jueves, 14 de mayo de 2020

SOBRE OTROS SUCESOS CONSIDERADOS COMO MILAGROSOS EN ÉCIJA

SOBRE OTROS SUCESOS CONSIDERADOS COMO
MILAGROSOS EN ÉCIJA
Antonio Martín Pradas
Centro de Intervención
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico
Inmaculada Carrasco Gómez
Universidad Pablo de Olavide

A lo largo de la historia medieval y moderna, las imágenes de culto
desempeñaron un papel importante como expresión de la religiosidad,
favoreciendo el desarrollo de devociones1. Paralelamente, se sucedieron
controversias teológicas sobre la conveniencia de dar un culto excesivo a las
imágenes, donde tanto defensores como detractores fueron elaborando el
desarrollo de la doctrina religiosa popular que pervive hoy día.
En este contexto es donde se suceden toda una serie de acontecimientos de
carácter milagroso, relacionados muchas veces con leyendas populares, donde las
imágenes, en su mayoría marianas, llevaban a cabo milagros en beneficio de la
población. Así se desarrolló todo un legado documental sobre milagros y hechos
milagrosos distribuido por la geografía española, primando algunas localidades
que se convirtieron en lugares de peregrinación.
La sucesión de acontecimientos considerados milagrosos que se han
producido en Écija son incontables, destacando algunos hechos excepcionales
como es el caso del milagro de San Pablo en la figura del niño Antón Arjona,
acontecimiento compartido en cuanto a funciones litúrgicas por dos comunidades
religiosas que realizaban fiestas anuales en conmemoración de este suceso, la
Orden de Santo Domingo y la de San Francisco de Paula.
A este milagro se le fueron añadiendo otra serie de sucesos relacionados con
la divinidad, que en mayor o menor medida, eran aceptados tanto por la jerarquía
eclesiástica como por la ciudadanía como tales. Muchos de ellos, aunque su
trasfondo partiese de un suceso real, se amplificaba para hacerlo más relevante.
Así tenemos el ejemplo de San Vicente Ferrer, que convirtió a la orden dominica
en Écija como una de las comunidades a la que más devoción se le profesaba.
Así comenzó a tejerse una red de fiestas religiosas relacionadas con
acontecimientos considerados milagrosos o sobrenaturales aglutinadas en torno a
determinadas imágenes de diversos templos parroquiales y conventuales ecijanos:
1 NAVARRO, Andrea Mariana. “Leyendas marianas e imágenes milagrosas en la historia de la
religiosidad popular de Andalucía (siglos XII-XVIII)”. En la España medieval 2013. Vol. 36, p. 238.
la celebración de misas, triduos o novenas en las que participaba todo el clero
local; los repiques de campanas; las procesiones extraordinarias; la extrapolación
de las imágenes ocupando el callejero de la ciudad mediante la realización de
retablos callejeros y capillas devocionales que sacralizaban espacios públicos; las
peregrinaciones; los encargos de exvotos de diverso tipo en función del mal
subsanado: cuadros al óleo sobre lienzo o sobre tabla, elementos de plata o latón,
objetos personales como vestidos, cabello, etc. De este modo los camarines de
aquellas imágenes consideradas milagrosas se convirtieron en una amalgama de
elementos inconexos y dispares, conservándose en la actualidad solo algunos
cuadros de pequeño formato denominados exvotos pictóricos, que analizaremos
en su debido momento.
También se dieron una serie de acontecimientos sobrenaturales relacionados
con sacerdotes y eclesiásticos, atribuidos a su bondad y a la unión de monjas de
clausura con el éxtasis místico y la divinidad. Así, Alonso Fernández de Grajera2
en su obra Historia de la Ciudad de Écija, escrita a principios del siglo XVII nos hace
referencia a:
1.- Sacerdotes y presbíteros
- El Padre Pedro de Requena, presbítero.
- Luis de Biedma, clérigo, presbítero y vicario.
- Andrés de Saavedra, clérigo, presbítero y capellán de Santa María.
- El Licenciado Talavera, sacerdote.
2.- Órdenes religiosas masculinas:
a.- Orden de Carmelitas Descalzos:
- Fray Agustín de los Reyes. Maestro de Teología y Provincial de la orden.
b.- Compañía de Jesús:
- El Padre Juan Bautista.
- El Padre Andrés Zea y Alfaro.
c.- Orden de Santo Domingo:
- El Padre Carrajolano, Maestro en Teología.
- Fray Juan de Gisa.
- El Padre Fray Pablo de Santa María, cuya vida y milagros fueron escritos
por Fray Jerónimo Moreno.
d.- Franciscanos:
- Fray Antonio Delgado.
e.- Hermandad de la Misericordia.
- El Hermano Andrés Eremita.
f.- Otros ecijanos considerados como santos:
- El hermano Juan Monje, eremita.
2 FERNÁNDEZ DE GRAJERA, Alonso. Historia de la ciudad de Écija. Estudio introductorio y
transcripción por Mariano Oñoro López. Sevilla: El Monte, 1995, p. 85-109.
- El hermano Lorenzo del Valle.
- El hermano Juan bautista.
- El Ilustre caballero Alonso Fernández de Saavedra, fiel seguidos de Vicente Ferrer.
3.- Órdenes femeninas:
a.- Convento de Santa Inés del Valle:
- Sor Teresa de Montemayor, de la casa de los condes de Altamira y de los
condes de Alcaudete.
- Sor Ilibira de Herrera.
- Sor Francisca de Aguilar.
- Sor María de Luna.
- Sor Juana de Valderrama.
- Sor Elena de la Cruz, hija del comendador Alonso Fernández de Montemayor.
- Sor Leonor Barrasa.
b.- Convento de Santa Florentina:
- Tres monjas fundadoras, una de la casa de Cuadros, otra del linaje de
Tordesillas y la tercera de los Henestrosa.
- Sor Jerónima de Eraso.
- Sor Violante Enríquez.
- Sor Ana de Rueda.
- Sor María de todos los Santos.
- Sor María de la Cruz.
- La Hermana Leonor Gómez.
c.- Convento del Espíritu Santo:
- Sor Leonor de Henestrosa.
- Sor María de Mendoza.
- Sor Beatriz Eslava.
- Sor Catalina de Slava.
- Sor Catalina de la Lama.
- Sor Leonor de las Casas.
- Sor María de Torres.
- Sor Inés de Salcedo.
d.- Convento de los Remedios:
- Sor Ana de Aioa, después llamada Ana de Jesús.
4.- Mujeres seculares con opinión de santas en Écija:
- Doña Sancha Carrillo, de quien hablaremos detalladamente.
- Doña Constanza de Rojas, esposa del caballero ecijano Alonso Fernández de
Guzmán. Fundó la capilla de los Rojas en San Gil.
- Doña María de Sandoval, esposa de Don Cristóbal Félix de Eslava.
- Dona Teresa de Montiel.
- Doña Juana Manuel de Guzmán, esposa del capitán Tello González de
Aguilar, mayorazgo y Alférez de esta ciudad.

1.- Milagro del Pozo de la Virgen del Valle, patrona de Écija, realizado a una ecijana residente en Sevilla. Origen de la fundación del Convento del Valle de Sevilla (1403)
El Padre Martín de Roa en su libro Écija, sus Santos y su Antigüedad eclesiástica
y seglar publicado en 1622, hace referencia a un acontecimiento milagroso acaecido
en Sevilla y en el que tuvo lugar la intersección de la Virgen del Valle, patrona de
Écija. Este relato fue recogido años después por el historiador y cronista sevillano
Diego Ortiz de Zúñiga, en su obra Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de
Sevilla, publicada en 1795.
El relato de los acontecimientos se desarrolla en la ciudad de Sevilla, en 1403,
donde una mujer natural de la ciudad de Écija se asentó en unas casas cercanas a
la llamada Puerta del Sol, donde estableció una posada para dar alojamiento a sus
compatriotas que viajaban a Sevilla.
Esta mujer tenía un niño pequeño, “que caído por accidente a un pozo,
encomendólo con viva fe a Nuestra Señora del Valle, acordándose del antiguo santuario
que tiene en su patria Écija, cuya representación tenía una imagen en su casa,
prometiéndole si conseguía el favor de la vida de su hijo consagrarle en convento la misma
casa en que vivía, y que era suya; a las voces y llorosa oración había acudido mucha gente,
con que tuvo muchos testigos el milagro, porque subiendo las aguas del pozo, que era de
gran profundidad, subieron el niño salvo hasta los brazos de su madre, que recibiólo
gozosa, brevemente cumpliendo el voto con su casa y con su hacienda, dio principio al
Convento de monjas de la orden de Santo Domingo”.
Según Ortiz de Zúñiga, en los documentos que se conservan en la ciudad de
Sevilla, solo consta, que con esta advocación y regla existía un monasterio de
monjas desde el tiempo en que se refiere este milagro, y que con el paso del
tiempo cambió varias veces de orden, pero nunca de advocación, conocido en la
actualidad como iglesia del Colegio del Valle3.
De este milagro se sabe, gracias a la documentación existente en el Archivo
Municipal de Sevilla, que el 2 de agosto de 1409, el Cabildo sevillano acordó
comprar las casas de la morada de Juan Gómez y Juana Martínez, marido y mujer,
situadas en la collación de la parroquia de San Román, como se observa en el
siguiente texto:
“Fue merced de Nuestro Señor Dios, por ruego de la Bienaventurada Virgen
Santa María su Madre, de mostrar un milagro muy maravilloso dentro de
las dichas casas, de un moçuelo que cayó en un pozo que está en las dichas
casas e fue encomendado a la Virgen Santa María del Valle e plugo nuestro
Señor Dios, por su ruego de ella, que cresçió el agua del dicho pozo, tanto
3 ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego. “Anales Eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy leal ciudad de
Sevilla, 1795”. Ed. fac. Tomo II. Sevilla: Caja de Ahorros de San Fernando de Sevilla, 1987, p. 293.
que salió por ençima del brocal del pozo e echó al mozuelo fuera del poso e
quedó en el suelo sano e sin peligro alguno. Sobre lo cual, todo esto, se uvo
çierta e verdadera información e se falló así verdad. E por quedarse siempre
memoria del dicho milagro… fazer en ellas un monasterio de en que estén
buenas personas / mujeres religiosas de buena vida”378F
4.
En la sacristía de los
Cálices de la Catedral de
Sevilla se conserva un cuadro
titulado la Virgen del Valle o
del Pozo Santo. Esta pintura
sobre tabla fue realizada por
el pintor Alonso Vázquez en
1597. La tabla fue donada a la
catedral de Sevilla por el Deán
López Cepero, convirtiéndose
en una de las mejores piezas
de la colección catedralicia.
Con seguridad nos encontramos
con la tabla dedicada a la
Virgen del Valle contratada
por Vázquez en 1597 con
doña Beatriz Pérez, destinada
a la iglesia del Convento de
Santa María de Jesús de
Sevilla. En la tabla se narra la
milagrosa intervención de la
Virgen para conseguir que
salga indemne un niño del
pozo al que había caído. El
centro de la composición está
ocupado por la Virgen, que
lleva al Niño en su regazo,
rodeada en la parte superior por ángeles tañendo instrumentos musicales. A los
pies nos encontramos con la descripción del milagro, cerrando la composición un
amplio paisaje. Las figuras gozan de monumentalidad pero el estatismo que
presentan motiva que el espíritu manierista que caracteriza la producción de
Vázquez, en esta obra no esté presente379F
5.
4 MIURA ANDRADES, José María. “Reflexiones sobre la hagiografía como fuente de conocimiento
histórico”. En Actas del III Congreso de Historia de Écija: Écija en la Edad media y Renacimiento”. Sevilla:
Universidad, 1993, p. 326.
5 http://www.foroxerbar.com/viewtopic.php?t=13220 (Página consultada el 12 de agosto de 2013).

2.- Milagro de San Vicente Ferrer en Écija. Iglesia parroquial de Santa María de la Asunción (1410)
Del milagro de la judía, también
llamado milagro de la puerta maldita o
milagro de la puerta, a secas, se conservan
varias versiones, aunque todas las
versiones abundan en las grandezas del
santo valenciano, exaltando así su
humildad y bondad.
Fue realizado por San Vicente Ferrer
en la iglesia parroquial de Santa María de
la Asunción de Écija. Según los cronistas y
las fuentes impresas se dice que un
Domingo de Ramos, durante el sermón de
la misa que oficiaba el Santo desde el
púlpito, observa como una mujer judía no
le prestaba atención llegando incluso a
hacer gestos de desaprobación. San Vicente
la mira y advierte que no cambia su
actitud, y en ese momento la puerta de
entrada del templo se descuelga y se cae
sobre la mujer que estaba recostada en ella,
matando a la judía. Todos los asistentes
fueron a socorrerla, momento en el que el
Santo coge la mano de la difunta, que
inmediatamente vuelve a la vida. La mujer
muy arrepentida se convirtió a la religión
cristiana, muriendo en ese instante.
El milagro quedó impreso en
multitud de libros que tratan sobre la vida
de San Vicente Ferrer:
1. MEDRANO, Manuel José de. Historia de la Provincia de España de la
Orden de Predicadores. Parte tercera. Progreso de sus fundaciones, y vida de los
ilustres hijos, que la ennoblecieron, etc. Madrid: Imprenta de Alonso de Mora,
1734.
2. VIDAL MICÓ, Francisco, Fray. Historia de la portentosa vida, y milagros
del valenciano Apóstol de Europa San Vicente Ferrer… Valencia: Oficina de
Joseph Esteban Dolz, 1735.
3. BULDÚ, Ramón. Tesoros de panegíricos… Barcelona: Librería Católica
de Pons y Compañía, 1863.
En su obra, Fray Francisco Vidal, hace referencia en la nota 633 a que
“hizo un estupendo milagro en Écija. De este tuvo copia auténtica el
maestro Serafín. Pero lo que advierte un moderno, que se le dan cien reales
de a ocho, al Predicador, es fábula, como dice el mismo Auténtico, que en un
anciano de 70 años de su vida vio solamente una que lo predicó el Prior, y
que no le dieron blanca. En el cuadro pintado en Écija está la inscripción
año 1410, insinuando ser del autor de la Historia del Rey Don Juan; pero
hay equivocación, porque este autor en el capítulo 151, donde solamente
trata del santo, ni menciona año, ni su viaje por Andalucía”6.
El autor ecijano Juan María Garay y Conde trata este milagro de la siguiente
forma al hablar de la Iglesia parroquial de Santa María:
“a los pies de la iglesia y en testero de la nave izquierda hay una puerta sin
uso, con las que obró un milagro San Vicente Ferrer, que se refiere en su
vida, y además se funda en la tradición constante: Predicando el Santo en
este templo a su paso para Sevilla, lo escuchaba atentamente una mujer
hebrea, pero en su interior se estaba burlando de la sana doctrina que aquél
propagaba; a indicación del mismo se separaron los fieles de la inmediación
de la puerta, que cayó en seguida sobre la incrédula, dejándola cadáver; por
intersección del mismo fue vuelta a la vida, ya iluminada para adjurar
públicamente de sus erradas máximas; estas puertas y el púlpito de madera
que había en la iglesia, se conservan bajo esa creencia, no sin hallarse este
último bastante mal parado por las astillas que le han extraído para
reliquias7…”.
Y el presbítero Manuel Varela y Escobar y Martel y Torres A. T., lo incluyen
en su libro Bosquejo Histórico de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Écija8:
"Hay colgado un cuadro de lienzo sobre el arco de la nave lateral derecha de
la iglesia de Santo Domingo, con el siguiente escrito explicando el asunto
que representa:
Pasando por Andalucía el glorioso San Vicente Pherrer, predicó en la iglesia
de Santa María de Écija, domingo de Ramos de 1410, como se refiere de la
Historia del Rey Don Juan II. Despreciando en su corazón una mujer la
doctrina del Santo, lo conoció él con espíritu de profecía y pidió a Nuestro
6 VIDAL MICÓ, Francisco, Fray. Historia de la portentosa vida, y milagros del valenciano Apóstol de
Europa San Vicente Ferrer… Valencia: Oficina de Joseph Esteban Dolz, 1735, p. 480.
7 GARAY Y CONDE, Juan María. Breves apuntes histórico-descriptivos de la ciudad de Écija. Écija:
Imprenta Plaza de la Constitución, 1851, p. 379.
8 VARELA Y ESCOBAR, Manuel y MARTEL Y TORRES, A. T., Bosquejo Histórico de la Muy Noble y
Muy Leal Ciudad de Écija. Écija: Imprenta Juan de los Reyes, 1892.
Señor que volviese por su causa; y luego cayó sobre la mujer la puerta de la
iglesia, que no había hecho jamás vicio, y la cogió debajo y la mató; y el Santo
avisó antes á los circunstantes para que se apartasen. Después de esto hizo
oración por ella y resucitó con conocimiento de este milagro. Dejó constituida
de su hacienda una solemne procesión y fiesta perpetua el domingo de
Ramos, y ordenó que siempre predicase un Religioso de Santo Domingo.
Es firme tradición que el Santo predicó en el púlpito que hasta hoy se
conserva en la misma iglesia y que se pintó por su orden el Juicio y el Infierno."
También aparece reflejado y comentado este milagro en el libro escrito por el
inglés A. Christian William, titulado Apariciones en Castilla y Cataluña entre los
siglos XIV y XVI9.
“Por lo que sabemos de San Vicente Ferrer, si efectivamente estuvo
en Écija, hablaría de las mismas cosas que San Pablo en la visión,
asociando explícitamente el jurar, la blasfemia, el juego y la
inobservancia de los días santos con castigos colectivos como la peste.
A principios del siglo XVII, era conocida la historia de otra fabula moral
de conversión, cumplida por el mismo San Vicente Ferrer:
Estaba predicando en una iglesia contra los vicios de Écija y una
judía se burlaba en la puerta de lo que decía. Alguien, advirtió él, se
está burlando de mi, y Dios quiere castigar esta ofensa. Entonces,
dijo a la gente que se retirase de la puerta de la iglesia, la cual cayó
de sus goznes sobre la mujer, aplastándola.
Otra versión de este duro correctivo, pero de final feliz, pretende
que San Vicente Ferrer rezó y resucitó a la mujer, que se convirtió
al cristianismo, dejó su fortuna a la iglesia y dotó un sermón anual
sobre el suceso.
En el siglo XVII, este milagro se conmemoraba en la ceremonia el
Domingo de Ramos, en la que predicaba y dominico”.
En todo caso la moral y el juego eran dos asuntos que preocupaban al
ayuntamiento local, antes, durante y después de la predicación del Santo en la
ciudad. Se conservan edictos municipales que castigaban varios actos
considerados como viciosos, como el juego y el amancebamiento, como los que se
dieron en 1387 y en 1390.
La corporación municipal apoyó la idea del milagro de San Vicente Ferrer al
objeto de eliminar esas lacras sociales que estaban haciendo mella en los
ciudadanos. Este apoyo se hace más efectivo cuando se ocasiona alguna epidemia,
de las llamadas malditas, como la peste, tan temida por la población,
considerándola como un mal enviado por la divinidad a modo de castigo.
9 WILLIAM, A. Christian, Jr. Apariciones en Castilla y Cataluña: siglos XIV-XVI. Madrid : Nerea, 1990, p. 88.
Para A. Chirstian Willian, este mismo apoyo y correctivo con efectos
inmediatos fueron aplicados en el caso del milagro de San Pablo que se daría en la
ciudad unos años después.
Encontramos dos referencias que hacen mención a que hubo al menos un
cuadro que representaba el milagro en la iglesia del Convento de San Pablo y
Santo Domingo de la orden de Santo Domingo de Guzmán.
El profesor Jesús Aguilar Díaz, en su libro titulado “El convento de San Pablo y
Santo Domingo de Écija. Siglos XIV-XX”, recoge la existencia en esta iglesia de un
cuadro que representa el milagro que estamos estudiando. Lo ubica en el muro de
la nave de la Epístola del crucero, con unas medidas son de 1,70 por 2,10 m. Sitúa
la ejecución de este óleo sobre lienzo dentro del primer tercio del siglo XVII, con
marco de madera dorada de la misma época.
La pintura reproduce el milagro de San Vicente Ferrer en Écija. El Santo
valenciano se encuentra situado en el ángulo superior derecho, elevado sobre el
púlpito desde donde predica convincentemente. Va vestido con hábito dominico y
acompaña su oratoria con el gesto de su brazo derecho, que eleva con decisión y
energía, aplicando mayor autoridad a sus propias palabras. Respecto a su cabeza,
se observa que lleva la tonsura y presentándose el resto de su pelo canoso, como
reflejo de su avanzada edad. Ante la oratoria los presentes quedan absortos, con el
ánimo sobrecogido.
Al fondo del recinto, a la derecha de San Vicente, se encuentran sentados en
primer término una serie de clérigos ataviados con distintas indumentarias
litúrgicas. Detrás de éstos, las mujeres, vestidas de negro y cubiertas con velos.
Algunas hablan y comentan entre ellas el suceso. En un plano inferior se
encuentran varios hombres con elegantes trajes con capas y sombreros, de
espaldas en su mayoría, excepto dos de ellos que dirigen su mirada al espectador.
El lado izquierdo del lienzo queda reservado para la figura de la judía. El mal
estado de conservación hace que sea imposible realizar una descripción detallada,
pero aun así la mujer parece que está bailando, ataviada con ricos velos y sedas,
dando la espalda a San Vicente, con claro gesto de desdén. La obra se completa
con una inscripción que recorre toda la parte inferior. En ella se narra la escena
que se está desarrollando en la pintura, aunque ha sido imposible realizar su
transcripción debido al mal estado de conservación del lienzo.
Tenemos constancia que el 13 de julio de 1623, el convento pagó al pintor
Alonso de Gálvez, la cantidad de 518 reales por la realización de varios cuadros.
En dicha carta de pago se menciona un lienzo con “el milagro que hizo San Vicente
Ferrer el domingo de ramos en la iglesia de Santa María de esta ciudad”. Por ello y
siguiendo las características formales de este cuadro, relacionamos el lienzo con la
producción de este maestro pintor10.
En la actualidad el cuadro que representa este milagro se conserva en el
lugar que indica tanto Jesús Aguilar como José María Garay y Conde, así como
otros historiadores ecijanos del siglo XIX.

3.- Milagro de Doña Sancha Carrillo y el Cristo abrazado a la Cruz de la Iglesia Mayor de Santa Cruz en Jerusalén
Tenemos constancia de la vida y milagros acaecidos en la persona de Sancha
Carrillo gracias al gran escritor, historiador y Rector del Colegio de San Fulgencio
de la Compañía de Jesús de Écija, el Padre Martín de Roa Francés11, quien escribió
y publico la vida de esta santa mujer.
Sancha Carrillo nació en Córdoba en torno a 1513, en el seno de una familia
perteneciente a la nobleza castellana. Fue hija de Don Luis Fernández de Córdoba
y Doña Luisa de Aguilar, sextos señores del marquesado de la Villa de
Guadalcázar12. Con el paso del tiempo se convirtió en una hermosa doncella a la
que muchos nobles miraban como futura esposa que además poseía una
espléndida dote.
10 AGUILAR DÍAZ, Jesús. El Convento de San Pablo y Santo Domingo de Écija. Siglos XIV-XX. Estudio
Histórico-Artístico. Sevilla: Ayuntamiento de Écija, 2006, p. 237-239.
11 ROA, Martín de. Vida y maravillosas virtudes de Doña Sancha carrillo. Sevilla: Alonso Rodríguez
Gamarra, 1625.
12 Ibídem.
Sus padres tenían asentada su residencia en Écija, donde Sancha pasó gran
parte de su vida y donde le sucedieron una serie de acontecimientos considerados
como milagrosos por los eruditos y personajes ilustres de la época. Con tan solo 17
años de edad, fue aceptada para formar parte como Dama del séquito de la
Emperatriz Isabel de Portugal, esposa del rey Carlos I. En 1530, mientras realizaba
los preparativos para trasladarse a la Corte, llegó el maestro Juan de Ávila a Écija
para predicar13. En breve fue convencida por su hermano Don Pedro de Córdoba,
sacerdote, para que se confesase con el maestro. Se dieron cita en la iglesia
parroquial de Santa María, donde acudió con sus mejores galas y joyas y rodeada
de sus damas de compañía. Tras una confesión y una larga charla, la doncella
cambió totalmente su forma de vida, renunciando al cargo de dama en la Corte.
El Santo y Maestro Juan de Ávila, escribió el tratado “Audi Filia” para Doña
Sancha Carrillo, refiriendo que a partir de esta confesión “desnudóse de ella las ropas
de seda, alargó las galas, i aderezos profanos, derribó todos los tocados vistosos, cortó su
cabello, i cubrió su cabeza con unas tocas bastas, i el cuerpo con una saya negra, llana, i sin
guarnición”.
Esta nueva situación y forma de vida, le llevó a comentar a sus padres que
quería retirarse a un monasterio, concretamente al de Santa María de Gracia de
Sevilla y en caso de negativa escoger un cuarto apartado, en su casa familiar,
donde poder vivir al margen del mundo. Los padres optaron por la segunda
opción escogiendo “una pequeña casita, pared en media de la suya, i acomodáronle en
ella un oratorio, con dos aposentos, i un patio pequeño, con su arriate alrededor”.
En ella se instaló Doña Sancha, sola, sin consentir el apoyo de alguna criada,
teniendo por cama un simple corcho, por almohada unos libros, vistiendo silicio
desde el cuello a los pies y encima solamente una túnica, que apretaba con un cordón
sobre su talle tan fuertemente que le causaba heridas sobre sus carnes. Hizo voto
de castidad perpetua, y comía las sobras de su casa, ordenando tapiar la puerta de
la calle, comunicándose con la de sus padres, los cuales apenas podían hablarle.
Bebía sólo el agua de lluvia que recogía en una tinaja en el patio y salía de aquellas
dependencias humildes, cuando acudía a las distintas iglesias de la localidad, como
Santa Cruz, Santa María, San Agustín, Santo Domingo, etc., e incluso para ver a
dos de sus hermanas que profesaban en el monasterio de Santa Inés del Valle.
Esta vida de mortificación le llevó a padecer grandes dolores “hallaron su
bendito cuerpo (cuando lo componían para la sepultura) carpido cruelmente por la parte,
que le ceñían las cardas, de manera que le entraba el grueso de un dedo por lo lastimado de
la cintura, no sin tierna compasión de los que la vieron”.
13 MUÑOZ, Luis. (s. 17). Vida y virtudes del venerable varón el Padre Maestro Juan de Ávila, predicador
apostólico. Ed. Facs. Barcelona: Juan Flors, 1964.
Capítulos XVII-XVIII y XIX. Sobre su predicación en Écija, conversión de Doña Sancha Carrillo y
vida y virtudes de esta mujer.
Desde que cambió su vida tuvo varios avisos del cielo, acontecimientos y
visiones milagrosas como el caso del Ermitaño, las dos doncellas, así como varias
apariciones de Jesús con la Cruz a cuestas, el Nazareno de la iglesia Mayor de
Santa Cruz.
􀁸 El caso del Ermitaño: Una noche, cuando estaba sentada en su sala con la
puerta abierta al patio, vio pasar un ermitaño, con canas y un cayado en la
mano. Ella sorprendida le dijo, Padre, ¿qué buscáis?, y este le respondió
levanta el manto y lo veréis. “Vio a una niña flaquita cubierto el rostro de moscas,
tomóla en brazos y dijo al ermitaño ¿qué es esto? ¿No te recuerdas, replicó él, cuando
ahincadamente suplicaste a Nuestro Señor, que te mostrase su alma? Pues ves, ahí
su retrato, i mira bien que de esta manera la tienes, y dicho esto desapareció.
􀁸 Las dos doncellas hermosas. Estando enferma, postrada en cama, observó
como entraban en la sala dos doncellas hermosas, cada una de las cuales
portaba un vaso en la mano. Ella preguntó ¿qué traéis?, contestando traemos
dos licores, uno amargo y otro dulce y suave, uno se llama Jordán y otro
Sión, y no es posible beber de uno si no se gusta del otro. Bebió del vaso de
Jordán y le quedó tal amargura que le duró durante varios días su sabor.
Esto le llevó a esforzarse aún más en los trabajos.
􀁸 Segunda aparición de Jesús con la Cruz a cuestas. Un día, durante la
comida, le asaltó un sentimiento de sentir lo que padeció Jesús cargado con
la cruz por la calle de la Amargura “i súbitamente se le apareció el mismo señor
con su cruz a cuestas, cansado i cubierto de sudor, pero con el semblante piadosísimo,
que regalaba mirarlo”. Se arrojó a sus pies y le dijo dadme vuestra cruz que os
ayudo a llevarla. “miróle el Señor con ojos muy regalados i amorosos, i respondióle:
No doy yo mi cruz a los perezosos, i desapareció”.
􀁸 Aparición del dominico Fray Lorenzo. Este dominico era su confesor y
residía en el convento de Santo Domingo. Se comprometieron a que el
primero de ellos que muriese vendría a ver al otro para avisarle de la
necesidad que tenía en ese momento. Una noche, mientras dormía, notó que
le tiraron del brazo, y era Fray Lorenzo, difunto, comunicándole que siguiese
a Jesús desde el pesebre hasta la cruz, y señalando una de las paredes de la
habitación, se presentó la Virgen María y Jesús en el pesebre, todo rodeado
de mucha luz y grandes resplandores. Así has de imitarlo en todo, en toda su
vida, desapareciendo en el acto. Tras la visión fue al dormitorio de su
hermano Don Pedro a quien narró lo que le había sucedido.
􀁸 Aparición de la Virgen y un coro de ángeles músicos. Estando muy
enferma, “oyó, como de muy lejos, una capilla de milagrosas voces acordadas en
increíble suavidad de música; i poco a poco se le acercaron. Entraron en su aposento
gran número de vírgenes i cercáronle la cama todas cantando. Después, la reina de
ellas, María Señora Nuestra i Madre especial suya, con la falda llena de rosas i
azucenas, se le puso en la cabecera. Repartió luego una de ellas a las demás velas
blancas y prosiguieron su música”. Mientras más se acercaban y más cantaban
menos dolor sentía y se veía mejorar de su enfermedad. Después fueron
saliendo una a una de la habitación haciéndole señales con la cabeza a la vez
que le sonreían. La Virgen, se mostró como una luz hermosa, brillante y
serena, que le pareció el sol de las tinieblas. Luego salieron todas y la escena
desapareció, sintiéndose al punto sana.
􀁸 Visión camino del Monasterio de San Agustín. Un día decidió ir a tomar la
eucaristía al Monasterio de San Agustín, extramuros de Écija. En el camino,
con el sol y el calor se sintió mal debido a la mala salud y castigos que daba a
su cuerpo. Decidió volverse y en ese momento se le apareció Jesús “de
caminante i pies descalzos, ivanle muchas gotas de sudor en el rostro, i con
semblante, aunque de cansado muy piadoso… y le dijo. Hija, no canse yo de buscarte
hasta la cruz i di mi vida por ti. ¿Tú te cansas de buscarme a mí viviendo? Estas
palabras le llenaron de fuerza y nuevo aliento, llegando sin problemas al
Monasterio de San Agustín.
􀁸 Visión de Cristo al comulgar. Una vez al comulgar vio a Cristo crucificado en
la ostia consagrada que le decía: “Hija, si te parecen muy agras tus tribulaciones,
mira las mías, y no pienses, que estás en ellas sin mí, pues soy tan tuyo, que todo me
di por ti”. Estas palabras quedaron selladas en lo más profundo de su corazón.
􀁸 Aparición del Nazareno en Santa Cruz. “estando un jueves santo en la noche,
velando el Santísimo Sacramento, en la iglesia de Santa Cruz, de la nobilísima ciudad
de Écija; catedral en otros tiempos del insigne mártir de Cristo San Crispino i del
ilustrísimo confesor San Fulgencio, obispos de aquella ciudad, i de los demás que le
sucedieron en su silla; suplicó a Nuestro Señor con muchas lágrimas, le diese siquiera
a sentir un poquito del dolor que él había padecido en una mano, cuando se la clavaron.
I súbitamente oyó gran estruendo de gente armada, que entraba de tropel en la iglesia;
vio la prisión que hicieron de Cristo, Nuestro Señor Redentor, los malos tratamientos
de su persona, i las enormes crueldades que en él ejecutaron sus enemigos por todo el
discurso de su pasión, hasta que le clavaron en la cruz. Cayó con esta representación
enajenada de los sentidos, en las faldas de una doncella gran sierva de Dios, que la
acompañaba. Pasada de aquella tribulación, volvió en si con un dolor tamaño, que la
hacía gemir, i derramar muchas lágrimas. La doncella le preguntó que le sucedía
y Sancha le dijo que le tocase la mano, dolor que le traspasó a la doncella por
media hora y que ella padeció durante días sin poder casi aguantarlos.
􀁸 Visión el día del Corpus en Santa Cruz. Una mañana de Corpus Christi
salió de su casa para ir a la iglesia Mayor de Santa Cruz a oír misa y adorar al
Santísimo Sacramento. Una vez allí, le parecieron los juegos y regocijos como
los instrumentos de la pasión. Tras finalizar la misa, vio en el altar a
Jesucristo que lo llevaban preso y muy maltratado y ensangrentado “i gran
golpe de gente, que con mucho ruido, y voces se escarnecían de él, i le decían mil
baldones y afrentas. Oyó también pregonarle por malhechor…”.
Tras la visión se fue a casa, dolida y arrodillada rezando volvió a ver a
Jesucristo maniatado y ensangrentado… y preguntándole por qué, él le
respondió: “Oi me trata así el mundo, y me pone tal cual me ves”. Este
sentimiento de dolor le acompañaría el resto de su vida.
􀁸 Tentación del diablo. Estando enferma se le apareció un perro grande que le
habló para que dejase de creer en la Trinidad y en los sacramentos, a lo que
ella se negó rotundamente. No fue esta ocasión la única en la que fue tentada
por el diablo, sino que hubo otras ocasiones que quedan reflejadas en el libro
del Padre Martín de Roa.
􀁸 Sequía en Écija. Gracias a sus oraciones, se termina una larga sequía que
padecía la comarca ecijana.
La gran devoción que sentía
por el Ángel de la Guarda y por
las Ánimas del Purgatorio, le llevó
a tener varias visiones, siendo la
más importante la que tuvo lugar
con la aparición de una esclava:
“estando una noche durmiendo,
sintió sobre si un gran peso, despertó
muy sobresaltada, y abriendo los ojos
vio una esclava, que por aquellos
tiempos había muerto en casa de sus
padres de parto. Traía un niño en los
brazos y le dijo, ruega por mí y
manda decir misas, porque son
grandes las penas en las que estoy por
este muchacho. Había sido concebido
fuera del matrimonio, i perdonada la
culpa por virtud de los sacramentos,
satisfacía la pena que le faltaba.
Doña Sancha pidió por la
difunta pero olvidó decirle una
serie de misas, ya que no
recordaba el número, por lo que la
esclava volvió a aparecérsele, solicitando su promesa de las misas. Una vez que las
dijo no volvió a tenerla en sus visiones.
También Sancha Carrillo contó con el don de la profecía, prediciendo varios
sucesos a sus familiares y amigos. En la última fase de su vida sufrió
enfermedades y una serie de señales que anunciaban su muerte incluida la
revelación que le hizo un religioso sobre la proximidad de su fallecimiento.
Doña Sancha Carrillo, murió,
asistida por el Padre Juan de
Ávila, el 13 de agosto de 1537
en la Villa de Guadalcázar38F
14,
con 24 años de edad.
Sus restos mortales
fueron trasladados a Córdoba
acompañados por un séquito,
donde fue enterrada en el
Convento de San Francisco. Al
pasar el cortejo fúnebre por el
puente, los caballos se
desbocaron recorriendo calles
y plazas, parando los animales,
sin mando alguno,
precisamente frente a las
puerta del Monasterio de San
Francisco. Como consecuencia
de los saltos se abrió el ataúd,
quedando fuera del mismo la
cabeza y parte del cuerpo de la
difunta, que fue arrastrado por
el camino, ante el dolor de sus familiares. Fue enterrada en la Capilla Mayor de
dicho Convento de San Francisco con la asistencia del Padre Juan de Ávila, quien
le había dedicado una obra suya titulada Audi, Filia.
En 2008, el cabildo municipal de la ciudad de Écija, rotuló una calle en
recuerdo de esta dama que vivió en esta localidad.
El origen de esta Real Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno Abrazado a la Cruz y María Santísima de la Amargura, establecida
canónicamente en la Parroquia Mayor de Santa Cruz en Jerusalén, se debe a la
aparición de Jesús Nazareno en la noche del Jueves Santo y más tarde de nuevo el
día del Corpus Christi, a Doña Sancha Carrillo. A partir de estas apariciones
comienza a desarrollarse una devoción que ve en aumento tomando a Jesús
Nazareno abrazado a la Cruz como advocación. En 1666 se funda la Hermandad,
siendo aprobadas sus reglas el 21 de mayo de dicho año.
Esta Cofradía conserva un cuadro que representa el milagro en el que Jesús
Nazareno se le presenta a Doña Sancha Carrillo en la iglesia de Santa Cruz. Este lienzo
está considerado, según nos informan hermanos de la propia hermandad, como una
14 GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Mª Encarnación (Ed). Entre todos Juan de Ávila. Elogio al Santo Maestro
en el entorno de su proclamación como Doctor de la Iglesia Universal. Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos, 2011, varias páginas, Datos biográficos de San Juan de Ávila.
copia de otro, original, que se conserva en un convento de clausura de la localidad.
En nuestra búsqueda del cuadro original, no hemos conseguido localizado ni
tampoco hemos encontrado noticia alguna en los conventos en cuestión.
Se trata de un lienzo de la segunda mitad del siglo XVIII, en la que se
representa el momento en el que Jesús Nazareno se le presenta a doña Sancha
Carrillo en una de sus múltiples visiones, observándose al fondo el monumento
del Jueves Santo que se colocaba en el interior de la iglesia.
Respecto a la imagen de Jesús Nazareno, titular de la hermandad, que se
venera en la Iglesia Mayor de Santa Cruz, se desconoce su autoría, siendo
atribuida al círculo del imaginero sevillano Pedro Roldán.

4.- Acontecimientos sobrenaturales atribuidos a la Virgen de la Merced en el Convento de mercedarios del barrio de Colonda (1543)
Uno de los acontecimientos naturales que ha afectado más a la población
ecijana lo largo de su historia ha sido el de las inundaciones del río Genil. Tenemos
constancia documental y pictórica de que una de las inundaciones, concretamente
la de 1543, estuvo considerada por la Orden de la Merced y por la ciudadanía
como un acontecimiento milagroso.
La primera fundación de la Orden mercedaria en Écija, se instituyó bajo la
advocación de San Pedro Nolasco, dando comienzo el 25 de marzo de 1509, día de
la Encarnación de Nuestro Señor. Los patronos fueron los condes de Palma, Don
Luis Portocarrero y su esposa, descendiente de un relevante linaje ecijano.
Respecto al comendador o superior de la nueva comunidad, fue elegido el
bachiller fray Alonso de Godoy, comendador del convento de Huete (Cuenca).
El lugar elegido para instalar el convento fue el Mesón de Foronda, frente al río
Genil, entre los caminos de Córdoba y de Guadalcázar o Palma del Río. El edificio
se levantó con las limosnas y donativos recibidos por parte del patrono y de la gente
de la localidad, donde permanecieron durante 34 años, concretamente hasta 1543.
Gracias a la documentación que se conserva en la Biblioteca Nacional de
Madrid, extraída del archivo del convento por el P. Fray Fernando del Rey,
Cronista de la Provincia de Andalucía en 1783, tenemos constancia de la primera
fundación del Convento donde se narra la inundación antes mencionada:
“En la primera hoja útil del libro de visitas, que comenzó año de 1570 y
acabó el de 1618 al fol. 178 se halla notado y firmado por el P. Fr. Miguel de
Santiago a la letra del párrafo siguiente: Por cuanto el río se llevó el
convento primero, que tuvimos en esta ciudad a la Salida del puente, junto
al camino que va a Córdoba, que hoy tiene una cruz con escudo de la
Religión, y el sitio lo dieron los Condes de Palma, y los mismos por su
mucha devoción a la Virgen, solicitaron licencia de la ciudad, y después del
la reina Dª Juana para la fundación, que se hizo el año de 1509 en dicho
sitio, y en el año de 45389F
15 en una avenida el río se lo llevó, sin haber podido
los frailes salir del convento se hulleron a el coro y se llevaron a la Virgen
SSma. Nuestra Madre que los defendió de las aguas, quedándose sólo el
pedazo que cogía el coro, y todo lo demás se lo llevó el río…”390F
16.
Este acontecimiento quedó reflejado los escritos de fray Matías Tamariz sobre
la fundación del convento de Écija: “explotó el Genil tan furioso que dio en tierra con el
convento, y edificios vecinos, siendo nuestra casa, el naufragio que más experimentó sus
furias, pues solo la iglesia y coro dejó, en que se guardó el Santísimo y Nuestra Señora, las
reliquias y salvaron la vida los religiosos”391F
17.
15 Debe tratarse de un error en la transcripción de este documento ya que la riada se dio en 1543.
16 MARTÍN PRADAS, Antonio. “El conjunto coral del Convento de la Merced Calzada de Écija:
Sillería de coro, tintinábulos y órganos”. En Actas de las VIII Jornadas de Protección del Patrimonio
Histórico de Écija “500 aniversario de la Fundación del Convento de Nuestra Señora de la Merced y la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad y Stmo. Cristo de la Exaltación en la Cruz de Écija”. Écija: Asociación de Amigos de Écija, 2010, p. 232.
Biblioteca Nacional. Raros y manuscritos. Noticias especiales del Convento de Écija, extraídas de su
Archivo por el P. Fr. Fernando del Rey (Cronista de Andalucía año 1783). Trata de la fundación y traslación del convento y nota de sus hijos, etc. Mss. 2.443, expediente 74, f. 350 y ss.
17 RUIZ BARRERA, Mª Teresa. “Convento de Nuestra Señora de la Merced, 500 años de presencia en Écija. En Actas de las VIII Jornadas de Protección del Patrimonio Histórico de Écija “500 aniversario de la inundacion Esta descripción de la inundación, que también es recogida por el Padre
Martín de Roa en su libro sobre Écija, pudo servir al pintor que realizó el cuadro
anónimo que se conserva en la iglesia del Convento de la Merced, un óleo sobre
lienzo en el que se conmemora la riada del Genil en 1543. En él se aprecia la
devastación que produjo la gran inundación del río, presentándose la iglesia
semiderruida, aunque se conserva intacta la parte de los pies del templo. En el
lienzo destaca el coro alto, lugar donde se refugiaron del desastre los monjes
mercedarios con cirios en las manos, en torno a la Virgen de la Merced y el
ostensorio que guardaba el Santísimo. En cuanto al coro, se observa que estaba
cubierto con bóveda de cañón con lunetos, similar al coro de la iglesia actual.
Por otro lado el río se ha salido de madre, inundando ambas orillas de la
ciudad y sobrepasando los límites del puente, que comunica la ciudad con
Córdoba. La fuerza del agua ha arrollado todo lo que se encontraba a su paso,
destruyendo los edificios aledaños, quedando únicamente en pie parte de los pies
de la nave de la iglesia, donde se encuentra situado el coro bajo. También se
representa la portada, similar a la actual, así como la espadaña del convento. En el
coro se han refugiado los catorce frailes, que formaban la comunidad, portando
velas encendidas, y el comendador fray Diego de Góngora que apoya en su pecho
el ostensorio. En la parte baja se observa el retablo de San Ramón Nonato.
Esta composición dramática queda equilibrada por la intervención divina,
tres ángeles en vuelo sostienen los muros de la iglesia a la altura del tejado,
protegiendo lo que queda del edificio a la vez que a la comunidad y a la imagen
de la Virgen de la Merced, resaltando así un acontecimiento considerado como
milagroso por la comunidad y la ciudadanía.

5.- Acontecimientos milagrosos atribuidos a San Ignacio de Loyola
(1622-1623)
Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, fue beatificado el 27
de julio de 1609, y canonizado por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622,
junto con San Francisco Javier. La iglesia y los jesuitas celebran la fiesta de Ignacio
el 31 de julio, el día de su muerte.
Con motivo de la canonización de San Ignacio de Loyola y San Francisco
Javier, y de la beatificación de San Luis Gonzaga, los religiosos de la Compañía de
Jesús celebraron fiestas en los distintos colegios que la orden tenía distribuidos por
las distintas provincias de España y en concreto en los de la Provincia de
Fundación del Convento de Nuestra Señora de la Merced y la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad y
Stmo. Cristo de la Exaltación en la Cruz de Écija”. Écija: Asociación de Amigos de Écija, 2010, p. 30-31.
18Cervantes Virtual. Biblioteca de la Universidad de Granada. “Fiesta de las canonizaciones del
esclarecido Patriarca san Ignacio de Loyola... y del glorioso san Francisco Xavier... y de la beatificación del
bienaventurado S. Luis Gonzaga... de la Compañía de Jesús, desde treinta de Julio hasta diez de Agosto, que se celebran en el Colegio de la Compañía de Jesús de Écija”. [S.l.: s.n.], 1622.
Andalucía. En el Colegio de San Fulgencio de Écija, entre el 30 de julio y el 10 de
agosto de 1622, se realizaron una serie de fiestas con motivo de este
acontecimiento tan importante para la Compañía.
La canonización de Ignacio de Loyola trajo consigo una serie de
acontecimientos y sucesos considerados como milagrosos, no solo por los jesuitas
que formaban parte del Colegio de Écija, sino por jerarquía eclesiástica sevillana y
los vecinos de la ciudad.
Esta serie de “milagros” fueron recopilados por la propia Compañía de Jesús
en un impreso publicado en Madrid en 162319: Se trata de un documento impreso
en 4 folios, tres de ellos recto y vuelto y el cuarto solo impreso en el recto.
Este documento se titula: “Relación de algunos casos milagrosos, que Nuestro
Señor ha obrado en Écija, por intercesión de San Ignacio de Loyola, fundador de la
Compañía de Jesús, desde treinta y uno de julio, de 1623, día de su glorioso tránsito, hasta
último de septiembre del mismo año. Escrita por un caballero de dicha ciudad, a un señor
de estos reinos, residente en esta Corte”.
Desconocemos su autor, aunque el propio documento hace referencia a que
los sucesos milagrosos fueron recopilados y escritos por un caballero de la ciudad
de Écija y dedicado “a un señor de estos Reinos, residente en la Corte”.
El documento cuenta con una introducción, donde refiere que se han
producido muchos milagros en Écija por mediación de San Ignacio de Loyola, y
que de estos solo se han recogido algunos de los más importantes, ya que otros
son más antiguos. Todos los acontecimientos ocurridos están certificados y
testificados bajo juramento por aquellas personas involucradas en el evento, que
han difundido sus experiencias y conmemorado estos acontecimientos con misas
en el altar de San Ignacio que incluso llegan a decir clérigos de otras órdenes
religiosas de la ciudad. También se le dedicaron fiestas votivas, novenas, cera,
votos y exvotos, y “listones que le tocan para aplicarse a diferentes enfermedades”. A tal
nivel llegó que la Congregación del Espíritu Santo le dedicó al Santo una lámpara
de plata que tiene colocada junto a su altar.
En el texto se recogen un total de 27 milagros obrados en personas naturales
de Écija y de diferente posición social:
1.- Ana Ramos, mujer de Antonio de Rocha, Barbero.
Gran calentura con hinchazón de garganta, casi sin poder respirar. Se curó al
encomendarse a San Ignacio mediante una medalla de la advocación de éste.
19 Archivo de la Real Academia de la Historia. Sección Jesuitas, sig. 9-3690/77. “Relación de algunos casos milagrosos, que Nuestro Señor ha obrado en Écija, por intercesión de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, desde treinta y uno de julio, de 1623, día de su glorioso tránsito, hasta último de septiembre del mismo año. Escrita por un caballero de dicha ciudad, a un señor de estos reinos, residente en esta Corte”. Madrid: Juan Flamenco, 1623.
2.- María de Aguilar, de 9 años de edad. Hija de Ginés Guerra y de María
Aguilar, labradores.
Siete días con calentura continua “de garrotillo” y sarampión. Llegó a tal
punto que el médico y licenciado Benito Cruzado, la había desahuciado y mandó
que tomase los santos óleos el 29 de agosto. Llegó incluso el barbero Juan de los
Reyes a ponerle ventosas “fajadas, y fecas”.
Ante esta situación la niña se encomendó a San Ignacio y le dijo a su madre
que fuese a decir una misa al Santo, y al punto la niña comenzó a mejorar. Gracias
a este suceso el labrador entregó al Colegio de San Fulgencio una buena limosna
en especie, concretamente trigo, celebrando una misa de acción de gracias en el
altar del Santo.
3.- María del Rosario, de 6 años de edad. Hija de Francisco Rodríguez de
Lara, mercader y de su mujer Catalina Muñoz de Aguilar.
Ocho días con fiebre de garrotillo y sarampión. Se le practicaron dos sangrías
y ventosas fajadas y otros medicamentos, sin encontrar alivio a sus males.
Llegó a tener “traspillados los dientes, y los ojos vidriados”, desahuciada por el
mismo médico que el caso anterior y por el cirujano Pablo Ruiz. Ante esta
situación, su madre comenzó a aplicar remedios divinos, trayendo a la casa
reliquias de varios santos y encomendándola a la Virgen del Rosario y a través de
ella a San Ignacio de Loyola.
Al día siguiente, envió una limosna al Colegio de la Compañía y mandó
decir misa al santo, mejorando de momento la enfermedad de la niña, que se curó
varios días después.
4.- Mariana de Villalba, de un año de edad. Hija de Francisco Carmona y
Leonor del Rincón.
Tres días enferma de unos flemones e hinchazón de garganta, sin dormir ni
mamar. Sus padres ofrecieron a San Ignacio ponerle un cirio y una misa, lo que
provocó que la niña se quedase dormida, mejorando rápidamente. Al día siguiente
amaneció con hinchazón en el lado opuesto de la garganta, lo que llevó a sus
padres a volver a invocar al santo, con una medalla y una de sus reliquias que
aplicaron a la zona dolorida de la niña, quien comenzó a mejorar.
5.- Juan Muñoz, marido de Ana Delgado y mayordomo de Sancho Rueda.
Diez meses con “quartanas continuas y recias” que le daban calenturas de más de
seis horas diarias.
Su mujer hizo una novena a San Ignacio y rezando una parte del rosario,
pidiendo por la salud de su esposo, quien se curó de la cuartana unos días después.
6.- Marcos Ruiz de Jaén, casado con María Rodríguez, hortelanos.
Padeció cuatro “cesiones, la una de parasismos, y las tres con grandes vaicas, y vómitos,
sin poder pasar cosa alguna de comida en cuatro días”, muy enflaquecido y débil.´
El 31 de agoto, María de Carmona, su hija, se trasladó a la iglesia de la
Compañía para pedir a San Ignacio por la salud de su padre, ordenando que le
dijesen una misa en su altar. Acabada la misa le trajeron a casa un cáliz con agua
de la santa misa, que bebió, obrándose el milagro de la sanación y quedando el
médico asombrado.
7.- Juan del Álamo, cantarero.
Enfermedad similar al anterior, padeció cinco o seis tercianas muy fuertes,
casi con privación de juicio, se encomendó a San Ignacio con pronta recuperación
que agradeció en la iglesia del Colegio de San Fulgencio.
8.- Catalina de Prado, mujer de Francisco Díaz, melonero.
Estuvo ocho días con calenturas
fuertes y continuas y dolor de costado,
sin encontrar alivio ni remedio. Su
marido se trasladó el 21 de agosto a la
iglesia de la Compañía a decir una
misa y a rogar por la salud de su
mujer. La misa se dijo al día siguiente
mejorando de su enfermedad,
quedando el médico Licenciado “Silis”,
totalmente sorprendido de la curación.
9.- Elvira Díaz, de 60 años de
edad, mujer de Alfonso Aguilar,
aperador.
Le apareció un fuerte dolor en
una pierna que la imposibilitó de
andar, teniendo que ser llevada a la
cama en brazos. Esta enfermedad le
duró cinco semanas durante las cuales
le suministraron diversos remedios.
Viéndola en esta situación Antón
Sánchez, su vecino, que era muy
devoto del fundador de la Compañía, le dijo se encomendara al Santo y le dijese
una misa en su altar. La misa la dijo en la iglesia de la Compañía el Padre Vicario
del Convento de la Victoria el cinco de agosto. Desde que se dijo la misa se sintió
muy mejorada y recuperada en varios días.
10.- Juan del Castillo, niño de trece meses, hijo de Pablo de la Cruz e Isabel
del Castillo, traperos.
Padeció durante cuatro meses mal de ojos o de otra enfermedad que no se
pudo conocer. Se fue consumiendo y perdiendo ganas de mamar. El día de San
Ignacio se puso helado con los brazos caídos, llegando sus padres a pensar que
había muerto. Esa tarde su padre se fue a la iglesia de la Compañía y se
encomendó al Santo por la ayuda de su hijo. Cuando volvió a casa el niño había
sanado y estaba alegre, alentado y caliente.
11.- María de la Cruz, de ocho años de edad. Hija de Juan de Vega, barbero y
de María de Robles.
Estaba achacosa con un gran dolor de oídos, sin mejoría con los
medicamentos que se le suministraban. El 24 de agosto llegó a ser el dolor tan
fuerte y constante que comenzó a gritar y llorar sin consuelo. Ante esta situación
su madre, devota del Santo, le aplicó al oído una medalla del Fundador de la
Compañía diciendo: “San Ignacio te quiete este dolor”, eliminándose al momento el
dolor del oído enfermo.
12.- Miguel Colorado, trabajador del campo, marido de Catalina Ortos.
Una noche que durmió al raso (al sereno) se sintió a la mañana siguiente con
un fuerte dolor en el brazo izquierdo que le duró más de dos meses. Llegó a gastar
en remedios más de 20 ducados sin encontrar mejoría alguna. En este tiempo
Adán López, especiero, le propuso que se encomendase a San Ignacio y le dijese
una misa a la que debía de asistir con devoción. Tras decir la misa, el enfermo
comenzó a notar mejoría, pudiendo alzar el brazo hasta la altura de la cabeza, sin
otro remedio que el del santo. Tal fue la gratitud que ofreció limosna para
mantener encendida la lámpara de su altar.
13.- Fernán García, aperador, marido de Francisca de Aguilar.
Llevaba un año y medio enfermo de idropesia, hinchándosele todo el cuerpo
e inmovilizado. Al procurar remedio mejoró pero el 23 de abril de 1623 la
enfermedad aumentó, con más fuerza. Se le hincharon los ojos, manos, vientre y
piernas, permaneciendo postrado en la cama sin poder levantarse. Su mujer tras
ver que los jarabes de raíces no surtían efecto, le dijo que se encomendase a San
Ignacio y le prometiese una misa del primer dinero que con su trabajo ganase
cuando sanase. Tras la promesa comenzó a sentirse más aliviado. Se trasladó al
campo el tres de septiembre y volvió el ocho, día de Nuestra Señora la Virgen del
Valle, delgado como si no hubiese padecido nunca dicha enfermedad. Luego
acompañado de su mujer fueron a decir una misa en el altar del santo, colocaron
exvoto y publicaron por la localidad sus grandezas.
14.- Catalina Ruiz, viuda especiera.
Tras siete semanas de calentura continua, le sobrevino un fuerte y recio dolor
en el costado, que le duró veinte días, tras el cual le salió una “postema” en el
estómago, de tal forma y dolor que no se pudo acostar en casi un mes. Las
enfermedades la llevaron a tal punto que sus amigas y vecinas en oyendo doblar
alguna campana pensaban que ella había muerto. El licenciado Juan Tirado y el
Licenciado Cristóbal de Solorzano, médicos, la habían dejado como incurable. El
31 de julio, al no tener mejoría, su yerno, Adán López, especiero, le aconsejó que se
encomendase a San Ignacio que era su día. Y que diese limosna para decirle una
misa. Y que junto a esta diligencia se acordase de Nuestra Señora del Valle. Al
volver su yerno de decir la misa, la encontró sin calentura, y tres días después se
encomendó con más confianza al santo, reventó la postema sintiéndose muy
aliviada, mejorando rápidamente. Pero de una aire que el dio le sobrevino un
“envaramiento a la cabeza”, sin que la pudiese mover. Le untaron unos aceites, lo
que le provocaron “ericipula” en toda la cabeza. Para su cura acudió el cirujano
Pablo Ruiz, aconsejando realizar una sangría, aunque por petición de la enferma
no se llegó a realizar. A cambio se encomendó a San Ignacio y se untó solo saliva
en ayunas, curándose en cinco días gracias a la intervención del Santo fundador de
la Compañía de Jesús.
15.- Lázaro López de Santiago, cordonero, marido de María de Navarrete.
Desde que amaneció el viernes, quince de septiembre, con un grandísimo
“dolor de ijada”, sin poder comer ni descansar. Le pusieron varios ungüentos
como remedio sin mejoría alguna. A tal punto llegó su enfermedad que se preparó
para la confesión y tomar los santos óleos. Al día siguiente un niño que pasaba por
la calle pregonaba que llevaba una reliquia de San Ignacio y al tanto, Benito de
Lucena, zapatero, le pidió que se la prestase aplicándosela al enfermo donde tenía
el fuerte dolor. Tras esto el enfermo mejoró encontrándose al día siguiente
totalmente sano. Muy agradecido al Santo, mandó a los padres de la Compañía
decir varias misas en su altar, en agradecimiento.
16.- Juana de Carmona, mujer de Cristóbal Ramírez, labrador.
Estando preñada de nueve meses, a principios de septiembre, le asaltó un
fuerte dolor de ijada que el duró tres días. La comadrona viendo el efecto que
provocaba el dolor le comentó que corría peligro la criatura que llevaba en su
seno. Afligida y sin reposo se encomendó a San Ignacio de Loyola, prometiéndole
una novena. Tras esto comenzó a sentirse cada vez mejor. En la novena también le
pidió que mejorara la salud de su marido, que estaba enfermo en el campo, el cual
volvió unos días después sano y salvo.
17.- Francisco Velasco, sedero, esposo de Ana Portillo.
Llevaba casi doce años que padecía intermitentes dolores de ijada que le
duraban entre 8 y 15 días. Pero a principios de septiembre arreciaron los dolores,
dejándolo exhausto y muy mal de estado corporal. Llegó a sus oídos que otro
enfermo con dolencia similar a la suya, se había untado aceite del que había
comprado para la lámpara de plata que la Congregación del Espíritu Santo hace a
San Ignacio. Mandó que le trajesen aceite de un candil y se la untó donde el dolor
era más intenso diciendo: “en el nombre del aceite con que ha de arder la lámpara de San
Ignacio”, y al punto quedó descansado y aliviado y al día siguiente muy mejorado.
18.- Catalina Rica, hija de Sebastián de Dueña y de Juana Díaz.
Llevaba tres días con un “corrimiento de ojos, y los tenía muy hinchados,
encarnizados y encendidos” y fuerte dolor, sin que pudiese ver. Tras verla así
Cristóbal de Dueña, su hermano, le entregó una medalla de San Ignacio para que
se la colgase al cuello y se la frotase por los ojos. El 7 de septiembre, tras pasar la
medalla por los dolidos ojos mejoró al instante, despertando al día siguiente sin
ningún dolor, deshinchados y viendo todo perfectamente.
19.- Alfonso Martín, trabajador, casado con María de Aguilar.
Tras un resfriado le dieron unas “bubas” que le impedían el uso de sus
miembros, sin poder menear las manos, con un fuerte dolor que le duró un mes.
Al verle en esta situación, Adán López, su amigo, que confiase en San Ignacio y
juntase para decirle, al menos, una misa. El enfermo se encomendó al santo
realizando el ofrecimiento que le había aconsejado su amigo, mejorando en el
momento. Esto sucedió el seis de septiembre y el diez del mismo mes estaba
bueno del todo, yendo a trabajar al campo. En agradecimiento hizo decir la misa
que había ofrecido al Santo.
20.- Luisa de Guzmán, mujer de Bernabé Escalante.
Llevaba siete años padeciendo continuos y fuertes dolores de cabeza
(migrañas?), sin que las unciones, sudores, emplastos y muchas medicinas que el
aplicaban le provocasen alguna mejoría. En los últimos días le provocó hinchazón
de cabeza, como ella decía “parecía la hinchazón segunda cabeza”. Ante esta
situación, Ana Ramos, mujer de Antonio de Rocha, barbero, experimentada por
las mercedes concedidas por el santo, le aconsejó se encomendase a él y le hiciese
una novena. La enferma comenzó la novena el lunes 18 de septiembre,
encontrando alivio ese mismo día. Esa noche expulsó dos gusanos por su
garganta, quedando totalmente libre de dolor. Al día siguiente fue a la Iglesia de
San Fulgencio a pedir alguna medalla y reliquia del santo.
21.- Beatriz de Santa Cruz, mujer de Juan de Saavedra.
Había una esclava que padecía fuertes dolores e hinchazón de vientre y
tercianas, sin tener mejoría tras aplicarle numerosos remedios. Tan acongojada
estaba, que llegó a llamar a un confesor para disponerse a morir. Tras recordar que
su marido se curó gracias a la intersección de San Ignacio de unas “cisiones
parasismales”, cambió y mandó le dijesen una misa al santo en su altar y el trajesen
un listón para tocarlo. Tras esto se obró el milagro quedando libre de dolores y
temblor y sin fiebres tercianas. El martes 26 de septiembre fue a darle las gracias a
San Ignacio y a iniciarle una novena que finalizó con gran devoción.
22.- María Ruiz, esposa de Juan de Ostos.
Hacía siete meses que se cayó un tabique y le aplastó una pierna,
rompiéndosela por dos partes. Se llevó este tiempo con grandes dolores y
sucesivas curas sin poder moverse por sí misma. Al ver que no mejoraba, se
encomendó a San Ignacio, prometiéndole una misa. Ese mismo día se vio
fortalecida la pierna, llegando a andar en unos días. Tras esto su marido padeció
unas fuertes “tercianas dobles”, a lo que ella se volvió a encomendar al santo, lo
que provocó que se curara.
23.- Agustín Guerrero, hijo de Francisco Guerrero, ganadero y de María Aguilar.
Llevaba tiempo padeciendo de la vista de tal forma que al ponerse al sol
quedaba como ciego, sin distinguir nada. Esto le provocaba que cuando le daba en
el campo se quedaba sentado, en el lugar donde estaba, hasta que alguien iba a
recogerlo y lo llevaba a casa. Al verlo en esta situación, Pedro Fernández, vecino
de su heredad, le aconsejó que se encomendase a San Ignacio. Así lo hizo y rezó
un Pater Noter y un Ave María, y esa misma noche tuvo los ojos tan buenos que
distinguía caminos, sendas, arboles, etc.
24.- Ignacio de Guzmán, diez meses de edad, hijo de Diego de Guzmán y de
María Pesquera.
Llevaba un mes con los ojos lastimados sin poder sacarlo sus padres ni al sol,
ni a la luz, solo podía estar en habitaciones oscuras. Los ojos llegaron a supurarle
pus ensangrentado y le pusieron muchos remedios que no dieron los frutos
esperados. El domingo 24, le sobrevino un continuo lagrimeo de sangre, acudiendo
los padres al médico licenciado Benito Cruzado. Éste mandó que le pusiesen unas
ventosas fajadas para que no perdiese los ojos, dejándolo para el día siguiente. El
padre, bien de mañana, fue a visitar a San Ignacio para pedirle remedio para su
hijo. Al volver a casa a mediodía, encontró a la mujer contenta ya que sin haber
puesto las ventosas el niño había mejorado y tenía los ojos abiertos y veía.
25.- Domingo Álvarez, marido de María de Los Reyes.
Llevaba años padeciendo de fuertes dolores de cabeza cuando llegaba la
época de los temporales. Los dolores, según comentaba, eran semejantes a colocar
una lima ardiendo sobre la ceja derecha. En el mes de agosto los dolores se
hicieron más fuertes y constantes, durando más de once días seguidos. Al ver la
situación se encomendó a San Ignacio y a San Francisco Javier, prometiendo
encargar que hiciesen dos cuadros suyos y decirles una misa. A la mañana
siguiente se despertó sin dolor alguno, sin que volviesen a repetirse los dolores de
cabeza. Tras esto, el 9 de septiembre, le comenzó una fuerte calentura, llevándole
casi a la muerte en varios días. Su mujer tuvo visiones del Santo con el dedo hacia
arriba. Tras esto se volvió a encomendar a San Ignacio ofreciéndole una solemne
fiesta, envió un listón para que tocasen la escultura en la iglesia de la Compañía.
Tras tocarle con el listón, lo que le mejoró, despertando al día siguiente como
nuevo. Como agradecimiento le hizo al santo una fiesta el día de San Mateo.
En octubre, su mujer, se vio afectada de una gran calentura con dolor fuerte
de garganta y dolor de vientre, dolencias que tuvo hasta principios de noviembre,
llegando casi a fallecer. El once de noviembre, le puso sobre el vestido el listón que
trajeron de la Compañía cuando él había estado enfermo, lo que provocó gran
mejoría hasta curarse totalmente.
26.- Padre Fray Damián de Lugones. Orden de San Francisco de Asís.
Estuvo en peligro por una “perlesia” que le tenía impedido. A juzgar por los
médicos, si escapaba de la muerte, se quedaría impedido durante mucho tiempo.
El enfermo se encomendó a San Ignacio y fue mejorando poco a poco, hasta sanar
totalmente. Como acción de gracias acudió nueve días seguidos a la iglesia de San
Fulgencio a decir misa en el altar del Santo.
27.- Hernando de Ávila, Regidor.
Enfermo del “mal de orina”, observó como los dolores iban en aumento,
sintiéndose cada día peor. Al verse en tan mal estado se encomendó a San Ignacio
prometiéndole una fiesta, sintiendo mejoría a partir de ese momento.
Al final del documento se vuelve a hacer mención de la multitud de casos
que se dieron en la localidad de Écija, todos ellos avalados por enfermos y sus
familias. Se mencionan enfermedades varias como partos muy dificultosos,
enfermos de garrotillo, tercianas, y otras enfermedades que les llevaban a estar
desahuciados por los médicos.
6.- Acontecimientos sobrenaturales en el Convento de las Marroquíes
atribuidos a Sor María de San Agustín
Sor María de San Agustín, nacida en el siglo María del Pino y Sánchez, era
natural de Loja (Granada), hija de un matrimonio humilde formado por Juan del
Pino y María Sánchez Acebedo. Llega al convento astigitano de la Santísima
Trinidad y Purísima Concepción (Marroquíes) con 14 años, y dos más tarde, en
1651, profesa de velo blanco.
Su vida en clausura, sirviendo en la cocina del convento, se vio jalonada de
numerosas visiones y fenómenos místicos que, por orden de su confesor, el jesuita
Pedro Caro, fueron recogidos por escrito. Los documentos, redactados entre 1682
y 1697, fueron copiados en 1868, y comprende 73 relatos donde da debida cuenta
de apariciones, revelaciones y visiones: su amorosa unión con Dios, la compañía
que le profesaban los ángeles custodios o el don de vaticinar acontecimientos
futuros como la recuperación milagrosa de un joven muy enfermo, salpican cada
una de los escritos de Sor María, que incitan a la oración y a practicar la virtud20.
7.- Acontecimientos sobrenaturales en el Convento de San José atribuidos
a la Madre Sor Juana de la Santísima Trinidad desde 1693 hasta 1702
La piadosa vida de la Madre Juana de la Santísima Trinidad, fundadora del
Convento de Carmelitas Descalzas de Écija, fue recogida en un Manuscrito que a
día de hoy se conserva en la sección Raros y Manuscritos de la Biblioteca Nacional,
20 MARTÍN OJEDA, M. GARCÍA LEÓN, G. El Convento de la Santísima Trinidad y Purísima
Concepción de Écija (Marroquíes). Écija: Convento de las Marroquíes, 1999, p. 67-71.

con una copia en el archivo del propio convento. El texto, escrito hacia 1663 por
una religiosa del convento carmelita de Écija, fue redactado a petición de Sor
Isabel María de la Santísima Trinidad, nieta de la Madre Juana, para dejar
constancia, por escrito, de la vida de la que fue Duquesa de Béjar, sus piadosas
obras, sus fundaciones… y sus milagros21.
Anexo a este manuscrito, una serie de documentos escritos y firmados el 24
de enero de 1639 por la Madre Magdalena de Jesús, Priora del Convento de
Sevilla, detallan una sucesión de milagros y apariciones acaecidas en el convento
ecijano de San José, vulgo de Las Teresas; entre dichos acontecimientos
sobrenaturales se incluyen varios relacionados con Santa Teresa de Jesús y con la
Madre Juana de la Santísima Trinidad.
Doña Juana Marta Capistrana Hurtado de Mendoza y Enríquez, nació en
Guadalajara, a la una de la tarde del día 29 de julio de 1575, día de Santa Marta,
fruto del matrimonio formado por Don Íñigo López de Mendoza y Doña Luisa
Isabel Enríquez de Cabrera, V Duques del Infantado. De los doce hijos que
tuvieron sólo vivieron cinco22.
Desde pequeña mostró gran acercamiento a la oración y a la vida religiosa.
Por dar gusto a sus padres contrajo matrimonio con Alonso Diego López de Zúñiga
Sotomayor de Guzmán23, VI Duque de Béjar, a quien el Padre de Doña Juana, que
era el Duque del Infantado, traspasó un censo a favor del Marqués de Gibraleón
por haber tomado como esposa a su hija24. Este matrimonio trajo consigo algunas
desavenencias entre la Casa del Infantado y la de Béjar, ya que años después de su
celebración, el Duque del Infantado seguía debiéndole dinero al de Béjar por la
dote de su hija Juana de Mendoza25. Del matrimonio nacieron dos hijos, una niña
21 MARTÍN PRADAS, A. y CARRASCO GÓMEZ, I. Sor Juana de la Santísima Trinidad, Duquesa de Béjar,
Fundadora del Convento de Carmelitas Descalzas de Écija. Écija: Asociación de Amigos de Écija, 2006.
22 Ambos manuscritos hacen referencia a que tuvieron cinco hijas, quedando una de ellas soltera.
En realidad de los doce hijos que nacieron de la pareja, cinco alcanzaron la edad adulta, uno de
ellos varón y las cuatro restantes mujeres.
23 Fue Duque de Béjar, Marqués de Gibraleón, Conde de Belalcázar y Bañares, Vizconde de la
Puebla de Alcocer, Señor de las Villas de Capilla, Curiel y Burguillos. Gran erudito de su época y
mecenas de las artes, muchos escritores le dedicaron sus obras a cambio de su protección: Miguel
de Cervantes le dedicó su libro Don Quijote de la Mancha; Pedro de Espinosa, la primera parte de su
libro Las Flores de Poetas ilustres de España de 1602; Juan López del Valle, le dedicó un soneto
titulado “Soneto a la Grandeza del Duque de Béjar”; Cristóbal de Mesa, sus “Rimas” en 1611, y
Lope de Vega el soneto 131 de sus “Rimas”, entre otros.
File//F:\Alonso%20Diego%20López%20de%Zúñiga%20y%20Sotomayor%2020Enciclopedia.htm.
(14 de junio de 2006).
24 Archivo Histórico Nacional (AHN), Sección Nobleza, Osuna, C.240, D.4(1-31), año 1626-1630.
Razón de la que pasó en el censo que el Duque del Infantado impuso a favor del Marqués de Gibraleón,
después Duque de Béjar, en razón del matrimonio de éste con su hija Juana.
25 AHN, Sección Nobleza, Osuna, C.241, D.3(1-63), (doc. 49-50), año 1630-1633. Razón de la que la
Casa del Duque del Infantado debía a la de Béjar por razón de la dote de Juana de Mendoza.
que murió a los 14 años26 y Francisco Diego López de Zúñiga Sotomayor y
Guzmán, su heredero y VII Duque de Béjar, quien contrajo primeras nupcias con
Ana de Mendoza, Duquesa de Mandas, con la que tuvo tres hijos y una hija27. Tras
morir su primera esposa, contrajo matrimonio con Francisca Téllez-Girón.
Tras una breve enfermedad, el Duque murió en Gerena (Sevilla), asistido por
su esposa. Inmediatamente después de las exequias funerarias –para más
exactitud a los cuatro días de la muerte del Duque--, Doña Juana se trasladó a
Sevilla para tomar el hábito de las Carmelitas Descalzas, pero por no haber sitio en
el convento, ingresó en el de Nuestra Señora de los Reyes de monjas dominicas,
donde esperó otros cuatro días hasta tener sitio en el Convento de San José del
Carmen. Tras ingresar en el convento no tomó el hábito de carmelita descalza
hasta el 18 de diciembre de 161928, profesión que se dilató en el tiempo algunos
años debido a que había quedado como albacea de los bienes de su marido, siendo
General de la Orden el Padre Fray Alonso de Jesús María y Priora del convento la
Madre María de San José. Durante este tiempo llegó a formalizar varios acuerdos
con su hijo, el Duque de Béjar, estableciendo una serie de cláusulas. Por un lado
renunciaba a sus bienes terrenales con la salvedad de los 55.000 ducados que le
pertenecían por derecho de su dote y que su hijo debía de pagarle, además de
5.000 ducados al año al que estaba obligado por pensión alimenticia, escritura
realizada ante el escribano público Juan Bautista de Contreras el 9 de julio de 1622.
De este dinero estableció una donación de 2.000 ducados de renta anual mientras
ella viviera, al convento de San José del Carmen de Sevilla29. Las relaciones entre
madre e hijo se tensaron a razón de la negativa del Duque a pagar a su madre la
pensión alimenticia, como estaba establecido en la escritura de concertación que
ambos firmaron en Sevilla el 9 de julio de 162230.
Por otro lado realizó un inventario de todos los bienes que se encontraban en
su recámara y que presentó ante el mismo escribano el 3 de diciembre de 1623. En
dicho inventario quedan recogidos todos los bienes muebles de su propiedad
entre los que se detallan cuadros, rosarios, libros, escritorios, alhajas, vestidos,
esculturas religiosas, retratos, ajuar doméstico, algunas antigüedades, etc.,
especificando si los había comprado ella o les habían sido regalados; entre las
26 En el traslado que se hizo de su vida en 1808 se anota que la hija murió a los 14 meses, en el
manuscrito de la Biblioteca Nacional dice a los 14 años.
27 Alonso de Zúñiga Sotomayor, XI Duque de Belalcázar; Juan Manuel de Zúñiga Sotomayor y
Mendoza, IX Duque de Béjar; Diego de Zúñiga Sotomayor y Juana de Zúñiga y Mendoza.
28 En el traslado de 1808 se anota la fecha de 1614, cinco años antes al que se refiere el manuscrito
de la Biblioteca Nacional.
29 AHPS. Protocolos Notariales. Legajo 4.291. Adjudicación al Convento de Carmelitas Descalzas por
parte de Doña Juana de Mendoza, Duquesa de Béjar, año 1622, folios 192 r.- 203 r.
30 AHN. Sección Nobleza. Osuna, c. 239, D. 4-5. Paulina del Nuncio Apostólico, Alejandro de
Sangro a petición del Duque de Béjar sobre el pleito civil que mantiene con su madre Juana de
Mendoza, por una pensión de alimentos, años 1624-1626.
personas mencionadas destacan su marido, su madre, su padre, sus hermanas las
duquesas del Infantado y de Alba, la Marquesa de la Tela31, la Condesa de Palma,
el Marqués de Flores de Ávila, Doña María de Aliaga, la Condesa de Saldaña, la
Marquesa de Ayamonte, Doña María de Ayala, la Condesa de Miranda, Don
Diego Núñez Pérez, vasallos y criados32, etc.
Gracias a los documentos consultados tenemos constancia que su profesión a
la religión se realizó el 19 de abril de 1624. Este mismo año donó al convento
sevillano más de 2.000 ducados, y mandó construir un oratorio con retablo para un
crucifijo que desde joven le acompañaba, así como ornamentos y alhajas para la
iglesia del convento, dotándolo de una renta anual. También otorgó su testamento
y codicilo ante Juan Bautista de Contreras, Escribano Público de Sevilla,
testamento que fue reformado el 20 de junio de 1641, en virtud del Breve otorgado
por el Papa Urbano VIII, ante Francisco Sánchez, Escribano Público de Écija.
Dentro de convento desempeñó varias funciones, Maestra de novicias,
Priora, Vicaria, etc., siendo elegida el 23 de octubre de 1630 Prelada del Convento
de Sevilla33. Su vida, según el manuscrito, fue de religiosa ejemplar y gran
observadora de las reglas de la Orden del Carmelo, dando continuos ejemplos de
sacrificio y humildad no sólo a las monjas y novicias que habitaban el convento
sino también a la población de Sevilla, Écija y otras localidades.
A lo largo de su vida seglar y conventual realizó innumerables obras de caridad;
entre ellas cabe destacar las dotes que entregó a muchas religiosas que entraron en
diferentes conventos de Castilla y Andalucía, además de tener señalada una
cantidad de dinero para la redención de cautivos. También tenía dotadas unas
plazas de 1.200 ducados (mil de dote y doscientos para el alimento del año de
noviciado), para huérfanas que entrasen como religiosas del Carmen Descalzo en
los conventos de Salamanca, Valladolid, Sevilla, Écija, Huelva y Baeza.
Además tenía dotadas una serie de misas cantadas y rezadas por el alma del
Duque en el Convento de Madre de Dios de monjas Dominicas de Gibraleón
(Huelva), donde había costeado el sepulcro de su marido en capilla propia.
También dejó estipulado en su testamento que tras su muerte se dijeran
misas por su alma en los conventos de Carmelitas Descalzas de Sevilla y Écija, y en
el Convento Dominico de Madre de Dios de Gibraleón, suprimiendo las que tenía
31 La Marquesa de la Tela, fue Madrina de Marcela, hija de Lope de Vega cuando profesó en el
Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid en febrero de 1623.
SABAT DE RIVERS, Georgina y ARENAL, Electra: “Voces del Convento: Sor Marcela, hija de
Lope”. AIH. Actas IX (1986). Centro virtual Cervantes.
http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/09/aih_09_/_059.pdf. (21 de julio de 2006).
32 AHPS. Protocolos Notariales. Libro nº 1 de 1621-1625, sig. 4,291. Inventario de bienes de la Duquesa
de Béjar de su recámara y de otros, fol. 374 y ss. (Documento I).
33 Ibídem. Relación de Prioras, Profesiones y Defunciones. Escrito por la Madre Magdalena de Jesús en 1639, f. 560 v.
estipuladas con el Convento de Mercedarios Descalzos de Cartaya (Huelva),
además de otras capellanías en diferentes conventos.
De igual forma destinó cien ducados para la redención de cautivos, no sólo
en la reformación de su testamento sino también en una Adjudicación que hizo al
Convento de Nuestra Señora de la Merced de Sevilla, ante el escribano público
Juan Bautista de Contreras el 5 de enero de 1624, encomendándole esta obra de
caridad al Comendador del convento Fray Juan de Herrera y a Fray Tomás de
Alarcón, firmando por testigos Miguel de Padres y Juan Bautista Ortiz34.
Por último, destinaba 30 ducados al año para ayudar a la canonización del
Padre Fray Juan de la Cruz de la Orden de Carmelitas Descalzos y otros tantos
para la del Padre Fray Pablo de la Orden de Santo Domingo, suprimiéndose la
dotación cuando se hubiesen cumplido los objetivos35.
La Madre Juana murió en el convento de Écija al amanecer del domingo 21
de septiembre de 1653, día de San Mateo Apóstol, a la edad de 78 años, cuando
llevaba 34 años de religiosa carmelita descalza y residiendo en el convento
astigitano desde hacía casi 16 años.
La muerte de la madre Juana quedó reflejada en el libro de defunciones de
estos años de la Parroquia Mayor de Santa Cruz en Jerusalén de Écija, indicándose
la hora de su muerte y la de su entierro así como el lugar donde fue sepultada:
“En 21 días del mes de septiembre a las cinco / de la mañana murió la
Señora Duquesa / de Béjar, monja fundadora del conven / to de las monjas
descalzas del Señor San José de es / ta ciudad, enterrose en su convento a las
/ siete de la tarde en el hueco de la reja del coro. / Doblose con la grande por
mandato del Señor Visitador”36.
Su muerte causó gran conmoción en la ciudad de Écija, acudiendo muchas
personas a pedir alguna reliquia suya. A su entierro asistió toda la nobleza de la
ciudad, así como al novenario que precedió, al que acudieron todas las religiones
de la localidad, predicando cada día una. Con posterioridad se hicieron las honras
fúnebres en la Iglesia del Convento de Carmelitas Descalzos, donde predicó el
Padre Fray Luis de Jesús María.
Fue enterrada en el hueco de la reja del coro bajo, siendo trasladada tres años
más tarde a un sepulcro que se construyó entre las dos rejas del coro bajo con
ocasión de realizarse obras nuevas en la iglesia y coro. En este traslado se observó
que su cuerpo permanecía incorrupto, aprovechándose la ocasión para vestirla con
34 AHPS. Protocolos Notariales. Libro nº 1 de 1621-1625, sig. 4,291. Adjudicación de la Duquesa de
Béjar al Convento de Nuestra Señora de la Merced de Sevilla, fol. 546 y ss.
35 Archivo del Convento de San José del Carmen de Sevilla. Reformación del testamento de la Madre
Juana de la Santísima Trinidad. Écija, 20 de junio de 1641. Documento V.
36 Agradecemos a Gerardo García León el facilitarnos la localización de este documento. Archivo
Parroquial de Santa Cruz de Écija, Libro de Defunciones nº 294, fol. 70 recto, 21 de septiembre de 1653.
un hábito nuevo. En 1701, con motivo de la construcción de una bóveda de
enterramiento bajo el coro, comprobaron de nuevo que su cuerpo continuaba
incorrupto, atribuyéndosele desde este momento algunos milagros. El manuscrito
trasladado en 1808 se refiere al cuerpo de la madre Juana de la siguiente forma:
“El cuerpo de nuestra Madre Juana, Fundadora, se / conserva entero y tan
flexible que si la quieren sentar / se puede con facilidad y los mismo mueve
los brazos y / manos y todos sus miembros; en el rostro se le conocen //94 r.
las arruguitas que de anciana tenía, y le relumbra la frente / como si
estuviera viva. El olor que despide de sí, es co / mo de azahar, y un dedo que
le cortó un albañil, han di / cho a nosotros que ha obrado varios milagros. A
más de / sesenta años que murió la han sacado dos del sitio don / de está
depositada para ponerle hábitos nuevos, que es / tos se los come la polilla y
siempre hallamos su venera / ble cuerpo en un mismo ser, la última vez que
la / descubrimos tenía más de cincuenta años de difunta”.
Su muerte quedó reflejada en el Libro de
la Fundación del Convento en el apartado
dedicado a la Memoria de las religiosas que
mueren, o se mudan de este a otro convento,
mediante la Carta de edificación, que consiste
en una pequeña memoria que se escribía de
cada una de las religiosas que fallecían en el
convento41F
37.
A partir de estos hechos se le atribuyeron
una serie de milagros; algunos de ellos
sucedieron intramuros del convento, como el
Milagro del Gorgojo en el granero de trigo o
los que acaecieron a varias hermanas de la
comunidad, a la Hermana Isabel de Jesús
María, la Hermana Magdalena de San Juan, la
Hermana Teresa de la Santísima Trinidad, la
Hermana Isabel de la Asunción o la Hermana
Paula del Espíritu Santo, entre otras,
siendo venerada como Santa. También
extramuros de las tapias del convento se le
atribuyeron milagros, como el acaecido a la familia de Juan Fernández y María de
San Pedro el 21 de mayo de 1707, o el obrado en la persona de Juan Vicioso Borja
el 11 de marzo de 1704.
37 Carta de Edificación de la Madre Juana de la Santísima Trinidad. Archivo del Convento de San
José de Écija. Libro de la Fundación del Convento del Señor San José de Carmelitas Descalzas de la
ciudad de Écija. Memoria de las religiosas que mueren, o se mudan de este convento a otro. Año 1653, f. 177 v.-178 v. Documento VI.
Después de su muerte, el Cristo del crucifijo que siempre le acompañaba fue
llevado al convento de Sevilla, siendo colocado en el oratorio que ella mandó
construir cuando profesó; para ello se decidió cambiar la cruz de madera que tenía
por una de plata, quedando la original en el convento de Écija, donde aún hoy día
se conserva.
En el coro alto del convento
sevillano, encontramos un cuadro
de autor desconocido que
representa a la Madre Juana de la
Santísima Trinidad, de medio
cuerpo, vestida con el hábito
carmelitano, sosteniendo con
ambas manos un libro abierto al
que dirige su mirada y sujetando
a su vez el Santo Cristo con la
mano derecha. Es tradición en la
comunidad que este cuadro fue
pintado tras el fallecimiento de la
Madre Juana, siguiendo el modelo
del rostro a través de una
mascarilla funeraria que se le
realizó en el Convento de Écija.
Sobre el retrato aparece la
siguiente inscripción: La be. Ma. Jua.
de la SSma. Trinidad. Duqsa. de vegar.
Una copia de este retrato,
realizada en 1941, se conserva en el coro bajo del Convento de Écija, en el mismo
recinto donde está depositado el cuerpo incorrupto de la Madre Juana, con una
inscripción que dice:
Dedican con el mayor cariño a las Carmelitas Descalzas de Écija, esta copia
del verdadero retrato de su Ve Fundadora, sus Has Carmelitas Descalzas de
Sevilla en prueba del más sincero afecto fraternal, y como recuerdo del
inolvidable día 7 de marzo de 1941.
En cuanto a los milagros que se le atribuyen contamos:
1.- Milagro a Francisco Manuel. Niño de cuatro años. Hijo de Juan
Fernández y María de San Pedro, acaecido el 21 de mayo de 1702.
“En 21 días del mes de mayo de 1702 / años, estando Francisco Manuel,
niño / de cuatro años, hijo de Juan Fernán / dez y de María de San Pedro,
malo de los / ojos más de dos meses y habiendo / le hecho algunos remedios,
cada vez / estaba peor y habiendo estado tres no / ches sin poder sosegarse le
puso su pa / dre un pedacito del velo de la Venera / ble Madre Juana de la
Santísima Trinidad, / y poniéndoselo al niño sobre los ojos / al instante se
quedó durmiendo y al / otro día cuando se levantó los tenía / sanos como si
nunca hubiera tenido mal / en ellos, y Dios Nuestro Señor se los conserva /
de la misma forma hasta el día de hoy, / y por ser verdad los firmé en tres de
ju / nio del dicho año= / Juan Fernández”0F
38.
2.- Milagro del Gorgojo en el granero de trigo
“Una fue que teniendo en este convento una pieza con trigo / se llenó de
gorgojo de suerte que estaba todo cubierto y las paredes / donde estaba, luego
que lo supo Nuestra Madre Juana, hizo que lo muda / ran a otro lado de la
misma pieza y sin más diligencia y sus ora / ciones se desapareció todo el
gorgojo milagrosamente sin quedar / uno en la pieza ni casa”.
3.- Milagros a varias hermanas de la comunidad
- A la Hermana Isabel de Jesús María:
“Otra vez, estando la Hermana Isabel de Jesús / María con un dolor muy
fuerte y que le había tenido siete meses / en los cuales habían los médicos
ordenado muchos remedios y con / ninguno sentía alivio, estando un día
muy afligida con tan //500r. recio y continuo padecer que parecía le faltaban
las fuerzas en / tró Nuestra Madre en este tiempo y compadecida le dijo que
le encomenda / ría a Nuestro Señor, que tuviera fe en Dios que la había de
sanar, ella / se alentó mucho con aquellas palabras y obedeciendo a ellas
decía / Señor, Nuestra Madre me ha dicho que tenga fe y fío en vos y en las
palabras de / esta sierva vuestra que habéis de sanar y quitar este dolor, lo
cual / todo sucedió así que se le quitó luego de contado y nunca más le
volvió”.
- A una Novicia:
“Llegó en otra ocasión una novicia a hablar a su Reverenda y díjole, Madre
y como puedo / ni acierto a registrar en el breviario el oficio divino ni he de
sa / ber rezar en mi vida y así como no puedo cumplir con esta obligación /
ni obligarme a ella vuestra Reverenda puede hacer que yo profese para
Hermana de ve / lo blanco porque para el coro no me atrevo, entonces su
Reverenda la consoló / y dijo calle boba que más sabe que yo y verá como
antes que pro / fese aprende todo cuanto hubiere menester y yo se lo pediré a
mi amo, / Hízolo así y en muy pocos días supo lo que deseaba y se le quitó
aquella ten / tación atribuyéndolo a las oraciones de su Santa Maestra”.
- A la Hermana Magdalena de San Juan:
38 La nota se inserta en una hoja en cuarto en el folio nº 500 recto del Manuscrito (Martín y Carrasco, 2006, 102).
“Estando esta / misma religiosa que era la Hermana Magdalena de San Juan
con una / recia enfermedad de viruelas, de que se cubrió toda y tan apre /
tada que no entendieron quedara en esta vida y los doctores es / pantados
porque decían que en su vida no habían visto cosa seme / jante, según se
puso que parecía estar muy llena de lepra todo su / cuerpo, pidieron las
religiosas a Nuestra Madre la encomendase a su Santo / Cristo, y haciéndolo
su Reverenda sanó en muy breve tiempo sin quedarle mas de / una señal de
viruela, habiendo tenido tantas”.
- A la Hermana Teresa de la Santísima Trinidad:
“Esto sucedía en mu / chas ocasiones así con las religiosas como con
personas seglares que le / pedían les encomendase a Nuestro Señor algunas
necesidades, luego hallaban remedio y consuelo como lo experimentó la
Madre Teresa de la / Santísima Trinidad, que hoy vive, la cual en el primer
año de su no / viciado le dio una enfermedad a los ocho meses de novicia y
habién / dole durado un año, haciendo en ella muchos y grandes reme / dios
quedó con calentura continua y casi ética, por lo cual se deter / minó
enviarla a su tierra que es Valladolid, quitáronle el hábito y la //502v.
retiraron de la comunidad y esperando a que viniesen por ella / se detuvo en
el convento algunos días, lo cual fue disposición de Nuestro Señor, / para
bien de aquella pobre huérfana porque al paso que veía / cuán seria estaba de
perder la religión crecían más sus deseos de / perseverar en ella y el
sentimiento de su desgracia con esta aflic / ción se fue a la celda de Nuestra
Madre Fundadora, que era su maestra, / pidiéndole no la desamparase y su
Reverenda compadecida de oírla y viendo / que perdía la religión y
juntamente la dote, pues no tenía otro / que una plaza de las que su
Reverenda dejó a este convento, le dijo: Hija, váya / se ahora con Dios y
encomiéndelo a su Majestad que yo haré lo mismo / y conforme su Majestad
me inspirare, así haré. Con esto se fue la novi / cia y su Reverenda gastó
aquella noche en oración pidiéndole al Santísimo / Cristo luz para hacer en
aquel negocio lo que más convenía, y lue / go a la mañana hizo que llamase
al doctor y permitió Nuestro Señor que / la hallase tan diferente en su salud
que aseguró podría ser reli / giosa. Con esto se aseguró mucho Nuestra
Madre e hizo que la novicia siguiese / un mes más en la comunidad en lo
más riguroso del verano y viendo que / podía, volvieron a proponerla y
votarla y empezó de nuevo su novi / ciado, y en él tuvo muy perfecta salud,
profesando al año siguiente con gran / consuelo suyo y de Nuestra Madre
Juana, y después se ha continuado tanto su / salud que ha sido de las
mejores que ha habido en este convento y aún / hoy en día la tiene con estar
ya cargada de años conociéndose en esto / el efecto de las oraciones de aquella
santa y cuan a su cuenta tomó el pe / dir a Nuestro Señor el remedio de
aquella necesidad y en otras muchas / estaba siempre pidiendo a su Majestad las remediase. /”

- A la Hermana Paula del Espíritu Santo:
“La Hermana Paula del Espíritu Santo, padecía un recio dolor de / estómago
y hallándose muy afligida fue a darle cuenta a Nuestra Madre Juana / la
cual compadecida se quitó un paño que traía a raíz del estómago y le / dijo
tome hija, póngase éste que yo buscaré otro, hízolo así y quedó buena.
//504v”.
Y a otras hermanas y novicias cuyos nombres no se mencionan en el
manuscrito, siendo venerada como Santa.
4.- Milagro a Francisco Martín Palacios, acontecimiento recogido ante
notario el 11 de marzo de 1704:
“Yo Joan Vicioso Vorja, escribano del Rey Nuestro Señor, y vecino de esta /
ciudad de Écija doy fe, que hoy día de la fecha de ésta ante mi pareció /
Francisco Martín Palacios, que así se nombró, y ser hijo legítimo del /
Cristóbal Martín Palacios y de Doña María Marroquí, su mujer, / y padres
naturales de esta ciudad y vecinos de ella en la calle Grego / rio de Carmona,
collación de Santiago. Y habiendo de su volun / tad jurado a Dios y a una
cruz en forma de derecho dijo, que es / tando el que depone malo de una
enfermedad muy penosa que / padecía mucho tiempo había de que los
médicos le habían hecho / varios remedios y por no tener mejoría para
conseguir ésta, habiendo / oído algunos prodigios de la Madre Juana de la
Santísima Trinidad / religiosa difunta que había sido en el convento de
Carmelitas / Descalzas de esta ciudad, que en el siglo había sido Duquesa de
Béjar / fundadora de dicho convento, hizo un remedio y habiéndoselo
aplicado en / nombre de dicha Madre Fundadora quedó bueno, y sano como
si no / hubiese tenido enfermedad alguna. Y después habiendo por parte / de
dicho convento pedirle al que depone declarase lo que va refe / rido, se rehusó
de ello, y al día siguiente amaneció con un gran dolor / en una pierna,
especie de dicha enfermedad, lo cual experimenta / do, que sería por no hacer
derecho de declaración, como se le pedía, hizo pro / pósito firme de declararlo
y luego al punto saltó bueno y sanó de / dicho dolor. Yo el presente escribano
le he visto al presente al que de / pone bueno, a lo que parecía y me dijo dicho
declarante, a lo cual / se halla presente Don Gregorio Antonio de Orejuela,
Presbítero //511v. Cura teniente de la Iglesia parroquial de Santiago, y para
/ que conste donde convenga doy el presente a pedimento de / dicho convento
en Écija once días del mes de marzo de mil sete / cientos y cuatro años. Y por
no saber firmar dicho declarante / lo firmó a su ruego dicho testigo. /
Firmado: Gregorio Antonio de Orejuela
Juan Vicioso Borja
Notario [ilegible] 

8.- Los Exvotos relacionados con la Virgen del Valle y el Cristo de la Salud o de San Gil
A los regalos votivos también se les reconoce como exvotos, nombre que
proviene del latín: ex, de, y votum, promesa. Un exvoto es un símbolo de
agradecimiento que hace un individuo o un colectivo. Es imposible no
conmoverse ante las demostraciones de gratitud. El arte votivo es un asomo a los
suplicios del hombre, testimonio de sus angustias, dolores y la antropológica
necesidad de encontrar una fuerza superior que se apiade de él y disipe sus
tragedias.
Según el Diccionario Enciclopédico de Arte y Arquitectura, exvoto es aquella
pintura o cualquier tipo de obra de arte que se hace como ofrenda a Dios en
agradecimiento de un favor o beneficio personal, o con la esperanza de recibir
algún bien milagroso39. Están considerados como arte espontáneo sujetos al
lenguaje popular en el que se relatan acontecimientos de la vida cotidiana.
Las enfermedades, los accidentes, las sequías, las riadas, etc., son hechos de
carácter universal que encontramos en todas las culturas y civilizaciones;
asimismo es universal la tendencia a entenderlos, a explicar sus causas y a dar
respuesta a estas amenazas con las herramientas y tradiciones culturales que cada
pueblo posee40. Concretamente la sociedad popular cuenta con unos sistemas
creados por la tradición para luchar contra estos elementos, que incluyen
respuestas de carácter sobrenatural.
En las sociedades tradicionales cristianas, se basan en la creencia de que los
seres sobrenaturales como Dios, Cristo, la Virgen y todos los santos y santas,
poseen el poder para interrumpir favorablemente el curso de cualquier
enfermedad o dolencia. Para que esta curación se lleve a cabo, debe darse una
ofrenda a cambio de la sanación, así la divinidad actuará como protectora en casos
concretos, y es en este punto donde surge el exvoto.
Sean cuales fueren las causas de la enfermedad, según la tradición cultural,
se acudiría a los remedios caseros de conocimiento común, o a lo aconsejado por
personas entendidas como el médico, la comadrona o el herbolario, y, además, a la
Virgen, Cristo o los santos de mayor devoción en cada una de las localidades.
Concretamente en Écija se centrarían en la Virgen del Valle, como patrona y
protectora de la ciudad y en el Cristo de la Salud, llamado el Señor de San Gil.
La religiosidad popular en Andalucía y más concretamente en la ciudad de
Écija, se expresa a través de una serie de actos públicos y privados. Podemos
39 http://www.arts4x.com/spa/d/exvoto/exvoto.htm Diccionario Enciclopédico de Arte y
Arquitectura. Exvoto.
40 http://www.ugr.es/~pwlac/G04_01Salvador_Rodriguez_Becerra.html RODRÍGUEZ BECERRA,
Salvador. “Los Exvotos en Andalucía. Perspectivas antropológicas”. En Gazeta de Antropología nº 4,
1984, artículo nº 1.
entender dentro de la religiosidad popular una serie de manifestaciones como el
rezo a la divinidad y sus intercesores en un lugar, velar a los difuntos, hacer
diversas promesas como donaciones, ofrecer misas, portar hábitos relacionados
con una imagen en particular, concurrir a procesiones con velas, descalzos o
portando algún tipo de disciplina (cadenas, cruz, corona de espinas, etc.),
peregrinar en fechas concretas a ermitas y santuarios, encomendarse a la
divinidad en momentos duros para la familia, ofrecer exvotos, etc. Todas estas
acciones suponen una actitud básicamente religiosa, de reconocimiento de la
incapacidad humana para resolver sus necesidades y de súplica a los poderes
sobrenaturales, a los que se puede propiciar o forzar mediante la oración, el
sacrificio y las ofrendas.
Gran parte de estas manifestaciones son el resultado del cumplimiento de
promesas realizadas a la divinidad en sus distintas representaciones, por
enfermedades o accidentes acaecidos a algún miembro de la unidad familiar. Las
promesas surgen de la persona necesitada, van dirigidas a la divinidad y a cambio
solicitan y exigen el cumplimiento de lo pedido para que se llegue a realizar la
ofrenda o exvoto. En el caso de que la divinidad actuase, el benefactor del acto de
sanación, deberá cumplir su promesa, ante la amenaza de ser sancionado por la
divinidad. Este acto tiene un carácter privado, cuya práctica no necesita de la
intervención de otros, como mucho de la propia familia, y nunca de la jerarquía
eclesiástica terrenal.
Dentro de los exvotos podemos encontrar una amplia gama de objetos
ofrecidos por el suplicante. Salvador Rodríguez Becerra los agrupa en cuatro tipos
bien diferenciados:
1.- Exvotos industriales o artesanales: incluye las reproducciones del cuerpo,
partes u órganos tales como ojos,
corazones, senos, gargantas,
piernas, etc., reproducidas en
metal, cera, plata, madera u otro
material, realizados en serie o
artesanalmente. Los más usuales
son los de cera y metal, los
primeros de tamaño natural y
los segundos en torno a los 10
cm de largo.
2.- Objetos relacionados
directamente con la dolencia: Se
trata de objetos tales como
aparatos ortopédicos, bastones,
estribos, gafas, muletas, prótesis. Cuando no se trata de enfermedades, pueden
incluirse en este grupo aquellos relacionados con la situación angustiosa o de 
dolor, tales como maquetas del barco que se salvó del naufragio, los grilletes que
llevó el preso durante su condena, etc.
3.- Objetos personales o del propio cuerpo: Pueden incluirse piezas
dentales, cálculos renales, trenzas de pelo, trozos de hueso, tumores en alcohol o
éter, vestidos de niños pequeños, de primera comunión, de boda, mortajas,
medallas, zapatos, uniformes militares, y un sinnúmero de cosas más.
4.- Cuadros, fotografías o textos: Podemos denominar a este grupo como
narrativas, por cuanto describen con distintas técnicas las circunstancias concretas
del hecho portentoso que motivó el ofrecimiento. Los cuadros unen a su valor
estético, como expresión de arte popular, el valor histórico y descriptivo de las
costumbres populares de épocas pasadas y recientes, que de otra forma habrían
desaparecido o sería muy difícil reconstruir.
Estos cuadritos, que en contadas ocasiones exceden de 50 cm. de largo, se
encuentran estructurados en tres partes, en cada una de ellas se reserva para
pintar un elemento importante dentro de la historia a contar: la divinidad, el
enfermo o accidentado y el texto que narra lo acontecido. La representación, más o
menos fidedigna, de la Virgen, Cristo o un santo, individualmente o formando
parejas, aparecen en un lugar destacado, con mayor frecuencia en el ángulo
superior izquierdo, otras en el ángulo derecho, pero separado por líneas que
compartimentan el espacio en tres partes claramente diferenciadas. Las imágenes
aparecen pintadas en actitud hierática rodeada de nubes que la enmarcan, a modo
de rompimiento de gloria, tras la cual salen rayos de luz. El enfermo puede
representarse de varias formas, en cama, arrodillados bajo la divinidad, rodeado
de familiares, caído en el suelo, sentado en un sillón con las muletas al lado, y por
regla general suele aparecer siempre el afectado del mal solo o acompañado. El
texto carecería de valor si no contara con la escena superior; se sitúa generalmente
en la parte inferior, o en la parte derecha, en una franja claramente delimitada o
inscrita dentro de cartelas o cortinajes, que pueden llegar a ocupar hasta un tercio
de la superficie total. También contamos con un exvoto en el que solo aparece
representación pictórica del acto, un enfermo en cama, careciendo el exvoto de
texto complementario que explique o del año de realización del acto milagroso.
Los datos que ofrecen los textos, salvo excepción, son los siguientes41:
a.- Nombre y apellidos del sujeto enfermo o accidentado. Y en ocasiones el
nombre del padre o de la madre o de ambos e incluso el de la abuela o abuelo.
b.- texto que narra de forma resumida las circunstancias del hecho,
enfermedad, accidente, etc.
41 Ibídem. http://www.ugr.es/~pwlac/G04_01Salvador_Rodriguez_Becerra.html
c.- En el texto se hace referencia a la persona que hace la petición. En los
casos de enfermedades y accidentes, más frecuentes en hombres y niños,
interceden por ellos sus esposas, madres y abuelas.
d) La fecha exacta del suceso y, a veces, cuándo se hizo la entrega del exvoto.
e.- La Divinidad sagrada a la que se dirige la petición: Virgen del Valle y
Cristo de San Gil o ambos a la vez.
f.- La fórmula imprecatoria, que incluye habitualmente el término
“encomendar”.
g.- El favor recibido se expresa en términos como: Sané, recobró la salud,
salió sin lesión, se puso bueno, consiguió la salud que deseaba, como si nada le
hubiera pasado, se salvó de muerte segura. A estas expresiones se añaden con
frecuencia la adjetivación de milagrosamente y excepcionalmente el término
milagro. De cualquier manera, los textos evidencian la creencia clara, en los
donantes, de que se habría obrado un acto sobrehumano y único en su favor.
h.- El hecho portentoso se atribuye a la actuación directa de la Virgen, Cristo
o los santos, y no a una mediación o intercesión ante el Ser Supremo.
i.- Otros datos que encontramos frecuentemente son el lugar de residencia y
el espacio donde transcurren los hechos. Cuando la residencia del donante es la
misma que la de la imagen a la que se ofrece, el primer dato se omite.
A.- Acontecimientos sobrenaturales reflejados en exvotos de la Iglesia parroquial de San Gil Abad, a atribuidos al Cristo de la Salud
A lo largo de los años se fueron acumulando gran cantidad de exvotos, tanto
pictóricos como los realizados en plata, plomo, latón o cera, representando en los
primeros las gracias y favores concedidos y en los segundos aquellas partes del
cuerpo que ayudó a curar la imagen santa mediante su intersección.
El arte de los exvotos se ha ido perdiendo con la llegada del siglo XX, pero a
lo largo del siglo XIX, y más frecuentemente en su primera mitad, experimentaron
un gran auge dentro de la pintura popular de cada localidad. Los exvotos son
pequeños cuadros pintados por artistas locales que no domina el arte pero que
describen muy bien, tanto a través de la imagen como del texto que le acompaña,
el hecho milagroso.
Larga tradición cuenta entre la ciudadanía la devoción al Santísimo Cristo de la
Salud, con capilla y camarín propios en la Iglesia parroquial de San Gil Abad de Écija.
En la actualidad se conservan en el camarín del Cristo de San Gil ocho
exvotos relacionados, todos ellos, con acontecimientos milagrosos que el Santo
Cristo ha realizado a los largo de los años. Observamos que es una cantidad muy
reducida, si tenemos en cuenta no solo la devoción, sino también la cantidad de
milagros que se le atribuye a la imagen por fieles y devotos.
A continuación vamos a describir tanto la pintura como el contenido textual
de cada una de estas manifestaciones piadosas y de agradecimiento a la venerada
imagen a cambio de recibir sus favores y milagros.

1.- Milagro a Juan Jurado
Este cuadro, pintado al óleo, de pequeñas proporciones, cuenta con dos
inscripciones. En el mismo acto, queda constancia de la realización de dos
milagros a la misma familia. El primero de ellos a José Jurado y el segundo a su
hijo Juan Jurado.
La primera inscripción, situada en la parte superior derecha del lienzo,
presenta letras en negro sobre fondo azul claro, bajo la cual aparece un cortinaje
que se pliega, cayendo la parte plegada en esta parte del lienzo:
“Estando Joseph Jurado muy malo de perlesía, lo encomendó su esposa al
Smo. Cristo del Sr. San Gil y fue Dios servido de darle salud [sic.] 1786”.
Exvoto del milagro a Joseph Jurado. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.
La segunda inscripción se encuentra ubicada en la parte inferior izquierda del
cuadro, incluida en una especie de cartela con letras negras sobre fondo azul claro.
“Estando Juan Jurado muy malo de una apostema en el pecho, lo encomendó
su madre al Smo. Cristo del Sr. San Gil, y fue Dios servido de darle salud
[sic.] 1786”.
El cuadro representa una escena costumbrista y muy repetida en otros
exvotos. Bajo la cortina aparece José Jurado apoyado en un bastón en la mano
izquierda y señalando a su hijo Juan, que se encuentra situado en el centro de la
composición. Por último en el lado izquierdo, sobre la cartela, se representa un
rompimiento de gloria en cuyo centro aparece representado el Cristo de San Gil.

2.- Milagro a Juan Reinado
Este exvoto se refiere a un acontecimiento sucedido el 25 de mayo de 1823 en
la persona de Juan Reinado, quien estuvo a punto de ahogarse en el río Genil.
Nos encontramos ante una pintura sobre tabla, de factura popular, cuya
composición se estructura en tres partes bien diferenciadas. La parte izquierda del
mismo se reserva al Cristo de la Salud que emerge de un rompimiento de gloria.
La parte derecha representa el acto casi de ahogamiento de Juan Reinado, situando
el momento entre uno de los ojos del puente de la ciudad. Se observa su cabeza y
brazos a modo de chapoteo, bajo un puente de diseño muy insinuado. Por último,
la tercera parte cubre toda la superficie inferior del cuadro, donde se inserta sobre
fondo blanco una inscripción con letras mayúsculas con tinta negra.
“En la ciudad de Écija, día 25 de mayo de 1823. Estando Juan reinado de
edad de 22 años bañándose, cayó en una profundidad de agua, estuvo en
peligro de ahogarse, invocó de todo corazón a el Smo. Cristo de San Gil por
cuyo medio fue salvo del peligro en que se hallaba”.
Exvoto del milagro a Juan Reinado. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.
3.- Milagro a Doña Francisca García
Este exvoto, realizado sobre lienzo, representa el milagro que hizo Dios por
intersección de la Virgen del Valle y el Cristo de la Salud en la persona de Doña
Francisca García.
La composición se estructura en tres partes bien diferenciadas. En la parte
derecha se representa la caída de la mujer, tumbada en el suelo y provista con un
vestido lujoso, presentando de fondo una casa de dos plantas de la que sobresale
la cornisa y un vano del cuerpo superior.
La parte izquierda se divide a su vez en dos partes, la superior con
rompimiento de gloria donde se insertan las imágenes del Cristo de la Salud y la
Virgen del Valle, reservando la parte inferior para colocar la inscripción que narra
el acontecimiento milagroso, realizada en tinta negra sobre fondo blanco.
Exvoto del milagro a Da Francisca García. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.
“Echándole de comer a las gallinas, Doña Francisca García, puso los pies
sobre unas parihuelas, y de repente cayó en tierra sin poderse valer,
derribando con el cuerpo las conchas de una esquina del corral; fue su
fortuna que no dio con la cabeza en una piletilla de piedra. Estuvo a las
puertas de la muerte, en esta apresión se encomendó a el Smo. Cristo de Sr.
San Gil y a María Santísima del Valle, y fue Dios servido de darle la salud.
Día 1 de enero de 180[sic.]416F
42”.
42 Puede tratarse de dos fechas: 1803 ó 1807.

4.- Milagro a Francisca de Paula Cardoso
Nos encontramos ante un exvoto pintado sobre tabla, con una ejecución muy
popular, aunque es el único que se conserva enmarcado. En él se representa el
acontecimiento que el Cristo de San Gil obró sobre la niña Francisca de Paula Cardoso.
Al igual que los exvotos comentados con anterioridad, la composición se
estructura en tres partes. La parte izquierda representa a Francisca, tumbada en
una cama, que se representa sin perspectiva y colores muy planos, algo que nos
indica que el autor de la obra no era un profesional de la pintura. En la parte
derecha aparece un rompimiento de gloria con el Cristo de la Salud en el centro.
Por último, la parte inferior del cuadro queda reservada para la inscripción que
narra el suceso. En este caso sobre fondo blanco se detalla con letras mayúsculas.
Exvoto del milagro a Francisca de Paula Cardoso. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.
“Estando, Francisca de Paula Cardoso, gravemente enferma de edad de 16
años, se le encomendó fervorosamente a el Sr. De San Gil y por su
misericordia quedó sana el día 19 de mayo, año de 1839”.

5.- Milagro a Josefa Ruiz Peláez
Este exvoto narra la enfermedad de Josefa Ruiz Peláez y las bondades que
obró el Cristo de la Salud a través de la petición que le hizo su abuela.
Se trata de un pequeño lienzo, pintado al óleo, muy deteriorado, con lagunas
faltantes de material, e ilegible en alguna parte de la leyenda que contiene. Se trata
de un pintor más aventajado, que domina la técnica de los colores y que sigue los
esquemas de otros exvotos a la hora de establecer la composición.
Exvoto del milagro a Josefa Ruiz Peláez. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.
Ésta se estructura en tres partes, aunque con claras diferencias respecto a los
que hemos estudiado con anterioridad. El Cristo, con su típico rompimiento de
gloria, aparece situado en la parte izquierda de la composición, reservando la
parte central para representar a la abuela y a la nieta de rodillas en actitud de orar
al Cristo de la Salud. La parte derecha se adapta para colocar la inscripción que
detalla el evento, sobre fondo blanco con caligrafía que puede fecharse a mediados
del siglo XVII. Junto a la inscripción parece que se ha incluido un pan de oro, pero
por los barnices no se puede observar bien si tiene algo grabado o pintado sobre él.
“Hallándose Josefa Ruiz Peláez hija de D. Serafín Peláez y de Doña Luisa Juana
Rodríguez [sic.] de una apostema en el pecho, la encomendó su abuela Doña
Ana Peláez al Smo. Cristo de Sr. San Gil, llevándoles en trabajo y puestos
de rodillas y le pidieron a su Majestad el alivio, y se dignó servir la súplica
yendo a mejor, y quedo enteramente sana, teniendo así por gran portento”.

6.- Milagro a Lucrecia del Pino
Nos encontramos ante un exvoto, de medianas proporciones, realizado con
pintura al óleo sobre tabla con el añadido de un grabado de un Cristo, de factura
barroca. Aunque el exvoto no está fechado puede enmarcarse a mediados del siglo XIX.
La composición se estructura en tres partes, reservando la parte inferior para la
inscripción que narra el hecho, realizada con mayúsculas sobre fondo color crema.
En la parte derecha se incluye la burda representación de Lucrecia del Pino
sentada en un sillón con las muletas, sin calidad ni visión de la perspectiva, de ahí
su factura popular. La parte izquierda es más compleja ya que para darle realce al
exvoto se ha incluido un grabado barroco de un Cristo, muy barnizado, a cuyos
pies aparece Xto de Santa C… Podría tratarse del Cristo de la Sangre, y que pasase
a San Gil cuando la construcción de la nueva fábrica, como sucedió con la sillería
de coro que estuvo depositada durante años en la parroquia de San Gil.
“Estando Lucrecia del Pino baldada 3 años se encomendó al Smo. Cristo y
cobró Salud”.
Exvoto del milagro a Lucrecia del Pino. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.

7.- Milagro a Antonio Ríos
Exvoto de mediano tamaño realizado con pintura al óleo sobre madera. En él
se representa lo que aconteció a Antonio de los Ríos en 1843 por intersección del
Cristo de San Gil.
La composición es similar al exvoto estudiado anteriormente: la parte inferior
se reserva para la leyenda escrita con letras mayúsculas negras sobre fondo blanco.
La parte superior muestra dos escenas que se complementan y que no aparece
separación clara entre ellas. Por un lado, a la derecha se muestra una representación
de lo que fue la desaparecida Puerta de Palma. Un gran arco de la muralla cubierto
con tejado al parecer a dos aguas, en cuyo centro destaca la capilla de la Virgen del
Rosario. Bajo el arco y postrado en tierra se representa a Antonio Ríos, momentos
después de sufrir la aparatosa caída desde el tejado. Junto a la puerta y en la parte
izquierda un gran rompimiento de gloria con nubes blancas enmarcan al Cristo de
la Salud. Observamos que es una pintura muy popular, donde la perspectiva brilla
por su ausencia y no pretende pasar a ser una obra de arte.
“Año de 1843. Estando Antonio Ríos trabajando en el arco de la Puerta de
Palma, cayó del tejado. Se encomendó al Señor de San Gil y quedó sano”.
Exvoto del milagro a Antonio Ríos. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.

8.- Milagro a un desconocido
Este exvoto representa la intersección del Cristo de la Salud a un enfermo.
Está realizado con pintura al óleo sobre lienzo y carece de leyenda y de fecha de
ejecución. En él se representan dos momentos, uno de ellos situado en la parte
izquierda y central de la composición, representa a un hombre enfermo postrado
en la cama. El lado derecho se reserva para colocar en alto al Cristo de la Salud en
una especie de rompimiento de gloria, bajo el cual reza una persona arrodillada.
Esta obra, de factura popular, podríamos enmarcarla dentro de los comienzos del
siglo XIX.
Exvoto del milagro a un desconocido. Iglesia parroquial de San Gil Abad. ICG.

B.- Acontecimientos sobrenaturales reflejados en exvotos de la parroquia Mayor de Santa Cruz, atribuidos a la Virgen del Valle
Según testimonios de la época como los escritos de Juan de Yepes, Fernández
de Grajera o el propio Padre Martín de Roa, la iglesia del monasterio jerónimo del
Valle estaba abarrotada de exvotos y testimonios de los milagros llevados a cabo por
intersección de la Patrona de Écija: miembros humanos milagrosamente curados
reproducidos en cera, cadenas de cautivos, muletas, armas de soldados que salieron
ilesos en batallas, mortajas, reproducciones de navíos salvados de tempestades,
banderas enemigas y multitud de pequeños lienzos que narraban actos milagrosos
llevados a cabo por la Virgen del Valle. Entre los exvotos se encontraban algunos
que fueron ofrecidos por personajes ilustres ecijanos como el capitán Alonso de la
Peña, entre otros. También se encontraban entre ellos las banderas de los moriscos
sublevados, que fueron arrebatados por los ecijanos en la guerra de las
Alpujarras. Poco queda de estos testimonios materiales, a excepción de dos
cuadros que hoy día se conservan en la iglesia de Mayor de Santa Cruz417F
43.

1.- Grabado costeado por María Soledad de Cárdenas
Este grabado fue realizado en el año 1800 por Antonio Conde González y
Tomás López Enguídanos, en agradecimiento por la escasa virulencia que una
fiebre amarilla tuvo en la ciudad.
43 MARTÍN OJEDA, Marina y GARCÍA LEÓN, Gerardo. La Virgen del Valle de Écija. Écija: Gráficas
Sol, 1995, p. 33-39. 
“Nuestra Señora del Valle. San Lucas la hizo, San Gregorio Magno la envió
a San Fulgencio, Obispo de Écija, y Santa Florentina, Fundadora / del
Monasterio del Valle, la colocó en él. Reducida a Hermita esta célebre casa
en tiempo de los Árabes, los Cristianos man / tuvieron su culto hasta el año
de 1486, que Don Luis Portocarrero, VII Señor de la Villa de Palma, labró a
los Padres Gerónimos / el convento y magnífica Iglesia en que hoy se venera,
y a la que concurren multitud de fieles a cumplir sus promesas, porque / sus
milagros han sido y son continuos. Cuenta Écija por uno de los mayores
beneficios que ha experimentado de la protección / de la soberana Reyna de
los Ángeles, la sanidad que tubo en el riguroso contagio que la circundó en
el año 1800, en cuyo reconocimiento / y cumpliendo el voto que hizo I. M.I.
Señora Doña María de la Soledad de Cárdenas, la ofrece y dedica esta
lámina, año de 1803”.

2.- Milagro a Francisco Martín
Exvoto de mediano tamaño realizado con pintura al óleo sobre lienzo. En él
se representa la caída del albañil Francisco Martín desde un andamio, cuando
trabajaba, en 1826, en las obras de la cúpula de la Iglesia Parroquial de Santa Cruz.
La composición es similar a los exvotos estudiado anteriormente, en el
apartado dedicado a exvotos del Cristo de la Salud o de San Gil.
La parte inferior se reserva para la leyenda escrita con letras mayúsculas
negras sobre fondo blanco. La parte superior muestra dos escenas separadas
perfectamente. El lado izquierdo se reserva para situar a la Virgen del Valle sobre
una sobria peana, y ataviada con sus mejores galas, media luna, ráfaga y corona,
enmarcada por un rectángulo de nubes circulares muy esquemáticas. En el lado
derecho se encuentra la escena en la que se representa algunas naves de la iglesia
de Santa Cruz con la cúpula en medio, todo lleno de andamios de madera e
incluso se incluye una polea situada en la cúpula. Bajo el gran arco lateral que
sostiene la gran cúpula y entre andamios de madera aparece el cuerpo de
Francisco Martín tumbado de lado. Observamos que, al igual que otras anteriores
del Cristo de la Salud, es una pintura muy popular, donde la perspectiva brilla por
su ausencia y su autor no pretende crear una obra de arte.
“Estando Francisco Martín, trabajando en la obra de la parroquia de Santa
Cruz, se desprendió de la media naranja, a las 31 baras de altura, se quebró
una pierna, se maltrató todo el cuerpo y una decolladura en la barba, se
encomendó a María Santísima del Valle, y a los 3 meses sanó, año de 1828”.

3.- Milagro a Doña Francisca García
Este exvoto que se conserva en el camarín del Cristo de la Salud en la Iglesia
parroquial de San Gil Abad, realizado sobre lienzo, representa el milagro que hizo
Dios por intersección de la Virgen del Valle y el Cristo de la Salud en la persona de
Doña Francisca García.