miércoles, 31 de marzo de 2021

La mujer más ocultada y maltratada por la Iglesia católica





La mujer más ocultada y maltratada por la Iglesia católica



Cristina Fallarás se acerca a través de un relato literario a María Magdalena, santificada a regañadientes por el Vaticano tras dos mil años de ignominia.





Texto: Laura MANZANERA



En el siglo VI, el papa Gregorio Magno decidió que María Magdalena era la encarnación de todos los vicios, una prostituta, adúltera, pecadora, poseída por siete demonios y llorona que había corrompido a Jesús. Como penitente la pintaron y esculpieron los artistas, y así quedó arraigada en el imaginario colectivo.

En 2016, el papa Francisco la rescató de la ignominia, la reconoció como “apóstol de los apóstoles” y la santificó. Lejos de hacerlo de motu proprio, se vio obligado tras salir a la luz un evangelio escrito por ella.

En 2021, la periodista y escritora Cristina Fallarás ha reescrito su historia en El Evangelio según María Magdalena (Ediciones B). La mujer más ocultada y maltratada por la Iglesia católica narra su vida desde la perspectiva y serenidad que aporta la vejez. Su infancia y la decapitación de su padre, su crianza entre mujeres independientes, su vida sexual, su decisión de no casarse ni tener hijos, su persecución política, su amistad con el Nazareno…

Fallarás reinterpreta el evangelio de Marcos y prueba que lo que cuenta no tiene nada que ver con el discurso de la Iglesia. Basta incluir en el relato original la presencia femenina y todo cambia. Nada más y nada menos.

En estas páginas no faltan la discriminación, la violencia machista, el matrimonio infantil o la podredumbre política. Pero quien busque escenas de sexo, manifestaciones feministas y panfletos comunistas, que se olvide. Encontrará, eso sí, un relato con altas dosis de verosimilitud, lirismo y respeto, a la historia y a sus protagonistas.

No se trata del Evangelio según Cristina Fallarás, sino del Evangelio según María Magdalena. Aunque en la de Magdalena se cruce el pensamiento de la autora sobre el relato que ha hecho posible la violencia contra las mujeres.

Eva, la Virgen María y María Magdalena. ¿El catolicismo culpabiliza y castiga a las mujeres?

En nuestra educación católica, tenemos a Eva y a la Virgen, ambas construcciones brutalmente sexuales. Eva es la culpable de que, por su hambre sexual (parece que Adán no tenía la más mínima), nos echaran a todos del paraíso. Se le atribuye que suframos una vida de dolor, pero no por ser una guerrera sino por tener apetito sexual. A la madre de Jesús se la llama la Virgen para saber que es sexual. Las dos construyen modelos que justifican la violencia contra las mujeres.

Y quedaba María Magdalena. ¿El gran personaje a reivindicar?

No empecé reivindicándola yo. Lo hizo la Iglesia. Les iba muy bien que fuera prostituta porque volvía a ser otra construcción sexual. Pero todo cambió al descubrirse los papeles del mar Muerto y probarse que ella había escrito uno de los evangelios.

Pasó de ser prostituta a ser la elegida por Jesucristo, la “heredera”. Se vieron obligados a rectificar.

Claro. El papa Francisco la convirtió en la “apóstol de los apóstoles”, en una especie de jefa. Puesto que es la única persona a la que se apareció el Nazareno resucitado y toda nuestra construcción católica se basa en la resurrección, había que plantearse por qué el personaje de Magdalena desaparece de la construcción. Y pensé: “Pues vamos a meterla”.

Junto a ella incluyes más personajes femeninos. Si lo pones en boca de una mujer, aun sin cambiar los hechos, el relato es otro.

Al añadir a las mujeres, se añade el alimento, la higiene, los cuidados, los hijos, la violación, el dolor, la familia… Me planteé ese cambio de punto de vista con la idea de los cuidados que introdujo la última huelga feminista. Hace muchísimos años que soy feminista, pero de repente me di cuenta de que el relato económico es macho. Si la mujer establece un nuevo relato económico resulta imprescindible entender el papel que juega. Y, por tanto, es imprescindible pagarle.

El modelo patriarcal de siempre…

Sí. También está presente en el wéstern, otro relato fundacional de una sociedad. A mí no me gusta y tardé en entender la razón. Y es que no lo comprendo porque no tiene nada que ver conmigo. Solo hay hombres que hacen tres cosas: beber, robar y matar. Las pocas mujeres que aparecen son prostitutas; no hay esposas, hijos o hijas, ni domicilios. Se elimina todo aquello que tiene que ver con los cuidados, o sea, con las mujeres.

Sabemos que la Magdalena era culta y rica porque escribía. Por tanto, era peligrosa.

Y acompañaba a Jesús, que decidió ser pobre y que lo fuesen cuantos le acompañaban. Alguien tenía que pagar el pastel, alguien rico.

Las doctoras juegan un papel esencial en la novela.

Las doctoras, las parteras, eran quienes más sabían de cirugía. Cuando te cuentan que la virgen es virgen no es porque nunca hubiese follado sino porque era una niña. Y a las niñas, si no las destrozaban al follar, reventaban al quinto o sexto mes de embarazo, porque el útero o la pelvis no aguantaban.

Las curaciones explicarían algunos de los milagros del Nazareno. Al final, se trata de sentido común, ¿no?

Como en todos los relatos fundacionales, tenemos lo épico, es decir, los judíos, los romanos, los pescadores…, y lo mágico, las doctoras. En cuanto colocas a una mujer, los milagros caen por su propio peso. Jesús dice a sus apóstoles que dejen las barcas y salgan a las calles que les darán alimento y techo. No nos engañemos, las dos cosas se las proporcionan las mujeres.

El Nazareno se rodea de mujeres y predica el reparto de la riqueza. ¿Es, entre comillas, feminista y comunista?

Muy muy entrecomillado. Por un lado, las ideas de la Magdalena prostituta y del celibato son muy posteriores al relato original. Por otro, la base de los evangelios se resume en una frase: “Antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el paraíso”. En ese sentido, sí sería comunista.

¿Una novela era la única posibilidad de explicar la historia desde el punto de vista de la Magdalena?

Soy novelista. Me interesan sobre todo la ficción y la poesía. Podría haber hecho un tratado. Hay muchísimos y pocos traducidos al castellano. Pero estaba manejándome sobre un relato y sobre un relato cabe oponer otro relato; sobre la mítica, otra mítica.

La voz es la de la protagonista, en primera persona. Pero es ya anciana, rememora su vida. ¿Por qué esa mirada atrás?

Los relatos de los evangelios no pintan nada de la cultura católica que conocemos, lo que pervierte los hechos son las epístolas. Las de Pablo de Tarso contra las mujeres son aterradoras: deben permanecer sumisas, pedir permiso al hombre, no pueden participar. Todo eso, que no existe en los evangelios, lo hereda santo Tomás y san Agustín, fundacionales de la filosofía, que dicen que la mujer es un error de la naturaleza. De hecho, el celibato, algo también aterrador, viene del asco a tocar el cuerpo femenino, hasta el punto de eliminar la sexualidad como obligación.

Al inicio del libro, Magdalena dice “Ya no tengo el pudor que nunca tuve”. ¿Es una declaración de principios?

Sí. La obligación del pudor es una imposición, es una de las grandes opresiones contra la mujer. Las manadas y los prostíbulos evidencian que para los hombres es muy distinto.

María Magdalena considera idiotas a muchos, incluido Jesús. ¿Por qué esa idiotez generalizada?

Porque es uno de los grandes problemas, no del relato sino de la interpretación. Y, sobre todo, de nuestra no lucha contra eso. Es la idiotez de aceptar un relato, como el del wéstern, cuya base es la épica masculina que tenemos también en la Odisea, en Gilgamesh y en casi todos los relatos fundacionales. Está el relato macho y de ahí que a las mujeres se les haya prohibido el acceso a la ciencia, al conocimiento. Sobre todo, a la lectura y la escritura, para que no pudieran elaborar un relato que dejara en evidencia el relato macho.

¿Y cómo se traduce todo eso en la actualidad?

El brutal machismo de esta época se debe a que por fin las mujeres elaboramos un relato propio que podemos verter en las redes sociales. Gracias a ellas no necesitamos a los capitostes patriarcales, los reyes del relato que representan las editoriales y los medios de comunicación.

¿Por qué escribiste la novela a mano?

Siempre escribo a mano, incluidas las columnas de opinión. Aunque en esta novela lo hice también para tomarme tiempo de encontrar la voz de Magdalena, una anciana escribiendo con una pluma. Es lo que más me costó. Tengo dos cuadernos de espiral llenos de escritos para ser la Magdalena vieja, y folios y folios en la basura.

No parece una novela apresurada…

Nada es apresurado, pero he tardado solo seis meses.

Es una novela histórica, con personajes reales y hechos verosímiles, que destila lirismo.

Desde hace algún tiempo lo que más me preocupa es la búsqueda de la belleza. Quería un relato profundamente literario.

Como era de esperar, al libro no le han faltado críticas…

Como soy brutalmente anticlerical, una feminista radical, bisexual tendiendo a lesbiana… y se trata de un personaje bíblico, creo que la gente esperaba algo escandaloso. Mi mirada por supuesto es respetuosa, pero lo es porque lo contrario sería una idiotez. Si vamos a tratar un texto fundacional sobre el cual nos hemos construido, y sobre el cual existimos, cometer la frivolidad del escándalo sería una falta de respeto.

¿Qué hay de la Fallarás en tu Magdalena, si es que hay algo?

Todo. Todo lo que soy. Una revisión de lo que soy. Si en Honrarás a tu padre y a tu madre hice una revisión de mi ser íntimo, en esta hago una revisión de mi ser cultural.

martes, 16 de marzo de 2021

La leyenda que resolvió el misterio del dolmen de Menga






La leyenda que resolvió el misterio del dolmen de Menga

La Universidad de Sevilla encuentra en una tradición oral la respuesta a por qué el conjunto megalítico malagueño de Antequera no está orientado hacia el sol


Dos arqueólogos trabajando en la entrada del dolmen de Menga. UNIVERSIDAD DE SEVILA


Cuenta la leyenda que Tello, soldado de Fernando el Católico y preso en las mazmorras de Granada, se enamoró perdidamente de Tagzona, la hija del rey moro. Ambos jóvenes consiguieron llegar hasta Antequera, justo cuando los cristianos habían comenzado el cerco a la ciudad y las tropas del rey nazarí estaban a punto de alcanzar a los fugitivos. Estos, al no poder seguir huyendo, se encaramaron a un elevado risco (conocido desde entonces como la Peña de los Enamorados), desde el que se lanzaron al vacío antes de que los separaran. La Universidad de Sevilla ha resuelto ahora el posible origen de esta tradición oral, cuya solución pasa por un dolmen neolítico construido hace entre 5.600 y 5.800 años, situado a seis kilómetros de distancia, y un santuario con arte rupestre y, posiblemente, menhires.


El dolmen de Menga, en Antequera, de unos 28 metros de longitud, forma parte de un conjunto megalítico que fue declarado Patrimonio Mundial en 2016. Fue descubierto en 1847 por Rafael Mitjana, que lo calificó como templo druídico. En 1886, fue declarado Monumento Nacional y en el siglo XX quedó bastante olvidado, hasta que la Junta de Andalucía, entre 1985 y 1990, retomó las investigaciones. El dolmen lo componen un atrio y un espacio interior con una cubierta de gigantescas piedras (la mayor de ellas de 150 toneladas, lo que pesan aproximadamente 100 coches), además de un espectacular pozo de 19,4 metros de profundidad lleno de sorpresas para los investigadores.

Un arqueólogo desciende por el pozo del dolmen de Menga. UNIVERSIDAD DE SEVILLA


El dolmen posee, además, una característica que lo diferencia de la mayoría de los megalitos conocidos: su orientación está desviada 45 grados del norte, cuando lo normal en este tipo de construcciones es una orientación que va de los 55 a los 125 grados.

El porqué de esta orientación ha traído de cabeza a los expertos, que en las últimas investigaciones han hallado una posible respuesta. Su entrada se dirige directamente a la lejana Peña de los Enamorados. Este risco tiene la forma de la cara de un ser humano bocarriba, y se ve desde todos los puntos de la vega de Antequera ya que alcanza una altura de 880 metros sobre el terreno llano que lo circunda. Según la leyenda, los enamorados se tiraron al vacío desde la “barbilla” y sus cuerpos cayeron sobre el “cuello”, justo donde apunta el dolmen.

El equipo del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, ha dirigido sus esfuerzos precisamente hacia el “cuello” de la montaña. Allí descubrieron un santuario con arte rupestre esquemático y los posibles restos de un santuario megalítico anterior a la construcción del dolmen de Menga, lo que explicaría que no apunte hacia el sol como es lo habitual. “La orientación de Menga es como una brújula del tiempo, pues nos transporta directamente al ambiente del pasado y de los ancestros de quienes construyeron este gran monumento. Es posible que la leyenda medieval de los dos jóvenes muertos recoja tradiciones orales más antiguas que situaban la Peña en el eje de la cosmovisión de sus predecesoras”, señala el catedrático Leonardo García Sanjuán.
Perfil de la Peña de los Enamorados. UNIVERSIDAD DE SEVILLA


Los expertos, no obstante, no han podido continuar sus excavaciones porque la finca donde se halla el conjunto de menhires es de propiedad privada. “Y sus propietarios no se ha mostrado dispuestos a permitir los trabajos arqueológicos de excavación que necesitamos para progresar en nuestro estudio”, admite García Sanjuán.

El catedrático de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Stefan Ruhstaller ha publicado recientemente un artículo donde conecta el topónimo Menga con una degeneración del latín Cova domenica (Cueva de la Señora). “Esto nos lleva nuevamente a los conceptos de mujer y femenino, divinidad principal del neolítico, una idea que, a su vez, se interconecta con el agua, el elemento más importante en la religión de la época, junto con el sol” y el misterioso pozo.

La química Raquel Montero Artús ha analizado el agua que se acumula a casi 20 metros de profundidad de su brocal, cuyo diámetro es de 1,5 metros y que tiene capacidad para 36 metros cúbicos y que fue descubierto en 2005. El agua es potable –sus análisis determinan que cumpliría todos los estándares actuales de calidad, excepto el de nitratos a causa de los abonos empleados en la agricultura actual-, aunque la oquedad estaba rellena de escombros, animales (burros, perros, vacas…) y material cerámico, principalmente recipientes “modernos”. Los estudios de la Universidad de Sevilla confirman que el pozo se cegó entre 1720 y 1770 de nuestra era. Es, además, uno de los pocos puntos donde se halla en la zona agua potable, ya que muchos manantiales de la zona son salados.

Al excavar en el dolmen en 2005, los investigadores hallaron monedas de los reinados de Carlos I, Felipe III y Felipe IV, así como numerosas alcarrazas (vasijas de los siglos XVI y XVII), cuyo aspecto quedó reflejado en los cuadros de Zurbarán o Velázquez (El Aguador). En esta época la región de Antequera fue famosa porque el agua de la pedanía de Fuente de Piedra fue considerada especial: “supuestamente curaba las dolencias de piedra del riñón”, por lo que fue afamada en toda España e, incluso, exportada a América y Nápoles. Es probable que el agua subterránea de este pozo proceda de un paisaje ancestral y lleno elementos naturales llamado El Torcal de Antequera, a unos 11 kilómetros al sur, donde un manantial brota desde una gruta a pie de monte, acabando en la vega de Antequera justo en el lugar en el que el gran dolmen mira hacia el lugar donde Tello y Tagzona, según la tradición, decidieron acabar con sus vidas.

Se rompe el silencio: Las extrañas apariciones en Antequera de las que nadie habla





Se rompe el silencio: Las extrañas apariciones en Antequera de las que nadie habla

Publicado por Ramón López Reina


Uno de los pasadizos existentes en la zona de El Henchidero.

Por primera vez un libro ahonda en algunos de los tabús de los que apenas se habla en Antequera, pero que nunca han dejado de estar ahí. De hecho, los misterios de Antequera son numerosos, es una ciudad llena de leyendas, mitos y supersticiones de puertas para adentro. El debutante Ramón López Reina en La noche de los asombros recopila aquellas historias que contaban los más mayores muchos años atrás. Son casos de aparecidos, fantasmas, hechiceras, curanderos y otros personajes sacados del imaginario popular y que escapan a la razón lógica. El viernes 1 de diciembre a las 19 horas en la Biblioteca de San Zoilo se rompe el silencio en torno a estos misterios con la presentación de este conjunto de relatos.

En concreto, entre las páginas editadas por ExLibric destacan algunos casos como los misterios de algunos pasadizos y pozos existentes bajo zonas de Antequera, fantasmas que se dejaron ver en el Barrio de San Miguel o en un antiguo cine de verano, tampoco falta la aparición de una niña desconocida a un pastor en un entorno rural o unas extrañas luces verdes en La Tahea, un paraje del extrarradio de la ciudad.

Muchas de las historias se relacionan con el patrimonio antequerano con lugares como la Alcazaba, la plaza de San Sebastián, el Pinar de Torre Hacho, la iglesia de Los Remedios o la desaparecida iglesia de San Salvador.

Pero el libro no se limita únicamente a Antequera. “Aunque la mayoría de sucesos suceden en la Ciudad Antigua o lugares cercanos, se pueden encontrar historias similares en otros pueblos o ciudades o incluso en países lejanos”, explica el autor del libro.


Fuentes reales: nuestros mayores

El autor refleja en el libro lo más destacado de muchas conversaciones con personas mayores, recopila narraciones de índole extraña y temas fantásticos en un legado que ahonda en la superstición popular con carácter insólito.

Con el libro deja constancia de unas historias que con el paso del tiempo entran en riesgo de perderse, ya que estos temas ya no son contados como antiguamente viéndose avocados a ser olvidados por el paso del tiempo y las eras tecnológicas. Precisamente ese es el propósito de este libro peculiar, asombrar al lector rescatando el sentir del misterio.




Ramón López Reina

Ramón López Reina nació en Antequera el 28 de Julio 1974. Cursó estudios técnicos en el Centro de Formación Profesional San Francisco Javier La Salle (Virlecha). Es un apasionado de la escritura en prensa Local. Colaboró con sus artículos en medios de información como El Sol de Antequera, El Periódico de las Comarcas, Revista Zona y Revista Antequera es.

También en radio realizó distintas colaboraciones para Top Music FM y Radio Torcal, concretamente para los programas Las 4 Esquinas Magazine y el programa de misterio Los Ojos de la Luna, donde se aprecia su afición por los temas ocultos y enigmáticos.

Investigador amateur realiza por último el blog: Misterios de Antequera, leyendas, mitos y superstición donde recopila aquellos casos más insólitos de Antequera y comarca obteniendo gran aceptación y éxito que le lleva a editar su primer libro.

viernes, 12 de marzo de 2021

Eleno de Céspedes, el primer cirujano transexual de la historia

 



Eleno de Céspedes, el primer cirujano transexual de la historia condenado a 200 latigazos por herejía, hechicería y sodomía

Hijo de una esclava, luchó en la guerra de las Alpujarras, se casó con una mujer y, tras una denuncia, fue encarcelado. Además del castigo físico y el escarnio público, la Inquisición lo obligó a trabajar en un hospital sin percibir ningún salario.






HENRIQUE MARIÑO
A Eleno de Céspedes, nacido esclavo, de niño lo llamaban Elena, aunque no tardaría en cambiar la a por la o, una decisión que le facilitaría acostarse con mujeres durante una intensa vida a salto de mata. Liberado a los ocho años de su condición de siervo, pues había sido engendrado por una cautiva que tuvo un hijo con su amo en Alhama de Granada, contrajo matrimonio de adolescente con un hombre, entregó el fruto a una pareja sevillana y se separó de su marido. Entonces comenzó su segunda y auténtica libertad.

Sastre y calcetero, se enroló en las tropas cristianas de Felipe II que sofocaron la rebelión morisca de las Alpujarras. Después de residir en varias localidades andaluzas, que pronto abandonaba para no ser perseguido tras mantener relaciones con mujeres, se instaló en la casa de un cirujano que vívía en Madrid, quien le enseñó un oficio que le permitió trabajar en un hospital de la Corte y después en la sierra. Su primer tropiezo con la Justicia, acusado de no poseer el título, lo llevó a examinarse para poder ejercer.

Contrajo matrimonio en la segunda mitad del siglo XVI con María del Caño, pero como era lampiño se las ingenió para que el cura de Yepes no obstaculizara la boda. Ya desposado en segundas nupcias, fue denunciado en otra localidad toledana, Ocaña, por soldados que habían combatido junto a él en Andalucía. Encarcelado, tuvo que comparecer ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, donde alegó en su defensa que era hermafrodita, una argucia para burlar un castigo inevitable.





"Gracias a sus conocimientos en cirugía se había automutilado obturando quirúrgicamente su vagina y colocando un artificio para simular que era varón", escribe Emilio Maganto Pavón en La intervención del Dr. Francisco Díaz en el proceso inquisitorial contra Elena/o de Céspedes, una cirujana transexual condenada por la Inquisición de Toledo en 1587, donde explica que la conclusión del urólogo —quien por petición del vicario de Madrid había certificado que era un hombre— pudo suponer "un gran quebranto de su reputación".

Díaz se vio obligado a retractarse y a acusarlo de hechicería cuando los expertos de la Inquisición determinaron que lo había engañado con sus "malas artes", por lo que Céspedes —como había sido conocido en el campo de batalla— fue sometido al escarnio público. La condena dictaba que debía recibir doscientos azotes, repartidos entre las calles de Ciempozuelos y la plaza toledana de Zocodóver, además de trabajar durante una década en el Hospital Real sin percibir estipendio alguno.

El juicio tuvo una gran repercusión, pues como señala el también urólogo Maganto Pavón "la encausada, vestida con indumentaria masculina y usurpando las prerrogativas del varón, había conseguido fraudulentamente títulos y prebendas vedadas a la mujer, entre ellos la titulación de cirujana". No obstante, la pena impuesta amplió el eco. Meses después, el mayordomo del centro médico tuvo que escribir a los jueces ante el revuelo causado, pues muchos vecinos comenzaron a arremolinarse en el hospital para ser atendidos por Eleno.





"Después de que la susodicha estuvo en él, anda el dicho hospital desasosegado y sus ministros que en él sirven, de manera que es grande el estorbo y el embarazado que ha causado la entrada de la dicha Elena de Céspedes por la mucha gente que acude a verla y a curarse a ella", se quejó el empleado en una carta, según se desprende de las actas del proceso, analizado por Marie-Catherine Barbazza en Un caso de subversión social (Universidad de Perpignan).

La profesora de Literatura considera que la Inquisición buscaba con la pena impuesta "un castigo público y ejemplar que alcance el mayor número posible de personas". Sin embargo, le salió el tiro por la culata, pues Eleno de Céspedes adquirió una gran popularidad en vez de caer en el ostracismo, un ejemplo de lo que hoy llamaríamos efecto Streisand. Los inquisidores ordenaron entonces que fuese reubicado en el hospital de El Puente del Arzobispo, donde según el catedrático Ignacio Ruiz Rodríguez se le perdió la pista.

Considerado por algunos autores como la primera mujer cirujana en la historia de España, fue condenado por delitos de herejía, hechicería y sodomía, el barniz legal para castigarlo por burlar el sistema y desempeñar su oficio. Sin embargo, el autor del artículo publicado en los Archivos Españoles de Urología concluiría en el libro El proceso inquisitorial contra Elena o Eleno de Céspedes. Bibliografía de una cirujana transexual del siglo XVI que el acusado era un transexual, "lo que en parte disculparía el error del urólogo cuatrocientos años después".




A lo largo de la historia ha habido innumerables mujeres que subvirtieron el rol de género para poder desarrollarse personal, laboral e intelectualmente. Es el caso de Marcela y Elisa, las primeras lesbianas que se casaron por la Iglesia, y de muchas otras que se hicieron pasar por hombres para burlar las prohibiciones machistas de la época: la lista de célebres militares, arqueólogas, médicas, escritoras o botánicas, entre otras muchas profesionales, es ingente.

En ocasiones, su género o su orientación sexual ha sido objeto de debate, como sucedió con Pedro y Muño, protagonistas de una boda gay en 1061, cuya unión también motiva discusiones: ¿fue un matrimonio homosexual o una ceremonia de hermanamiento? Ha pasado un milenio desde entonces y la respuesta difiere en función de las fuentes. Incluso hay casos más recientes con lagunas, como el trágico final de Elisa, desposada en 1901 vestida de hombre y cuyo rastro se pierde en 1940.

La biografía de Elena o Eleno de Céspedes comienza en 1545, fecha de su nacimiento, aunque se desconoce la de su muerte. Su vida también se difumina desde su traslado del Hospital Real de Toledo hasta otro centro médico, donde fue castigada a trabajar sin cobrar. Los interrogantes, como ha sucedido con otros muchos personajes que protagonizaron la historia hace siglos, proliferan y los historiadores en ocasiones ofrecen tesis diversas y hasta contrapuestas. ¿Elena o Eleno de Céspedes era una lesbiana o un transexual?

Si nos atenemos a las fuentes documentales de la época, ¿acaso hermafrodita? La misma pregunta se plantea con Elisa: "¿Era lesbiana, transexual, hermafrodita o, sencillamente, se travistió para burlar al cura y cegar a quienes no veían con buenos ojos que dos chicas se amasen?". Hoy podemos interpretar que Elena o Eleno alegó ante el Tribunal de la Inquisición que era hermafrodita para evitar una condena. Si no lo fuese, esa fue su argucia para defenderse de las acusaciones. ¿Lesbiana, pues, o transexual?

Aurelia Martín Casares y Magdalena Díaz Hérnandez sostienen que su personaje es "tan poliédrico que no destaca solamente por la dualidad sexual, de género o de ocupación". Según las autoras de Nuevas reflexiones sobre "Elena, alias Eleno de Céspedes", transgénero, redes sociales y libertad en la España del siglo XVI, "todos ellos están interrelacionados y construyen su realidad transgenéro, sobre todo gracias a las redes sociales que fue construyendo a lo largo de su vida y que le posibilitaron ascender personal, social y profesionalmente".

En el artículo, Casares y Díaz señalan que "representa las realidades de la comunidad transgénero a partir del conjunto de identidades de género que va asumiendo", o sea, "dentro de Céspedes no existe un hombre o una mujer, sino que todo convive dentro de ella". Su gran valor, añaden en su estudio, fue "haber aprovechado las circunstancias más duras de su vida para conformar su realidad transgénero, viajando de un género a otro —género fluido— cuando las circunstancias externas lo exigían".

También apuntan que el experto en estudios de género Israel Burshatin y otros autores sostienen que "Céspedes siempre se negó a aceptar su naturaleza de mujer y se identificaba como hombre, mientras que la Inquisición insistía en clasificarla como mujer", al tiempo que remiten a las investigaciones del doctor por la Universidad de Columbia: "Burshatin afirma que la transformación social y corpórea de Elena dio un nuevo significado a la noción de hombre hecho a sí mismo. Aunque no podemos olvidar que su forma de relacionarse y sus experiencias íntimas con mujeres fueron configurando parte de lo que actualmente entendemos por lesbianismo".

"No obstante, Céspedes no es la experiencia de un hombre hecho a sí mismo, ni tampoco la actividad o las circunstancias del lesbian-like", prosiguen Casares y Díaz. "Más bien es la suma de ambos, lo que desde el punto de vista del transgenéro Susan Stryker [profesora de la Universidad de Arizona] denomina la movilidad a través de las fronteras socialmente impuestas desde un punto de partida no elegido, más que cualquier destino particular o modo de transición".

"Es decir, una parte de Céspedes se adapta y muta con respecto a las circunstancias exógenas que va viviendo, haciendo visible su género fluido, sobre todo, a partir de los tres encarcelamientos que sufrió. La otra parte de Céspedes, se enfrenta al punto de partida no elegido que es cuando da a luz y tiene lugar el desarrollo de su hermafroditismo y relaciones sexuales con mujeres"

La transexualidad de nuestro o nuestra protagonista también ha sido abordada por otros estudiosos, como Ignacio Ruiz Rodríguez, catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. "Lo que hace especial este caso respecto a los cientos de procesos contra homosexuales que hubo en esa época es que, sin duda alguna, fue una transexual que llevó hasta el extremo su deseo de ser hombre", relataba en El País el autor de Elena o Eleno de Céspedes. Un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer, en la España de Felipe II (Dykinson).

En el artículo Un transexual en la España de Felipe II, el periodista Antonio Pita, quien escribe que la posibilidad de que fuese hermafrodita resulta "poco creíble", también le preguntaba al urólogo Emilio Maganto Pavón cómo se autodefiniría hoy Céspedes: "Era un varón atrapado en el cuerpo de una mujer. Tiene claros elementos de transexualidad". Coincidía con Ignacio Ruiz, convencido de que "se trata de un transexual" y de "un personaje frontera, siempre al filo de la navaja".

Los estudios sobre la transexualidad de Elena o Eleno son abundantes, así como los perfiles y reportajes publicados en diferentes publicaciones y revistas. "En la actualidad, Céspedes hubiera sido considerado hombre trans en una época [siglo XVI] en la que solo vestirse de manera diferente a la que marcaban las asesinas normas sexuales y de género ya era delito. A ojos de Iglesia, era una mujer que había sobrepasado absolutamente todas las barreras morales, incluida la ausencia de respeto por el sacramento del matrimonio al darse, según esta, entre dos mujeres", puede leerse en la revista Pikara.

Un artículo de la Real Academia de la Historia lo cita como "cirujano", "transexual" y "nacido en un cuerpo de mujer", según Ruiz Rodriguez, quien firma junto a Alexander Hernández Delgado el libro Elena o Eleno de Céspedes. Un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer, en la España de Felipe II (Dykinson). Quizás las polémicas surgidas en torno a su figura —¿lesbiana o transexual?— puedan avivarse o apaciguarse en la biblioteca o hemeroteca más cercana.

 


Elena o Eleno de Céspedes: un cirujano transexual en la corte de Felipe II

Se considera la primera cirujana de la historia. Hacemos un recorrido por la fascinante vida de Elena, o Eleno, de Céspedes.
Fabio Castaño  14 mayo 2021


En un artículo como este, en el que me estreno, permitid que os presente a un personaje que lleva años fascinándome. Y soy joven, pero hablo de apenas quince años; tiempo antes de que los estantes de las librerías rebasaran su capacidad, con mucho, acumulando ensayos sobre temática LGTBI.

Voy a escribir, brevemente, sobre la Corte de Felipe II, sí, pero esta vez, no de ningún personaje como Gómez de Silva, Alba, Vázquez de Lecca, Idiáquez, Juan de Austria, Doria o la gran Margarita de Parma. No, hoy me gustaría hablaros de un personaje algo desenfocado, ignoto y, sin embargo, del todo sorprendente: Elena de Céspedes.

Una niña nacida, en 1545, del seno de una mujer morisca que servía en casa de su señor, Benito Medina. Por tanto, su origen era humilde, no puede ligarse por nacimiento a ser cristiana vieja, como se decía entonces.

A los dieciséis años fue casada con Cristóbal Lombardo, que por lo que las fuentes atestiguan, ejercía de albañil en tierras de Jaén. Con él estuvo tres meses. Tras tener un hijo del que poco más sabemos, Elena, marchó al centro de Granada y anduvo, asimismo, por otras urbes de alrededor, ejerciendo oficios diversos, aunque con más profusión los de labradora y tejedora, cosa, esta última que desempeñaba con notable virtuosismo. Durante estos años de juventud, residiendo en Arcos de la Frontera es cuando empezó a darse a conocer como hombre, virando mañosamente la naturaleza de sus atributos femeninos y el de su propio nombre a Eleno.Mapa de España y Portugal. entre 1560 y 1600

Sabemos que se alistó como soldado en la Guerra de las Alpujarras contra los moriscos, habiendo aprendido a disimular sus rasgos femeninos más visibles, para ser uno más entre la tropa. ¡Ahí es nada! Poco después de su aventura castrense, ya figura viviendo en la Villa y Corte.

Fue en Madrid donde Elena comenzó a estudiar medicina tras entablar amistad con un cirujano bien relacionado, quien vio un gran potencial en la destreza que nuestra protagonista tenía tejiendo. Así, poco a poco, fue ejerciendo como ayudante en intervenciones de toda índole, empapándose, tanto del conocimiento práctico como de la teoría que le brindaban los libros que su amigo puso a disposición suya.Juan Valverde de Amusco, anatomista español del siglo XVI (Real Academia Nacional de Medicina)

Las habilidades adquiridas no tardaron en hacer que Elena cogiera merecida fama y ello le sirvió, no solo para lograr una licencia oficial en tiempo récord para ejercer, sino como plataforma o escalera social para acercarse a la órbita de la Corte; a caballo entre la hoy tristemente desaparecida Casa del tesoro, sita frente a lo que era el Real Alcázar y San Lorenzo de El Escorial. No es cosa menor decir (como bien podrán imaginar los lectores) que el hecho de que Elena lograra tratar a personalidades de la cámara del Rey y, especialmente a la nómina de trabajadores contratados en la construcción del monasterio sanlorentino apareciendo, como quien dice, sin arraigo alguno pero con meteórico ascenso profesional, levantara no pocas suspicacias.

Tras ejercer su pasión en la sierra madrileña, Elena (recordemos, haciendo ver que en realidad era Eleno) siguió desempeñando pero, esta vez, por tierras castellano manchegas, esquivando en cierto modo, una fuerte competencia y donde, además, se casó con María del Caño, mujer natural de Yepes. Para contraer matrimonio y lograr la dispensa canónica hubo de pasar por una exploración física que, contra todo pronóstico, logró satisfactoriamente habiendo “certificado” sus genitales masculinos a petición del vicario de Madrid, don Francisco Díaz, un reputado cirujano de la Corte.


Parece ser que este “milagro” pudo darse porque, y esto no está claro, o bien Eleno se implantó unos testículos que no mucho después, obviamente se pudrieron; o bien sobornó al galeno. En caso de haber sido la primera… ¿solo testículos? Sí. Veamos porqué:El Barbero, 1568 (Jost Amman, Hans Sachs) grabado aparecido en «Descripción real de todas las clases de la tierra» ( aus Eigentliche Beschreibung aller Stände auf Erden)


Eleno de Céspedes ante el Tribunal de la Santa Inquisición

No mucho tiempo después, concretamente un año tras el desposorio y viviendo junto a su amada en Ocaña, hubo de hacer frente a juicio de la Inquisición a causa (y aquí las fuentes difieren) del chivatazo que un vecino o un antiguo compañero de armas dieron tanto al párroco como al corregidor del pueblo de Yepes, ante la sospecha de que no fuera hombre. El caso, aunque juzgado también por un tribunal civil, fue finalmente recogido por el Santo Oficio de Toledo. Durante el proceso, los magistrados vieron, debatieron y volvieron a ver mientras que Elena, haciendo valer su experiencia médica y todo lo adquirido en sus lecturas, lanzaba eruditos alegatos para salir indemne del litigio

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Portada del proceso contra Elena

¿Qué sabemos? Las crónicas dicen que Elena defendió en todo momento su hermafroditismo, puesto que así desautorizaba la acusación de tener una actitud irrespetuosa hacia el sacramento matrimonial. También explicó en un lenguaje notablemente docto que, a lo largo de su vida, primero estuvo casada como mujer y que, a consecuencia del parto se le desarrollaron, partiendo ya de un brote visible, los genitales masculinos. Con ello, pudo tumbar la acusación de hechicería.

Lo cierto es que, su caso de hermafroditismo (los perfectos, como se les conocía entonces) jurídicamente estaba sujeto a la elección de uno de los dos sexos, jurando ante el obispo la permanencia al escogido de por vida. Sin embargo, Elena, no asimiló su propia circunstancia a ser un «perfecto», sino que se auto catalogó entre “los ocultos” esto es, una ambivalencia que se habría revelado 
inesperadamente.

Elena  Eleno de Céspedes 1545- c.1588;
2011(Davis Museum at Wellesley College)

A las acusaciones que el Tribunal hizo a Elena sobre las evidencias de penetración a otras mujeres, ella se arguyó que la práctica se habría llevado a cabo mediante su anatomía física y no a través de “baldreses” (dildos) haciendo mención a su virago, un trastorno macroclitorídeo hipertrofiado.

Con el veredicto del Tribunal, Elena consiguió evadir la acusación de sodomía (penalmente el más gravoso dentro de este contexto) y se le acusó de bigamia y burla al sacramento. Por supuesto, la vida de Elena Céspedes continuó, pero el grueso de su gran aventura lo he contado aquí.