domingo, 8 de octubre de 2017

El yeti de Bourganeuf






El yeti de Bourganeuf


escrito por Flegetanis








En 1997 , zoólogos aficionados y apasionados de la criptozoología de medio mundo acuden en masa a la población de Bourganeuf --Creuse (Francia) — donde dicen haber descubierto el cuerpo de un enigmático hombre salvaje. En efecto, allí les espera un tal Alain Nault, que en una maniobra digna del mismísimo P.T. Barnum, ha instalado una tienda en la que exhibe lo que dice ser el cadáver congelado de un ejemplar del mítico abominable hombre de las nieves. El cuerpo en cuestión pesa alrededor de doscientos kilos y su tamaño ronda los dos metros sesenta. Nadie parece tener idea de su procedencia exacta. Así nos lo hace saber el doctor Bernard Heuvelmans (1916 -2001) padre de la criptozoología, en una nota al pie de una de sus obras más eminentes — de lectura obligada para todos los adeptos de estas cuestiones y que felizmente acaba de ser reeditada ( v ) , donde además nos previene de la manifiesta falsedad de la historia en estos términos:

Un cadáver de un “hombre” congelado ha sido exhibido en la Feria Exposición de Bourganeuf. Se trata de un gigante peludo de unos 2.60 metros, que habría sido hallado en 1967 en un glaciar tibetano y que pasaría a Europa a través de Alemania del Este. La historia es demasiado hermosa para ser cierta. Y así sabremos de inmediato que el cuerpo es obra de hábiles taxidermistas. Este asunto confirma, no obstante, la autenticidad del Homo Pongoides (4) — el misterioso Hombre de Hielo de Minnesota, protagonista de uno de los más fascinantes episodios de la criptozología-- que no presentaba el mismo grado de sospechosa “perfección”. (3)







Hasta aquí los hechos constatados. Sabemos que el cuerpo del llamado yeti de Bourganeuf , en la actualidad en paradero desconocido, se mostraba en el interior de un congelador, un bloque o lecho de hielo, en circunstancias similares a las rodearon la presentación de su malogrado precedesor, el Hombre de Hielo de Minnesota. Circulan un puñado de fotografías del ejemplar , algunas de las cuales mostramos, y según se rumorea, un vídeo de dudosa calidad y más difícil localización . Al margen de la autenticidad de estas tomas, el escenario resulta muy familiar. Una vez puesto en marcha el espectáculo, se formula la consabida cuestión sobre lo que pasaría si un especimen de estas características o similares se mostrara finalmente, planteando un desafio a la ciencia moderna. Pasado el primer revuelo y desatados los rumores, el cuerpo desaparece puntualmente, junto con aquellos que propiciaron la revelación. A grandes rasgos, da la impresión de que asistimos, casi punto por punto, al curioso asunto del Gigante de Cardiff, un célebre “falso” cuyos artífices buscaban desatar profundas discusiones en torno a las teorías de la evolución.



Se dijo que incluso el fotógrafo del periódico local, a quien se preguntó por los negativos de las fotos publicadas, aseguró que aquéllos se habían perdido --convenientemente, según el clisé al que responde esta historia en todos sus puntos--; las pocas instantáneas que circulan aquí y allá por la red son las únicas que pudieron escanearse de imágenes publicadas en una revista francesa. Del resto, si alguna vez las hubo, nunca más se supo.



Por si fuera poco embrollo, también está la cuestión del vídeo clandestino de la criatura --que recuerda aquel famoso episodio de la “autopsia del supuesto alienígena de Roswell” — . Apareció en internet en 2004 y en Estados Unidos fue visto más de cien mil veces. En la cinta se aprecia lo que parece ser el cadáver musculado y peludo de un animal a similar a un gorila, con la boca entreabierta, con expresión agonizante. No se trata de un ser humano, ni de un simio --más bien parece un muñeco--. Los títulos de crédito proclaman a bombo y platillo: ” El yeti de Bourganeuf: es real, pero nadie sabe de dónde viene”.




La historia del falso yeti de Bourganeuf repite, como un eco, el misterioso episodio que protagonizó Mr. David Hansen, en los sesenta, propietario del enigmático Hombre de Minnesota, conservado en su ataúd de hielo, tal y como se mostraba al público hasta su desaparición y posterior sustitución por un muñeco.

A pesar de que el asunto del Yeti de Bourganeuf rezuma falsedad por los cuatro costados, no faltan quienes aseguran que hay un trasfondo de verdad en toda la historia, y así afirman que el misterio arranca en 1967, en el Tibet --¿dónde si no?-- , donde unos sherpas descubren este singular vestigio en un glaciar, a casi cinco mil metros de altitud. Consiguen extraerlo de su tumba de hielo --en un momento que se nos antoja sacado de una escena de la fabulosa The Thing, el enigma de otro mundo-- y transportarlo a una región próxima a Khumbu donde unos monjes lo esconden en el fondo de un pozo en su monasterio, hasta que los soldados de la República de Mongolia lo descubren y se hacen con él. La singular mercancía es llevada a China, donde se convierte en una atracción en un parque de Shangai antes de pasar a ser a las manos de una compañía alemana, que lo adquiere. En el 87, veinte años después del supuesto hallazgo, el cadáver del yeti es revendido a un particular llamado Alain Nault, a quien debemos esta versión un tanto rocambolesca del origen del cuerpo, y quien finalmente lo expone en la Feria de Bourganeuf en marzo de 1997, donde supone todo un éxito de taquilla.







A la salida del espectáculo, el público debate enardecido sobre la verosimilitud de la historia. Los insistentes rumores despiertan la curiosidad de los criptozoólogos, que terminan por acercarse a echar un vistazo de cerca al simio congelado. La revista belga Cryptozoologia publica un artículo sobre el particular. Incluso un cirujano insiste en hacer un análisis de una muestra de tejidos del cadáver. Finalmente, gracias a las peripecias de un joven escultor entusiasmado con la imagen del Hombre de los Bosques, se descubre el pastel. El especimen de Bourganeuf resulta ser obra de un taller de taxidermistas de Paris, que vendieron al propietario de la Feria.











Sin embargo, a pesar de los años y las evidencias en cotra, el escultor Jansens Casteels, que descubrió la patraña, sigue recibiendo correos de personas interesadas en el el yeti de Bourganeuf. Estos y otros continuarán, a pesar de los embustes y las decepciones, soñando con una nueva aparición, en algún remoto rincón del planeta, de nuestro peludo y escurridizo eslabón perdido.

-Fuentes y vínculos-

(1) La historia del falso yeti congelado de la Feria de Bourganeuf, acá

(2) Más sobre el hombre peludo y su simbolismo, en Viajes con mi tía

(3) Heuvelmans, Bernard y B. F, Porchnev, L´Homme de Neanderthal est toujours vivant, p. 216 n . (105)

(4) Así bautiza el doctor Heuvelmans al Hombre de Hielo de Minnesota, ejemplar que tuvo ocasión de estudiar de cerca -antes de su misteriosa desaparición-- con la colaboración de otro eminente zoólogo y gran entusiasta de la criptozoología, el naturalista americano Ivan T. Sanderson.

(5 ) Elliot White, Scott, The Very Hairy Dictionary (El diccionario de los peludos) Una auténtica rareza “filatélica”, con más de trescientas imágenes, definitivo para determinar la naturaleza folckórica y universal del “Hombre de Los Bosques”.

(6 ) Critpzoología, enlaces. Atención al filón. Para los más fanáticos del género.

(7 ) Esta historia es un eco del apasionante enigma del Hombre de Hielo de Minesotta, que quizá algún día podemos tratar con más detalle. Entretanto, para los sobrinos más curiosos, véase, por ejemplo ésto

(8 ) El Freak Show del Homo Pongoides, en un excelente artículo sobre el Hombre de Hielo de Minnesota

(10 ) Las fotos del yeti, más falsas que Judas , aquí

(11 ) Las imágenes que colgamos las hemos obtenido en este otro sitio

( 12) Yeti con muy malos pelos, acá

(13 )Dark Ride, el yeti de Bourganeuf (video), con batería metronómica

( 14 ) Un muy curioso y recomendable Diccionario de las criaturas peludas de todo el mundo -http://membres.multimania.fr/scottwhite/ . Las estampas, más de 300, aquí

(15) El yeti también se enamora; recuerden que el lado lúbrico del simio lo emparenta con su páredro, el fauno u hombre silvestre, del que procede. Vean, todo un clásico del cine primate, que diría el Abuelito. Feliz día de los enamorados: pongan un yeti en su vida.

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