Salus
desiderátum,
O
el manifiesto deseo de la salud.
Por: Juan José Peña González
Por: Juan José Peña González
Salud y divinidad son conceptos
que desde la noche de los tiempos vienen acompañando al hombre en su caminar a
través del tiempo y el espacio, la invocación de dios es la llamada de auxilio
ante lo desconocido, lo anormal o lo sobrenatural, lo inexplicable como
alteración del orden natural de los seres y las cosas, del clima y sus
consecuencias, de la furia natural, a la furia circunstancial de los fenómenos
atmosféricos. Si el paso de un cometa causaba sobresalto en el hombre
primitivo, si este fenómeno era asociado con algún tipo de desgracia ni que
decir tiene si algún bólido impactaba sobre la tierra o estallaba en la
atmósfera, entonces era dios quien rugía descargando su furia sobre su creación,
la incredulidad asociada a la inmadurez se encargarían del resto, en este
momento y solo entonces hace su aparición el chaman el brujo o el rey
sacerdote, todos los embaucadores juntos escribirán la historia de la humanidad
y ni uno solo de ellos realizara el mas mínimo de los milagros, el mas pequeño
o humilde gesto de empatía hacia sus congéneres, en solitario ante sus iguales
descubrirán su autentico rostro de falsedad. Solo un reducido numero de
auténticamente elegidos formaran el destacamento de guerreros ante la maldad
manifestada en sus mas variadas formas, entiéndase la enfermedad, el dolor o la
muerte.
El cristianismo y Jesús a la
vanguardia de las nuevas corrientes ascéticas darán un nuevo significado al
concepto de la sanación por la palabra o sanación milagrosa por medio del
milagro del logos Agios (λóγος )
la palabra santa, esto paralelamente traerá con ello todo el
bagaje cultual y devocional de las advocaciones que tienen como misión la
intercesión ante Dios, con el ruego de una pronta sanación, para entonces tan
importante como la curación del cuerpo será la curación del alma pecadora, no
entendiéndose una sin la otra, no hallándose cura sin que ambas no encuentren
un lugar común en el orden de la mente de su creador, buscándose el equilibrio
entre el cuerpo y el espíritu. La mentalidad barroca aportara el concepto de
los ejercicios espirituales como medio de relajación del cuerpo para a través
de el y por medio del pensamiento ascender hasta el espacio o lugar común donde
se hallen nuestras almas en perfecta comunión con su creador, alcanzándose la
plena curación del alma cristiana.
El milagro y su entorno.
De igual modo que encontramos la
sanación a través de la oración o la intercesión de los santos, encontraremos
lugares en los que la presencia divina es más palpable, o perceptible como si
una especie de sensación energética o estado de ánimo se apoderara e impregnara
el ambiente, este flujo de presencia divina santificante, lo encontraremos en
todos los lugares en los que se haya manifestado la visión de cristo, su madre
o los santos identificándose la toponimia de los montes, fuentes, caminos etc.
con las advocaciones de sanación correspondientes por ejemplo Monsalud,
Fuensanta etc. Los montes y las fuentes serán recurso
recurrente en las advocaciones de la santísima virgen María en estos espacios
de devoción el creyente encontrara la sanación si con sincera devoción acude a
ellos siempre ayudado de la inmersión o la ingesta de agua del pozo adyacente
al lugar de la manifestación divina, estos lugares o axis mundi son deudores de
antiquísimas manifestaciones que en sus semejanzas pudiéramos decir que no hacen
mas que repetir antiguos cultos que tendrían múltiples concordancias con
aspectos y lugares que la iglesia romana cristianizo. El beneficio del agua
santificante del bautismo párese que encuentra en estos ejemplos su replica,
pero nada mas lejos de la realidad pues sin dudar el beneficio salvifico del
sacramento del bautismo sana el alma del pecado. estos actos de
sanación no son más que rémoras de otros mucho más concretos en los que solo la
sugestión del individuo realiza el milagro, estaríamos por tanto ante una
sanación seudo física si acaso psicológica cuasi fingida, del mismo modo que
seamos capaces de sanarnos, seremos de lesionarnos hasta enfermar. Esto nos
retrotrae hasta anteriores cuestiones como por ejemplo: la penitencia como
vehículo de sanación, o como elevarse hasta el creador por medio de la
imitación de sus dolores, en este contexto ocuparían un lugar destacado los
llamados ``calvarios ´´ hacia los que los devotos se encaminan mortificando sus
cuerpos, ascendiendo a ellos por empinadas cuestas, algunos descalzos o ``de
rodillas ´´. muchos otros vestirán largos atuendos de colores penitenciales, y
en recuerdo de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo recorrerán las calles de
Málaga trasformada en Jerusalén, esta escena se repetirá sin descanso en mil y un
rincones de Andalucía y en todos ellos las mentes y los cuerpos clamaran a su
dios ayuda por infinidad de causas, la salud no quedara en el olvido, serán
cientos, miles los que con lagrimas en los ojos y llantos en el corazón pedirán
a su Cautivo, al Gran poder o la Macarena que les libre de todo mal, que saquen
a sus hijos de la tiranía de la droga, salud del alma y del espíritu en un
mundo desnaturalizado, sin razón ni paz, sin orden ni concierto solo en ellos
hallaremos el consuelo de nuestras plegarias, solo ante la contemplación del rostro
infinitamente hermoso de Nuestra Señora de la Salud encontraremos sosiego.
Culto y devoción
El culto de las imágenes sagradas
tan antiguo como la propia humanidad conoce un nuevo significado a través del
cristianismo, pues este dota a estas de una importancia que nunca antes ningún
otro culto les había dado, dotándolas de cualidades casi humanas, estas
realizan movimientos imposibles en su in animación, hablan con sus devotos o
cambian de actitud y aspecto, como resultado de las peticiones que se
les realizan. estos cambios vendrán definidos en función de la aceptación o
rechazo a los que serán sometidas las peticiones de los devotos, mostrándose en
ocasiones estos sagrados simulacros de forma caprichosa como ejemplo tenemos el
milagro de la imagen del Santo Cristo de la Salud de Málaga. El relato describe como la
carreta que trasportaba los enceres de una vivienda, detiene su marcha al
entrar en la plaza de las cuatro calles (actual de la constitución), la carreta
es tirada por bueyes, pero como si de un peso sobre humano se tratara la
carreta párese como clavada al suelo, en el momento se descubre la imagen del
Cristo de la Salud
entre los enceres, depositándose la sagrada imagen en las casas capitulares, en
aquellos días la ciudad era azotada por una epidemia de peste, notándose como
la epidemia comienza a remitir desde el momento del hallazgo del Santo Cristo, dándose
origen a la tradición del milagro asociado a el. Esta imagen del Cristo será un
recurrente ante las epidemias de peste, las catástrofes y las sequías que en
adelante sufrirá la ciudad. Como muestra la procesión de rogativas por la
escasez de lluvia de 1946. Equiparable en importancia al patrón municipal tenemos otras sagradas imágenes
que de un modo u otro ostentan el patronazgo de la ciudad por ejemplo: Ntra.
Sra. de la Victoria ,
Santos Patronos Ciriaco y Paula o Ntra. Sra. de los Remedios de la parroquia de
los Santos Mártir.
La santidad.
La sanación por medios
edificantes para el cuerpo y el espíritu encuentra uno de sus más firmes
aliados en el culto y devoción a las reliquias, de los que en vida siguieron a
Cristo, su mensaje o sus hechos. Si bien la reverencia otorgada a los restos
mortales de los santos y justos no conlleva la santidad de los que la poseyeron
en vida, no cabe duda que actúan como poderoso talismán ante las adversidades
no tanto por el poder que albergan, como por la taumaturgia de aquel a quien
pertenecieron en vida. Es como si el recuerdo de estos santos acudiera al
encuentro de quien los convoca pidiendo auxilio y mediación.
Este culto reverenciado a restos humanos que en su día pertenecieron a personas
que vivieron y fallecieron en loor de santidad, conoció momentos de extrema agitación,
rayanas en la idolatría, a la que textos eclesiásticos de sólidos fundamentos
enmendaron reparando las inexactitudes cometidas, no así como con el mercadeo
de las reliquias que inundo todo el orbe cristiano, confundiendo a los devotos
y enriqueciendo a los mercaderes y embusteros.
La
calle.
La sociedad barroca transformara el
concepto de la sanación, las ideas al servicio del dogma irán llevando a cada
lugar y rincón su mensaje, adoctrinando a las gentes, manipulando los
movimientos sociales, las mentalidades colectivas serán subyugadas por el
mensaje único, de la única fe y esta se servirá de la imagen como poderoso
medio en su alocución a los sentidos, todo penetrara a través de la vista, el
olfato, el oído, o el tacto, nada escapara, la calle será tomada y el
espectáculo de la vida se representara en sesiones continuas de mañana tarde y
noche, el teatro se representa en las catedrales y en los corrales de comedias
unos y otros se confunden pues el espectáculo no esta en el escenario si no en
el publico, el milagro y la milagrearía tropiezan por las esquinas de los
callejones, a los tullidos les crecen de nuevo las piernas y los ciegos recobran la visión, paralelamente el espacio urbano se sacraliza con
capillas callejeras, cruces votivas o enterramientos comunales-fosas
comunes también llamados carneros, que son sacralizados siendo señalados por
cruces, los cementerios se encuentran dentro del casco urbano cuando no dentro
de los templos, con el tiempo será un rasgo destacable de modernidad el cierre
de estos y su traslado a las afueras de las ciudades, esta medida marcara un hito en el concepto de la sanidad moderna.
Los sentidos a flor de piel.
Los sentidos dueños de las
pasiones son vehículo del pecado pero también son la puerta de la sanación la
concepción teocentrista propia del periodo barroco seguirá buscando en la
virgen y los santos la ayuda que la ciencia no les puede ofrecer, las novenas y las procesiones de rogativas serán el medio, la música el
incienso, la cera servirá de vías de
penetración de los sentidos en esta lucha contra la enfermedad manifestada como
castigos divinos. Por otra parte las gentes recurrirán a los sortilegios tanto
para invocar la salud como para traer la enfermedad sobre algún enemigo.
Tan surrealistas como los
encantamiento contra el mal de ojo o viceversa se van introduciendo terapias
alternativas de carácter sobrenatural, y así se incorporan a las ceremonias de coronaciones
reales los ritos de unción real, que otorgan un carácter sagrado a la
monarquía, a estos reyes ungidos se les atribuyen propiedades mágico-curativas,
la más popular es el "Toque del Rey": Felipe el Hermoso, Roberto II
el Piadoso, San Luis de Francia o Enrique IV de Francia tocaban las úlceras
(escrófulas) de los enfermos pronunciando las palabras rituales "El rey te
toca, Dios te cura", Los reyes franceses solían peregrinar a Soissons para
celebrar la ceremonia. Enrique IV se prodigó especialmente en este tipo de
ceremonias, aunque, bien por suerte, o por que murió asesinado, no existe
constancia de que contrajera la enfermedad.
La popularización de este tipo de
ritos sanadores acabó por rebautizar a la escrófula-tuberculosis como "mal
du roi" Santa Águeda es la protectora de los "enfermos del
pecho" y a ella se encomiendan los tísicos, cuando no pueden acudir al
rey.
El milagro de la vida, se
manifiesta esplendoroso ante las gentes, en cada rincón a cada paso solo los ciegos que no quieren
ver no lo disfrutaran, la alegría de vivir, el palpitar diario, la lucha por la
vida extiende la mano esperando una limosna pero la mano esta cortada y la
limosna es una hostia consagrada, alimento del alma que el cuerpo agrádese, la
santidad se derrama sobre las bocas de los pobres y enfermos como la leche
virginal se derramo sobre la de San Bernardo, el sentido
taumatúrgico del sacramento realizara el milagro de la sanación de forma
inexplicable para las gentes pero perceptible y autentico para quien lo recibe,
la eucaristía entra por la boca pero se manifiesta en el alma, a la que sana y
repara, sutura las heridas del alma, el amor de Dios hace el milagro del resto
serán los doctores quienes tengan algo que decir.
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