Historia de Isla de Pascua

La historia de Rapa Nui es la historia referente a la isla Rapa Nui (conocida como Isla de Pascua) y sus habitantes originarios, los rapanui.
Población de la isla
Según la tradición oral rapanui, los primeros habitantes de la isla Rapa nui (isla de Pascua) llegaron huyendo del hundimiento de un mítico continente o isla llamado Hiva (aún sin identificar); siendo Hotu Matu'a su primer rey, aproximadamente hacia el siglo VI.[1]Aunque existen teorías que fechan su llegada en torno al siglo XIII,[2] pero siendo la fecha más aceptada alguna fecha antes o durante el siglo X.[3]
Existen diversas teorías sobre la procedencia de los habitantes originales de la isla:Poblamiento polinesio: la teoría más difundida y aceptada (apoyada por la arqueología, proviene de la tradición oral y la genética), según la cual el poblamiento de la isla provendría de los viajes de habitantes de la isla Hiva (posiblemente una de las islas de las actuales islas Marquesas),[1] en la Polinesia Francesa, que distan 3.641 km de la isla de Pascua. La leyenda narra que un nativo (Hau-Maka) soñó con un lugar lejano en busca de un hogar para el Ariki Hotu Matu'a. Ese lugar se llamaba “Te Pito O Te Kainga A Hau Maka” (o sea, “El pequeño pedazo de pista de Hau Maka”). Estudios señalan que la llegada de los polinesios ocurrió entre los siglos IV o V d. C.
Poblamiento americano: otra teoría, perteneciente al arqueólogo noruego Thor Heyerdahl, sostiene que la población de la isla de Pascua fue visitada por una cultura preincaica de América del Sur , de ser exacto la expedición peruana fue la primera en llegar a esta isla. Thor quiso demostrar en la práctica su idea y en 1947 realizó un viaje desde Perú hasta el archipiélago Tuamotu (ubicado 2500 km al oeste de la isla de Pascua) en la balsa Kon-tiki, debido a lo precario de la embarcación sólo fue posible que la nave llegará a la isla tras ser remolcada por barcos de la Armada de Perú para abandonar las 50 millas próximas a la costa y salir a la calma del mar abierto y luego por barcos pesqueros franceses a su llegada a destino. Si bien la expedición no pudo demostrar la factibilidad del viaje, que ya había sido puesta en duda por la nula cultura navegante de los pueblos preincaicos, demostró la porfía del aventurero noruego. En el libro que escribió acerca del viaje, que lleva el mismo nombre que la balsa, postula que partiendo de un punto más al sur de la costa americana se llegaría a la isla de Pascua. El arqueólogo rapanui Sergio Rapu también relaciona las culturas sudamericanas con la isla de Pascua, como los moáis con ojos de obsidiana y coral del mismo periodo con técnica de la cultura Mochica, el kumara (camote en lengua rapanui y quechua del norte), y lo estudios genéticos de Jean Dausset donde antiguos rapanui tendrían en el ADN la sangre de indígenas sudamericanos.[4] La orientación de muchas plataformas de la isla están relacionadas con los astros, y existe un muro de piedra con una inclinación (de 3 a 5 grados), con el mismo corte y tipo de almohadilla de encaje entre piedras que los muros Incas. Además tiene una orientación astronómica que apunta hacia el continente sudamericano.Esta teoría ha sido puesta en duda por los análisis de ADN de los isleños, que indican que son indudablemente polinesios (de la Polinesia central y oriental), quienes a su vez tendrían más en común con los asiáticos que con los sudamericanos, refutándose así la hipótesis del origen de la población a partir de las costas americanas. Sin embargo, esto no ha bastado para convencer a algunos actuales partidarios de las teorías de Heyerdahl, que explican la preponderancia del ADN polinesio a través de una hipotética segunda oleada inmigratoria proveniente de dicho lugar que erradicó a la mayor parte de los primeros pobladores que, según esta hipótesis, habrían sido provenientes de Sudamérica. Hecho que, según ellos, estaría respaldado por las tradiciones orales de la mayoría de las islas de la Polinesia. Empero, la tradición más antigua registrada, proveniente del “Manuscrito E”, cuenta que ambos grupos provenían de Hiva, y que en aquel lugar a causa de inundaciones, los Hanau Momoko (orejas cortas) habrían corrido sus límites hacia territorio Hanau Eepe (orejas largas), produciéndose enfrentamientos. Posteriormente, los Hanau Momoko habrían sido derrotados y llevados a Te Pito o te Kainga como prisioneros del ariki Hotu A Matu’a, quien en la nueva tierra les habría asignado la meseta del Poike. Así destaca que, aparte de todos los argumentos científicos, estos dichos de Púa Ara Hoa son un nuevo elemento que niega la tesis de Heyerdahl sobre la llegada a la isla de un segundo grupo étnico, los Hanau Eepe (orejas largas), esta vez desde América, y que igualmente no existen pruebas de ADN fósil que indiquen un extinto pueblo de origen americano.
Así, la hipótesis más aceptada de contacto polinesio-americano es la de que los polinesios, avezados navegantes, llegaron a Sudamérica en la zona central de Chile, en donde sí se han encontrado restos fósiles de origen polinesio como los proyectiles de obsidiana llamados mataa, esculturas antropomorfas de piedra, piedras grabadas, clavas, una serie de palabras, no sólo referidas a la navegación, entre las que destaca "toki", restos biológicos humanos así como caracteres polinesios en la Isla Mocha, y probablemente el más significativo de todos la gallina mapuche, prehispánica, claramente derivada de gallinas de Samoa y Tonga.
Cabe mencionar que el idioma simbólico originario de la Isla de Pascua tiene similitud con el que se hablaba antiguamente en el Valle de Indo, ubicado en la zona de Afganistán y Pakistán. También podemos observar que en las islas cercanas como la tribu maorí, la palabra RA significa 'sol' y 'día' y en egipcio RA es el dios solar. A la vez, la unión lingüística, especialmente en cuanto a conceptos de navegación, con lenguas sudamericanas australes de la familia mapuche de pueblos navegantes como los onas, tehuelches y huilliches, así como en la fisionomía de los pueblos australes más próxima a la polinesia que a la del resto de Indoamérica.
Historia previa

La sociedad rapanui, gobernada por el ariki, que según sus tradiciones, tenía ascendencia directa de los dioses, estaba dividida en diez clanes (mata) y cada uno recibió un territorio (kainga) con una faja costera. Se organizaron en dos «confederaciones»: Ko tu'u Aro al norte y Ko tu'u Hotu Iti al sur, ambas supervisadas por el ariki y con una marcada gradación de clases (guerreros, sacerdotes, escultores, artesanos, pescadores, campesinos, constructores). La mayor parte de la población vivía hacia el interior, junto a las áreas de cultivo. En el litoral establecían centros religiosos, políticos y ceremoniales (Anakena, Akahanga) y rendían culto a los ancestros casi deificados representados por los moáis. También fueron levantados 300 ahu, altares ceremoniales de mampostería. Los kohau rongo rongo (tablillas parlantes) eran escrituras jeroglíficas que aún no han sido descifradas.
Con el tiempo la población creció y los bosques fueron talados para la agricultura, el fuego, balsas y la construcción de moáis. Entre los años 1200 y 1500, la cultura rapanui alcanzó su máximo desarrollo.[5]
A finales del siglo XV vivían en la isla 6000[6] a 10 000[1] personas (algunos estiman que hasta 15 000 o 30 000)[6] lo que ejercía una presión demográfica sobre la isla que llevó al colapso de su sociedad debido a la destrucción de su medio ambiente.[1]
Teoría de una visita inca a la Polinesia
Artículo principal: Tupac Yupanqui


A partir de las crónicas realizadas por cronistas españoles Pedro Sarmiento de Gamboa,[7][nota 2] Martín de Murúa y Miguel Cabello Valboa durante la conquista recogieron un relato sobre que, Túpac Yupanqui, estando en la costa norte (en las islas Puná) habría tenido conocimiento de unas islas lejanas, decidiendo ir en pos de ellas. Alistado una gran flota de balsas,[nota 3] habría zarpado con 20.000 hombres, llegando a unas islas llamadas Ninachumbi[nota 4] y Auachumbi;[nota 5] algunos historiadores postularían como hipótesis de que estas islas serían verdaderas y estarían ubicadas en la Polinesia.[8][nota 6]Esta crónica dio pie, al historiador José Antonio del Busto, para la formulación de una teoría sobre que esas dos islas serían Mangareva

Según la tesis de Jean Hervé,[9] la construcción del Ahu Vinapu es de arquitectura idéntica a la de un Chulpa de Sillustani, cerca del Lago Titicaca en los Andes, hasta las pequeñas piedras en el centro es el mismo. Según la tesis de Jean Hervé Daude, el acompañamiento de Orejón Túpac Inca Yupanqui son la causa de los monumentos y los ritos religiosos del hombre-pájaro y en makemake[10] Además, agrega que el Ahu Vinapú, en Rapa Nui, está construido en forma similar a las construcciones incaicas del Cusco, y que el rey tupa en Rapa Nui habría tomado el nombre de Mahuna-te Ra'á, traducido como "hijo del sol" sobre la base de una leyenda rapa nui.[11] Retornó a los dos años trayendo consigo gente negra, sillas de latón, pellejos y quijadas de caballos que fueron conservadas en la fortaleza de Sacsayhuamán. Esta hipótesis es apoyada por la travesía que hizo el explorador noruego Thor Heyerdahl, denominada Kon-tiki en honor al dios de los incas, Wiracocha, el creador del universo, pues Kon-tiki es una advocación del mismo.[12]
"andando Topa Inga Yupanqui conquistando la costa de Manta y la isla de la Puná y Túmbez, aportaron allí unos mercaderes que habían venido por la mar de hacia el poniente en balsas, navegando a la vela. De los cuales se informó de la tierra de donde venían, que eran unas islas, llamadas una Auachumbi y otra Niñachumbi, adonde había mucha gente y oro. Y como Topa Inga era de ánimos y pensamientos altos y no se contentaba con lo que en tierra había conquistado, determinó tentar la feliz ventura que le ayudaba por la mar... y... se determinó ir allá. Y para esto hizo una numerosísima cantidad de balsas, en que embarcó más de veinte mil soldados escogidos". Y concluye la crónica: "Navegó Topa Inga y fue y descubrió las islas Auachumbi y Niñachumbi, y volvió de allá, de donde trajo gente negra y mucho oro y una silla de latón y un pellejo y quijadas de caballo...". El hecho es tan inusitado que Sarmiento se ve obligado a explicar: "Hago instancia en esto, porque a los que supieren algo de Indias les parecerá una caso extraño y dificultoso de creer".
Pedro Sarmiento de Gamboa
Crisis de Isla de Pascua
Se estima que la población de la Isla de Pascua sufrió una crisis social, que se ha atribuido a la sobre población y devastación del ecosistema en los siglos XVI a XVIII.[13] La tala de los bosques y la sobreexplotación agrícola disminuyó la producción de cultivos, les impidió construir balsas para la pesca en alta mar y el conseguir leña para el fuego.[14] A esto se le sumó el agotamiento de recursos marítimos costeros y de los huevos de las aves marinas que anidaban en la isla.[1][15]
La falta de alimentos llevó al colapso de su compleja sociedad, empezó a simplificarse y dividirse en clanes que competían por los recursos restantes.[13] La población cayó hasta la nueva capacidad de carga de la isla (Roggeveen estimaba el número de isleños en unos dos mil).[1][6]
Según la tradición ocurrió una guerra civil y los Hanau Momoko (Orejas Cortas), el pueblo común, se levantaron contra la clase dominante, los Hanau Eepe (Orejas largas), con la consiguiente destrucción de los altares ceremoniales y el abandono de las canteras en que se tallaban los moais. Los nativos comenzaron a vivir en cuevas para defenderse de los ataques, algunos estudios indican que se llegó incluso al canibalismo para sobrevivir.[13][5]
Surgió un nuevo rito ceremonial, el Tangata manu (Hombre-pájaro), quien primero recogía el primer huevo de manu tara (el gaviotín pascuense) era líder por un año el cual se llevó a cabo hasta 1866. La escasez de alimentos y aislamientos los haría también más vulnerables a las enfermedades traídas por los europeos en los siglos XVIII y XIX.[5]
Redescubrimiento y expediciones
Poco se conoce de las tradiciones y costumbres rapanui, básicamente por los relatos de las diferentes expediciones realizadas en el pasado. Aparentemente, el pirata británico Edward Davis avistó la isla en 1686 y la llamó "Tierra de Davis".[16] El documento más antiguo sobre la población de la isla corresponde al holandés Jakob Roggeveen, que redescubrió la isla el domingo 5 de abril de 1722, el día de Pascua de Resurrección: de ahí su actual nombre.[13] Roggeveen permaneció durante una semana en la isla, estimando su población en torno a los 2.000 o 3.000 habitantes.
En 1770, el Virrey del Perú Manuel Amat y Juniet organizó una expedición buscando la llamada "Tierra de Davis" encargando a Felipe González Ahedo dos naves, el navío San Lorenzo y la fragata Santa Rosalía, con 546 marinos. Llegó a esta isla el 15 de noviembre del mismo año, tomando posesión en nombre de la Corona Hispánica y nombrándola isla San Carlos, en honor al rey Carlos III.
En la isla levantaron tres cruces en el monte Polke y el acta de posesión de la isla, leída en tal ocasión, fue firmada por tres jefes naturales de la isla.[17] Durante varios días, Ahedo se dedicó a cartografiar la isla y a denominar los diferentes accidentes geográficos con nombres españoles, de los cuales tan solo se conserva en la actualidad el de Punta Rosalía. En la documentación elaborada por los españoles durante aquella expedición, aparecen los primeros dibujos conocidos de los moáis.
En 1776 Juan Ignacio Molina destaca a la isla por sus «monumentales estatuas» en el quinto capítulo sobre «Islas Chilenas» de su libro «Historia Natural y Civil del Reino de Chile».[18]
Más adelante, Rapa Nui fue visitada por varios europeos que utilizaron los mapas españoles, entre los que se cuentan James Cook (1774) y La Perouse (1786), convirtiéndose en un punto de recalada hacia Oceanía. Un poco más tarde, en 1804 y 1816, fue visitada por dos navíos rusos, el Neva, capitaneado por Yuri Lisyansky y el Rurik, bajo el mando de Otto von Kotzebue, respectivamente.
Notas
1.-Allí existe, caso oculto, el templo de Vinapú, de innegable arquitectura incaica, la imperante en la época de Túpac Inca. Es la prueba irrefutable de la presencia incaica en la isla. Nos recuerda, en pequeño, Ollantaytambo y Sacsahuamán. No es lo único. También está la evidencia de un filón de raza andina entre la población nativa de la ínsula. Es un bolsón andino que, si atendemos escritos posteriores, hablaba el quechua o runa simi. Finalmente, como nota romántica y nostálgica, se recuerda la leyenda de la dulce Uho, doncella raptada por un grupo de tortugas marinas que la llevó, navegando, al país donde nace el astro rey. Este país, cosa notable, estaba protegido por un banco de neblina. Por eso la doncella Uho se alarma, se asusta y teme adentrarse en una creciente oscuridad. Y le dice a su amado, un "príncipe" amo de la tortuga mayor, entiéndase de la balsa real con su caseta, pues las tortugas viajan como las balsas, con su casa a cuestas: "Es oscura como la noche esta tierra, esposo mío, Mahuna-te-Ra’a. Mi tierra es luminosa y clara, por eso mis ojos la buscan con anhelo, esposo mío, Mahuna-te-Ra’a..." El "príncipe", quien está llamado a ser monarca en su país, no se llama Tupa o Túpac, pero se nombra Mahuna-te-Ra’a, nombre exótico que para sorpresa nuestra se traduce Hijo del Sol. La leyenda hace a Uho reina al lado de su regio esposo, pero es del caso entender que nunca llegó a Coya, pues se destino sería ser Pihui, esposa secundaria, si no Shipacoya, concubina... Hoy en la isla de Pascua, acaso desde entonces, se denomina "tupa" a las torrecillas de piedra desde las cuales se espera y avista la llegada anual de las tortugas. El príncipe regresó a su país con los vientos sures, en otras palabras, por la ruta del noreste primero y del noroeste después. De este modo atravesó la Corriente de Humboldt –verdadero río antártico que produce, por evaporación, la "camanchaca" o gran neblina que asustó a la bella Uho- y siguió por una costa orillada de pinnípedos hasta el reino del Gran Chimú. Allí reparó en un trono de metal, "una silla de latón" a decir de los cronistas. También recogió oro, mucho oro. Luego, siempre dejándose llevar por los vientos y las corrientes, arribó a su punto de partida, Manta, en la región manabita. El gran periplo, el mayor y más importante viaje marítimo de la antigüedad peruana, había terminado. Lo último fue el desfile de la victoria, el ingreso triunfal de los expedicionarios al Cusco. La crónica es parca, explicará que hubo fiestas y sólo nos va a decir que el príncipe entró a la Ciudad Sagrada llevando a su padre –aparte de oro, mucho oro- tres trofeos, verdaderas novedades: hombres negros (melanesios de Mangareva y Pascua), huesos y pellejos de unos animales que parecían caballos (los pinnípedos o lobos marinos del litoral) y un trono de reluciente metal (la gran silla de "tumbaga", logro de la metalistería chimú). El pueblo se admiraría, el Hatun Auqui estaría feliz, se decrépito padre felicísimo. Sin embargo, para todos regía una verdad oculta, incluso para el afortunado príncipe cusqueño. En efecto, nunca supo Túpac Yupanqui –igual que Colón respecto a América- que había descubierto Oceanía.
2.- El cronista Pedro Sarmiento de Gamboa es uno de los cuales registra el suceso para lo cual me permito que el mismo nos ilustre “y andando topa ynga Yupanqui conquistando la costa de Manta, la isla de la Puna (Ecuador) y Tumbes (Perú), abordaron ahí unos mercaderes que habían venido por la mar de hacia el poniente en balsas, navegando en vela. De los cuales se informo de la tierra de donde venían, que eran unas islas, llamadas auachumbi y la otra ninachumbi, adonde había mucha gente y oro y como topa ynga era de animo y pensamientos altos y no se contentaba con lo que en tierra Había conquistado, determino tentar la feliz ventura que le andaba por la mar” Después de atisbar de cómo Túpac Yupanqui se entero de la existencia de unas islas auachumbi y ninachumbi, esto avisado y confirmado por un mercader llamado Autarqui.
3.-Agustín de Zárate en su “historia del descubrimiento y conquista del Perú” nos cuenta de cómo se dio la expedición se dio en “balsas construidas de palos largas y livianas atadas sobre dos palos y siempre los de encima son nones comúnmente cinco y algunas veces siete o nueve” eran balsas en donde entraban hasta 50 tripulantes.
4.-Pascua seria Ninachumbi, isla de fuego llamada así por las muchas llamas encandiladas que presenta en la noche por sus habitantes y por los volcanes apagados . En la isla de la Pascua como prueba del arribo de Yupanqui existe las construcciones arquitectónicas de carácter religioso como las de Vinapú, esta construcción dice el Busto es similar al de Sacsaywaman, pero esta en menor relevancia. En la isla de Pascua se halla la leyenda de Uho, esta cuenta que existió una doncella de Rapa Nui llamado Uho quien cuenta haber sido “desposada por un príncipe que le ha hecho reina, pero que vive triste por la nostalgia de volver a su isla” el nombre del príncipe soberano es Mahuna – Tera´á el cual significa hijos del sol. “pero el final es dramático el cual cuenta, en que una muchacha regresa a la isla y es amorosamente recogida por sus padres que preparaban una fiesta de bienvenida” Las pruebas son verosímiles, del Busto nos muestra que no solo fue Túpac Yupanqui quien descubrió Oceanía sino que más bien existen otros peruanos quienes llegaron y dieron a conocer al mundo sobre los países que integran Oceanía.
5.-Túpac Yupanqui salio de manta junto con su hueste, el alimento se baso en pescado, charqui, carne seca de auquénido, camote, maíz tostado o cancha y animales marinos los cuales fueron extraídas en pleno viaje, al igual que el agua que fue en gran proporción agua marina mezclada con agua dulce llevadas en mates o cañas huecas y muchas veces asidas de la precipitación. Túpac Yupanqui y sus hombres también chaccharon la coca para poder neutralizar el hambre y la sed. Yupanqui primero llego a Nuku Hiva en donde existen vestigios de la presencia de Yupanqui como la leyenda del caudillo tupa quien llego con su armadilla y muchos hombres, la construcción arquitectónica de Aátupa, posteriormente llega a Mangareva en donde existe una danza conmemorativa al rey tupa, dado esto en alusión a la llegada de Túpac Yupanqui, también existe el gran estrecho de tupa en el atolón de Timoe en Mangareva.
6.-Llegar a Oceanía por balsa desde las costas del Perú en el Pacífico Sudeste es una empresa colosal. La leyenda dice que un Inca del Tawntinsuyo peruano lo hizo alrededor del año 1489. En 1947 Thor Heyerdahl replicó la travesía en su balsa Kon Tiki. El inca Túpac Yupanqui aparece como un conquistador buscando expansión para su imperio allende los mares; según los registros orales, partió al frente de una flota de 400 embarcaciones en un viaje marítimo que lo habría llevado hasta la Polinesia. Del Busto explora las dos posibilidades del itinerario de la flota incaica que, según la tradición, halló las islas de Poniente, Auachumbi y Ninachumbi. La primera opción que revisa es la de la tesis de que habría navegado por el Océano Pacífico, dentro del ámbito de América, a las Islas Galápagos. En este caso, sería probable que la Isabela, la mayor del archipiélago de las Galápagos haya sido Ninachumbi, visitada en primer lugar. Al no encontrar en las Galápagos -islas de aspecto rocoso, seco y volcánico- nada preciado ni curioso como digno trofeo que mostrar a su retorno, habría centrado sus esperanzas en Auachumbi, la otra Isla que, en este caso habría sido Terarequí, la mayor de las islas de las Perlas en la bahía de Panamá. Examina luego la segunda posibilidad: la travesía a Oceanía, cuyo derrotero habría sido muy largo. Siguiendo la Corriente Ecuatorial Sur, habría navegado al oeste, hacia la Polinesia. Llega a la conclusión de que la Isla de Pascua podría ser Ninachumbi; también que Túpac Yupanqui habría llegado primero a Mangareva –Auachumbi- y que habría avistado Pascua después. En el epílogo, después de considerar las dos hipótesis, la americana y la de Oceanía, manifiesta que se inclina por la última, señalándola como la más plausible, más real y más evidente. Expone veinte motivos que la fundamentan, entre ellas, las leyendas polinésicas sobre el rey Tupa y su armadilla de balsas a vela en la isla Tangareva, procedentes de un país situado donde nacía el Sol; y la leyenda de Uho, que habla de una doncella isleña y del príncipe Mahauna Te Ra’a, cuyo nombre se traduce “Hijo del Sol”.
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