lunes, 20 de mayo de 2024

Misterios de Málaga: fenómenos paranormales en el Rincón de la Victoria y la Cala del Moral





Misterios de Málaga: fenómenos paranormales en el Rincón de la Victoria y la Cala del Moral
De entre todos los enclaves de la Costa del Sol, destaca en el plano de las leyendas la conocida como Cueva del Higuerón o Cueva del Tesoro





JOSÉ MANUEL GARCÍA BAUTISTA
23/01/2022




Me la mostró mi buen amigo José Manuel Frías y es la zona comprendida entre el Rincón de la Victoria y la Cala del Moral , en la Axarquía malagueña, está compuesta por una serie de acantilados erosionados por los efectos marinos y climáticos. Por aquellos lares podemos encontrar decenas de cuevas y abrigos que fueron el hábitat natural para el desarrollo de la vida humana en la prehistoria , permitiendo el cobijo y la defensa del hombre primitivo.

De entre todos esos enclaves de la costa del sol, destaca con luz propia la conocida como Cueva del Higuerón o Cueva del Tesoro , uno de los puntos turísticos acondicionados para el visitante más atrayentes de la provincia, por cuyos conductos pasan cada día decenas de curiosos. No en vano, es la única gruta marina existente en Europa, contándose solo dos más en todo el planeta, en Asia y Centroamérica . Este paraíso arqueológico se formó a partir de las diversas corrientes de aguas subterráneas, la presión del mar y los golpes de las olas, a lo largo de millones de años, dejando a la vista un panorama de espectacular belleza.


Por su interior han pasado diversas civilizaciones : neolíticas, paleolíticas y fenicias. Además de contar con numerosas pinturas rupestres, en sus grutas han aparecido cerámicas y objetos de sílex, como hachas y puntas de flecha. En definitiva, una hilera de más de quinientos metros de galerías y lagos donde fluctúa el misterio. Tesoros escondidos, fantasmas errantes y diosas mitológicas parecen convivir en su interior.



El tesoro del Emperador Almorávide
Las primeras investigaciones contemporáneas en la cueva de las que tenemos referencias, proceden del arqueólogo Miguel Such , quién en el año 1919 comienza a realizar excavaciones que sacan al exterior diversos restos de épocas neolíticas. Más adelante, Henri Breuil descubre pinturas rupestres que son publicadas en una popular revista francesa.

Casi todas estas indagaciones tenían como objetivo sacar a la luz datos arqueológicos, aunque esta etapa se vio enturbiada por las continuas visitas furtivas de buscadores de riquezas y reliquias. Por aquel entonces ya se conocía la leyenda de un gran tesoro oculto en las profundidades de la gruta. Incluso, en determinadas obras de historiadores clásicos de Málaga, se habla de la presencia de un espantoso animal que custodiaba aquellos caudales. Eso despertó en unos el espíritu de aventura, y en otros la simple codicia, lo que alteró en diversas ocasiones las condiciones en que se encontraba la cueva, destruyendo gran parte de sus estratos.

A pesar del escaso éxito de tales empresas, que nos podría hacer pensar que todo es fruto de una mera tradición popular, ya existían escritos del siglo XVII que nos hablaban de tesoros en el entorno, como aparece reflejado en una obra de Fray Agustín de Milla y Suizo . Desde aquel entonces, las leyendas toman dos vías diferentes. Una nos habla de cinco reyes mahometanos que arribaron a nuestras costas en tiempos previos a la reconquista cargados de enormes riquezas y, sintiéndose perseguidos por los repobladores cristianos, las ocultaron en la Cueva. La otra historia, quizá con más trasfondo real, y que ofrece una mayor credibilidad a los expertos, menciona la existencia de un tesoro oculto por el emperador de los almorávides Tasufín Ibn Alí , quién huía de las revueltas de su tierra. Nos remontaríamos, por lo tanto, a los albores del siglo XII.


El espectro de Antonio de la Nari
El 15 de Mayo de 1847, un suizo llamado Antonio de la Nari llegó a España auto definiéndose como «descubridor y pionero». Sobre este extraño hombre pesan una serie de vicisitudes y leyendas increíbles. De la Nari pasó varios años buscando el tesoro en el interior de la cueva, sin resultado positivo, aunque su empeño le llevó a abrir galerías y un pozo a base de barrenos. Escritos al respecto nos hablan de un hombre extraño, siempre encerrado en la gruta , y que solo salía para comprar comida en las ventas de la zona. Su aspecto desaliñado, con la ropa raída por los roces de la piedra y una barba larga y blanca, hizo que los lugareños lo respetaran e incluso lo temieran.

Durante una de sus incursiones con barrenos, uno de estos provocó una explosión tan grande que acabó con su vida , dejándolo totalmente destrozado en aquel lugar. Aquello sucedió en el año 1847, y desde entonces, el pozo que excavó y la propia cueva pasaron a llamarse 'Del Suizo' de manera popular.

Lo realmente extraño se presentó cuando tras descubrir su cadáver, muchos de los dueños de las ventas aseguraron haberlo visto comprar comida en días anteriores . No era posible ya que, como aseguraron los forenses, llevaba fallecido bastante tiempo, dada la descomposición del cuerpo. Aun así, los testimonios de personas que lo vieron pasear por el exterior eran abrumadores.

Muchos hablan de que su espectro aún continúa vagando por los interiores de la Cueva del Tesoro, en su inmortal afán por encontrar lo que durante años anduvo buscando. Incluso, hay quien dice haberlo visto en épocas más actuales deambulando por la zona de Cantales, con su inconfundible barba. La propia gerente de la cueva, Elizabeth López , se hace eco de los testimonios de visitantes que afirman haber observado una figura espectral de un hombre, del que solo se aprecia medio cuerpo de la cintura para arriba, por la zona de recepción y tiendas. Apariciones espeluznantes que parecen continuar manifestándose en pleno siglo XXI.

La diosa de la Luna

La persona que más profundizó en los misterios arqueológicos de la Cueva del Tesoro, desde 1950 hasta 1980, fue D. Manuel Laza Palacio . Su pasión por la cueva le llevó a pasar largas jornadas de esfuerzo físico tremendo, y su trabajo se ha visto plasmado en numerosos reportajes muy respetados por los especialistas malacitanos. Laza creyó haber encontrado en las profundidades de la cueva uno de los tres santuarios prehistóricos del sur de España: el de la Diosa Noctiluca , diosa de la fecundidad, la vida y la muerte, representada por los fenicios en los cielos como la Luna en sus distintas fases.

Aquel descubrimiento se produjo en una ocasión en que, caminando por los abruptos senderos laberínticos de la cueva, divisó una figura de piedra caliza, que aparentaba la forma de una mujer envuelta en un manto, con un gran ojo circular en lo que podría ser la cabeza. A los pies de la extraña figura descubrió una especie de altar bicorne . En el suelo se encontró una mancha grisácea que tras diversos análisis, resultó ser ceniza de huesos, lo que denotaba que en aquel lugar se habían llevado a cabo rituales prehistóricos.

Pero lo realmente apasionante era que la figura de la Diosa Noctiluca no había sido realizada artificialmente, sino a base de la fricción de las antiguas corrientes marinas contra la roca , formando algo que era adorado desde tiempo atrás por las civilizaciones Neolíticas. Aquellos hombres del pasado veneraban a todos aquellos elementos con los que coexistían: el sol, la tierra, la luna... En especial esta última debió influir profundamente sobre ellos al ser el astro más visible durante la noche.

Debemos imaginar la impresión que a estos hombres primitivos hubo de causarles el descubrir durante sus andanzas por el interior del Cueva del Tesoro, una sala enorme en la que residía aquella formación pétrea sobre un altar natural, creada por la sola fuerza del agua. Para ellos no hubo duda: era la Diosa Noctiluca, aquella que aparecía en el firmamento nocturno. Una diosa que aún se mantiene erguida y orgullosa en la sala que lleva su nombre: Noctiluca, Diosa de la Noche y de la Luna.

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