viernes, 20 de enero de 2017

domingo, 15 de enero de 2017

fantasmas de córdoba

La casa de Córdoba donde se aparecen niños y los osos de peluche hablan solos

Un matrimonio relata fenómenos extraños y voces misteriosas en una vivienda del barrio de San Agustín





VALERIO MERINO 
LUIS MIRANDA 
Córdoba 13/01/2017

Nada más natural para quien tiene hijos que encontrar a niños por la casa. Andrés, un padre de familia, vio venir a un chico de la edad de su hijo y pensó que era él, pero todo cambió cuando el pequeño pasó de largo, como si no existiera, y lo vio cerca. Aquel no era su hijo. Es una historia que relata José Manuel Morales Gajete en su libro «Enigmas y misterios de Córdoba», publicado por Almuzara.
Andrés relata en su libro cómo vio desaparecer a aquel niño en su casa, una vivienda junto a la fuente de la Piedra Escrita, en el barrio de San Agustín. Nati, su esposa, también dice haber visto al que se podría llamar fantasma jugando con los peluches de sus tres hijos. Sus historias, como suele suceder en estos casos, son variadas. Una noche vio algo moverse en el pasillo. Se asomó y no halló nada, pero al sentarse otra vez encontró a la «inquietante figura infantil», que se le acercó y dijo palabras que en aquel contexto eran sobrecogedoras: «Mamá, mamá, mamá». Para ella, era una llamada de auxilio.

La voz aguda
Pero había más apariciones. También una niña, parecida a una de las hijas del matrimonio, que les miraba y hasta cantaba con voz melódica y aguda. Y las visitas la escuchaban. Las niñas evitaban el cuarto donde se daban las apariciones y uno de los niños dijo haber visto un hada, «una mujer flotando en el pasillo». No era un espectáculo agradable, relata el libro, ver cómo un niño de siete años dibujaba fantasmas con sábanas y cuchillos, que podrían tener que ver con las apariciones relatadas.

Uno de los sucesos más impactantes para la familia tenía que ver con un oso de peluche que tenía melodías y frases grabadas. Era uno de los favoritos, pero de pronto empezó a encenderse solo en mitad de la noche. Y el propio autor del libro fue testigo de cómo se puso en funcionamiento... sin pilas. «Hola, ¿quieres jugar conmigo?», dijo para empezar con una serie de melodías y luego apagarse solo.
El au 
La historia arrojó algo de luz. Una mujer que vivió en la casa colindante a la vivienda relata que la casa de Andrés y Nati fue, antes de su construcción en 2002, un patio de vecinos. Y allí vivía un hombre de muy mal humor que vestía de negro y siempre quería estar solo. Era en el espacio donde ahora está la cocina y allí había sentido la mujer alguna presencia parecida.
Pero no fueron las únicas revelaciones de Pilar, la antigua vecina. También relató que un niño de cinco años que vivía en la casa y había fallecido ahogado y que también murió prematuramente una niña. Quedaba la voz que cantaba, y Nati de pronto cayó en su hermano, Juan Antonio, que murió joven y que cantaba esas canciones aflamencadas al estilo de Tijeritas, que tenía una voz muy aguda. ¿Encajaba todo?