domingo, 1 de mayo de 2022

Misterios de Almería: milagros religiosos en Íllar

 Misterios de Almería: milagros religiosos en Íllar 


Una historia relacionada con las Ánimas del purgatorio




Nos trasladamos a la parroquia de Santa Ana de Íllar para ser partícipes de una historia tan singular como milagrosa. Se encuentra en la siempre bella provincia de Almería y no deja de sorprender a todos los que conocen lo que allí, hace siglos, sucedió.














La sudoración milagrosa de Santa Ana

La parroquia es una construcción del siglo XVI, que se edificó como parte de la Reconquista de los Reyes Católicos a los musulmanes y fue, en su zona de influencia, emblema religioso y sagrado. Está edificada sobre los restos del alminar musulmán y así atesora también el vestigio de la cultura árabe en sus cimientos. Su portada es barroca y destaca su cúpula y artesonado de madera.

Corría el mes de marzo del año 1602 e iba a ocurrir algo qué iba a dejar incrédulos a todos los que estaban en aquella liturgia.

Las dos tallas religiosas existentes en la parroquia, de Nuestra Señora de la Concepción y de Santa Ana, comenzaron a sudar copiosamente, tanto que el miedo cundió entre la feligresía.

La misa no podía ser más oportuna: dedicada a las ánimas del purgatorio. Mientras aquellas dos tallas no dejaban de sudar al igual que el niño Jesús que portaba en brazos la primera, Nuestra Señora de la Concepción.

Rápidamente se acudió a las autoridades eclesiásticas informando de aquel milagro ante más de un millar de personas, y al lugar se desplazaron a comprobar aquel sudor que se secaba y volvía a brotar. Fue el licenciado Muñoz de Ocampo quien reclamó a un empleado del juzgado y de algunos sacerdotes para que examinaran, y analizarán con detenimiento ambas tallas, pero ambos cuerpos de madera estaban secos y el sudor parecía que sólo provenía de su cabeza.

Tras 48 horas de sudoración fue la imagen de Santa Ana la primera en finalizar el extraño fenómeno, posteriormente el niño Jesús y finalmente Nuestra Señora de la Concepción.

Los testigos firmaron un documento en el que dejaban constancia de aquel milagro, dicho documento -por desgracia- se perdió en la Guerra Civil pero se realizó una copia por encargo del doctor Antonio Martín que dejó el vestigio de aquella huella de lo imposible, de aquel hecho sin parangón que afectó a todos los vecinos y fieles de esta parroquia de Santa Ana de Íllar.

El culto a las ánimas

Hay personas que le tienen una gran devoción a las ánimas, rezándole y confiando ellas, ánimas que son identificadas como las almas de personas fallecidas que no están ni en el Cielo ni en el Infierno sino en el purgatorio donde pagan por sus pecados eternamente.

Las ánimas pueden ser malignas y se identifican con las ánimas negras, en contraposición a estas tenemos las benditas que son las ánimas blancas.

En el purgatorio será el sufrimiento el que vaya lavando sus pecados para de allí subir al Cielo, pero hay veces en los que esas ánimas pasan a nuestro plano, a nuestra existencia y son vistas, a veces, como almas errantes que vagan para pavor de aquellas que las contemplan.

Se dice que el ser humano puede ayudar a las ánimas dándoles luz y se esa forma acorta su estancia en el purgatorio, esa luz es a través de las oraciones y misas, los ruegos y ofrendas. Además las ánimas tienen justificada fama cuando se les pide favores que suelen conceder y cumplir. Pero nada es a cambio de nada y se debe cumplir aquello que se les ofrece, que suele ser en forma de oraciones. Curiosamente los que olvidaron cumplir su parte del 'trato' se encontraron con la desagradable presencia de seres invisibles que los hostigaban entrando en contacto con ellos tirándoles de la ropa, de los pelos, susurrándoles o dejándose ver para espanto del testigo a la vez que víctima.

Hay un número elevado de capillas que honran a las ánimas del purgatorio y donde se va a rezarles y a cumplir sus pactos. Una de ellas se encuentra en la localidad de Adra, aunque hay otros puntos donde, igualmente, se les rinde devoción, como en la rambla de las Cruces y hay experiencias relatos muy destacados que merece la pena conocer.

Como el de una mujer, que en plena Guerra Civil prometió construir una ermita si su hermano y su padre sobrevivían. Pasó la guerra y sus familiares volvieron con vida. Ella comenzó a construir la ermita con diligencia y sin retraso en el mismo lugar donde antaño se erigía un templo. La ermita se dedicó a las ánimas y también se dio una relación con la hermandad que recogía limosnas por sus calles. De esta tradición y la promesa de aquella mujer se enlazó al culto de las Ánimas del Purgatorio.

Curiosamente en esta historia destaca 'el Santo Entierro' que es una procesión se ánimas, tipo Santa Compaña, que tiene como escenario las calles de Adra desde la rambla de las Cruces a la calle Real, y que cuenta con penitentes vestidos de negro y con velones en las manos.

Como marcan los cánones, si alguien se encuentra con este 'Santo Entierro' no deben mirarlos a los ojos, cortarles el paso o hablar con ellos pues te pueden llevar; sino que uno se debe arrodillar y rezar.

Es curioso porque los más viejos del lugar hablan de personas que contravinieron esas 'normas y fallecieron al poco de ver la procesión de la muerte, el cortejo fúnebre que, en muchas ocasiones, viene a llevarte.

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