Tenerife se
revoluciona con el supuesto hallazgo de la Cueva de las Mil Momias guanches
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Día
22/08/2014 - 01.01h
Una mujer asegura haber encontrado una gruta
con más de 700 momias que reaviva la leyenda de la mítica cueva y la Guardia
Civil resta crédito a su presunto descubrimiento
ABC
El presunto
hallazgo de una enorme cámara
mortuoria de origen guanche
con más de 700 momias ha revolucionado en los últimos días a media isla de
Tenerife y ha hecho renacer en muchos canarios una idea que, mitad leyenda,
mitad investigación científica, estimula desde hace años la imaginación y el
estudio de los aborígenes: la
Cueva de las Mil Momias.
El detonante del revuelo ha sido el supuesto descubrimiento
realizado por un equipo de investigadores encabezados por una mujer que ya
acumula más de 1.300 seguidores Allí
describe la que podría ser esta mítica cueva, cuya
ubicación no revela, y aprovecha para arremeter contra quienes la han
calificado de «mentirosa» y han lanzado otros improperios menos suaves.
Su testimonio no es baladí ni ha pasado desapercibido para la
Guardia Civil. Respecto del fondo de la cuestión, el presunto hallazgo de una
cueva repleta de momias guanches, que vendría a ser un lugar reservado para
enterramientos y, por tanto, presumiblemente sagrado, toca uno de los asuntos
más sensibles en Canarias, como es la posible evidencia de que haya aún cuevas
no descubiertas con decenas de
cadáveres de aborígenes momificados.
La emblemática, por el misterio que la rodea, es la de las mil momias en la
isla del Teide.
Desde el punto de vista histórico, en teoría en 1764 se localizó
una gruta a la que denominaron la Cueva de las Mil Momias, también conocida
como Cueva de los Menceyes, porque se cree que fue la última morada de los jefes tribales
guanches.
Los científicos e historiadores la sitúan en el barranco
de Herques, entre los municipios de Fasnia y Güímar, y en su
interior encontraron un importante grupo de guanches momificados. Este
descubrimiento significó un hito en
el campo de la arqueología prehispánica canaria, salvo por una particularidad:
se desconocen las coordenadas exactas de la cueva. En otras palabras, no se sabe dónde está, hasta hace unos días al menos.
Después de más de dos siglos de enigma, un libro y
especulaciones sobre esta cavidad, una mujer dice haber hallado lo más parecido
a esta cueva. Sin embargo, la Guardia Civil, que sigue sus pasos en dicha red
social, ha restado
credibilidad a sus palabras. Ella ha anunciado una futura rueda de prensa
en la que aportará pruebas de lo encontrado.
De momento, afirma que en la cueva, localizada en las
inmediaciones de Ifonche, Adeje, también hay «2.731
pieles escritas llenas de información», así como 2.100 tinajas, cuchillos,
agujas y otros utensilios.
Incombustible al desaliento, en otras notas colgadas en su
cuenta desgrana otros hallazgos igual de singulares. «Se ha localizado un
cementerio entre Güímar y Santiago del Teide; un enorme, pero enorme,
cementerio que se demuestra que
nuestros antepasados no servían de estiércol. Ese
cementerio es una cueva enorme, pero enorme la cueva. Van alucinar cómo están
colocados los cuerpos. Parece mentira que personas que dicen que son tan
inteligentes, que han escrito libros y que me desmienten, digan que nuestros
pobres ancestros, con todo lo que sufrieron y pasaron, digan que los usaban
como estiércol», asegura en su cuenta de Facebook.
A renglón seguido, da detalles sobre lo que el equipo vio en su
recorrido por el interior de esta cueva. «Se diría que hasta el fondo está
llena de cuerpos, uno al lado del otro, y están a la altura de un poco más de
30 centímetros. La cueva medirá como
de 300 a 500 metros de profundidad, se
cree, ya que las medidas son orientativas».
En esta nota del 13 de agosto narra que para las personas que
entraron fue «impactante» contemplar «tantos
y tantos cuerpos», mientras que en otra nota advierte que tiene las
capturas de pantalla de todos aquellos que la han insultado.
A la espera que desvele las pruebas del hallazgo de la
hipotética gruta guanche, como recuerda el escritor canario Alberto Vázquez
Figueroa, al referirse al libro publicado en 2010 por Antonio Tejera Gaspar,
David Galloway, Daniel García y Juan Francisco Delgado: «La Cueva de las Mil
Momias ofrece el siempre fascinante atractivo del misterio que rodea el hecho
de que nuestras Islas Canarias fueran uno
de los muy contados lugares del mundo en
los que se consiguió que los cuerpos de los difuntos se conservaran en perfecto
estado pese al transcurso de los siglos».
¿Existió realmente esta enorme necrópolis de los guanches? Bajo este misterio se unen las firmas del citado Tejera, el novelista David Galloway y los historiadores Daniel García y J. Francisco Delgado en el libro La cueva de las mil momias, prologado por Alberto Vázquez Figueroa, y que anoche se presentó en Ámbito Cultural, en Las Palmas de Gran Canaria. La obra entraña la dificultad de que se presenta con una estructura novedosa, por no decir pionera, en España: una parte cubre la investigación sobre la supuesta tumba, con testimonios, además de un detallado estudio sobre el embalsamamiento en Canarias, mientras que una final está dedicada a la novela en sí. "Se puede empezar por el final y luego ir al principio", afirma Tejera Gaspar, que ve necesario "explicar la Historia de una manera que conecte con el gran público", agrega.
El paso de 250 años desde el supuesto hallazgo ni el avance de la arqueología han permitido, por ahora, encontrar la llamada cueva de las mil momias. Sin embargo, la investigación recogida en el libro avanza sobre un hipotético expolio protagonizado por naturalistas, y también por aventureros y comerciantes extranjeros que traficaban con momias. Entre los casos documentados, la depositada en el Museo Nacional de Antropología de Madrid, procedente de Tenerife, y otra llevada a París, al llamado Gabinete Real.
Un grabado de Charles Nicholas Cochin (1715-1790) realizado en 1791, reproducido en La cueva de las mil momias, ofrece la visión de la llegada de un extranjero a una gran cueva, donde es recibido por unos aborígenes. En la misma, hay numerosas momias apoyadas en el risco, y otras acostadas sobre soportes de madera. ¿Existía dicha cámara mortuoria, o sólo es el reflejo creativo de una leyenda? Un espacio tan escalofriante no ha aparecido, pero Tejera Gaspar deja claro la fuerte presencia de la momificación en la Islas, y la sabiduría con la que era practicada.
El enigma de las 1.000 momias
'La cueva de las mil momias' podía haber sido sólo una novela, pero el escalofriante título también introduce al lector en la 'ciencia' de la momificación en Canarias. El libro, presentado anoche en Ámbito Cultural, apura al máximo los datos sobre la existencia en Tenerife de una gran cámara subterránea llena de aborígenes tratados con el método de conservación
JAVIER DURÁN El origen del enigma se encierra entre las páginas 178-179 de Noticias de historia general de las Islas Canarias (1772-1773), en el capítulo XVIII, dedicado a Sus Embalsamamientos y Entierros, del historiador Viera y Clavijo. De ahí extracta el catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna Antonio Tejera Gaspar la siguiente cita: "Está en un cerro muy escarpado del Barranco de Herques, entre Arico y Güímar, en el país de Abona, y tan lleno de momias, que no se contaron más de mil...". Viera y Clavijo no hace otra cosa que relatar el descubrimiento de "un panteón excelente, cuyo apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra historia antigua".
¿Existió realmente esta enorme necrópolis de los guanches? Bajo este misterio se unen las firmas del citado Tejera, el novelista David Galloway y los historiadores Daniel García y J. Francisco Delgado en el libro La cueva de las mil momias, prologado por Alberto Vázquez Figueroa, y que anoche se presentó en Ámbito Cultural, en Las Palmas de Gran Canaria. La obra entraña la dificultad de que se presenta con una estructura novedosa, por no decir pionera, en España: una parte cubre la investigación sobre la supuesta tumba, con testimonios, además de un detallado estudio sobre el embalsamamiento en Canarias, mientras que una final está dedicada a la novela en sí. "Se puede empezar por el final y luego ir al principio", afirma Tejera Gaspar, que ve necesario "explicar la Historia de una manera que conecte con el gran público", agrega.
El paso de 250 años desde el supuesto hallazgo ni el avance de la arqueología han permitido, por ahora, encontrar la llamada cueva de las mil momias. Sin embargo, la investigación recogida en el libro avanza sobre un hipotético expolio protagonizado por naturalistas, y también por aventureros y comerciantes extranjeros que traficaban con momias. Entre los casos documentados, la depositada en el Museo Nacional de Antropología de Madrid, procedente de Tenerife, y otra llevada a París, al llamado Gabinete Real.
Un grabado de Charles Nicholas Cochin (1715-1790) realizado en 1791, reproducido en La cueva de las mil momias, ofrece la visión de la llegada de un extranjero a una gran cueva, donde es recibido por unos aborígenes. En la misma, hay numerosas momias apoyadas en el risco, y otras acostadas sobre soportes de madera. ¿Existía dicha cámara mortuoria, o sólo es el reflejo creativo de una leyenda? Un espacio tan escalofriante no ha aparecido, pero Tejera Gaspar deja claro la fuerte presencia de la momificación en la Islas, y la sabiduría con la que era practicada.
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