domingo, 28 de mayo de 2017

¿Dónde se encuentra la lanza que Longinos clavó a Cristo? Hasta tres lugares en el mundo conservan reliquias de este arma, rodeadas de un halo de leyenda


¿Dónde se encuentra la lanza que Longinos clavó a Cristo?
Hasta tres lugares en el mundo conservan reliquias de este arma, rodeadas de un halo de leyenda

Por JAIME PASSOLAS, 26 de diciembre de 2016 3:33 h.

Dice el Evangelio de San Juan, más conocido como el Cuarto Evangelio en 19,33-34, que, cuando llegaron ante la cruz donde colgaba Cristo, al ver que se encontraba ya muerto no le quebraron las piernas sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y al instante brotó sangre y agua.

Curiosamente, el único de los Evangelios que habla de la Lanza es el citado anteriormente toda vez que no aparece en ninguno de los sinópticos, si bien también aparece en el breviario de la llamada Iglesia del Santo Sepulcro. Con respecto al nombre del autor de este hecho, el centurión romano llamado Cayo Casio Longinos no se cita en el Evangelio de San Juan haciéndolo solamente, según algunos autores, en el Evangelio Apócrifo de Nicodemo, considerando a éste además como el que rescató la mayoría de lo que se denominan reliquias de la Pasión.
También algunos autores escriben que Longinos, que al parecer estaba mal de la vista, recuperó ésta al saltarle a los ojos la sangre y el agua que salió del costado del Crucificado, reaccionó convirtiéndose al cristianismo después de pronunciar la frase de “verdaderamente este era el Hijo de Dios”. Posteriormente, la Iglesia lo elevó a los altares como San Longinos y el gran escultor italiano Bernini realizó una gran escultura del mismo que se colocó en una de las hornacinas de los pilares que sostienen la cúpula de la Basílica de San Pedro de Roma; curiosamente lo esculpió de pie y no a caballo pese a haber pertenecido a la caballería del ejercito romano.

A lo largo de los años y remontándonos a la antigüedad la Santa Lanza llegó a ser propiedad de San Mauricio que fue comandante de la famosa legión tebana y que figura en el famoso cuadro del Greco. A la muerte de San Mauricio la Santa Lanza llegó a mano de Constantino el Grande, llevándola portada en sus manos en la famosa batalla de Puente milvio en la que derrotó a Magencio. Igualmente y en relación con el itinerario que siguió la Santa Lanza, diversos autores escriben que ésta formaba parte de las reliquias que los persas se llevaron de Jerusalén y algunos de ellos fundamentan esta afirmación en el denominado Cromicón Paschale y en la Cronica Alejandrina.

Al igual que otras reliquias de la Pasión de Jesucristo la Santa Lanza también se encuentra, según la tradición, en diversos lugares como el Vaticano, Viena y Armenia, además de otros.

Así, la Santa Lanza del Vaticano se exponía a los fieles en ciertas importantes celebraciones litúrgicas, si bien hoy se ha dejado de practicar y, por tanto, ya no se muestra.

La de Viena, que a lo largo de muchos años se consideró como un talismán del poder es, al parecer de numerosos autores, un puñal prehistórico de la edad de hierro de unos treinta centímetros de longitud partida en dos trozos unidos por una envoltura de plata.



La de Armenia, se encontró, siempre siguiendo a los autores, durante la Primera Cruzada por Pedro Bartolomé en 1.098 en la catedral de San Pedro de Antioquía. Según la tradición el citado Pedro para hacer patente con hechos su autenticidad dijo que no moriría si se adentraba en un fuego portando la misma. Desgraciadamente para él su demostración no surtió efecto y murió quemado vivo.

Finalmente, y sin perjuicio de que la Santa Lanza existiera y fuera utilizada por Longinos para comprobar si estaba muerto Jesús, lo cierto es que según las últimas investigaciones sobre la misma, su existencia actualmente puede considerarse como el fruto de una piadosa leyenda.


viernes, 26 de mayo de 2017

ciudad subterránea de los gigantes descubierta en el Gran Cañón


ciudad subterránea de los gigantes descubierta en el Gran Cañón

1/04/2016


Incluso con los avances de la arqueología en los días modernos, la mayoría de las ciudades enterradas en el mundo aún siguen siendo un misterio. Descubrimientos asombrosos requieren grandes esfuerzos y, a veces, una cantidad aún mayor de suerte. Si tuviéramos que confiar en el periodismo del comienzo del siglo 20, aprenderíamos que la serendipia condujo a la puerta de la más famosa y fascinante ciudad subterránea de gigantes descubiertos hasta la fecha.


De acuerdo con un artículo publicado en The Arizona Gazette el 5 de abril de 1909, el Gran Cañón fue el hogar de una civilización que muy probablemente consistía de individuos de proporciones ciclópeas. Si tal civilización alguna vez existió, seguramente ha dejado alguna estructura como un testimonio de su existencia.


Portada del The Arizona Gazette del 05 de abril 1909
El artículo menciona el descubrimiento de una enorme ciudadela subterránea por un explorador llamado G. E. Kinkaid, que tropezó con él mientras el hacia rafting en el río Colorado. Vale la pena mencionar que Kinkaid era un arqueólogo con trayectoria y tenía el apoyo financiero del Instituto Smithsonian.






Este acantilado se dice que es la entrada de la cueva que lleva a la misteriosa ciudadela subterránea.
La entrada a la ciudad estaba al final de un túnel que se extendía bajo tierra por casi 700 metros.


En primer lugar, señalaría que la caverna es casi inaccesible", escribió Kinkaid. "La entrada esta a 50 metros debajo de la pared escarpada del cañón. Se encuentra sobre las tierras del gobierno y a ningún visitante se le permitirá estar allí bajo pena de transgresión".
[...] Por encima de una saliente que lo oculta de la vista desde el río, esta la boca de la cueva. Cuando vi las marcas de cincel en la pared del interior de la entrada, me interesé, asegure mi pistola y entré."
La arquitectura sugirió que los constructores de la ciudad subterránea poseían habilidades de ingeniería avanzada.



El eje central de la ciudad subterránea era una cámara gigantesca de la cual pasadizos irradiaban como los radios de una rueda. Las paredes de la cámara principal estaban adornadas con espadas de cobre y tabletas cubiertas de símbolos jeroglíficos, no muy diferentes a las encontradas en Egipto. Otro hallazgo que apuntaba a un enlace con Egipto fueron los cuerpos momificados, por lejos las cosas más interesantes dentro de la ciudadela.


Diagrama de la cueva subterránea, túneles y habitaciones muestran la localización de algunos de los artefactos como los descritos por G. E. Kinkaid
Ninguna momia media menos de 3 metros de altura y todos ellos estaban envueltos en lino oscuro. Kinkaid escribió que puso de pie a uno de ellos y lo fotografió con la ayuda de una linterna, pero esa foto en ninguna parte ser a encontrado.

La exploración adicional reveló algo sobre la religión de los gigantes habitantes de la ciudad:


A más de 30 metros de la entrada se encuentra el salón con forma de cruz, varios cientos de metros de largo, en el cual he encontrado el ídolo o imagen, del dios de los habitantes, sentado con las piernas cruzadas, con una flor de loto o lirio en cada mano.

Los rasgos de la cara es la de un oriental, y también lo es los tallados de esta caverna. El ídolo casi se asemeja a Buda, aunque los científicos no están seguros en cuanto a que religión ellos representan.


El artículo registra el descubrimiento de cerámicas e instrumentos, todos ellos con signos de haberse originado en otras partes del mundo. Tal mezcla de culturas rara vez se encuentra en los hallazgos arqueológicos, por lo que este descubrimiento es de importancia sin precedentes.

La última cámara que le esperaba a la exploración era lo que Kinkaid y su socio, el Prof. SA Jordan, creían que era una cripta ceremonial. Se encuentra en el extremo de la gran sala donde se habían encontrado todas las otras momias.


Hay una cámara del pasadizo que no está ventilado, y cuando nos acercamos un olor mortal de serpiente nos impacto. Nuestra luz no penetraba la penumbra, no pudimos saber lo que contiene la cámara.

Algunos dicen que serpientes, pero otros piensan que puede contener un gas mortal o productos químicos utilizados por los antiguos.

La instalación subterránea conjunta pone a uno nervioso y los pelos de punta

La tumba o cripta en la que se encontraron las momias es una de las más grandes cámaras, las paredes están inclinadas hacia atrás en un ángulo de unos 35 grados.
En esta zona del Cañon había menciones tales como la pirámide de Keops, el Buda Claustro, el Templo del Buda, el Templo Manu y el Templo de Shiva. ¿Hay alguna relación entre estos lugares y los supuestos descubrimientos egipcios (u orientales) en el Gran Cañón?

Un arqueólogo estatal en el Gran Cañón, dijo que los primeros exploradores tenían nombres egipcios e hindúes, pero era cierto que esta zona estaba fuera del alcance de los excursionistas u otros visitantes, debido a las "peligrosas cuevas".

De hecho, toda esta zona llamado en honor a los egipcios e hindúes en el Gran Cañón es una zona prohibida - no se permite a nadie entrar en esta gran área. Hoy en día, esta área sigue estando extrañamente fuera del alcance de los excursionistas e incluso, en gran parte, para el personal del parque. El teórico de la conspiración, John Rhodes, una vez dijo que conocía la ubicación exacta de la entrada de la ciudad, pero que estaba custodiada por 24/7 soldados que llevan rifles M-16. Otra idea flotando alrededor de Internet dice que la ciudad subterránea ahora sirve como un museo para la élite ocultista que gobierna el mundo.

miércoles, 24 de mayo de 2017

EL MANUSCRITO SIBIU: ¿COHETES ESPACIALES EN EL SIGLO XVI?

EL MANUSCRITO SIBIU: ¿COHETES ESPACIALES EN EL SIGLO XVI?








El primer manuscrito con descripciones de cohetes de combustible líquido, publicado en el siglo XVI.



En 1961 Doru Todericiu, un profesor de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Bucarest, descubrió un antiguo manuscrito de 450 páginas en los archivos de la ciudad de Sibiu, en Rumanía. Para su sorpresa estaba lleno de dibujos y datos técnicos sobre artillería, balística e incluía descripciones detalladas de cohetes multietapa.

El Manuscrito Sibiu, como se conoce desde entonces, fue escrito entre 1550 y 1570 por Conrad Haas, un ingeniero militar que trabajaba para el Reino de Hungría y el Principado de Transilvania. Sus orígenes no están muy claros, pero se cree que era austríaco o transilvano, y llegó a ser el jefe del arsenal del Imperio Austríaco bajo el rey Fernando I.

Su manuscrito, escrito en alemán, es un tratado teórico sobre la construcción de diferentes tipos de armas, incluyendo por primera vez en la historia tecnología de cohetes multietapa, la combinación de fuegos de artificio con armas, el diseño de aletas con forma de ala delta y la creación de mezclas de combustible con uso de combustible líquido.

No está muy claro si alguno de sus diseños se llegó a poner en práctica. Algunas fuentes afirman que un lanzamiento se llevó a cabo en Sibiu en 1550, pero no existe ninguna evidencia documental. Lo que sí se sabe es que Johann Schmidlap, un fabricante alemán de fuegos de artificio, fue el primero que experimentó con un tipo de cohetes que llamaba cohetes de paso, unos años más tarde, en 1590.

Antes del descubrimiento del manuscrito de Haas la primera descripción de un cohete de tres etapas se atribuía a Kazimierz Siemienowicz, un especialista en artillería polaco, que la publicó en su tratado de 1650 Artis Magnae Artilleriae Pars Prima.

En cuanto a Conrad Haas, la parte de su manuscrito en la que habla de uso militar de los cohetes, termina con esta frase:

Mi consejo es más paz y menos guerra, dejemos los fusiles guardados, que las balas no sean disparadas, que la pólvora no se queme ni humedezca, de modo que los príncipes guarden su dinero, y el jefe del arsenal guarde su vida. Este es el consejo de Conrad Haas.

domingo, 21 de mayo de 2017

UFOLOGÍA Ovnis en Andalucía: luces, naves y humanoides desde la Guerra Civil

                   
                       
UFOLOGÍA
Ovnis en Andalucía: luces, naves y humanoides desde la Guerra Civil
Un centenar de casos de avistamientos componen la cronología ufológica al sur de España


La serie de ABC «Ovnis en Andalucía» ha inspirado un nuevo libro sobre el fenómeno



LEO RAMA Granada
Pareciera que el de los OVNIs es un asunto olvidado, anquilosado en el siglo XX, sepultado por su tan polémica como absurda historia. A pesar de la incredulidad que sigue suscitando, lo cierto es que el fenómeno ufológico permanece vivo, y es real. Al menos para los miles de testigos de lo inaudito, que van desde labriegos sin formación a pilotos de avión con miles de horas de vuelo, galones y mucho prestigio que perder, cuyas narraciones en los pocos informes desclasificados que hay tienen un valor extraordinario. Cosa distinta es su naturaleza, que tampoco tendría por qué ser reducida una sola. ¿Brotes esquizofrénicos? ¿Fenómenos meteorológicos? ¿Maniobras militares? ¿O acaso están los alienígenas detrás de todo?

Es una posibilidad. No son pocos los científicos de prestigio que asumen ya como válida la hipótesis de la existencia de civilizaciones extraterrestres en base a las más nuevas investigaciones, como viene dando cuenta con rigor José Manuel Nieves en las páginas más empíricas de este periódico. Precisamente, el diario ABC de Sevilla dedicó hace varias décadas una serie sobre avistamientos al sur de Despeñaperros. Aquellas crónicas de Manuel Ramírez, conservadas en la siempre útil hemeroteca, han servido de inspiración al recientemente publicado «Ovnis en Andalucía», un libro del periodista sevillano José Manuel García Bautista.

Un centenar de casos ordenados por orden cronológico componen la investigación de García Bautista, convencido de que hay vida ahí fuera, que nos visitan desde siempre, aunque algunos de los artefactos avistados sean humanos. «El universo es tan grande que es difícil no pensar que en alguna remota estrella haya planetas con vida», afirma apasionado el investigador sevillano, afanado en «dignificar» un tema, el de los objetos voladores no identificados, denostado. Como si no tuviera valor el testimonio de gentes de todo tipo que narran –con mirada sincera– lo que sólo fue visto con sus ojos.

Crónicas de la Guerra Civil
Aunque el fenómeno OVNI no nace como tal hasta 1947 en Estados Unidos, es posible encontrar en España narraciones que aluden a extrañas luminarias que surcan los cielos sureños desde el medievo. Pero hay que remontarse a la Guerra Civil para encontrar los primeros testimonios fiables de avistamientos en Andalucía.

Sucedió en el frente y así lo narró en su día el diario ABC: «Ya había salido el sol, y los soldados del batallón que aquella mañana del 5 de febrero de 1938 defendían la posición de Peñón de la Mata (al norte de la provincia de Granada) soportaban el frío como podían mientras vigilaban atentamente su posición. El cielo estaba completamente limpio, y nuestro testigo –un combatiente de la brigada 76– pronto se percató de la presencia de algo anormal en los cielos».

El soldado lo definió en la distancia como algo parecido a «un sombrero mexicano» de color aluminio mate. Aquel misterioso artefacto metálico, de lento vuelo, se posicionó sobre el testigo, que así pudo observar la parte inferior de la nave, asemejada a una «rueda de carro». En el centro de los radios «tenía como la lente de una máquina fotográfica y daba una sensación de profundidad». Giraba sobre sí mismo en sentido contrario a las agujas del reloj y desapareció sin más del campo de visión de los combatientes.

Dionisio, los seres y el lucero
Uno de los casos más sonados fue el que vivió en primera persona Dionisio Ávila, vetusto y respetado vecino del pueblo de Los Villares, en Jaén. Corría el año 1996 y Dionisio paseaba con su perro por los infinitos olivares cuando ante sí apareció un resplandeciente artefacto. Tras dar una vuelta de reconocimiento al aparato, dos seres esbeltos, embutidos en sendos trajes color plata, le lanzaron lo que él describió como «un lucero» que, al recogerlo, resultó ser una piedra esférica. «Sintetiza todo el absurdo del fenómeno OVNI», apunta García Bautista.

Aquel guijarro del tamaño de una nuez llevaba grabado una curiosa inscripción, similar a los símbolos que presentaba la nave: «IOI». El famoso «palo, cero, palo» que sirvió de base al pionero ufólogo español Juan José Benítez para su investigación «El anillo de plata», publicada por TVE en el mítico programa «Planeta encantado».

Dionisio Ávila jamás volvió a entablar contacto con los humanoides a los que atribuye la curación de sus dolencias, constatadas por los habitantes del pequeño municipio jiennense. Menos suerte corrieron otros testigos en sus supuestos encuentros, como en el caso de una supuesta agresión a un sevillano por parte de los tripulantes de una nave en la gélida noche del 28 de enero de 1976.

El ataque a Sevilla
De nuevo, la edición andaluza del periódico ABC –esta vez con la firma de Benigno González– recogió al día siguiente el delirante testimonio de Miguel Fernández Carrasco, quien regresaba solo a Benacanzón tras estar con su novia en Sanlúcar la Mayor. Creyéndose afortunado, pudo ver un par de estrellas fugaces durante su trayecto a pie. Al poco rato, una «cabina telefónica» voladora que desprendía rayos de luz rojos y blancos se posó ante él y de la máquina salieron una pareja de humanoides altos. El miedo se apoderó del testigo, que emprendió su huida a toda velocidad por los carriles.

La nave despegó y comenzó a perseguir al testigo, aterrado por la posibilidad de que le dieran caza antes de recorrer los 1,5 kilómetros que le quedaban para llegar a su morada. No erró. Aquel aparato proyectó lo que García Bautista define como «un haz de luz, un arma lumínica» casi letal sobre Miguel Fernández. El sevillano quedó malherido en el suelo, prácticamente inconsciente; «sin aliento, sin fuerzas, quemado, abrasado, tostado» por «algo» desconocido para él.

Una vez internado en el capitalino Hospital de San Lázaro, el labriego prestó declaración y de hecho el Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla abrió diligencias para esclarecer un presunto ataque de los extraterrestres por vez primera en España. El caso fue sobreseído apenas dos semanas después ante la imposibilidad de imputar a ningún a sujeto conocido el delito denunciado por Fernández Carrasco.

Éstos son algunos de los casos que recogidos en el compilado de José Manuel García Bautista. «Ovnis en Andalucía» aglutina otras muchas crónicas sobre un fenómeno aparentemente sin sentido, que ha ido mutando con el paso de los años y se manifiesta de tantas maneras como casos hay: los humanoides de Fuengirola, los de Algeciras, el OVNI acosador de La Antilla, el de Benalmádena, el de Morón… ¡Hasta los OSNI –Objetos Submarinos No Identificados– avistados en la Bahía de Cádiz!


Todos ellos son interrogantes carentes de respuesta, de momento, para los científicos. «Si nosotros publicáramos todos los incidentes OVNI en España con misiones de interceptación, daríamos una sensación de inseguridad tremenda», le dijo a García Bautista uno de sus amigos militares, un gremio que tiene mucho que material al respecto por desclasificar, en cajones de húmedos sótanos a la espera de ver la tan necesaria luz.

Los platillos volantes que llegaron a Málaga en 1950

Los platillos volantes que llegaron a Málaga en 1950

  • Los días 7 y 29 de abril del citado año varias personas aseguraron haber visto dos ovnis en la capital malagueña

  • Un ciudadano que avistó uno de los artefactos logró sacarle una fotografía para demostrar su presencia



Uno de los grandes enigmas de la humanidad gira alrededor de si otros planetas, además de la Tierra, están habitados. En caso de que así sea, la pregunta es: ¿cómo son sus moradores? Las teorías sobre ese hecho son infinitas y, como no se cuenta con una prueba científica irrefutable, las especulaciones se suceden como los eslabones de una cadena sin fin. Los que defienden que hay vida en otros mundos se enfrentan dialécticamente a los que sostienen que los terrícolas son los únicos seres del universo. Traemos a esta información la presencia de dos supuestos platillos volantes que surcaron el cielo de Málaga en abril de 1950. Los testimonios de varias personas que aseguraron haber visto ambos ovnis se recogieron en las páginas de SUR. A la misma vez que las procesiones del Viernes Santo recorrían la ciudad, sobre las nueve y media de la noche del 7 de abril, Enrique Bueno, maestro de la Escuela de Clasificación, y un grupo de alumnos se encontraban en el Hogar del Auxilio Social de Bella Vista cuando vieron dibujarse sobre el mar, en las inmediaciones del horizonte, un disco luminoso. El objeto despedía una intensa luz azulada y se movía a gran velocidad. Según explicó Enrique Bueno al periodista que lo entrevistó, el disco, que tenía el tamaño de dos estrellas de primera magnitud, describió una curva sobre el horizonte para desaparecer rumbo a África.
En la información publicada en la edición de este periódico del 8 de abril se indicaba que «el extraño objeto luminoso, que a sus observadores pareció un platillo volante, al iniciar la curva para perderse despedía una intensa luz anaranjada». El cielo, a esa hora de la noche, estaba nublado, con cúmulos altos, pero permitió observar el fenómeno durante un buen lapso de tiempo. «No pudo ser, por tanto, ni un bólido ni una estrella fugaz», se escribió en el periódico.
El espectáculo presenciado sobrecogió a los chicos del Hogar del Auxilio Social, entre los que estaban Natalio Palma, Francisco Armenta, José Cortés López y Rafael Gómez Gómez, entre otros. Todos confirmaron haber visto la aparición del platillo volante sobre el cielo nocturno malagueño.
En las playas de San Andrés
Tres semanas más tarde, el sábado 29 de abril, otro posible platillo volante a cruzó, raudo y veloz, el firmamento de Málaga sobre las diez y media o las once menos cuarto de la noche. Varias personas manifestaron que habían visto el ovni. Una de ellas incluso logró fotografiarlo y contó su versión de los hechos a un redactor de SUR, como se recogió en la edición del periódico del 2 de mayo. El testigo estaba en el Camino de Antequera dando rienda suelta a su afición de hacer fotografías nocturnas con exposición cuando, de pronto, vio sobre el mar, a la altura de las playas de San Andrés, una ráfaga de luz. Como estaba con su cámara en la mano, no se lo pensó y disparó la máquina.
«En principio, creí que no había salido nada, pues calculé que la misma luz cegaría el objetivo de la máquina, pero cuando volví a mi casa y revelé, puede ver que había salido perfectamente», relató el autor de la foto. En la versión que ofreció de los acontecimientos dijo: «Era un platillo volante, y bien que lo vi, que procedía del Estrecho de Gibraltar. Apareció exactamente por detrás de la Sierra de Mijas, perdiéndose en dirección a Melilla».