domingo, 26 de junio de 2022

UN DESCUBRIMIENTO COMPARADO CON EL DE TUTANKAMÓN Walter Alva: «Quedan tumbas de otros señores mochicas como el de Sipán por descubrir»

 UN DESCUBRIMIENTO COMPARADO CON EL DE TUTANKAMÓN

Walter Alva: «Quedan tumbas de otros señores mochicas como el de Sipán por descubrir»

Jubilado del Museo de las Tumbas Reales que él mismo fundó, el famoso arqueólogo peruano escribe un libro para el gran público sobre la cultura mochica



Pocas personas en la Historia han experimentado esa emoción que embargó a Howard Carter cuando se asomó a la tumba de Tutankamón. Es famosa su respuesta al ser preguntado sobre qué veía al otro lado de la puerta: « cosas maravillosas». El arqueólogo peruano Walter Alva vivió un momento similar en 1987, cuando al levantar una capa de barro tuvo la sensación de que alguien le miraba, como si estuviera aún vivo. Acababa de encontrar uno de los ornamentos de oro de la tumba del Señor de Sipán que representaba al mismo gobernante en miniatura. Alva lo recuerda como un encuentro. «Fue como un instante eterno», afirma. El hallazgo de la primera tumba intacta de un gobernante de la sociedad mochica de hace 1.700 años saltó a los periódicos y las revistas de todo el mundo y marcó el inicio de la «mochicología». Dedesde entonces se han escrito más de 2.000 publicaciones sobre esta cultura que habitó en Perú antes que los incas.

Sus ojos aún relampaguean sobre la obligada mascarilla al recordar el descubrimiento que ha marcado su vida y que el pasado jueves le trajo hasta Madrid para recoger el premio que le ha concedido la Sociedad Geográfica Española por su trabajo en favor de la divulgación geográfica y del entendimiento entre las diversas culturas a través del viaje y la investigación.

-Es la primera vez que la SGE premia en la categoría internacional a un arqueólogo.

Estoy sorprendido y gratamente emocionado por esta distinción honrosa. Creo que parte de la geografía es el hábitat humano. Las culturas ocuparon escenarios geográficos que supieron cambiar, desarrollando tecnologías para convertir esas tierras naturales en territorios habitables. La cultura que yo investigo, la de los mochicas, logró la proeza de dominar el desierto para convertirlo en un territorio altamente productivo, que fue la base de su desarrollo.

-¿Fue el descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán tan importante como la de Tutankamón, como tantas veces se ha dicho?

Creo que la comparación de la tumba del Señor de Sipán con la de Tutankamón es periodística. Cada una tiene su propio contexto. Comparten el clima desértico o el esplendor de sus soberanos… en Sipán se pudo comprobar eso, que un gobernante en el antiguo Perú tenía un esplendor extraordinario con sus ornamentos, sus joyas, sus símbolos de poder. Y también fue sepultado pensando en la eternidad, con sus acompañantes, con todos sus bienes terrenales que según sus creencias deberían seguir usándose en el mundo de los muertos. Pero bueno, cada cosa en su contexto histórico, en su tiempo y en su espacio.

-El descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán fue la comprobación de que los mochicas eran más que una leyenda.

Se hablaba de caciques y gobernantes, pero sin conocer ni uno hasta el descubrimiento. Finalmente logramos salvarlo. Fue un trabajo de salvataje porque iba a ser saqueado totalmente como han sido saqueadas decenas de tumbas. Probablemente tumbas más ricas fueron saqueadas ya.

-Tuvieron que intervenir al ser avisados de que allí estaban actuando los huaqueros.

En 1987 se vivía una época de crisis en el Perú muy seria, con pérdida de autoridad, Sendero Luminoso actuando en el campo, una crisis económica galopante… era el campo propicio para que los traficantes promovieran el saqueo y los campesinos pobres pensaban que buscar tumbas era una forma de sobrevivir. Había un saqueo intensivo. En ese tiempo, además, no existían muchos arqueólogos en el país. En el lugar donde yo trabajaba, en la región de Lambayeque, era el único para una extensión bastante grande. Nos enteramos de que estaban saqueando aquel sitio porque la gente no tuvo ningún reparo en robar en monumentos que estaban incluso cerca de la población. Decidimos intervenir sin ningún tipo de recursos, pero era la única manera. Era eso o dejar que las cosas pasaran y al cabo de algunos años nos enteraríamos de que había joyas en el mercado de antigüedades maravillosas y nadie sabría cómo fueron encontradas. Ha pasado en los últimos 80 años en el Perú. A veces nos enteramos de lugares arqueológicos que han sido saqueados porque salen objetos incluso en museos del extranjero. El mercado negro actúa de una manera muy rápida.

-Llegasteis a dormir sobre el yacimiento para que no lo asaltaran.

Claro. Tuvimos que instalar un campamento sobre el monumento para evitar saqueos. Primero hubo que retirar a los pobladores que estaban posicionados en el monumento. Fue un momento muy dramático porque no querían irse, pensaban que tenían todo el derecho de buscar objetos para venderlos y poder sobrevivir. Decían que los arqueólogos y la Policía les queríamos quitar la posibilidad de tener algún dinero. Hubo una tensión fuerte, con disparos al aire, pero logramos finalmente que se fueran.

-El expolio y destrucción de yacimientos arqueológicos ¿es ahora un problema mayor de lo que era cuando descubrió la tumba del Señor de Sipán?

Creo que al contrario, ha cesado un poco porque ahora no hay demanda de bienes y porque las leyes y convenios internacionales están siendo más drásticos y cada vez más países se comprometen a proteger el patrimonio cultural común de la Humanidad. Además, coleccionar objetos antiguos ha dejado de ser una moda de prestigio. Muchos coleccionistas viejos han fallecido y las familias no tienen interés en seguir coleccionando. Y por otro lado, en el mundo hemos desarrollado una lucha muy intensa contra el tráfico de este tipo de bienes. Todo eso ha contribuido a que haya una toma de conciencia de que coleccionar objetos antiguos es propiciar el saqueo. Todo objeto viene de un saqueo. Es arte antiguo, pero antes que eso es un documento histórico que cuando es extraído del contexto pierde todo su valor informativo.

-Cada vez es más común que países latinoamericanos como Perú levanten la voz ante subastas de arte precolombino de dudosa procedencia. ¿Cree que ese es el camino?

Sí, eso tiene mucho rédito. Además, sale en la prensa y la gente teme mucho el escándalo. Se va viendo un cambio de actitud, aunque lento todavía. Es un poco como lo que pasó con los animales, que antes era de lujo vestirse con la piel de un visón y ahora ya nadie quiere hacerlo. Ha habido un proceso de educación, pero queda camino por recorrer.

La tumba del Señor de Sipán
La tumba del Señor de Sipán - ABC

-De la tumba del Señor de Sipán, ¿quedan piezas por recuperar?

Sí. Antes de que nosotros interviniéramos se saqueó una tumba y todavía hay algunos objetos que están en manos privadas, más o menos localizados. Y después hubo otros saqueos, cuyas piezas se van recuperando progresivamente. Es difícil decir cuántas son. De algunas piezas no sabes de su existencia hasta que un día sale en una publicación. Hay coleccionistas que ni siquiera permiten que se fotografíen.

-¿Algún objeto de Sipán puede estar en España?

No creo. En España se requisaron unas piezas hace unos años y nos devolvieron una parte al Perú y otra parte se las llevó el propietario a Alemania. Allí había cosas de Sipán. El coleccionista ha fallecido y parece que los descendientes las tienen y sé que están en operaciones de venta. Estamos con la Interpol tratando de que regresen. La restitución de piezas es un proceso complicado y hay países que no se acogen a los convenios de la Unesco, como Alemania, Francia o Suiza.

-Al descubrir la tumba de Tutankamón Howard Carter dijo aquella famosa frase de que había visto “cosas maravillosas”. ¿También le pasó a usted? ¿Cómo fue el momento del hallazgo?

Estábamos limpiando la tierra una tarde a finales de julio de 1987. Era bien tarde. Se veía que había un fardo lleno de tierra cubierto. Comenzamos a limpiar con pinceles y uno de mis asistentes me dijo: «Mire, acá se ve algo interesante». Y le contesté: «Como está muy oscuro, me vas a alumbrar para verlo y mañana ya seguimos el trabajo». Levantamos una concreción de barro y de repente tuve la sensación de que no solamente yo estaba mirando. Alguien me estaba mirando a mí. Era el rostro en miniatura de uno de los ornamentos que representa al mismo Señor de Sipán, pero en oro. Fue una sensación como de un encuentro. Era una cara, un rostro humano que me miraba. Siempre digo que fue como un instante eterno. Pasó tan rápido, pero se vivió eterno. El momento de encuentro con un personaje, con algo como que estaba vivo todavía. Inolvidable. Uno piensa en la suerte, la decisión... todo fueron una suerte de coincidencias. Pudo haber terminado mal, pude no haber tomado la decisión correcta, nadie me había mandado a mí intervenir, no había recursos. En ese tiempo estábamos tres, Susana, que era mi primera esposa y madre de mis dos hijos, que era también arqueóloga, Luis Chero, que aún era un estudiante y yo. Tres personas y dos policías y un sargento que vigilaban el lugar. Ya cuando se descubrió la tumba vino toda la gente del campo, unos con la idea de que repartiéramos el oro. Tuve que explicarles que era una tumba de nuestros antepasados, que era patrimonio de todos los peruanos, pero ellos decían que les pertenecía, que era su tierra, que les entregáramos el oro o una recompensa. Había algunos agitadores. Dijeron que querían ver el lugar, conocerlo. Sabía que podía pasar cualquier cosa, que podían hacer un asalto. Al final, dejé pasar a mil personas. Les dije que hicieran una cola y les dejé pasar en grupos de diez. El peregrinaje de toda la gente que venía a ver duró casi 10 días. Ahora se enorgullecen del museo.

-¿Quién fue el Señor de Sipán?

Un gobernante de la cultura mochica que se desarrolla en el norte del Perú entre los siglos I y VII de nuestra era. Era el gobernante de uno de los diez valles que forma el espacio de esta cultura, una típica cultura de oasis, que vivía de la irrigación artificial del desierto. Como era el gobernante de un valle le hemos llamado Señor, porque solo manejaba uno de estos señoríos. En cada valle debía de haber un gobernante. Por eso pensamos que seguramente se pueden encontrar muchas tumbas de esta cultura. Después ya vino el imperio Chimú, que fue mucho más extenso, y posteriormente los incas. Las tumbas de los incas y de los emperadores Chimú, como eran más reconocibles, fueron saqueadas en la época de la colonia en busca de oro. Hay documentos de la época colonial donde se puede ver como se organizaba la extracción del oro, eran casi como empresas mineras. Se les concedía un permiso real y a cambio tenían que pagar la quinta parte de lo que encontraran. Por eso había pocas esperanzas de que hubiera tumbas aún intactas, pero como las de los mochicas estaban ocultas, probablemente hay otras. Por fuera se veía un monumento, y muchos de ellos fueron excavados, pero las tumbas estaban abajo y en un lado, escondidas.

-Se ocultaron como las tumbas egipcias. Entonces, todavía quedan señores como el de Sipán por descubrir?

Otros señores, de otros valles.

-¿Y tienes localizado alguno de estos posibles enterramientos?

Creo que puede haber sorpresas, con toda seguridad. Después de Sipán se ha encontrado la tumba de la señora de Cao, que es una mujer de la nobleza que tuvo también poder, aunque no podemos decir que fuera una gobernanta. Y de otras culturas, se han encontrado los restos de una mujer en la misma región donde trabajo que se le llama la Dama de Chornancap, que también tenía ornamentos y un ajuar funerario suntuoso.

-¿La mujer tenía peso en el Antiguo Perú?

Sí, eso fue toda una sorpresa porque siempre pensábamos que éstas eran unas sociedades patriarcales y ahora vemos que las mujeres también tuvieron poder.

-El descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán supuso un antes y un después. ¿Cómo está ahora la situación de la arqueología en Perú?

La virtud del descubrimiento de Sipán es que tuvo un impacto inmediato en todos los niveles. Se reactivó el interés por investigar la cultura mochica. Después de Sipán creo que ha habido 2.000 publicaciones sobre la cultura mochica, se ha vuelto una especialidad. Así como existe la egiptología, allí hay la mochicología. Suscita más interés que los incas. Es una eclosión. Y también mucha gente joven se interesó por la arqueología. Hoy tenemos un grupo bastante numeroso de arqueólogos. En los últimos 35 años ha cambiado radicalmente, a mejor. Otra virtud de Sipán es que llegó hasta los gobernantes. Antes la arqueología no les interesaba para nada, pero como Sipán tuvo repercusión internacional, los políticos también comenzaron a tomar en cuenta lo que es nuestra herencia cultural.

-Y puso Chiclayo y Lambayeque en el mapa.

El Museo de las Tumbas Reales de Sipán es uno de los más visitados del país, que trabaja en colaboración con otros museos y donde las investigaciones siguen. Creo que fue un momento importante.

Un objeto de oro hallado en la tumba
Un objeto de oro hallado en la tumba - ABC

-Hace apenas unos meses que ha sido apartado del mismo, tras haber cumplido 70 años el pasado junio por límite de edad. ¿Ha sido difícil abandonar el museo que usted mismo levantó?

Yo lo creé, lo fundé, lo construí prácticamente pidiendo apoyos, incluso viví en él y mi primera esposa y madre de mis dos hijos está allí enterrada, pero las leyes laborales son implacables. Tienes 70 años y te toca la jubilación. Creo que tengo toda la autoridad moral para seguir velando por este museo porque es casi como mi hijo. Pero mi trabajo no puede detenerse. Voy a seguir investigando, tengo mucho por escribir sobre todo lo que se ha hecho. Estoy preparando un libro sobre los mochicas para el gran público junto a mi segunda esposa que también es arqueóloga y periodista. Es una empresa que me parece importante. Se va a llamar ‘Los mochicas, vencedores del desierto’. En esta cultura hay muchos temas guerreros, pero la verdadera victoria de los mochicas fue sobre el desierto, vencer al desierto para convertir esas tierras áridas en territorio altamente productivo de papa, frijol, maíz...

-¿Qué tienen que agradecer los peruanos a la cultura mochica, que les ha dejado?

En una entrevista me preguntaron: "¿Qué va a pasar cuando usted se muera y se encuentre con el Señor de Sipán? ¿qué le va a decir?" Le diré que he cumplido mi misión de salvarlo de la destrucción. No había otra manera. Si no lo hubiera hecho, sus huesos estarían despedazados y sus bienes en manos de 20 o 30 coleccionistas. La tumba del Señor de Sipán se hubiera reducido a 80 piezas de oro y nada más. Y no conoceríamos el pensamiento religioso de los mochicas, sus conceptos, el nivel de desarrollo que habían alcanzado, porque fue una tumba reflejo de su tiempo.

-¿Hay costumbres mochicas que han sobrevivido?

Las embarcaciones de pesca que son los caballitos de totora aparecen en las cerámicas mochicas, también algunas comidas, las técnicas de irrigación... Los canales de riego de los mochicas son los mismos que se usan ahora. Fueron tan bien hechos que todavía seguimos usándolos.

-¿Y qué piensa de esas reivindicaciones que llegan desde América Latina sobre que España debe pedir perdón por la conquista y colonización?

Son gestos políticos. Los peruanos somos una mezcla. Hay muy pocos pueblos que puedan decir que son nativos puros. Hay que respetar la identidad de esas comunidades nativas de la selva, que son parte del país, pero el gran porcentaje de los peruanos somos mestizos. Un pensador peruano dijo: no podemos ser ni antihispanistas, ni indigenistas, somos peruanos, peruanistas. Perú es una mezcla de razas. Tenemos el componente afro también y el asiático. Esa preocupación no es muy fuerte en Perú. Creo que debe haber un perdón, pero tampoco exagerar hasta el punto de que eso sea una política de Estado. No es eso lo más importante. El mundo antiguo está hecho de conquistas. Ahora el coloniaje es el económico.

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