sábado, 2 de mayo de 2020
ESPANTO Y FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL EN RELATOS DE CHARCAS
MONSTRUOS Y PRODIGIOS
EN LA LITERATURA HISPÁNICA
ESPANTO Y FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL
EN RELATOS DE CHARCAS
Andrés Eichmann
GRISO-Universidad de Navarra
Santo que no hace milagros ni es santo ni es ná.
1. Milagros de un santo
Estamos en Potosí, a comienzos del siglo XVII. El siervo de Dios
Fray Vicente Bernedo era conocido por su vida de oración, de penitencia
y de servicio humilde y abnegado al prójimo. De su penitencia
baste decir que habitó durante dos años enteros el campanario de
la iglesia de Santo Domingo, expuesto al frío: al proverbial frío potosino,
que se siente aun al abrigo de los elementos. En una ocasión el
superior del convento le ordena a Fray Vicente que acompañe al padre
Procurador, que debía salir a ocuparse de algunos negocios del
convento:
Entre otras partes adonde le acompañó fue al oficio de Cabildo: entraron
en él, y en tanto que el Padre Procurador trataba de su negocio,
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se sentó el siervo de Dios en uno de los escaños que suele haber para
esto en las puertas del oficio, y mientras estuvo allí no hizo más que santiguarse
con tanta continuación que lo notó el compañero1.
Al regresar al convento, el Procurador dio parte del hecho al superior,
y este llamó a Fray Vicente y le preguntó a qué se había debido
tal actividad. Compelido por la santa obediencia, el siervo de
Dios respondió
que desde que se sentó en la puerta del oficio no había visto otra cosa
que espíritus infernales que entraban y salían muchas veces, y que era
tanta la prisa que se daban, entrando unos y saliendo otros, que uno tropezó
y cayó en el suelo; y que de verle caer no pudo tener la risa, aun
en medio del espanto que le causó la visión, por cuya causa se había santiguado
tantas veces.
Nótese que no se santiguaba a causa de los espíritus infernales sino
para no dejar que estallase la risa. El biógrafo de Fray Vicente agrega
una consideración: los demonios carecen de cuerpo y por ello son incapaces
de tropezar y caer, pero que Dios los puede forzar a representar
tales casos «para que los que podemos caer y tropezar con más
peligro en las almas […] caigamos en la cuenta del peligro» viviendo
con cautela frente a la tentación.
En vida Fray Vicente obró milagros clamorosos como la levitación
durante la Misa; el don de lenguas gracias al cual, en sus viajes misioneros,
los indios de diversas naciones entendían su predicación en
sus «idiomas maternos»2; el don de profecía, etc.
Su muerte estuvo acompañada de otros fenómenos más o menos
frecuentes (luz maravillosa en su celda, hermosura del cadáver, fragancia,
calor en las manos, etc.). Al momento de morir, vino el repicar
simultáneo, sin aviso previo ni intervención de manos humanas,
de todas las campanas de Potosí: «sin duda los campanarios daban el
pésame al nuestro con las voces del metal, por la falta que le hacía su
continuo habitador»3. Mientras duró la exposición de su cuerpo para
recibir el último saludo de miles de devotos, tuvieron que amortajar-
78 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL
1 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, pp. 525-526.
2 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 612.
3 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 632.
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lo varias veces, ya que todos se llevaban en calidad de reliquias pedazos
de mortaja hasta dejarlo desnudo, aparte de cabellos de su cabeza.
También llegó un atrevido devoto que quiso llevarse uno de sus
dedos:
al besarle la mano, y queriendo hacer el hurto valiéndose de los dientes,
solo le sirvió de herirla, sin poder llevarse el dedo, y de descubrirse el
hurto por la copia de la sangre que destiló la herida, tan pura, tan líquida
y fresca como si actualmente saliera de un cuerpo vivo, a que se juntó
ser tanta que pudo cogerse en lienzos; de suerte que el que pensó quedar
rico con el dedo, no llevó consigo más que su atrevimiento propio,
y dejó a muchos ricos con la sangre4.
Diez años después de muerto se volvió a intentar quitarle dos dedos,
y nuevamente sangró como si estuviera vivo.
A los cuatro meses de fallecido decidieron trasladar su sepultura:
del suelo de la iglesia a la sacristía. Mientras adecentaban el lugar donde
sería colocado, lo pusieron sobre una mesa de la biblioteca del convento:
«Halláronle tan flexible y tan tratable en todas sus partes como
si estuviera vivo, levantándole los brazos, moviéndole la cabeza y sentándole,
y parándole en pie, y volviendo a acostarle en el ataúd, prodigio
que aún dura hoy después de sesenta y dos años de su venturoso
fin»5.
Estando en esas operaciones, un día se dieron cuenta de que en la
mesa en la que estaba depositado se había derramado un líquido:
discurriendo que sería algún humor que destilaba el cadáver hicieron traer
para recogerle una palangana de plata, y recogido se vio que era orina
del siervo de Dios; que con los movimientos que hacían del mismo cuerpo
para hacer experiencias de su tractabilidad, la había despedido de su
vejiga.Y después de dieciséis meses estaba tan clara y sin corrupción ni
otros de los accidentes que pudiera tener, por guardada, aunque fuese en
un vaso muy limpio y por mucho menos tiempo; como si acabara de salir
del cuerpo de un niño de cuatro años. Y por quitar experiencias el
mismo Corregidor cerró la librería y se llevó consigo la llave6.
ANDRÉS EICHMANN 79
4 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 640.
5 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 644.
6 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, pp. 644-645.
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El biógrafo de Fray Vicente Bernedo transmite, entre otros muchos,
un milagro que tiene como fuente a la hermana del autor.Tiene
por escenario un hogar limeño del siglo XVII, y su narración nos aproxima
a las costumbres y las relaciones que se daban al interior de la
servidumbre de la casa.
Una mañana del año 1678 salió de la cocina a la sala una esclava
con un pollo muerto en la mano. Lo había hallado ahogado en una
vasija que recogía las aguas perdidas de la cocina.
Su ama doña Catalina se inquietó […] porque todos los criados y criadas
de casa los tenían, y el dueño del pollo ahogado había de echar la
culpa de su muerte a la que lo había sacado. Levantose, averiguó cúyo
era, y en toda la casa no se halló quién le conociese por suyo. Faltaba
solo un esclavo que había ido a un recado: era un negro muy bozal, acabado
de venir de su tierra, y sobre todo soberbio y muy atrevido, de que
no se asustó poco doña Catalina, considerando que el negro, viendo muerto
su pollo, podría ser que embistiese con la esclava y se la tratase mal.Y
por obviar esta pesadumbre, discurrió pelar el pollo, y en volviendo el esclavo,
pagárselo, diciendo que ella le había muerto para una de sus señoras
que estaba enferma. Hizo sacar agua caliente a la sala, metió en ella
el pollo para pelarle, y estándole revolviendo, pensó que podría ser que
no fuese del negro el pollo, sino que hubiese saltado de alguna casa de
la vecindad. Y determinó dejarle hasta que viniese el negro y, si lo conociese
por suyo, pagárselo y apaciguarlo con el dinero porque no se trabase
con la esclava. Arrojó el pollo, cogiole un muchacho de casa y anduvo
jugando con él por mucho tiempo, tirándole de unas partes a otras,
que [aun] cuando estuviera vivo bastaban para matarle estos golpes.Vino
el negro y conociole, comenzó a bravear y doña Catalina a apaciguarle
con ofrecerle el dinero. El negro se sosegó, y doña Catalina prosiguió las
diligencias de pelar el pollo.Y teniéndole en el agua caliente comenzó a
discurrir que el haber callado el negro podía ser disimulo por su respeto,
y que después a sus solas entraría la riña con la esclava.Y afligida deste
recelo, que no lo fundaba mal en la condición del negro, volviose al
siervo de Dios Fr.Vicente Bernedo, y le decía: ¿Es posible, padre mío, que
ya que sucedió esta desgracia, hubo de ser con el pollo deste negro, que
me ha de maltratar la criada? ¿Es posible que siendo vos el dueño desta
casa (decíalo por la gran devoción que el autor, su hermano, tenía al siervo
de Dios […]) han de suceder estas cosas en ella? Estas y otras le decía
en su aflicción, cuando el pollo abrió los ojos.Y viendo tanto prodigio,
animada, prosiguió: Ahora, padre mío F. Vicente, ahora es tiempo,
¡resucítalo, siervo de Dios! Caso raro: el pollo hizo fuerza y se le soltó de
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las manos, y parándose en el suelo cantó, que para un pollo mojado es
prodigioso de por sí, y luego partió a la calle, que fue menester ir tras él
por que no se perdiese. Quedó [Catalina] llena de lágrimas de consuelo
y devoción, y toda la casa absorta de la maravilla porque todos fueron
testigos de ella7.
Cualquiera que se proponga hacer una entretenida antología taumatúrgica
puede llenar muchas páginas, y reunir aquellos que resulten
más de su agrado. Porque, no cabe duda, el Siglo de Oro es tiempo
de milagros. No intento aquí hacer tal cosa, sino solamente mostrar
algunos milagros en cuyo relato queda patente la familiaridad con lo
sobrenatural por parte de los protagonistas.
En el primer caso, como ya señalé, FrayVicente no tiene tanto problema
en presenciar a los demonios como por contener la risa. En los
fenómenos relacionados con sus restos mortales hay detalles que se salen
de los parámetros de nuestra sensibilidad: sería bastante extraño
hoy hacer diversas pruebas con el cadáver de alguien por quien se
siente veneración, y mucho menos al cuerpo de una persona a la que
en cualquier cultura se considere consagrada y santa. Ponerlo en diversas
posiciones corporales ya parecería muy atrevido, y mucho peor
arrancarle cabellos o intentar sacarle un bocado para quedarse con una
reliquia. Lo asombroso consiste en que estos hechos son, en el relato,
la mera condición de posibilidad para que se manifiesten nuevos fenómenos
milagrosos, ya sea sangrar por el dedo mordido o expulsar
una orina que resulta tan incorruptible como el mismo cadáver.
En el último de los milagros narrados, el del pollo, el relato prepara
al lector a lo largo de las diversas etapas del maltrato del animal
ya muerto, operaciones que harán más asombroso el milagro. Por su
parte, doña Catalina considera perfectamente esperable que el difunto
fraile intervenga con la resurrección del pollo para evitar los problemas
domésticos en ciernes que tanto la afligían. Al exponerle sus
cuitas en forma de interrogación doliente, hace uso de recursos persuasivos
propios de quien espera un cambio en la situación. Lo que
ocurre enseguida parece broma, ya que el maltratado animal no se recupera
de golpe, sino que ofrece un síntoma, inequívoco pero insuficiente,
de la intervención de Fray Vicente. Al observarlo doña Catalina
ANDRÉS EICHMANN 81
7 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, pp. 657-658.
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apostrofa al santo con decisión para estimularlo a acabar el milagro.
Según Gabriela Torres, muchos de los relatos de milagros presentes en
las hagiografías del Siglo de Oro adoptan como modelo al Evangelio:
«Si el santo es el imitador más perfecto de Cristo, en los milagros también
ha de imitarle»8. Si seguimos este criterio, podemos recordar que
en numerosas ocasiones Jesús exige la fe como condición para realizar
el prodigio. Otras veces parece no estar en disposición de hacerlo,
pero acaba concediéndolo como premio a la petición insistente y
confiada. En el caso que nos ocupa, las quejas iniciales de doña Catalina
son ya señal de que ella tenía fe; fe en Dios, y fe en la capacidad de
intercesión o de intervención por parte de Fray Vicente. Pero son sus
exclamaciones finales las que manifiestan la convicción de que aquí y
ahora esta intervención puede y debe producirse. Como consecuencia
viene el milagro.También se parece a algunos milagros del Evangelio
por la sobreabundancia de los efectos: el pollo no solamente resucita,
sino que canta estando mojado y sale corriendo.
En opinión de Meléndez, la finalidad de los milagros que obra Dios
a través de un siervo suyo es múltiple. Los fines son todos «muy dignos
de su poder, y muy propios de su amor»9. En los milagros arriba
vistos parece primar la función docente. La cuestión que se plantea es
cuál es la enseñanza de cada uno y a quién va dirigida.
En el primer caso, el tropezón del diablillo es un aviso de mantenerse
alerta y no caer en pecado. Parece una enseñanza apropiada para
personas que transitan ya el camino de la virtud, como es el caso de
los religiosos del convento. Otra enseñanza posible consiste, y me parece
que es la finalidad de varios milagros hasta aquí recogidos, en
proponer un modelo cuya conducta ha de ser imitada. Dios acredita
a sus siervos para el bien de sus contemporáneos: estos detendrán su
mirada en la vida virtuosa de aquéllos, y mudarán de vida. Meléndez
utiliza una metáfora relacionada con los hábitos de los escritores de
su tiempo, de poner notas y señales al margen del texto:
cada prodigio es un ojo y cada milagro un índice que pone su omnipotencia
al margen de sus virtudes [del santo], libro donde todos lean escrita
su obligación para que así reparando […] se confunda la ignorancia
82 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL
8 Torres Olleta, 2005, p. 18.
9 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 582.
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y se aliente la tibieza a imitar sus ejemplos y seguirlos, conocida la senda
de salvarse sin que le quede a la pereza disculpa10.
Este parece el sentido del milagro de las campanas de Potosí y también
los relacionados con el cuerpo incorrupto de Fray Vicente.
En el milagro del pollo, fuera de la solución de un problema concreto
(evitar el maltrato de una criada de la casa), la enseñanza parece
estar en que quien pide con fe a un intercesor válido será escuchado.
2. Avisos divinos
Hay muchos relatos de hechos que sirven como advertencia de
Dios para que un pueblo cambie de conducta. El Antiguo Testamento
abunda en esta variante del «lenguaje de Dios»: la plaga de las serpientes
en el desierto del Sinaí que atacaban a los hebreos a causa de
su rebeldía, la sequía en el reino de Israel dispuesta por el profeta Elías
de parte de Dios; el triunfo de pueblos enemigos sobre el reino, etc.
Por otra parte, relacionar calamidades públicas con la voluntad divina
en orden a rectificar situaciones de injusticia o de impunidad de criminales
(en sentido amplio) es común en otras culturas. De ellas me
interesa que recordemos que en Grecia y Roma hay ejemplos que
servirán de modelo para otros desarrollos literarios y de pensamiento
en Occidente: el campamento aqueo es objeto de las saetas envenenadas
de Apolo hasta que Criseida sea restituida a su padre,Tebas sufrirá
la misma suerte hasta que sea desterrado el criminal que dio
muerte a su padre y se casó con su madre, etc. En ocasiones los males
de la república son anunciados mediante signos prodigiosos: la serpiente
que sale de una columna de madera del palacio real de Tarquino
el Soberbio11, por dar un ejemplo entre muchos.
Hay autores de Charcas en los que encontramos estos elementos.
El jesuita José de Aguilar considera que los males que sufre el reino
no proceden sino de la cólera divina, exacerbada por las injusticias co-
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10 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias…, p. 582. El resaltado es mío: creo ver
en esa palabra no el referente designado sino la expresión ‘ojo’ o el dibujo de una
mano con el índice extendido, que se ve al margen de muchos escritos del siglo XVII.
11 Tito Livio, Ab Urbe condita, I, 56.
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metidas contra los mitayos de Potosí12. Arzáns considera cada catástrofe
(la reventazón de la laguna de Caricari, las epidemias, etc.) como
avisos de Dios para que el pueblo cambie de conducta. Fuera de
Charcas, Meléndez registra no solamente el castigo, sino su anuncio
por parte de un theiós aner, en este caso el Padre Fray Juan de Villalobos,
que fue predicador durante treinta años en la ciudad de Huamanga
(hoy Ayacucho). Estando ya ciego, un 8 de septiembre, fiesta de la
Natividad de la Virgen, predicó en la iglesia del convento de Santa
Ana un sermón ante un gran público, que acabó con las siguientes
palabras:
«En muchas ocasiones os he dicho predicando que tengáis paz unos
con otros, y que os améis en Dios nuestro Señor.Y estáis tan obstinados
en vuestros rencores y malas voluntades. […] Pues el Señor os pondrá en
paz con una tempestad y tormenta que ha de enviar sobre vosotros a las
cinco de la tarde de este día, tan terrible y espantosa cuanto jamás habréis
visto. Ruego a Dios nuestro Señor por la intercesión de la recién
nacida use con vosotros de sus antiguas misericordias y no mire vuestras
culpas y pecados».Y dicho esto se bajó del púlpito llorando y se fue a su
celda, quedando todos haciendo del bendito predicador el juicio que quería
cada uno.
Llegó la hora que había dicho el siervo de Dios, y luego comenzó el
cielo a entoldarse de nubes negras y obscuras, y al mismo punto a tronar,
relampaguear y caer rayos sobre las casas, que hacían notables daños
[…]. Crecía por instantes la tormenta, sus fusiles continuados atemorizaban
la vista, los rayos repetidos con espanto cruzaban el aire. Allí derribaban
una casa, en otra parte quitaban la vida a un hombre. Andaban todos
despavoridos de unas partes a otras sin saber a dónde iban, porque el
temor los llevaba sin tino.Tragaron todos la muerte, y porque no los cogiese
desprevenidos […] y acudían como podían a las iglesias, donde se
confesaban a gritos, y con suspiros y lágrimas pedían a Dios perdón de
sus culpas. […] a donde cargaba la más gente era a nuestro convento de
Santa Ana, en cuya iglesia estaba el Padre Fray Juan de Villalobos hincado
de rodillas delante del Señor, en oración tan profunda y tan inmoble
que parecía como una estatua de mármol. Allí se hacían amigos los enemigos,
se perdonaban todos las injurias recibidas y se daban las manos y
84 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL
12 Aguilar, Sermones del Dulcísimo Nombre de María, pp. 45-112 («Sermón segundo
de el Nombre de María y patrocinio de las armas españolas, predicado en la ciudad
de La Plata […]»).
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los brazos. Con que Dios templó su ira, feneció la tempestad y quedó el
cielo sereno13.
Arzáns consigna, por su parte, hechos insólitos que anuncian grandes
desgracias. Sus relatos no pueden leerse sin tener en mente los
prodigios públicos del mundo grecorromano. Él mismo prepara al lector
recordándole que «por las historias divinas y profanas sabemos que
cuando en el mundo han de suceder casos notables, el cielo los anuncia
días antes y se ven visiones espantosas y sucesos admirables que los
representan»14. Veamos el modo en que fue anunciada la sangrienta
guerra entre Vicuñas y Vascongados en 1618. El día que llegó el nuevo
Corregidor Francisco Sarmiento de Sotomayor, estando ya en su
casa recibiendo parabienes, contra todo pronóstico se cubrió el cielo
de negras nubes, que descargaron un granizo «en el tamaño como
nueces de Chile», en tal cantidad que cubrió el suelo con un espesor
de media vara. Cuando alguien tomaba en sus manos un grano, al derretirse
no salía agua sino sangre, mientras que si se derretía sin contacto
con manos humanas quedaba agua clara. Por la noche apareció
un cometa color de sangre y que alumbraba como fuego; era corvo,
con forma de alfanje o de hoz, y apareció durante cuatro noches seguidas.
Arzáns reproduce el dibujo que dice consultar en otros autores.
Su reflexión es la siguiente:
Vistas estas señales, ¿qué podemos decir sino que eran diligencias de la
inmensa piedad de Dios para evitar en los abandalizados el delito de los
homicidios […]? […] Por eso las repúblicas deben cargar la consideración
sobre los acontecimientos, considerándolos como prevenciones divinas,
no como acasos humanos15.
A los cuatro días, un azoguero vascongado muy rico le envió a
Sarmiento de Sotomayor, como presente, una piña de plata de sesenta
marcos de valor sobre un asiento de oro muy fino. Pasada una hora
la piña comenzó a destilar gotas de sangre que se derramaban en su
asiento de oro y sobre la mesa. Nueve días después un mudo de nacimiento
comenzó a gritar «¡Mueran, mueran!», sin que nadie lo pu-
ANDRÉS EICHMANN 85
13 Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias …, tomo II, pp. 19-20.
14 Arzáns, Historia de la Villa Imperial de Potosí, tomo I, p. 311.
15 Arzáns, Historia de la Villa Imperial de Potosí, tomo I, p. 312.
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diese contener ni con azotes.Y no lejos de Potosí una perra dio a luz
a cuatro cachorros; el amo le puso a uno el nombre de Vizcaíno, y
fue despedazado por los otros tres.
3. Tipología del prodigio
Ya hemos visto algo de «teoría del milagro» y del portento público,
expuesto por los mismos autores que los transmiten. Propongo dar
un paso más: parece que la función del milagro varía en relación con
la actividad o localización de quien los consigna. Para Meléndez los
milagros se producen mayormente para arrancar a los cristianos de la
«fe muerta». Su finalidad es la de un estímulo para que su conducta
sea coherente con la fe que ya profesan. El ámbito urbano es el marco
de la mayoría de los milagros que relata: una ciudad en la que el
Evangelio es bien conocido. En cambio el agustino Ramos Gavilán se
mueve en un contexto rural: la evangelización en Copacabana y sus
alrededores.Tal vez sea por ello que los milagros, en su caso, tengan
principalmente una función persuasiva: se producen para mover hacia
la fe a los «indios infieles» y para consolidar la de los neófitos. En su
Historia del célebre santuario de nuestra Señora de Copacabana relata más
de 150 milagros obrados por María en la advocación del Lago, en su
mayor parte a favor de indígenas.Y apoyándose en Santo Tomás, explica:
todo milagro se hace en fe y porque la fe sea propagada, y eso incluye la
definición que los teólogos dan de milagro: milagro es una cosa imposible
a los ojos humanos, que deja atrás la fuerza de la naturaleza, hecho
en orden de manifestar la divina gracia, la verdad y virtud en utilidad de
la Iglesia, fuera de las esperanzas que la naturaleza admirativa promete,
aunque no fuera de las que promete y puede la gracia16.
Puedo decir que de los autores que he consultado de Charcas,
quien más desarrolla la «teoría del milagro» es precisamente Ramos
Gavilán:
86 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL
16 Ramos Gavilán, Historia del célebre santuario…, p. 132.
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También se debe advertir la diferencia que hay entre milagro y cosa
admirable, que el milagro causa admiración así en el sabio como en el
ignorante, porque ambos ignoran su causa, y la cosa admirable sólo asombra
al que no sabe sus causas y principios, que pone admiración en el
rústico, y no en el sabio que sabe la causa. En orden y razón de las dichas
atrás en la definición de milagro, para que estos neófitos y recién
convertidos naturales conozcan lo mucho que la soberana Virgen puede
con Dios, ha tenido por bien la divina Majestad engrandecer esta santa
imagen con maravillas tan excelentes que exceden toda facultad criada17.
Por otra parte, si muchos milagros están en relación con la fe, los
«avisos divinos» lo están con la conducta. Los ejemplos que hemos visto
se refieren a la conducta de grupos humanos, ciudades y reinos enteros.
Aguilar no habla de prodigios sino que interpreta los hechos con
la perspectiva teológica de la época, que también está presente en muchos
pasajes de Arzáns (he dado el ejemplo de la reventazón de
Caricari). Meléndez, por su parte, muestra una catástrofe anunciada,
cuya finalidad no es el castigo mismo sino el perdón mutuo entre los
pobladores de Huamanga. Los prodigios que funcionan como avisos
nefastos narrados por Arzáns, aunque parecen seguir el modelo de los
historiógrafos clásicos de la Antigüedad, vienen interpretados también
en clave teológica cristiana: son expresión de la bondad de Dios, como
hemos visto.
En algunos casos los portentos pueden evocar en el lector relatos
anteriores que presentan alguna semejanza. En Alonso, mozo de muchos
amos, publicado en 1624, el protagonista reprende a unas viudas que
tenían el vicio de platicar entre ellas interminablemente en el interior
de la iglesia. Entre otros argumentos les recuerda que San Benito, estando
en oración, vio que salía de la pared un demonio que se dedicaba
a escribir muy aprisa en un pergamino todo lo que conversaban
dos vejezuelas. Hablaban tanto que al demonio, a pesar de que usaba
letra pequeña y abreviaturas,
vínole a faltar en qué escribir; y enojado con el poco recado que había
traído, asió con los dientes del pergamino para estirarle y que diese de sí;
ANDRÉS EICHMANN 87
17 Ramos Gavilán, Historia del célebre santuario…, p. 133.
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pero […] rompiose el pergamino y él dio una gran calabazada en una esquina
de la pared, que no fue de poca risa para el glorioso abad18.
Pueden encontrarse tradiciones que guardan alguna semejanza con
otros de los prodigios que hemos visto. El gallo y la gallina que cantaron
después de asados en Santo Domingo de la Calzada podrían resultar
parientes, tal vez no muy próximos, del pollo resucitado por
Fray Vicente. Estas semejanzas no suponen filiación, pero sin duda
muestran dimensiones de la religiosidad ampliamente conocidas y
compartidas.
Los ejemplos que hemos visto manifiestan una familiaridad con lo
sobrenatural que era corriente en la época. Sin eliminar el espanto o
la admiración ante hechos sobrenaturales concretos, la familiaridad es
condición para que los diversos autores expongan sus reflexiones sobre
tales sucesos, como lo hace cualquiera hoy día con acontecimientos
normales y corrientes: con el realismo de quien estudia un fenómeno
físico o biológico.
88 ESPANTOY FAMILIARIDAD ANTE LO SOBRENATURAL
18 Alcalá, Alonso, mozo de muchos amos; p. 269. Apunta Donoso en su edición de
la novela que la anécdota no es atribuible a San Benito sino que pertenece a una
tradición francesa según la cual le habría ocurrido algo semejante a San Martín de
Tours. Remite también a otro relato con un «diablo escribiente» que aparece en el
Magnum speculum exemplorum, una suerte de poliantea que publica el jesuita Ioannes
Maior en Colonia, 1617: el protagonista es «un sacerdote» sin más; y el diablo no se
golpea ni provoca risa.
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Bibliografía
AGUILAR, J. de, Sermones del Dulcísimo Nombre de María, predicados por […], de
la Compañía de Jesús, Catedrático de prima de Sagrada Teología, en la Universidad
de La Plata, y hoy de Vísperas, en el Máximo Colegio de San Pablo de Lima,
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la Inquisición. Tomo segundo que dedica al Sr. D. Diego Fernández Gallardo,
Deán de la S. Iglesia Metropolitana de La Plata, Sevilla, Juan Francisco de
Blas, 1701.
ARZÁNS DE ORSÚA YVELA, B., Historia de la Villa Imperial de Potosí, ed. L. Hanke
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Ángel Pinassio, 1681, vol. II.
RAMOS GAVILÁN,A., Historia del célebre santuario de Nuestra Señora de Copacabana
y sus milagros, e invención de la cruz de Carabuco [Lima, Gerónimo de Contreras,
1621], La Paz, Academia Boliviana de la Historia, 1976.
TITO LIVIO, Ab Urbe condita, versión de www.thelatinlibrary.com
TORRES OLLETA,G., Milagros y prodigios de San Francisco Javier, Pamplona, Fundación
Diario de Navarra, 2005.
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