La Fábula
de los Santos Locos
Michel de Certeau ha señalado que los santos locos bizantinos fueron precedidos
por una "santa loca", una arrebatada, que pasa por el desierto de
Egipto y es llamada salé, la idiota, de la cual nos habla Paladio en su
"Historia Lausíaca". Esta mujer vaga por un convento de más de
cuatrocientas mujeres, fundado por Pacomio en Mené. Es una mujer que no tiene
nombre en la historia de Paladio, pero que luego tendrá sucesores ya individualizados
en diferentes textos: Marcos el Loco en Alejandría (siglo VI), Simeón el Loco
en Emesa, Siria (siglo VI), Andrés Salos en Constantinopla (siglo IX), entre
otros. Siglos más tarde, esta locura, sube al norte y se hace numerosa. ¿Qué
significan para la vida espiritual bizantina estos santos locos?

El pasaje de la obra de Paladio donde se narra la historia de la mujer loca de
Mené fue más tarde titulado "la que finge ser loca”: su locura entonces
¿es real o simulada, y si es simulada cuál es la razón de hacerlo? Para de
Certeau la descripción de la loca de Paladio es la de un desprecio repugnante,
de un cuerpo que no se le reconoce sentido, es una cosa no simbolizable, sin
embargo, su función de sirviente de cocina nos remite, según el análisis de de Certeau,
a un ámbito de servicio; ella (la excluida) permite el reparto, la circulación
y la comunidad. Sin embargo, cuando le solicitan la bendición (bendíceme Madre,
dice el monje) ella se retira, respondiendo bendíceme tú. El monje la coloca en
una función central, pero ella rehúsa a tomar ese lugar. El monje regresa a su
propio lugar, la mujer queda en la nada, sustraída, desviada, distraída,
soñando. De Certeau dice que esta mujer tal vez esté loca porque se ha perdido
en el Otro.
Luego de estas "locas de convento" aparecen otros locos (móroi),
idiotas (saloi) y extravagantes (execheuomenoi). De la historia de la loca de
Mené permanece la burla como tema central, hay una ironía, una paradoja
espiritual que es resaltada por la hagiografía monástica, pero en Bizancio
aparecen luego los "locos de ciudad": la "locura" se asume
por algunos monjes o cristianos comunes como un modo de aislarse de la
población. Es una forma de hermetismo, ya no asentada en el desierto, sino en
la ciudad. La locura los aísla más eficazmente que una celda. Simeón de Emesa
decía "Parto para burlarme del mundo". En la "Historia
Eclesiástica", Evagrio cuenta que Simeón se había entrenado lo suficiente
para alcanzar la apatheia y que para que todo le fuese permitido en Emesa se
hace el loco. Aún con el hábito, pero remangado, Simeón se desnuda para entrar
al baño de mujeres, finge violar a una mujer, se esfuerza por pasar por mal
cristiano, perturba la liturgia en las iglesias, el jueves santo come pasteles
y carne. Es un provocador, quiere derribar el edificio, dice Evagrio. Irrita,
transgrede, se burla.
Entre el texto de la loca de Paladio y la historia de Simeón, tenemos a Marcos
el Loco (siglo VI), que pasea desnudo por Alejandría, roba en los mercados,
duerme en las bancas públicas, sin embargo, se narra su encuentro con un
anciano, quien termina diciendo que a Marcos hay que llevarlo ante el Papa,
pues no habría en la ciudad un "tesoro semejante". El anciano
descubre en la "locura" de Marcos un tesoro. El santo loco es un
misterio, es una ausencia. Su risa es un no-lugar. Lo buscan y no responde.
Pareciera que el santo loco con su locura pretendiera hacer una especie de
labor "teológica" consistente en elaborar en la iglesia una
alteridad, para que los cristianos no olviden lo central de la fe y de la vida
espiritual. Los santos locos están ocultos y deben ser descubiertos, como lo
hace el anciano. Deben huir hacia las "fronteras", que ya no están en
el desierto, sino en el no-lugar de la extravagancia. Su desviación explica
porque están seducidos por un absoluto.
Sin embargo, es preciso no olvidar que los textos siempre hablan de que simulan
locura: es decir, están disfrazados, construyen un personaje. Desaparecen de un
espacio público para reaparecer en un espacio negado. Cuestionan las
identidades. Borran las diferencias de sexo (¿hombres o mujeres?) y las del
logos (¿sabios o locos?). Evagrio escribe que "quieren ser hombres con los
hombres y mujeres con las mujeres, y participan en uno y otro sexo sin ser
ellos mismos de ninguno". Hay en esto un secreto. Por ello, de Certeau
señala que su estudio debe ser hecho a la manera de una investigación sobre el
silencio y la ausencia.
Estudios recientes han releído la tradición de los santos locos como una
reaparición del cinismo griego en la antigüedad tardía y en el mundo bizantino.
S. Matton ha sostenido que existen semejanzas entre cinismo y monaquismo. Cita
a Juliano cuando desprecia a los monjes de la Tebaida por su parecido a
los cínicos. Desde la perspectiva de esta recuperación de la "razón
cínica" en el cristianismo antiguo, los monjes locos son reconocidos por
su humor ácido y su crítica rebelde y radical, y seguidores fieles de la
naturaleza, que se mofan de las penas y preocupaciones ajenas con total
desvergüenza, liberados de toda sujeción institucional, que predican la
autosuficiencia, la austeridad extrema y la extravagancia para alcanzar la
tranquilidad de ánimo y la vida feliz. Los cínicos son "perros"
(kúon), símbolos para los griegos de una vida expresiva propia y soberana y de
la risa sabia ante los vaivenes de la fortuna.
Michel Foucault hablará del cinismo como una forma de filosofía en la que el
modo de vivir y el sincero discurso acerca de la verdad están entrelazados. El
cínico es el hombre auténtico y que rechaza la ética impuesta, valorando lo
"esencial" y rechazando los usos comunes como sospechosos de una mala
manera de vivir. Por ello, construyen sus vidas fuera de las normas, son
anormales (e-normes) y alitúrgicos. Ellos elaboran su propia escenografía de
vida para hacer visible la verdad, que se manifiesta principalmente en el
cuerpo, lo que se vincularía con la tradición ascética cristiana monástica que
ha colocado el cuerpo en el centro de su fábula mística.
José Simón Palmer ha estudiado la hagiografía bizantina, señalando la
importancia que tiene en ella el lenguaje del cuerpo. Así es común que se
asocie la perfección espiritual con parecerse lo más posible a una estatua,
mostrándose el monje solemne y tranquilo. Sin embargo, Palmer señala que este
ideal corporal de la hagiografía bizantina poco tiene que ver con el ideal
corporal de los santos locos. Palmer los define como personas que sirven a Dios
bajo el disfraz de la locura. En algunos casos tal disfraz no se descubre hasta
la muerte del santo. Si su simulación es descubierta antes éste huye y se
esconde, o bien, realiza una acción tan extravagante que nuevamente convence a
la multitud de su locura.
En la "Vida de Simeón el Loco" escrita por Leoncio (VS), el santo
loco, aparece vinculado al monaquismo, se resaltan sus virtudes ascéticas y se
produce en él un cambio, una especie de conversión a una vida distinta, que
consiste en adoptar este disfraz de locura ("loco por la causa de
Cristo", VS 145-168), para luchar contra la vanagloria y para practicar la
caridad. Simeón se ve como otro Cristo, que entra a la ciudad asumiendo una
ridiculez, que en algo se parece a la manera como es recibido Cristo en su
entrada en Jerusalén: la gente duda, sospecha y se ríe de él. La acción de
Simeón se desarrolla en la ciudad. Va arrastrando un perro muerto, como
queriendo decir que ha muerto el cínico pagano (el perro) y que es él el nuevo
cínico, el cínico cristiano. Se mueve entre el ágora, las tiendas y las calles
donde identifica demonios (VS, 147, 153 y 157); pero su espacio principal está
entre los pobres y los más despreciados de la ciudad: los actores, las
prostitutas, los hechiceros, los judíos, los herejes. Circula en varios lugares
y esta movilidad impresiona a los habitantes de Emesa. Cambia de barrio, a fin
de que olviden sus buenas costumbres. A veces deja la ciudad y se retira a su
cabaña donde ejercita prácticas ascéticas severas.
Evagrio había señalado que los monjes locos provenían de los monjes herbívoros
del desierto, de los cuales sólo unos pocos lograban la apatheia. Ante tal
situación vuelven a las ciudades y sin abandonar sus prácticas ascéticas, que
son secretas, se hacen pasar por locos, pisoteando la vanagloria de sus propias
virtudes. En el ámbito sirio, los santos locos son menos radicales y practican
la caridad, aunque Leoncio nos presenta la figura de Simeón como un loco muy
teatral, provocador y rico en lenguaje corporal. Los santos locos vienen a la
ciudad a provocar con su locura una especie de contra cultura. En este sentido,
conservan el carácter crítico del primer movimiento monástico cristiano (el
monaquismo del Desierto). Los santos locos moderan el extremismo ascético pero
radicalizan sus teatralidades espirituales quedando atrapados o sujetos a una
percepción ambigua en la sociedad y en la Iglesia.
La conquista musulmana de Siria y Egipto, cunas de los saloi, acentúo su
decadencia en el siglo VII. Cuestionados por la jerarquía eclesiástica, los
seguidores de Simeón limitaron sus acciones, pero su tradición fue recogida por
la espiritualidad bizantina y luego por el cristianismo ortodoxo oriental, bajo
la idea de una santidad oculta, sensible a la belleza, pero que no ostenta su
virtud. Los santos locos son en la teología ortodoxa actual la memoria activa
de cristianos que han sido fieles al cumplimiento de la sentencia novo
testamentaria que dice "Vuestro adorno no está ... sino en lo oculto del
corazón" (1 Pe 3, 3-4). La tradición de los santos locos renacerá en la Rusia ortodoxa como enviados
de Dios para "abrir brechas" y no dejar que los cristianos se dejen
atrapar por el mundo.
La Locura
por Causa de Cristo.
Análisis Comparativo Entre Simeón de Émesa
“El Loco” y Diógenes de Sinope “El Perro”
Vicente Espinosa
Universidad de Alcalá -España
"Nadie se engañe: el que se considera listo entre vosotros al modo de este
mundo,
vuélvase necio para ser listo de veras. Porque el saber de este mundo es
necedad a los ojos de
Dios." (Primera epístola a los corintios de S. Pablo 3.18).
En esta alocución del apóstol Pablo, podemos observar uno de las
justificaciones más
antiguas y de más autoridad de lo que después pasó a ser una de las
manifestaciones religiosas
que se presentan más curiosas a los ojos del interesado moderno, esta es “la
locura por causa
de Cristo”. Se trata pues de un movimiento ascético de tipo radical que, al igual
que otros, se
dio a lo largo de la época bizantina y tuvo su origen en el Oriente Próximo
pasando a
extenderse fuertemente en Rusia y otros países del ámbito eslavo
fundamentalmente a la caída
del Imperio Bizantino. Podemos asimismo afirmar que la santa locura fue una más
de las
peculiaridades de la
Iglesia Cristiana Oriental y que Rusia adoptó estos
ejercicios religiosos,
como ocurrió con el resto de aspectos de esta iglesia, en tanto que el dominio
turco se extendió
sobre las demás regiones.
El σαλος δια του Χριστου es en realidad un asceta que se hace pasar por demente
ocultando que el verdadero hecho que lo empuja a actuar de tal forma es la
devoción.
En las vidas de los saloí que se nos han conservado éstos se empeñan en
eliminar
cualquier sospecha de santidad que alberguen los observadores para los que el
santo actúa
(Simeón incluso llega a simular pretensiones obscenas hacia la esposa de uno
que descubre su
carácter santo). Realmente el salós actúa de modo artificial cuando lleva
su vida normal, como
si interpretara un papeli. De hecho hay ejemplos de algunos saloí que rezan
constantemente a
solas y cuando sienten la presencia de alguien comienzan hacer aquello que
suelen hacer para
aparentar ser locos. Si analizamos cuáles son las razones por las que se
llevaban a cabo estas
prácticas, encontramos que son varias, por un lado, al igual que en otras
muchas costumbres
religiosas, el acto en sí de hacerse pasar por loco en una ciudad a la que se
llegaba como
forastero, es un suplicio que serviría para expiar culpas y demostrar ante Dios
la capacidad de
entrega. Por otra parte, busca igualmente la reacción en los otros, en aquellos
ante los que se
representa el papel de loco. Es éste último sin duda el más característico de
los aspectos de la
práctica que nos ocupa, pues es en las formas tan extravagantes, ridículas e
incluso agresivas
del
loco donde se puede hacer diferencia entre ésta y el resto de formas en las que
se muestra la
devoción hacia Dios. El santo loco pretende la reacción de los que le rodean
pues no hay duda
de que obra sabiéndose observado y convertido en centro de atención gracias a
sus extrañas
actitudes; en este sentido es lícito afirmar que tal tipo de locura constituye
un movimiento de
choque frente al pecado, a lo material, etc., aunque en un sentido que más
tarde matizaremos.
El propio Leoncio de Neápolis al hablar de Simeón dice que tenía dos objetivos
en su vida: "en
primer lugar, salvar almas, ya fuera por medio de castigos impuestos con gracia
o con astucia,
o mediante milagros realizados de forma insensata, o a través de órdenes dadas
a los
ciudadanos mientras representaba su papel de loco; y en segundo lugar, mantener
oculta su
virtud para no recibir honra ni alabanza de los hombres". De este modo el
salós se comporta
como otro santo cualquiera de esta época, pero con la peculiaridad de utilizar
la locura como
"camuflaje" para rechazar el pecado del orgullo, con lo que ya
tenemos otra de las
características que venimos perfilando en cuanto a lo que se refiere al porqué
de la
conjugación entre locura y religión.
El salós muestra en sí mismo el control total del cuerpo, cuando Simeón entra
en el
baño de mujeres desnudo o cuando lo acarician las prostitutas y ni se inmuta en
ninguno de
estos momentos. Con ello el santo pretende dar fe de que realmente él es capaz
de mantenerse
cercano al pecado, pero sin sucumbir, pues lógicamente si el monje posee un
control total y se
halla en verdad lejos del demonio, aunque parezca paradójico, donde mejor puede
demostrarlo
es acercándose a él. Así damos con otra de las características importante: el
hecho de que esta
forma de monacato impulsa al asceta en muchos momentos a acercarse al pecado
para alejarlo.
Algo que provocó que muchos se convirtieran en detractores de esta práctica e
incluso se
llegase a condenar en el concilio de Trulo (año 692).
La ausencia de determinadas "pasiones" humanas en el salós, explica
también
determinados comportamientos alejados de toda convención social; así estos
santos
particulares son capaces, en algunos casos, de defecar en público sin mostrar
el más mínimo
gesto de vergüenza, de vivir en la calle, de no sentir asco cuando hacen cosas
repugnantes a los
ojos de los paganos, tal como sucede con S. Andrés cuando bebe de los charcos y
duerme en
estercoleros o como S. Simeón al entrar en Émesa con un perro muerto atado a la
pierna.
Igualmente es común entre los saloí el rechazo del bien material y la costumbre
de llevar una
religión mazdeísta, aunque tampoco es exclusivo de ella, en el mito de
Zoroastro cuando éste
se retira a las montañas y baja después para difundir lo aprendido; y es que lo
que tal idea
refleja en líneas generales, esto es, el alejamiento de la sociedad como
actividad religiosa para
pasar a un estado de armonía con la divinidad, fue una constante en el ámbito
geográfico de
Oriente Próximo que salpicó a muchos momentos y religiones.
Además es importante el aspecto curativo y milagrero de los santos; como afirma
C.
Mangovi, es difícil imaginarnos hoy la mentalidad de esta época para la que el
mundo estaba
plagado de demonios. Contra ellos la figura del santo, y como tales nuestros
saloí, era
esencialvii.
Retomando la figura de Simeón, diremos que el relato de su vida en Émesa como
loco,
que por otra parte se desarrolla bajo el reinado de Justiniano (527-565), está
plagado de
anécdotas más o menos rocambolescas en las que el narrador (Leoncio de
Neápolis) pretende
hacer resaltar sus tremendas dotes para evitar y denunciar el pecado existente
en los hábitos de
la ciudad. Las prácticas más comunes en Simeón y así refleja su biógrafo,
fueron los arrebatos
de locura, la taumaturgia (a través de la cual Leoncio presenta a Simeón como
un alter
Christus), la pasividad ante las tentaciones y el disimulo de su carácter
santo.
La vida y conducta de S. Andrés de Nicéforo (s. X) es otra de las más famosas
vidas de
saloí que la literatura Bizantina nos ha legado. En este caso, se trata de un
personaje inventado
a través del cual, su autor emula las hazañas de S. Simeón de Émesa. Pues bien,
S. Andrés era
un esclavo escita que haciéndose pasar por loco consiguió que su dueño lo
llevara a la iglesia
de Santa Anastasia para que recibiera que la santa lo curase. Fue de este modo
como consiguió
liberarse para pasar a llevar una vida de perro en sentido estricto. S. Andrés
es el salós que más
influye en la "santa locura rusa".
En verdad la literatura nos aporta más ejemplos de locos por causa de Cristo
anteriores
y posteriores con respecto a S. Simeón y S. Andrés, pero los más conocidos y
que más culto
recibían fueron estos dos. Suponemos que este culto del que hablamos era
también una
imitación de sus estilos de vida, pero no se nos han conservado referencias
biográficas
expresas, además, mientras se aceptaba la santidad y buen hacer de los dos
santos locos por
excelencia, se generó el descrédito de aquellos que pretendían llevar vidas
parecidas.
En la hagiografía bizantina un
'santo loco' o 'loco por causa de Cristo'
es, en sentido estricto, un asceta que sirve a Dios bajo el disfraz de la
locura
sin que, en principio, se descubra su santidad hasta su muerte; si se
descubre prematuramente, el santo (o la santa) se esconde bajo una ac-
ción demencial (...)
El fundamento bíblico de esta curiosa práctica ascética está en la pri-.
mera epístola de San Pablo a los corintios: "Si alguno de vosotros se cree
sabio en esta época, hágase necio para llegar a ser sabio; porque
la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios." (1 ep. COR.
3.18). esta palabras se interpretan ya literalmente en el medio monástico
egipcio de finales del siglo IV-comienzos del V. (...) (Del libro Los santos
locos en la literatura bizantina de José Simón Palmer http://interclassica.um.es/investigacio
... _bizantina
“Destruiré la sabiduría del sabio y no daré nada al entendimiento del prudente.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿No ha hecho Dios tonta la sabiduría
de este mundo? Porque la tontería de Dios es más sabia que el hombre, y la
debilidad de Dios es más fuerte que el hombre” (I Corintios I: 19-26)
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se
salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios“. (1 Corintios 1:18) “Pues ya que
en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría,
agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación“. (1 Corintios
1:21)
“Somos tontos en el bien de Cristo, pero vosotros sois sabios en Cristo.
Vosotros en el honor, nosotros en el oprobio” (I Corintios 4:10)
"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de
los cielos " (Mateo, 5-1)
Simeón el Loco
Simeón el Loco
(también conocido como Aba Simeón) fue un monje, eremita y santo cristiano
del siglo VI que murió aproximadamente durante el año 570. Está considerado el
patrón de los santos locos. [1] [2]
Simeón era de origen sirio. Nació
en Edesa, donde vivió soltero, acompañado de su anciana madre. [3] A
los treinta años, acompañado por su amigo Juan de Edesa, Simeón hizo los votos
monásticos en el monasterio del aba Gerásimo. [3]
Simeón y Juan estuvieron durante veintinueve años dedicados al ascetismo y a la
meditación en las proximidades del Mar Muerto.[4] Posteriormente Simeón sintió la
inspiración de Dios, que le pidió que abandonara su vida retirada en el
desierto y se trasladara a la ciudad de Homs, donde se dedicó a la caridad y a
hacer obras piadosas.[3] Allí su locura (esto es, su
comportamiento nada convencional, como por ejemplo su entrada en la ciudad
arrastrando un perro muerto, sus gamberradas en el templo -donde apagaba las
luces e incordiaba a las mujeres-, sus obscenidades e indecencias -se paseaba
completamente desnudo por la ciudad- y sus flatulencias en público) fue tomada
por muchos como signo de iluminación divina, aunque otros le insultaban por sus
extravagancias e incluso llegaban a castigarle físicamente.
En cierta ocasión se acercó a él un
hombre enfermo de leucoma. Cristo había curado la ceguera empleando saliva y
arcilla, y Simeón trató de curarlo untándole con mostaza los ojos: el enfermo
sintió una gran quemadura y su enfermedad se agravó. Simeón logró curarle
finalmente cuando le explicó que lo que debía era arrepentirse de sus pecados y
enmendar su vida.
Simeón murió hacia el año 570 y fue
enterrado en la fosa común destinada a mendigos y extranjeros. Mientras se
transportaba su cuerpo, varias personas escucharon cánticos sobrenaturales.[3]
Bibliografía
La vida de Simeón el Loco fue
escrita por Leoncio, obispo de Neápolis (actual Limassol, Chipre), quien
estableció un paralelismo entre la vida de Simeón y la de Cristo, modelo que el
santo quería imitar a su manera.[5] En español existe una traducción
debida a José Simón Palmer, incluida en el volumen Historias bizantinas de
locura y santidad, Ediciones Siruela, 2001.
SANTOS TONTOS
Los santos tontos o santos locos por (el bien de) Cristo son
virtuosos religiosos (profestas, monjes, ermitaños, anacoretas) que practican
una vida en imitación a Dios (imitatio Dei), se comportan y actúan al margen de
las normas sociales y al margen de la Iglesia. Por ello, como la figura del trickster,
es un personaje ambiguo, atrapado entre la sociedad y la Iglesia, y ambivalente, un
hombre que " quiere lograr auto transformarse en divinidad (ser ángel)
pareciendo ser una bestia. Cuestionan las identidades. Borran las diferencias
de sexo (¿hombres o mujeres?) y las del logos (¿sabios o locos?)(Madness
and Divinization in Early Christian Monasticism, Guy C. Stroumsa, incluído
en "Self and Self-transformation in the History of Religions"
David Dean)
MOTIVACIONES Y EXPRESIONES PREVIAS
"Cada hombre que está loco se hace él mismo un profeta” (Jeremías 29:26),
y Oseas, refiere “al profeta como tonto y al hombre espiritual como loco”. Pero
también la sabiduría de Sócrates era visto por Platón como opuesta a la humana.
El frenesí religioso en el cristianismo primitivo manifestaba unos rasgos
distintivos, que surgía sobre todo del Nuevo Testamento. El rechazo radical a
los medios mundanos, la casi contraposición entre sabiduría divina que fue
expresada por San Pablo: “Destruiré la sabiduría del sabio y no daré nada al
entendimiento del prudente. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿No ha
hecho Dios tonta la sabiduría de este mundo? Porque la tontería de Dios es más
sabia que el hombre, y la debilidad de Dios es más fuerte que el hombre” (I
Corintios I: 19-26) Y también: “Porque la palabra de la cruz es locura a los
que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de
Dios“. (1 Corintios 1:18) “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no
conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por
la locura de la predicación“. (1 Corintios 1:21)La nueva escala de valores de
San Pablo es que la sabiduría a los ojos del hombre se ha convertido en
tontería porque la sabiduría de Dios se ha vuelto locura para el hombre “Somos
tontos en el bien de Cristo, pero vosotros sois sabios en Cristo. Vosotros en
el honor, nosotros en el oprobio” (I Corintios 4:10) Uno debería quizás darse
cuenta que el éxtasis aquí es simplemente locura“.
En la última antigüedad, los ascetas cristianos conocieron bien las poderosas
palabras de San Pablo en su corazón. Metafóricamente ellos reforzarían primero
la demanda de humildad: nadie debería clamar su propia sabiduría. En palabras
de San Agustín “si te llamas a ti mismo sabio, te conviertes en tonto; llámate
tonto y te conviertes en sabio” Las palabras de San Pablo podrían justificar
una oposición radical de los medios del mundo, como en la Norma de Basilio de Cesárea:
“ ¿Cómo puede uno convertirse en tonto para el mundo? Además estas palabras
podrían percibirse como una inducción a tal conducta. Aunque el pasaje de San
Pablo sobre la sabiduría divina que parece tontería o locura a los extraños no
es por sí sólo suficiente para explicar la conducta espantosa de los salos(locos,idiotas
santos)
Antiguo Testamento: el Profeta Isaías anduvo desnudo y descalzo aproximadamente
tres años prediciendo un próximo cautiverio en Egipto Isaías 20:2,3; el profeta
Ezequiel está ante una piedra, que simbolizaba Jerusalén asediado, y comió pan
horneado con excrementos (Ezequiel 4); Oseas se casó con una prostituta para
simbolizar la infidelidad de Israel ante Dios (Oseas 3). Los profetas no fueron
considerados como tontos, cuando ellos hicieron acciones aisladas para llamar
la atención de la gente y despertar su arrepentimiento. Todas estas acciones
fueron según se relatan inspiradas por Dios y correspondían a Su voluntad como
servicios de profeta.
Nuevo testamento: Según ideas cristianas, "la tontería" incluyó el
rechazo consecuente del propio cuidado mundano y la imitación a Cristo, que
soportó burlas y humillación de la muchedumbre. Por eso, el sentido espiritual
"de la tontería" de los años
tempranos del cristianismo estaba cerca de la no aceptación de reglas sociales
comunes de hipocresía, brutalidad, sed de poder, ganancias y honores.
Por las palabras de San Antonio el Grande o Antonio Abad
(251-356), fundador del movimiento eremítico: "aquí viene el tiempo, cuando
la gente se comportará como locos, y si ellos ven a alguien que no se comporta
así, ellos se rebelarán contra él y dirán: "usted es loco", - porque
él no se parece a ellos. "
Los anacoretas cristianos cuando optan por la retirada al desierto, no sólo
rompen los lazos que les unían con su familia, con su aldea o ciudad, sino
también con la organización eclesiástica imperante, optan por una búsqueda
directa de Dios, sin intermediarios de ningún tipo, Iglesia incluida. La
recomendación evangélica «si quieres ser perfecto, vende cuanto tienes, dáselo
a los pobres y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme» tomaron éste
como el precepto supremo y la base de la auténtica concepción cristiana.
Pero de todas las fuentes se deduce claramente que el fenómeno alcanzó un
carácter masivo, y que los monjes anacoretas se podían contar por miles en el
siglo IV.
El anacoretismo se convirtió en una forma de rebelión y de protesta social y
religiosa y el ejemplo se trasplantó a otros muchos lugares del Imperio Pero
nunca fue un movimiento organizado Era el tiempo del individualismo, de la
protesta individual, que no aspiraba a transformar ni a crear algo nuevo que
reemplazase aquello de lo que se huía. Representó la concepción del
cristianismo como salvación del individuo El anacoreta lucha solo y los
enemigos que tiene que vencer son enemigos personales, el cuerpo y su expresión
más cuajada, la sexualidad, y el demonio.
LOCOS, IDIOTAS Y EXTRAVAGANTES
A partir del siglo III surge una compleja tradición de excentricidad religiosa
y liderazgo carismático en las primeras comunidades del cristianismo primitivo,
del medio Egipto, Palestina y Siria. Los monjes, y más particularmente los
anacoretas, gozaban de una gran libertad para organizar su vida. En general,
vivían libres sin reglamento de vida, ni superior. Cada solitario consultaba
sus fuerzas y, siguiendo el carisma que le dictaba la conciencia, se comportaba
como le parecía, surgiendo pintorescos y variados ejemplos. A fines del siglo
III los ascetas empezaron a retirarse al desierto, practicaron austeridades que
conducían a la más alta mortificación.
En las provincias orientales del Imperio Bizantino, eran comunes prácticas
ascéticas que empujaban al creyente a llevar una vida radicalmente diferente de
la que se suponía norma. El alejamiento de la sociedad como actividad religiosa
para pasar a un estado de armonía con la divinidad, fue una constante en el
ámbito geográfico de Oriente Próximo. La Historia religiosa de Teodoreto,
escrita hacia el año 444 y la De
mendanda vita monástica de Eustaquio de Tesalónica (s.XII) o Juan Mosco en
su obra "El Prado"(550-619)se enumeran y describen los excéntricos
ejercicios particulares de ascesis monástica, tendencias todas que reflejan
comportamientos anómalos.
- Los stáois o estacionarios monjes que se condenaban a la statio
o inmovilización absoluta. Se imponían como regla estar siempre de pie, sin
hablar ni alzar los ojos, sin extenderse para dormir.
- Los dendrítai, dendritas. Eran anacoretas que vivían en los árboles.
Construían sobre las ramas una especie de cabaña y allí pasaban su vida.
- Los akemetoi, acemetas «los que no duermen». Los sirios les llamaban
chahore o los que vigilan.
- los reclusos o recluidos voluntarios. Eran ascetas que, para evitar
el mundanal ruido, se encerraban en celdas estrechas, donde no hablaban más que
con Dios.
- Los hipetros, o monjes viviendo a la intemperie. Dos grupos: los que se
encerraban en recintos no cubiertos, hechos de piedra sin argamasa, en donde el
sol les tostaba en verano y el hielo les torturaba en invierno y los que,
despreciando el más modesto recinto, se exponían, inmóviles, a la curiosidad
general, de tal manera que la gente podía verles y palparles.
- los stelítai,
estilitas, del griego stylos (columna), que para evitar el vagabundeo, vivían
sobre columnas, en una inmovilidad casi absoluta durante largas temporadas e
incluso toda la vida, sin bajar para nada, que requiere bastante locura y un
grado alto de apatheia (abandono de las pasiones). El estilita San
Simeón el Grande (390-422) alcanzó gran fama y era motivo de peregrinaje y
devoción.
(Luis Buñuel filmó en su inspiración "Simón del desierto")
- Los boskoí o monjes-pastores ascetas de costumbres salvajes. Vivían
a la intemperie, en la campaña, caminando a cuatro patas como los animales y
alimentándose de hierbas que pacían a la manera de las ovejas.
- Los vagabundos. Eran monjes que, abusando de la virtud de los otros, vagaban
de pueblo en pueblo, de casa en casa, perturbando la paz de la Iglesia y del Estado. Así
manifestaban su condición de extranjeros y advenedizos en este mundo.
Sustrayéndose a toda disciplina, se imponían a la más rigurosa ociosidad. “Por
su conducta no son monjes”.
- Además estaban: los monjes que no se cortaban los cabellos, que dormían sobre
el duro suelo (jamaieynai), los descalzos, los desnudos (gymnetai),
los cubiertos de barro (rypontes), los que no se lavaban (aniptoi),
que no se lavaban los pies (aniptópodes), los silenciosos, los
habitantes de grutas (stelítotai), los que llevaban cadenas (sideróforoi),
los peregrinos, los sepultados bajo tierra (jostoi)y como advierte
Eustacio, aquellos que de "mil modos diversos renunciaron al mundo".
LOS SALOS
Los más desconcertantes anacoretas fueron los dementes, dementes por Cristo, saloi,
necios o tontos por el amor de Cristo. Estos, para practicar la humildad y el
desprecio de sí mismos, vagabundeaban de día por los pueblos, haciéndose pasar
por débiles mentales o poseídos del demonio. La noche la consagraban a la
oración solitaria e intensa.
El término salos es tardío y bastante raro y aparece casi sólo en la literatura
monástica. Por algún tiempo se creyó que provenía del sirio sakla,
estúpido.
El origen del término probablemente es popular. Solía usarse como imbécil,
tonto, simple.
Primeros
santos idiotas
El caso más temprano de tonto en Cristo, proviene del s. IV del monacato
egipcio. Apopthtegmata Patrum nos cuenta que el Padre Ammonas
estuvo catorce años en el desierto de Scete buscando constantemente a través
del rezo para dominar la cólera y conseguir deshacerse de su propia voluntad y
pensamientos, en el bien de Dios. Cuando la gente le preguntaba para arbitrar
entre ellos, el hacía el tonto. Una mujer dijo a otra “éste monje está loco”, a
lo que él contestó “¿cuánto tiempo he sufrido en el desierto para adquirir esta
locura, y por ti debería perderla hoy? Este ejemplo muestra al monje como un
loco para no ser molestado por ninguna responsabilidad social. Esto lo hace así
para concentrarse en conseguir el dominio de sus pasiones, aphateia, el ideal
del sabio estoico.
El otro caso del siglo IV es de una monja anónima de Tabennesis,
Egipto, recogida en Historia Lausiaca de Paladio. Lejos de estar loca,
esta monja, disimulaba locura y el demonio. Inconsciente de su estado real de
salud, las otras monjas la llamaron salé, nombre referido a los que están
mentalmente enfermos. Como ninguna de las 400 monjas comía con ella, nunca se
la vio comer en su vida y se le asignaron todo tipo de tareas serviles, en
particular la cocina, siendo la “esponja del monasterio”.Paladio añade así que
ella estaba concluyendo el dicho del apóstol “si alguien quiere ser sabio entre
nosotros, déjenle volverse loco en este mundo, para ser sabio” Piterum, un
anacoreta de Porfirita escuchó a un ángel sobre la mujer santa y fue a verla.
Ella salió un rato de la cocina con sus trapos. El le pidió que le bendijera,
las monjas exclamaron que era una salé.”Sois vosotras las locas” dijo el santo.
“Ella es nuestra amma (madre espiritual) tanto mía como vuestra” Las monjas le
pidieron que las perdonara por sus insultos y mal comportamiento en el pasado,
y después de unos días, ella desapareció para siempre, incapaz de soportar la
estima y el honor.
Aunque éste es el único caso de mujer en el cristianismo nos dice que el salos
puede ser tanto hombre como mujer, que la existencia de los salos enfatiza el
hecho de que los verdaderos tontos son aquellos que lo desprecian, que este
comportamiento puede ocurrir entre una comunidad monástica y puede reflejar la
actitud de una vida: la
revelación de la identidad de su secreto puede literalmente matar al santo, que
no puede sobrevivir al reconocimiento público de su santidad. En un sentido
pues, pero sólo en un sentido, los salos son la oposición exacta de aquel santo
estilita Simeón
de la antigua Siria, que proclama constantemente su vida en la cima de un
pilar, cada
vez más alto, su santidad y sus poderes, como un virtuoso carismático.
Historia Eclesiástica de Evragio Póntico (s. VI) describe dos tipos de
vida monacales en Palestina. Algunos monjes viven como en manadas sin tener
ningunos eslabones terrenales en absoluto, incluso sus ropas no les pertenecían
y pasaban e uno a otro monje; comen juntos pero sólo lo justo para sobrevivir,
ayunando durante largos periodos que parecían esqueletos en movimiento. Otros
monjes, seguían el camino opuesto, viviendo solos en sus pequeñas cuevas.
Un tercer
tipo de monje, tanto hombres como mujeres, “inventaron un tipo de vida
(politeia) que va más allá en términos de coraje y resistencia“. Vagaban por el
desierto casi desnudo, ocultando sólo sus genitales, tanto en verano como en
invierno. Se convirtieron en compañeros de las bestias y se les llamaba boskoi,
comedores de hierba. Ello comían sólo lo que encontraban en el desierto,
eventualmente eran como animales, perdiendo la forma y los sentimientos
humanos, huyendo siempre que alguien tratara de acercarse a ellos.
Para el más pequeño pero más impresionante grupo de monjes, los salos,
añade Evragio, eran los que habían alcanzado la impasibilidad, apatheia,
volvían al mundo pretendiendo ser locos (paraphorous) Se comportaban sin
vergüenza, comían lo que encontraban, incluso entraban desnudos a los baños de
las mujeres y estaban entre ellas, habiendo dominado sus pasiones y sin ninguna
excitación sexual. Evragio explica esta perplejidad de falta de normal
sexualidad al añadir que ellos son hombres entre hombres y mujeres entre
mujeres, ya que ellos desean participar en la naturaleza de los dos sexos. En
pocas palabras, esta excelente y teofórica politeia tiene sus propias leyes que
va en contra de aquellos de la naturaleza. Estos atletas sin cuerpo, como eran,
llevan una doble vida, ya que ellos también traen remedios a los cuerpos de
aquellos que viven en la carne.
la búsqueda subliminal entre los monjes de la androginia, esto
es por lo que Evragio llama carácter teoforico a esta conducta, una conducta
que implica cruzar los límites entre la naturaleza humana y divina. Habiendo
completamente dominado sus pasiones y venciendo su género, estos monjes se han
convertido de hecho en ángeles, no en bestias. Ahora hay criaturas divinas que
han vuelto al Adán andrógino antes de la caída.
La vida del Padre Daniel de Scete, texto del s.V ofrece otro ejemplo
de salos - Marco el Loco que vivió en Alejandría, sobrevivió robando en el mercado que repartía entre otros
saloi, conocido por sus extravagancias. Cuando es descrito como un loco, Daniel
les responde “Eres tú el loco (saloi)”el santo enmascara como salos funciones
que revelan una locura común, y el carácter inhumano de la vida común.
Conocemos otros ejemplos de saloi en los ss. VI y principios del VII. Juan de
Amida (Diarbékyr), payaso. Prisco Vitalio, un pobre extranjero, está rodeado
por el fuego y es feliz en la ciudad donde vive precisamente porque la gente
deja en paz a los que consideran locos. Otro salos, Vitalios vive en el
convento de Abba Seridon, cerca de Gaza. Otro ejemplo de un salos en Alejandría
lo encontramos en “El Prado espiritual” de Juan Mosco (s. VII).
SIMEÓN DE EMESA (522-590)
La obra de
Leontio, obispo de Neapolis “Vida de Simeón el Loco”, escrita en el
siglo VII, convierte a Simeón en el más famoso tonto por Cristo. Simeón de Emes
(hoy Homs) vivió en Siria y Palestina.
Excéntrico, desaliñado, jovial, brutal, provocador, irrita, divierte, atrae la
admiración o los golpes. Simeón hacía el loco en el ágora, pero ante sus amigos
cercanos no actuaba, Acentuando la sima entre sus actitudes privadas y
públicas, Simeón solía permanecer casi siempre solo, nadie sabía cómo rezaba o
qué comía. Es el último actor, un santo secreto que, en una radical
transformación cristiana del teatro grecorromano, interpreta al villano. Los
cristianos desconfiaban de él y les desagradaba la escena; pero en este nuevo
modo de tragicomedia, Simeón lleva el teatro a la calle. Su nombre se vincula a
escándalos sexuales. Una vez, una sirvienta embarazada lo acusa de ser el
padre. Otra historia cuenta que Simeón estuvo en una cabina de un prostíbulo
durante un buen rato. Pero las sospechas y acusaciones sobre su conducta
inconformista eran infundadas, ya que nunca rompió las normas éticas o
religiosas.
Llevó primero una vida de prácticas ascéticas como monje cenóbico y después
como anacoreta en el desierto, un completo vagabundo que comen lo que
encuentran, un comedor de hierba o boskoi. Veintinueve años de esta
experiencia, alcanzó la apatehia, la impasibilidad o insensibilidad a
las pasiones, y poder hacerse el idiota en Emesa.
“Me marcho en el poder de Cristo, me burlaré del mundo”
Esta frase ofrece la clave para el comportamiento posterior de Simeón como
salos. El remordimiento es una de las mayores virtudes cultivadas en Bizancio y
la vida monástica del este era un continuo arrepentimiento de una naturaleza
pecadora. En este contexto cultural, la risa era un arma de choque, el porte de
un carácter demoníaco. Sorprendentemente, Simeón decide usar precisamente tales
medios para afrontar la amenaza de Satán: entra al mundo, en guardia, bajo el
disfraz de la risa, burlándose del mundo y del diablo, que no lo reconoce como
amargo enemigo bajo el disfraz de un loco riendo. La risa ridiculiza al
enemigo, transformándole en una reserva risueña, eventualmente, desarmándolo.
Como santo es un excéntrico que hace lo que sea para atraer la atención tanto
en la calle como sobre un pilar, como un ateo loco, se comporta mal en las
iglesias, dejándose acusar de ser un violador, comiendo carne en fechas
prohibidas, camina
desnudo, evacúa en público. Hay relatados dos diferencies aspectos en la
conducta de Simeón como un salos. Por un lado aparece totalmente carente de
decencia humana, como cuando aparece con total descaro corporal. Por otro lado
el parece bastante fuera de su mente y todos, incluso niños, le llaman loco o
idiota. Su contestación normal a esto era “Sois vosotros los idiotas”
El objetivo de Simeón con todas estas acciones es doble, por un lado salvar
almas, con actos extraños y palabras perplejas, y por otro, espera, a través de
la máscara de salos, salvar su propia alma. Para eso debe mantenerse anónimo,
pasar de incógnito o mantener su virtud oculta, para evitar corromperse por el
respeto y el honor. Esta actitud de los salos refleja una especie de anacoresis
o separación del mundo.
En la idiotez de Simeón, el cambio de conocimiento a salos es sólo una
autotransformación funcional. La forma ascética ha tenido éxito poniéndose la
máscara antinómica de pecador y estúpido sin abandonar su personalidad real, no
por una santidad ascética, De hecho esta estupidez es sólo en público. “Por
otra parte el se comportaba así ante la gente” dice el texto en una clara
imitativo Christi. Con su amigo Juan él retiene su conducta ascética, ayunando
y rezando intensamente. Para sus rezos y prácticas acéticas, normalmente se
retira a un sitio apartado, que nadie excepto Juan conoce.
CARACTERÍSTICAS DEL SANTO LOCO
Los santos locos vienen a la ciudad a provocar con su locura una especie de
contra cultura. En este sentido, conservan el carácter crítico del primer
movimiento monástico cristiano (el monaquismo del Desierto). Los santos locos
moderan el extremismo ascético pero radicalizan sus teatralidades espirituales
quedando atrapados o sujetos a una percepción ambigua en la sociedad y en la Iglesia.
Elena Volkova nos dice que El Santo Tonto tiene un común
denominador que debe ser la voluntaria renuncia a la razón, a la cordura, en su
sentido mundano. Tienen la apariencia y el comportamiento del provocador.
Provoca a las personas a reírse de él, que se indignan, y le arrojan piedras,
insultan, etc. De esta manera se convierte en el objeto de la persecución y el
ostracismo, como fue el mismo Cristo. Hacerse pasar por loco es un suplicio que
serviría para expiar culpas y demostrar ante Dios la capacidad de entrega.
- El Loco se pone una máscara de locura, y deja el mundo de la
razón a los seres humanos. Por ello se encuentra en el exterior, es un outsider,
está en el borde de la sociedad humana
y, así, queda libre de todas las normas, obligaciones y sabiduría del mundo. En
la máscara de la locura, el Santo Loco logra su independencia
de un mundo atrapado en el mal y, vestido en la locura, le dice la verdad a la
cara al mundo. La máscara de la locura por lo tanto trae la independencia de
los males del mundo y es un vehículo de la verdad.
- Eran los únicos dramaturgos y actores entre los santos cristianos, la
presentación de un actor de teatro. Buscan la reacción en los
otros, en su "público" en aquellos ante los que se representa el
papel de loco. En formas extravagantes, ridículas e incluso agresivas del loco.
Obra sabiéndose observado y convertido en centro de atención gracias a sus extrañas
actitudes.
- Aquí nos encontramos con la típica ambigüedad en el carácter del tonto: él
parece ser el poseído por el demonio y, al mismo tiempo el que lucha contra él.
El santo tonto muestra en sí mismo el control total del cuerpo: él es capaz de
mantenerse cercano al pecado, pero sin sucumbir, esta forma de monacato es un
comportamiento paradójico que impulsa al asceta en muchos momentos a acercarse
al pecado para alejarlo, de hecho fue prohibido por la Iglesia en el s.VII.
El santo loco asceta representa la negación del mundo y la imitación de Cristo.
Creen que tener la fe es amar el deshonor, la gloria mundana.
- El salos (loco o tonto por Cristo) es en realidad un asceta que se hace pasar
por demente ocultando que el verdadero hecho que lo empuja a actuar de tal
forma es la devoción.
- Se empeñan en eliminar toda sospecha de santidad que puedan sospechar los
observadores para los que el santo actúa. Actúa de modo artificial en su vida
normal, como si interpretara un papel.
- Utiliza la locura como "camuflaje" para rechazar el pecado del
orgullo.
- La ausencia de determinadas "pasiones" humanas (apatheia) en el
salós, explica también determinados comportamientos alejados de toda convención
social, sin sentir vergüenza o asco.
- Causan rechazo en los demás: son insultados o golpeados y ellos lo aceptan
como
una forma más de penitencia.
SANTOS LOCOS Y CÍNICOS
Los monjes locos son reconocidos por su humor ácido y su crítica rebelde y
radical, y seguidores fieles de la naturaleza, que se mofan de las penas y
preocupaciones ajenas con total desvergüenza, liberados de toda sujeción
institucional, que predican la autosuficiencia, la austeridad extrema y la
extravagancia para alcanzar la tranquilidad de ánimo y la vida feliz. Los
cínicos son "perros" (kúon), símbolos para los griegos de
una vida expresiva propia y soberana y de la risa sabia ante los vaivenes de la
fortuna. (Utopías de sabiduría y santa locura: Ensayo sobre la mística
cristiana de raíz bizantina primitiva* Jorge Osorio Vargas)
Se ha
comparado a los santos locos con el cinismo griego, cuyo origen está en Diógenes
de Sínope o Diógenes el Cínico(412-323 a.C). Vivió como un vagabundo forastero en
las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud.
La idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos
de la sociedad. Según él la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores
y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su
filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a
ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al
máximo sus necesidades.
El cínico es el hombre auténtico y que rechaza la ética impuesta, valorando lo
"esencial" y rechazando los usos comunes como sospechosos de una mala
manera de vivir. Por ello, construyen sus vidas fuera de las normas, son
anormales (e-normes) y alitúrgicos. Ellos elaboran su propia escenografía de
vida para hacer visible la verdad, que se manifiesta principalmente en el
cuerpo, lo que se vincularía con la tradición ascética cristiana monástica que
ha colocado el cuerpo en el centro de su fábula mística.
Ambos son actos de enfrentamiento y rechazo profundo a lo establecido. La
pobreza buscada, o al menos no rechazada, es una de las marcadas similitudes. El
loco era austero por voluntad propia y por devoción a Dios. Diógenes vivía como
mendigo. Sin embargo cuando se presentaba la ocasión comían como leones,
La santa locura es un pensamiento de choque, esto es que se produce contra las
acciones de los demás y parece buscar una reacción en aquel que observa al loco
El cínico hace lo que predica y con sus palabras y sus obras denuncia la
falsedad del mundo que le rodea.
El santo rechaza todo bien material en imitación a Cristo y a lo que éste hizo,
Diógenes critica desde su raíz el dinero y el lujo que considera engaños de la
sociedad que le rodeaba, desprecio o inconformismo hacia el dinero. Desprecian
todo bien por considerarlo algo material que sólo puede satisfacer al cuerpo en
el pecado, o por considerar lo material como que esclaviza al hombre.
La denostación era un arte que manejaban a la perfección.
La impasibilidad y la no atención a las convenciones sociales: para los saloí,
el control de cuerpo les motivaba a realizar cosas que aparentemente resultaban
pecaminosas a los demás, la actitud general de Diógenes viene dada más bien por
estar más allá de todo aquello que él consideraba falso y antinatural.
Realmente el cínico es un asceta a su modo. Como consecuencia de una forma de
pensar y entender el mundo, Diógenes decide llevar a cabo lo que su razón le
dice. Su ascesis particular consiste en ejercitar la virtud mediante la
filosofía y a la vez en ir despojándose de aquello que entiende superfluo.
Dos tendencias diferentes pero con algunos rasgos paralelos. De hecho no se
puede denominar escuela filosófica, al cinismo que era más bien la anti escuela,
y por ello no paraba de meterse con las enseñanzas de Platón. La locura por
causa de Cristo tiene igualmente poco de costumbre monacal oficial, sino que se
produce de modo esporádico en otras ciudades a imitación de Simeón. Debió haber
un gran número de seguidores de estas “doctrinas” anónimos que repetían las
anécdotas de sus inspiradores.
LOS YURODIVI
Con la pérdida de Egipto, Siria y Palestina, tras las invasiones islámicas en
el siglo VII, el ascetismo perdió en Bizancio su frescura e ímpetu. No apareció
otro Simeón salos, solo hombres píos que se comportaban como locos por cortos
periodos y x razones especiales. Basilio el joven s X en Constantinopla, loco a
tiempo parcial; Simeón Eulabes, Cirilo de Fileas (m 1110) en ocasiones se hacia
el loco. Además de esos anónimos casos de dudosa certeza.
San Sabas el joven (s.XIV) último salos bizantino. Asceta itinerante, iba
desnudo, en silencio y haciéndose pasar por tonto. Su locura no era agresiva,
fundamentalmente mímica, la gente pensaba que era estúpido más que loco; en vez
de burlarse del mundo y los demonios, dejó al mundo y al demonio burlarse de
él.
En el s.X, apareció "La vida y conducta de S. Andrés" de
Nicéforo, otra de las más famosas vidas de saloí que la literatura
Bizantina nos ha dado. En este caso, se trata de un personaje inventado en la
que se emulan las hazañas de San Simeón de Émesa. Se da perfecta cuenta del
escándalo que provoca y pide a Dios que perdoné a los que como él, a su vez,
había provocado para que le maltratasen.
San Andrés es el salós que más influye en la "santa locura rusa".
Este fenómeno ascético emigra de Bizancio a Rusia y alcanza su máximo a partir
del siglo XIV y hasta el XIX. La
Iglesia rusa tiene una palabra especial para tales santos, yurodivi,
ascetas ortodoxos, (tontos santos o tontos por Cristo).El yurodivi, que
significa algo entre loco y mostrenco, solían peregrinar de
pueblo en pueblo imitando la realidad del poderoso y parodiándola con
conclusiones absurdas. A menudo intentan sobresaltar, comportamiento de choque
poco convencional para desafiar normas aceptadas, entregar profecías o
enmascarar su piedad.
Ana Volkova señala que el gran descubrimiento de las primeras generaciones
cristianas en Rusia: la kenotic en Cristo de los santos de
Rusia". La región oriental de la Iglesia hablan de seguir (no
imitar) a Cristo. Así como Cristo se humilló, el Santo Loco se humilla jugando
el papel de un loco, como animal repugnante criatura. “Isaak, el primer santo
tonto de Rusia, tomó sobre sí la locura de un simulacro salos griego, y
"no querer la gloria empezó a hacer tonterías y de molestar, ahora el
abad, ya los hermanos.”. El Santo asceta Loco representa la negación del mundo
y kenosis. “Él cree que "quien tiene la fe ama deshonra", porque
"Si la gloria de este mundo estaban cerca de la gloria del cielo, los
hijos de este mundo no habrían crucificado al Señor de la Gloria, ¿qué esclavo se
atreve a habitar en la casa donde su Señor no fue reconocido?
Una humillación casi siempre voluntaria, a veces enfermiza
(entre los «yurodivi» ha habido, sin duda, verdaderos enfermos), de la
razón natural, la muerte radical a la sabiduría humana, tal es la
característica esencial de la «locura por Cristo». El objeto de dicha locura es
la humillación, tratándose de una locura simulada por razones ascéticas, o,
sencillamente, la consecuencia de ser auténticos «pobres de espíritu». En ambos
casos, el resultado es idéntico: la aspiración de una sabiduría nueva,
sobrenatural, de una «sabiduría de corazón» que se manifiesta por la paz del
alma, el amor de los enemigos, el don de la oración ferviente y, a veces, por
un conocimiento profético del porvenir o de los pensamientos secretos del
hombre.
Los
famosos «locos» del siglo XVI, cuyo profetismo político y social les asemejaba
a los profetas del antiguo testamento, se servían de la «locura» para fustigar
el «buen sentido» y la moral farisaica de los «justos», y se atrevían a
humillar al Zar, a los ricos y los poderosos. San Basilio el
«yurodivi» (en cuya memoria está edificada –en su tiempo la más famosa catedral
de Moscú), proclamando la paradoja cristiana del amor de Dios para los
pecadores, besaba los muros de las casas impías. Otros subrayaban su «amistad»
con las mujeres de mala nota, y, al contrario, públicamente insultaban a los
celadores de la moral y a los representantes de la fuerza pública. San Basilio
"se hace el loco" para denunciar en nombre de Cristo la crueldad
inhumana de la autocracia zarista, frente a la cual la Iglesia oficial, cada vez
más esclerotizada en un conformismo oficial y ritual, guarda silencio.
Para el pueblo ruso, los «locos por Cristo» han sido siempre (y son hasta hoy
día) la imagen viva de aquellos pequeños, de aquellos «pobres de espíritu» de
aquellos «niños», a quienes están revelados los misterios del reino de Dios.
Son portadores de la sabiduría sobrenatural, que aparece solamente después de
haber humillado lo que se llama la «razón natural». La «locura de la Cruz» predicada por San
Pablo, la sabiduría misteriosa y oculta en Dios, es eso lo que venera el
cristiano ruso en sus «locos por Cristo», acordándose de que «antes eligió Dios
la necedad del mundo para confundir a los sabios...» (I Cor I, 27-29.)
El tonto sabio en Rusia era la única figura de la cultura cristiana a la
que se le permitía crear imágenes, interpretar papeles, hacer burlas. Era la
única permitida para usar el poder de su imaginación, por eso el Santo Tonto ha
sido comparado al actor e incluso es visto como prototipo del artista.
En la literatura rusa se encuentra en páginas de Pushkin y Dostoievski, Andrés
Biely y Mijail Zoshchenko. En todas ellas el “loco santo” es portador de una
verdad.