uno, de tan sólo una página, se encuentra en los aposentos papales. Y otro, de cuatro páginas (que fue el que salió a la luz en el año 2000) se encuentra en el depósito en el Santo Oficio.
InfoVaticana habla con Begoña Slocker

Desde InfoVaticana nos ponemos en contacto la perito calígrafo judicial Begoña Slocker, que ha trabajado en multitud de procesos penales en España, también para la Audiencia Nacional.

“Nosotros trabajamos con originales, y como no tengo esos datos me he basado sobre todo en la velocidad, inclinación y gestos tipo, que significa que cuando superpongo las letras, si fueran idénticas, sería una falsificación, pero no son idénticas”, explica Begoña a InfoVaticana.

“Mi conclusión claramente es que está hecho por la misma mano y lo he repasado con el Presidente de la Sociedad Española de Caligrafía, que lo ha corroborado, y con Tomás Alonso de Corcuera, número uno en España como perito que ha sido profesor y conferenciante en la Policía Científica de Madrid”.

“Es una pericia hecha a conciencia, a la que le he dedicado muchos días y noches”, concluye la perito.

¿Realmente está completo el tercer secreto de Fátima?, ¿Habló Sor Lucía de un Papa bajo el control de Satanás? El manuscrito del tercer secreto, publicado por el Vaticano.