martes, 16 de agosto de 2022

La leyenda urbana sobre el supuesto sexo masculino de Isabel I de Inglaterra que Bram Stoker creía a pies juntillas




La leyenda urbana sobre el supuesto sexo masculino de Isabel I de Inglaterra que Bram Stoker creía a pies juntillas








Una de las últimas obras literarias de Bram Stoker (publicada en 1910, cuando aún estaba con vida el autor de la novela ‘Dracula’) fue un libro catalogado como ‘de no ficción’ que llevaba por título ‘Famosos impostores’.

(imágenes vía Wikimedia commons y bramstoker.org)

Este estaba compuesto por varios capítulos en los que se el escritor británico narraba diversos hechos y personajes que, a lo largo de la Historia, habían protagonizado algún sonado engaño.



En el último capítulo, titulado ‘The Bisley Boy’, explicaba el fraude al que la historia de la realeza inglesa había estado expuesto cuatro siglos atrás cuando la hija del rey Enrique VIII y la decapitada Ana Bolena, Isabel (en aquellos momentos con nueve años de edad), había fallecido repentinamente y en un ardid realizado por los tutores de la pequeña princesa (Lady Catherine Ashley y Thomas Parry) la sustituyeron por un niño de la misma edad que residía en la población de Bisley para hacerlo pasar por ella.

Resulta que Isabel, tras la ejecución de su madre, había sido enviada por el rey a vivir al castillo de Berkeley en Gloucestershire, coincidiendo con una pandemia que afectaba a Inglaterra, con el fin de que estuviese salvaguardada. Allí debía ser cuidada y educada por Lady Askley y Thomas Parry.

Según cuenta el relato de Bram Stoker (así como las múltiples leyendas urbanas que corretean sobre esta historia), Isabel enfermó y falleció justo la noche antes del día en que iba a ser visitada por su padre, Enrique VIII, quien quería presentar a la pequeña a su nueva esposa (y por tanto madrastra de la niña) Catalina Parr.

Los tutores, conocedores de la crueldad del monarca y ante el miedo de ser severamente castigados por haber dejado morir a la princesa, tuvieron la idea de hacer pasar a otra niña por ella, pero daba la casualidad que no había ninguna sana en toda la población y se trajeron desde Bisley a un niño cuyos rasgos era muy similares. Lo travistieron con las ropas de Isabel y lo harían pasar por esta.



El hecho de que Enrique VIII solo veía una vez al año a su hija (a la que quitó de la línea de sucesión) y falleció cinco después, no se percató del cambiazo (aunque parezca imposible creerlo, quienes apoyan esta absurda historia así lo cuentan) pero tampoco lo hicieron todos los cortesanos del palacio.

El niño que sustituyó a la princesa creció como si fuera una mujer y a los 25 años de edad (en 1558) fue coronado (tras haber fallecido sus hermanos Eduardo VI y María I) como la reina Isabel I de Inglaterra e Irlanda.

Esto (según los defensores de esta historia) es lo que explicaría el porqué nunca se casó (fue conocida como ‘la reina virgen’), tenía rasgos faciales poco femeninos y no dio ningún heredero a la corona inglesa, dando por finalizada (una vez fallecida Isabel I) la ‘Dinastía Tudor’.

Una rocambolesca teoría que, sin embargo, fue creída a pies juntillas por algunas personas amantes de las ‘teorías de la conspiración’, entre ellas el propio Bram Stoker, quien quiso difundirlo al gran público a través del libro mencionado al inicio.

Evidentemente esa supuesta historia tenía muchos flecos sueltos, pero en su relato el escritor intentó dar respuesta a cada cosa que no encajaba, a pesar de que muchas de esas explicaciones no terminaban de cuadrar.



Publicación de 1911 del periódico The Seatle Sunday Times que se hizo eco de la leyenda urbana sobre el supuesto sexo masculino de Isabel I de Inglaterra que Bram Stoker difundió (imagen vía bramstoker.org)

En el momento de la publicación del libro ‘Famosos impostores’, un gran número de diarios de la época se hicieron eco de la sorprendente historia de ‘The Bisley Boy’, dando credibilidad al relato expuesto por Bram Stoker, quien era considerado como uno de los grandes dramaturgos de la época (falleció dos años después, en 1912, a la edad de 64 años a causa de un derrame cerebral).

Esto hizo que esa historia, que tan solo solía compartirse como un chascarrillo local, cobrase un gran impacto mediático y fuese conocido internacionalmente, convirtiéndose en una de las leyendas urbanas más populares y preferida de los británicos.

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