sábado, 2 de mayo de 2020

ESPANTO Y FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL EN RELATOS DE CHARCAS



MONSTRUOS Y PRODIGIOS

EN LA LITERATURA HISPÁNICA



ESPANTO Y FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

EN RELATOS DE CHARCAS







Andrés Eichmann

GRISO-Universidad de Navarra

Santo que no hace milagros ni es santo ni es ná.

1. Milagros de un santo

Estamos en Potosí, a comienzos del siglo XVII. El siervo de Dios

Fray Vicente Bernedo era conocido por su vida de oración, de penitencia

y de servicio humilde y abnegado al prójimo. De su penitencia

baste decir que habitó durante dos años enteros el campanario de

la iglesia de Santo Domingo, expuesto al frío: al proverbial frío potosino,

que se siente aun al abrigo de los elementos. En una ocasión el

superior del convento le ordena a Fray Vicente que acompañe al padre

Procurador, que debía salir a ocuparse de algunos negocios del

convento:

Entre otras partes adonde le acompañó fue al oficio de Cabildo: entraron

en él, y en tanto que el Padre Procurador trataba de su negocio,

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se sentó el siervo de Dios en uno de los escaños que suele haber para

esto en las puertas del oficio, y mientras estuvo allí no hizo más que santiguarse

con tanta continuación que lo notó el compañero1.

Al regresar al convento, el Procurador dio parte del hecho al superior,

y este llamó a Fray Vicente y le preguntó a qué se había debido

tal actividad. Compelido por la santa obediencia, el siervo de

Dios respondió

que desde que se sentó en la puerta del oficio no había visto otra cosa

que espíritus infernales que entraban y salían muchas veces, y que era

tanta la prisa que se daban, entrando unos y saliendo otros, que uno tropezó

y cayó en el suelo; y que de verle caer no pudo tener la risa, aun

en medio del espanto que le causó la visión, por cuya causa se había santiguado

tantas veces.

Nótese que no se santiguaba a causa de los espíritus infernales sino

para no dejar que estallase la risa. El biógrafo de Fray Vicente agrega

una consideración: los demonios carecen de cuerpo y por ello son incapaces

de tropezar y caer, pero que Dios los puede forzar a representar

tales casos «para que los que podemos caer y tropezar con más

peligro en las almas […] caigamos en la cuenta del peligro» viviendo

con cautela frente a la tentación.

En vida Fray Vicente obró milagros clamorosos como la levitación

durante la Misa; el don de lenguas gracias al cual, en sus viajes misioneros,

los indios de diversas naciones entendían su predicación en

sus «idiomas maternos»2; el don de profecía, etc.

Su muerte estuvo acompañada de otros fenómenos más o menos

frecuentes (luz maravillosa en su celda, hermosura del cadáver, fragancia,

calor en las manos, etc.). Al momento de morir, vino el repicar

simultáneo, sin aviso previo ni intervención de manos humanas,

de todas las campanas de Potosí: «sin duda los campanarios daban el

pésame al nuestro con las voces del metal, por la falta que le hacía su

continuo habitador»3. Mientras duró la exposición de su cuerpo para

recibir el último saludo de miles de devotos, tuvieron que amortajar-

78 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

1 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, pp. 525-526.

2 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 612.

3 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 632.

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lo varias veces, ya que todos se llevaban en calidad de reliquias pedazos

de mortaja hasta dejarlo desnudo, aparte de cabellos de su cabeza.

También llegó un atrevido devoto que quiso llevarse uno de sus

dedos:

al besarle la mano, y queriendo hacer el hurto valiéndose de los dientes,

solo le sirvió de herirla, sin poder llevarse el dedo, y de descubrirse el

hurto por la copia de la sangre que destiló la herida, tan pura, tan líquida

y fresca como si actualmente saliera de un cuerpo vivo, a que se juntó

ser tanta que pudo cogerse en lienzos; de suerte que el que pensó quedar

rico con el dedo, no llevó consigo más que su atrevimiento propio,

y dejó a muchos ricos con la sangre4.

Diez años después de muerto se volvió a intentar quitarle dos dedos,

y nuevamente sangró como si estuviera vivo.

A los cuatro meses de fallecido decidieron trasladar su sepultura:

del suelo de la iglesia a la sacristía. Mientras adecentaban el lugar donde

sería colocado, lo pusieron sobre una mesa de la biblioteca del convento:

«Halláronle tan flexible y tan tratable en todas sus partes como

si estuviera vivo, levantándole los brazos, moviéndole la cabeza y sentándole,

y parándole en pie, y volviendo a acostarle en el ataúd, prodigio

que aún dura hoy después de sesenta y dos años de su venturoso

fin»5.

Estando en esas operaciones, un día se dieron cuenta de que en la

mesa en la que estaba depositado se había derramado un líquido:

discurriendo que sería algún humor que destilaba el cadáver hicieron traer

para recogerle una palangana de plata, y recogido se vio que era orina

del siervo de Dios; que con los movimientos que hacían del mismo cuerpo

para hacer experiencias de su tractabilidad, la había despedido de su

vejiga.Y después de dieciséis meses estaba tan clara y sin corrupción ni

otros de los accidentes que pudiera tener, por guardada, aunque fuese en

un vaso muy limpio y por mucho menos tiempo; como si acabara de salir

del cuerpo de un niño de cuatro años. Y por quitar experiencias el

mismo Corregidor cerró la librería y se llevó consigo la llave6.

ANDRÉS EICHMANN 79

4 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 640.

5 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 644.

6 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, pp. 644-645.

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El biógrafo de Fray Vicente Bernedo transmite, entre otros muchos,

un milagro que tiene como fuente a la hermana del autor.Tiene

por escenario un hogar limeño del siglo XVII, y su narración nos aproxima

a las costumbres y las relaciones que se daban al interior de la

servidumbre de la casa.

Una mañana del año 1678 salió de la cocina a la sala una esclava

con un pollo muerto en la mano. Lo había hallado ahogado en una

vasija que recogía las aguas perdidas de la cocina.

Su ama doña Catalina se inquietó […] porque todos los criados y criadas

de casa los tenían, y el dueño del pollo ahogado había de echar la

culpa de su muerte a la que lo había sacado. Levantose, averiguó cúyo

era, y en toda la casa no se halló quién le conociese por suyo. Faltaba

solo un esclavo que había ido a un recado: era un negro muy bozal, acabado

de venir de su tierra, y sobre todo soberbio y muy atrevido, de que

no se asustó poco doña Catalina, considerando que el negro, viendo muerto

su pollo, podría ser que embistiese con la esclava y se la tratase mal.Y

por obviar esta pesadumbre, discurrió pelar el pollo, y en volviendo el esclavo,

pagárselo, diciendo que ella le había muerto para una de sus señoras

que estaba enferma. Hizo sacar agua caliente a la sala, metió en ella

el pollo para pelarle, y estándole revolviendo, pensó que podría ser que

no fuese del negro el pollo, sino que hubiese saltado de alguna casa de

la vecindad. Y determinó dejarle hasta que viniese el negro y, si lo conociese

por suyo, pagárselo y apaciguarlo con el dinero porque no se trabase

con la esclava. Arrojó el pollo, cogiole un muchacho de casa y anduvo

jugando con él por mucho tiempo, tirándole de unas partes a otras,

que [aun] cuando estuviera vivo bastaban para matarle estos golpes.Vino

el negro y conociole, comenzó a bravear y doña Catalina a apaciguarle

con ofrecerle el dinero. El negro se sosegó, y doña Catalina prosiguió las

diligencias de pelar el pollo.Y teniéndole en el agua caliente comenzó a

discurrir que el haber callado el negro podía ser disimulo por su respeto,

y que después a sus solas entraría la riña con la esclava.Y afligida deste

recelo, que no lo fundaba mal en la condición del negro, volviose al

siervo de Dios Fr.Vicente Bernedo, y le decía: ¿Es posible, padre mío, que

ya que sucedió esta desgracia, hubo de ser con el pollo deste negro, que

me ha de maltratar la criada? ¿Es posible que siendo vos el dueño desta

casa (decíalo por la gran devoción que el autor, su hermano, tenía al siervo

de Dios […]) han de suceder estas cosas en ella? Estas y otras le decía

en su aflicción, cuando el pollo abrió los ojos.Y viendo tanto prodigio,

animada, prosiguió: Ahora, padre mío F. Vicente, ahora es tiempo,

¡resucítalo, siervo de Dios! Caso raro: el pollo hizo fuerza y se le soltó de

80 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

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las manos, y parándose en el suelo cantó, que para un pollo mojado es

prodigioso de por sí, y luego partió a la calle, que fue menester ir tras él

por que no se perdiese. Quedó [Catalina] llena de lágrimas de consuelo

y devoción, y toda la casa absorta de la maravilla porque todos fueron

testigos de ella7.

Cualquiera que se proponga hacer una entretenida antología taumatúrgica

puede llenar muchas páginas, y reunir aquellos que resulten

más de su agrado. Porque, no cabe duda, el Siglo de Oro es tiempo

de milagros. No intento aquí hacer tal cosa, sino solamente mostrar

algunos milagros en cuyo relato queda patente la familiaridad con lo

sobrenatural por parte de los protagonistas.

En el primer caso, como ya señalé, FrayVicente no tiene tanto problema

en presenciar a los demonios como por contener la risa. En los

fenómenos relacionados con sus restos mortales hay detalles que se salen

de los parámetros de nuestra sensibilidad: sería bastante extraño

hoy hacer diversas pruebas con el cadáver de alguien por quien se

siente veneración, y mucho menos al cuerpo de una persona a la que

en cualquier cultura se considere consagrada y santa. Ponerlo en diversas

posiciones corporales ya parecería muy atrevido, y mucho peor

arrancarle cabellos o intentar sacarle un bocado para quedarse con una

reliquia. Lo asombroso consiste en que estos hechos son, en el relato,

la mera condición de posibilidad para que se manifiesten nuevos fenómenos

milagrosos, ya sea sangrar por el dedo mordido o expulsar

una orina que resulta tan incorruptible como el mismo cadáver.

En el último de los milagros narrados, el del pollo, el relato prepara

al lector a lo largo de las diversas etapas del maltrato del animal

ya muerto, operaciones que harán más asombroso el milagro. Por su

parte, doña Catalina considera perfectamente esperable que el difunto

fraile intervenga con la resurrección del pollo para evitar los problemas

domésticos en ciernes que tanto la afligían. Al exponerle sus

cuitas en forma de interrogación doliente, hace uso de recursos persuasivos

propios de quien espera un cambio en la situación. Lo que

ocurre enseguida parece broma, ya que el maltratado animal no se recupera

de golpe, sino que ofrece un síntoma, inequívoco pero insuficiente,

de la intervención de Fray Vicente. Al observarlo doña Catalina

ANDRÉS EICHMANN 81

7 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, pp. 657-658.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 81

apostrofa al santo con decisión para estimularlo a acabar el milagro.

Según Gabriela Torres, muchos de los relatos de milagros presentes en

las hagiografías del Siglo de Oro adoptan como modelo al Evangelio:

«Si el santo es el imitador más perfecto de Cristo, en los milagros también

ha de imitarle»8. Si seguimos este criterio, podemos recordar que

en numerosas ocasiones Jesús exige la fe como condición para realizar

el prodigio. Otras veces parece no estar en disposición de hacerlo,

pero acaba concediéndolo como premio a la petición insistente y

confiada. En el caso que nos ocupa, las quejas iniciales de doña Catalina

son ya señal de que ella tenía fe; fe en Dios, y fe en la capacidad de

intercesión o de intervención por parte de Fray Vicente. Pero son sus

exclamaciones finales las que manifiestan la convicción de que aquí y

ahora esta intervención puede y debe producirse. Como consecuencia

viene el milagro.También se parece a algunos milagros del Evangelio

por la sobreabundancia de los efectos: el pollo no solamente resucita,

sino que canta estando mojado y sale corriendo.

En opinión de Meléndez, la finalidad de los milagros que obra Dios

a través de un siervo suyo es múltiple. Los fines son todos «muy dignos

de su poder, y muy propios de su amor»9. En los milagros arriba

vistos parece primar la función docente. La cuestión que se plantea es

cuál es la enseñanza de cada uno y a quién va dirigida.

En el primer caso, el tropezón del diablillo es un aviso de mantenerse

alerta y no caer en pecado. Parece una enseñanza apropiada para

personas que transitan ya el camino de la virtud, como es el caso de

los religiosos del convento. Otra enseñanza posible consiste, y me parece

que es la finalidad de varios milagros hasta aquí recogidos, en

proponer un modelo cuya conducta ha de ser imitada. Dios acredita

a sus siervos para el bien de sus contemporáneos: estos detendrán su

mirada en la vida virtuosa de aquéllos, y mudarán de vida. Meléndez

utiliza una metáfora relacionada con los hábitos de los escritores de

su tiempo, de poner notas y señales al margen del texto:

cada prodigio es un ojo y cada milagro un índice que pone su omnipotencia

al margen de sus virtudes [del santo], libro donde todos lean escrita

su obligación para que así reparando […] se confunda la ignorancia

82 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

8 Torres Olleta, 2005, p. 18.

9 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 582.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 82

y se aliente la tibieza a imitar sus ejemplos y seguirlos, conocida la senda

de salvarse sin que le quede a la pereza disculpa10.

Este parece el sentido del milagro de las campanas de Potosí y también

los relacionados con el cuerpo incorrupto de Fray Vicente.

En el milagro del pollo, fuera de la solución de un problema concreto

(evitar el maltrato de una criada de la casa), la enseñanza parece

estar en que quien pide con fe a un intercesor válido será escuchado.

2. Avisos divinos

Hay muchos relatos de hechos que sirven como advertencia de

Dios para que un pueblo cambie de conducta. El Antiguo Testamento

abunda en esta variante del «lenguaje de Dios»: la plaga de las serpientes

en el desierto del Sinaí que atacaban a los hebreos a causa de

su rebeldía, la sequía en el reino de Israel dispuesta por el profeta Elías

de parte de Dios; el triunfo de pueblos enemigos sobre el reino, etc.

Por otra parte, relacionar calamidades públicas con la voluntad divina

en orden a rectificar situaciones de injusticia o de impunidad de criminales

(en sentido amplio) es común en otras culturas. De ellas me

interesa que recordemos que en Grecia y Roma hay ejemplos que

servirán de modelo para otros desarrollos literarios y de pensamiento

en Occidente: el campamento aqueo es objeto de las saetas envenenadas

de Apolo hasta que Criseida sea restituida a su padre,Tebas sufrirá

la misma suerte hasta que sea desterrado el criminal que dio

muerte a su padre y se casó con su madre, etc. En ocasiones los males

de la república son anunciados mediante signos prodigiosos: la serpiente

que sale de una columna de madera del palacio real de Tarquino

el Soberbio11, por dar un ejemplo entre muchos.

Hay autores de Charcas en los que encontramos estos elementos.

El jesuita José de Aguilar considera que los males que sufre el reino

no proceden sino de la cólera divina, exacerbada por las injusticias co-

ANDRÉS EICHMANN 83

10 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 582. El resaltado es mío: creo ver

en esa palabra no el referente designado sino la expresión ‘ojo’ o el dibujo de una

mano con el índice extendido, que se ve al margen de muchos escritos del siglo XVII.

11 Tito Livio, Ab Urbe condita, I, 56.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 83

metidas contra los mitayos de Potosí12. Arzáns considera cada catástrofe

(la reventazón de la laguna de Caricari, las epidemias, etc.) como

avisos de Dios para que el pueblo cambie de conducta. Fuera de

Charcas, Meléndez registra no solamente el castigo, sino su anuncio

por parte de un theiós aner, en este caso el Padre Fray Juan de Villalobos,

que fue predicador durante treinta años en la ciudad de Huamanga

(hoy Ayacucho). Estando ya ciego, un 8 de septiembre, fiesta de la

Natividad de la Virgen, predicó en la iglesia del convento de Santa

Ana un sermón ante un gran público, que acabó con las siguientes

palabras:

«En muchas ocasiones os he dicho predicando que tengáis paz unos

con otros, y que os améis en Dios nuestro Señor.Y estáis tan obstinados

en vuestros rencores y malas voluntades. […] Pues el Señor os pondrá en

paz con una tempestad y tormenta que ha de enviar sobre vosotros a las

cinco de la tarde de este día, tan terrible y espantosa cuanto jamás habréis

visto. Ruego a Dios nuestro Señor por la intercesión de la recién

nacida use con vosotros de sus antiguas misericordias y no mire vuestras

culpas y pecados».Y dicho esto se bajó del púlpito llorando y se fue a su

celda, quedando todos haciendo del bendito predicador el juicio que quería

cada uno.

Llegó la hora que había dicho el siervo de Dios, y luego comenzó el

cielo a entoldarse de nubes negras y obscuras, y al mismo punto a tronar,

relampaguear y caer rayos sobre las casas, que hacían notables daños

[…]. Crecía por instantes la tormenta, sus fusiles continuados atemorizaban

la vista, los rayos repetidos con espanto cruzaban el aire. Allí derribaban

una casa, en otra parte quitaban la vida a un hombre. Andaban todos

despavoridos de unas partes a otras sin saber a dónde iban, porque el

temor los llevaba sin tino.Tragaron todos la muerte, y porque no los cogiese

desprevenidos […] y acudían como podían a las iglesias, donde se

confesaban a gritos, y con suspiros y lágrimas pedían a Dios perdón de

sus culpas. […] a donde cargaba la más gente era a nuestro convento de

Santa Ana, en cuya iglesia estaba el Padre Fray Juan de Villalobos hincado

de rodillas delante del Señor, en oración tan profunda y tan inmoble

que parecía como una estatua de mármol. Allí se hacían amigos los enemigos,

se perdonaban todos las injurias recibidas y se daban las manos y

84 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

12 Aguilar, Sermones del Dulcísimo Nombre de María, pp. 45-112 («Sermón segundo

de el Nombre de María y patrocinio de las armas españolas, predicado en la ciudad

de La Plata […]»).

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 84

los brazos. Con que Dios templó su ira, feneció la tempestad y quedó el

cielo sereno13.

Arzáns consigna, por su parte, hechos insólitos que anuncian grandes

desgracias. Sus relatos no pueden leerse sin tener en mente los

prodigios públicos del mundo grecorromano. Él mismo prepara al lector

recordándole que «por las historias divinas y profanas sabemos que

cuando en el mundo han de suceder casos notables, el cielo los anuncia

días antes y se ven visiones espantosas y sucesos admirables que los

representan»14. Veamos el modo en que fue anunciada la sangrienta

guerra entre Vicuñas y Vascongados en 1618. El día que llegó el nuevo

Corregidor Francisco Sarmiento de Sotomayor, estando ya en su

casa recibiendo parabienes, contra todo pronóstico se cubrió el cielo

de negras nubes, que descargaron un granizo «en el tamaño como

nueces de Chile», en tal cantidad que cubrió el suelo con un espesor

de media vara. Cuando alguien tomaba en sus manos un grano, al derretirse

no salía agua sino sangre, mientras que si se derretía sin contacto

con manos humanas quedaba agua clara. Por la noche apareció

un cometa color de sangre y que alumbraba como fuego; era corvo,

con forma de alfanje o de hoz, y apareció durante cuatro noches seguidas.

Arzáns reproduce el dibujo que dice consultar en otros autores.

Su reflexión es la siguiente:

Vistas estas señales, ¿qué podemos decir sino que eran diligencias de la

inmensa piedad de Dios para evitar en los abandalizados el delito de los

homicidios […]? […] Por eso las repúblicas deben cargar la consideración

sobre los acontecimientos, considerándolos como prevenciones divinas,

no como acasos humanos15.

A los cuatro días, un azoguero vascongado muy rico le envió a

Sarmiento de Sotomayor, como presente, una piña de plata de sesenta

marcos de valor sobre un asiento de oro muy fino. Pasada una hora

la piña comenzó a destilar gotas de sangre que se derramaban en su

asiento de oro y sobre la mesa. Nueve días después un mudo de nacimiento

comenzó a gritar «¡Mueran, mueran!», sin que nadie lo pu-

ANDRÉS EICHMANN 85

13 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias …, tomo II, pp. 19-20.

14 Arzáns, Historia de la Villa Imperial de Potosí, tomo I, p. 311.

15 Arzáns, Historia de la Villa Imperial de Potosí, tomo I, p. 312.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 85

diese contener ni con azotes.Y no lejos de Potosí una perra dio a luz

a cuatro cachorros; el amo le puso a uno el nombre de Vizcaíno, y

fue despedazado por los otros tres.

3. Tipología del prodigio

Ya hemos visto algo de «teoría del milagro» y del portento público,

expuesto por los mismos autores que los transmiten. Propongo dar

un paso más: parece que la función del milagro varía en relación con

la actividad o localización de quien los consigna. Para Meléndez los

milagros se producen mayormente para arrancar a los cristianos de la

«fe muerta». Su finalidad es la de un estímulo para que su conducta

sea coherente con la fe que ya profesan. El ámbito urbano es el marco

de la mayoría de los milagros que relata: una ciudad en la que el

Evangelio es bien conocido. En cambio el agustino Ramos Gavilán se

mueve en un contexto rural: la evangelización en Copacabana y sus

alrededores.Tal vez sea por ello que los milagros, en su caso, tengan

principalmente una función persuasiva: se producen para mover hacia

la fe a los «indios infieles» y para consolidar la de los neófitos. En su

Historia del célebre santuario de nuestra Señora de Copacabana relata más

de 150 milagros obrados por María en la advocación del Lago, en su

mayor parte a favor de indígenas.Y apoyándose en Santo Tomás, explica:

todo milagro se hace en fe y porque la fe sea propagada, y eso incluye la

definición que los teólogos dan de milagro: milagro es una cosa imposible

a los ojos humanos, que deja atrás la fuerza de la naturaleza, hecho

en orden de manifestar la divina gracia, la verdad y virtud en utilidad de

la Iglesia, fuera de las esperanzas que la naturaleza admirativa promete,

aunque no fuera de las que promete y puede la gracia16.

Puedo decir que de los autores que he consultado de Charcas,

quien más desarrolla la «teoría del milagro» es precisamente Ramos

Gavilán:

86 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

16 Ramos Gavilán, Historia del célebre santuario…, p. 132.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 86

También se debe advertir la diferencia que hay entre milagro y cosa

admirable, que el milagro causa admiración así en el sabio como en el

ignorante, porque ambos ignoran su causa, y la cosa admirable sólo asombra

al que no sabe sus causas y principios, que pone admiración en el

rústico, y no en el sabio que sabe la causa. En orden y razón de las dichas

atrás en la definición de milagro, para que estos neófitos y recién

convertidos naturales conozcan lo mucho que la soberana Virgen puede

con Dios, ha tenido por bien la divina Majestad engrandecer esta santa

imagen con maravillas tan excelentes que exceden toda facultad criada17.

Por otra parte, si muchos milagros están en relación con la fe, los

«avisos divinos» lo están con la conducta. Los ejemplos que hemos visto

se refieren a la conducta de grupos humanos, ciudades y reinos enteros.

Aguilar no habla de prodigios sino que interpreta los hechos con

la perspectiva teológica de la época, que también está presente en muchos

pasajes de Arzáns (he dado el ejemplo de la reventazón de

Caricari). Meléndez, por su parte, muestra una catástrofe anunciada,

cuya finalidad no es el castigo mismo sino el perdón mutuo entre los

pobladores de Huamanga. Los prodigios que funcionan como avisos

nefastos narrados por Arzáns, aunque parecen seguir el modelo de los

historiógrafos clásicos de la Antigüedad, vienen interpretados también

en clave teológica cristiana: son expresión de la bondad de Dios, como

hemos visto.

En algunos casos los portentos pueden evocar en el lector relatos

anteriores que presentan alguna semejanza. En Alonso, mozo de muchos

amos, publicado en 1624, el protagonista reprende a unas viudas que

tenían el vicio de platicar entre ellas interminablemente en el interior

de la iglesia. Entre otros argumentos les recuerda que San Benito, estando

en oración, vio que salía de la pared un demonio que se dedicaba

a escribir muy aprisa en un pergamino todo lo que conversaban

dos vejezuelas. Hablaban tanto que al demonio, a pesar de que usaba

letra pequeña y abreviaturas,

vínole a faltar en qué escribir; y enojado con el poco recado que había

traído, asió con los dientes del pergamino para estirarle y que diese de sí;

ANDRÉS EICHMANN 87

17 Ramos Gavilán, Historia del célebre santuario…, p. 133.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 87

pero […] rompiose el pergamino y él dio una gran calabazada en una esquina

de la pared, que no fue de poca risa para el glorioso abad18.

Pueden encontrarse tradiciones que guardan alguna semejanza con

otros de los prodigios que hemos visto. El gallo y la gallina que cantaron

después de asados en Santo Domingo de la Calzada podrían resultar

parientes, tal vez no muy próximos, del pollo resucitado por

Fray Vicente. Estas semejanzas no suponen filiación, pero sin duda

muestran dimensiones de la religiosidad ampliamente conocidas y

compartidas.

Los ejemplos que hemos visto manifiestan una familiaridad con lo

sobrenatural que era corriente en la época. Sin eliminar el espanto o

la admiración ante hechos sobrenaturales concretos, la familiaridad es

condición para que los diversos autores expongan sus reflexiones sobre

tales sucesos, como lo hace cualquiera hoy día con acontecimientos

normales y corrientes: con el realismo de quien estudia un fenómeno

físico o biológico.

88 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL

18 Alcalá, Alonso, mozo de muchos amos; p. 269. Apunta Donoso en su edición de

la novela que la anécdota no es atribuible a San Benito sino que pertenece a una

tradición francesa según la cual le habría ocurrido algo semejante a San Martín de

Tours. Remite también a otro relato con un «diablo escribiente» que aparece en el

Magnum speculum exemplorum, una suerte de poliantea que publica el jesuita Ioannes

Maior en Colonia, 1617: el protagonista es «un sacerdote» sin más; y el diablo no se

golpea ni provoca risa.

Eichmann 28/9/09 13:35 Página 88

Bibliografía

AGUILAR, J. de, Sermones del Dulcísimo Nombre de María, predicados por […], de

la Compañía de Jesús, Catedrático de prima de Sagrada Teología, en la Universidad

de La Plata, y hoy de Vísperas, en el Máximo Colegio de San Pablo de Lima,

Examinador Sinodal del Arzobispado de La Plata, Calificador del S. Oficio de

la Inquisición. Tomo segundo que dedica al Sr. D. Diego Fernández Gallardo,

Deán de la S. Iglesia Metropolitana de La Plata, Sevilla, Juan Francisco de

Blas, 1701.

ARZÁNS DE ORSÚA YVELA, B., Historia de la Villa Imperial de Potosí, ed. L. Hanke

y G. Mendoza, Rhode Island, Brown University Press, 1965, 3 vols.

MELÉNDEZ, J., Tesoros verdaderos de las Indias en la historia de la gran Provincia de

San Juan Bautista del Perú de el orden de los Predicadores […], Roma, Nicolás

Ángel Pinassio, 1681, vol. II.

RAMOS GAVILÁN,A., Historia del célebre santuario de Nuestra Señora de Copacabana

y sus milagros, e invención de la cruz de Carabuco [Lima, Gerónimo de Contreras,

1621], La Paz, Academia Boliviana de la Historia, 1976.

TITO LIVIO, Ab Urbe condita, versión de www.thelatinlibrary.com

TORRES OLLETA,G., Milagros y prodigios de San Francisco Javier, Pamplona, Fundación

Diario de Navarra, 2005.

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