miércoles, 7 de noviembre de 2018

Diabolus in Musica: Cuando el Diablo se viste de Acorde


Diabolus in Musica: Cuando el Diablo se viste de Acorde





Numerosas fueron las aportaciones en materia musical que el monje benedictino Guido de Arezzo realizó en la Edad Media; desarrolló la escala diatónica, perfeccionó la escritura musical generando los precursores de los pentagramas y creó un sistema de entonación llamado “solmización”, que actualmente conocemos como solfeo.


Lo que es menos conocido de su labor es que durante la gran reforma de la notación musical, guardó una información que la iglesia consideró que debía ocultarse. Un acorde que generaba tal disonancia que perturbaba al oyente, cuya naturaleza movía el pensamiento hacia lo impuro y por tanto debía de ser obra del mismísimo diablo. El tritono, el acorde del que se servía Satán para entrar en los hombres por medio de la música, recibió el nombre de “diabolus in musica” o “mi contra fa” y su interpretación era duramente castigada, como cualquier otra invocación al maligno.


Durante toda la Edad Media la armonía no dispuso de los 7 acordes de las 7 notas, sino de 6. El 7º acorde, el poseedor del tritono maldito, el llamado Locrio por los antiguos griegos, fue sepultado y olvidado.Tras varios siglos, en el Barroco, se relajó la prohibición y se empezó a permitir su uso, siempre sujeto a una estricta normativa. Prácticamente estaba limitado a generar tensión transitoria en las obras, ya que inmediatamente tenía que resolver en otro de los 6 acordes. Era simplemente un acorde de paso, para dar colorido, pero nunca pudo ocupar un sonido protagonista o central.


Del final del barroco son también las primeras referencias escritas al temido acorde. Johann Joseph Fux escribió, en 1725 “mi contra fa, diabolus est, diabolus in musica” en su trabajo Gradus ad Parnassum, así como Georg Philipp Telemann escribió “mi contra fa, lo que los antiguos llamaron Satán en música” en 1733.


El tritono no se usó plenamente hasta el Romanticismo, donde múltiples autores de música clásica moderna (Vivaldi, Beethoven o Debussy) lo rescataron para poder recrear ciertas atmósferas. Y es que el romanticismo trajo consigo la música programática, música que representaba una escena, imagen o estado de ánimo. Y el tritono tenía mucho que representar, sobre todo en cuanto a lo que a estados de ánimo se refiere. Sin embargo, la mayoría de las obras que lo utilizaban no se alejaban de la temática demoníaca, como la Sonata a Dante de Franz Liszt o Gotterdammerung (“El ocaso de los dioses”) de Richard Wagner.


En la música moderna, uno de los géneros donde más se encuentra el tritono y donde menos se advierte su oscuro pasado es en el Jazz. Como música de permanente contraste entre tensión y relajación, el tritono es una herramienta fundamental que se usa con gran frecuencia. El Blues, siempre en íntimo contacto con el Jazz, ha sido otro gran refugio para el tritono, como género ajeno a las prohibiciones y cercano a la oscuridad y al sufrimiento.


Donde sin duda el tritono alcanza su máximo esplendor es en el Heavy Metal. Si se analizan las raíces de dicho estilo, es curioso ver que una de las bandas que sentó las bases del metal tal y como hoy lo conocemos, Black Sabbath, sacara a la palestra el tritono y lo popularizara de una forma completamente involuntaria. El grupo liderado por Ozzy Osbourne, compuso en 1969 una canción homónima al grupo; “Black Sabbath”, cuya introducción es puro y duro tritono. Tony Iommi, guitarrista de Black Sabbath, explica que cuando compuso la famosa introducción del tema no había oído hablar del “diabolus in musica”; simplemente quiso darle a la canción un aire oscuro y demoníaco.



Pero hoy en día el tritono no está solo en el Jazz o en el Heavy Metal. También está en el tono de encendido de un Mac, en la famosa sintonía de Los Simpson o en la banda sonora de West Side Story.


Poco a poco ha ido abriéndose paso, dejando atrás el lastre de su prohibición y llenando la necesidad expresiva de su sonido característico. Porque la música nunca ha dejado de ser una expresión humana, y por mucha censura que reciba, siempre habrá alguien que le devuelva la luz al sonido más oscuro creado por el ser humano.

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