Magia negra en Roma
8 Febrero 2009
Descubierto en Parioli el
lugar de culto de la diosa Anna Perenna; un lugar donde, hace dos mil años
se bebía hasta emborracharse, se bailaba, se hacía el amor. Y se enviaban
encantamientos de maldición a los enemigos.
Un bosque mágico en la
colina de los Montes Parioli, en Roma, en el que se celebraron reuniones,
danzas y misteriosos rituales. Ocurría en el siglo II dC, durante la
festividad de Anna Perenna, deidad relacionada con el agua y
con el paso del tiempo, donde los antiguos celebraban los idus de marzo (15 de
marzo), el primitivo inicio de año romano, con una especie de peregrinación fuera de la
ciudad al son de copas de vino y de los placeres de la carne.
Hoy, aquel antiguo ritual llega a
nosotros gracias a un descubrimiento excepcional:
22 pequeñas láminas de plomo – defixiones - en pequeños rollos,
con sus mensajes de maldición con letras grabadas en relieve y vueltas al
revés. Y, sobre todo, 14 recipientes de plomo, sellados, que además de las
inscripciones contienen figuras antropomórficas hechas de materia orgánica e
introducidas cabeza abajo.
Descubiertos por la arqueóloga
Marina Piranomonte de la Soprintendenza Speciale
per i Beni Arqueologici de Roma en una fuente dedicada a Anna Perenna , durante
los últimos años estos materiales han sido estudiados, decodificados e
interpretados por los estudiosos. Todo empieza, en realidad, con los trabajos
de construcción de un aparcamiento iniciado a finales del año 99
en Piazza Euclide, en el distrito de Parioli. De la arcilla y del
barro emergió lo que queda de una fuente rectangular, con una losa y dos
bases con inscripciones bien definidas, e incluso una fecha: nimphis
sacratis Annae Perennae -” a las ninfas consagradas a Anna Perenna” –
156 dC
Los materiales encontrados en la
fuente, en efecto, testimonian cómo el culto de la diosa-ninfa Anna Perenna se
transformó ya en época imperial tardía en algo oscuro y
misterioso. ”En la fuente encontramos muchos objetos religiosos, como 550
monedas que echaban en ella para los buenos augurios, cáscaras de huevo
símbolo de la fertilidad, piñas, pequeñas ramas y tablillas de madera”, dice
la arqueóloga. Incluso 70 lucernae, un caldero de cobre
y, sobre todo, las defixiones y los pequeños contenedores de plomo con
los objetos y las maldiciones que se echaban a la fuente para que, a través de
los canales de desagüe, llegaran al más allá”.
Muchos años de restauración y
de rayos infrarrojos se ha tardado en desenrollar las defixiones de
plomo (el plomo es flexible) y en abrir las tapas selladas de los
contenedores. La primera inscripción era fácil, y se reconocía bien el
nombre de “Antonius“, la persona a quien se hacía la maldición
(a veces, además del nombre de la víctima, aparece también el de la madre,
a fin de que la maldición tenga un éxito seguro). Pero quedaban por
descifrar todas las demás, para lo cual Marina Piranomonte echó mano de la
máxima autoridad en cuestiones de magia antigua, Christopher Faraone, de la
Universidad de Chicago. Faraone llegó a Roma en 2003 e inició unas
jornadas sobre magia antigua en las que se dio la noticia del
descubrimiento de la fuente de Anna Perenna. Entre los académicos invitados se
encontraba el filólogo alemán Jürgen Blänsdorf, de la Universidad de Mainz, que
en dos años ha descifrado toda la epigrafía y cuyos resultados estaba previsto
que se revelaran en una Convención celebrada en Roma el pasado 3
de febrero.
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