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martes, 18 de junio de 2024
¿Cómo cambió de color Baltasar? REYES MAGOS
¿Cómo cambió de color Baltasar?
REYES MAGOS
La iconografía actual del rey Baltasar no tiene más de cinco siglos; el desencadenante fue la circunnavegación de África por los portugueses.
Mosaico del siglo VI en la basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena, con los tres Reyes Magos de etnia blanca Universal History Archive/UIG / Getty
EDUARDO MAGALLÓN
03/01/2021
Durante 15 siglos Baltasar era de etnia blanca, como los otros dos Reyes Magos. Basta con viajar a iglesias como la Santa Maria Maggiore en Roma o a San Apolinar el Nuevo en Rávena para comprobar como se representa a los tres de blanco. La iconografía sobre la Epifanía se mantuvo de esa forma a lo largo de los 1.500 primeros años de la cristiandad.
¿Qué pasó hace 500 años para cambiar la forma en la que se representa una de las imágenes más populares de la Navidad? “El rey negro aparece con las expediciones de los portugueses sobre todo a África. Aunque ya se sabía que había gente negra porque los romanos traían esclavos de Nubia, con los descubrimientos se dan cuenta que humanidad tiene tres razas: blanca, amarilla (podríamos decir) y negra”, contesta Armand Puig, rector del Ateneu Universitari Sant Pacià de Barcelona. “Es un discurso teológico en la medida que se dice que todos los pueblos y todas las razas adoran a Jesús”, añade.
Armand Puig, rector del Ateneu Universitari Sant Pacià
"Con los descubrimientos se dan cuenta que la humanidad tiene tres razas: blanca, amarilla (podríamos decir) y negra”
Laura Rodríguez Peinado, profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, señala que “esta nueva iconografía surge con el sentido del carácter universal de la redención. La idea es que Cristo no viene sólo a salvar a su pueblo sino a toda la humanidad. La presencia del rey negro es una forma de integrar al otro. Aparece mucho en el arte flamenco y en el arte hispano por los rutas de navegación sobre todo de los portugueses que rodean África”.
Pero pocos años después sucedió un contratiempo. pone en cuestión esa universalidad de la religión que comienzan a representar los tres Reyes Magos de etnias diferentes.
El Cristo de San Juan de la Cruz de Daíl Otras Fuentes
Laura Rodríguez Peinado, profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid
"La nueva iconografía surge con el sentido del carácter universal de la redención. La idea es que Cristo no viene sólo a salvar a su pueblo sino a toda la humanidad"
“Surgió un problema iconográfico porque si se quería mantener la universalidad habría que haber añadido un cuarto Rey Mago. Cada uno de los Reyes Magos representaba a los tres continentes conocidos: Melchor es Europa, Gaspar es Asia y Baltasar es África. Se plantea esa posibilidad pero como la doctrina de la Iglesia ya estaba fijada y los artistas ya lo representaban de esa manera se sigue manteniendo sólo a los tres”, reflexiona José Javier Azanza, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Navarra.
Aun así hay artistas que en algunas representaciones sustituyen el rey negro por uno amerindio. En otras ocasiones, aparece en el séquito una persona con rasgos indígenas. La representación de todas las razas o etnias era para consumo europeo, por lo que no busca favorecer la evangelización en un momento en el que el cristianismo competía con otras religiones por la hegemonía. O no es la principal razón.
Tampoco hubiera sido un problema que aflorara un cuarto Rey Mago porque nunca estuvo claro cuántos eran. Lo cierto es que en los cuatro Evangelios, sólo el de Mateo da cuenta de la aparición de estos personajes pero de una forma muy parca: “Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo’”. El relato del evangelista añade que “lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.
Un cuarto rey
El descubrimiento de América pone en cuestión la universalidad de la religión que comienzan a representar los tres Reyes Magos de tres continentes distintos
En ningún momento se cita sus nombres, ni tan siquiera si son tres y mucho menos el color de su piel. Que sean tres se infiere en un primer momento del hecho de que son tres ofrendas distintas las que se citan. En algunas ocasiones, se les ha representado como cuatro e incluso como 12 aludiendo a las tribus de Israel y los Apóstoles. En este caso, las cabalgatas modernas serían inacabables…
Es necesario acudir a los llamados evangelios apócrifos para hallar detalles sobre cómo se formó la iconografía. Rodríguez Peinado explica que en el Evangelio Armenio de la Infancia (siglo VI) se los nombra ya como Melchor, Gaspar y Baltasar.
Pero es en la obra Excerptiones patrum, collectanea et flores, atribuida falsamente a Beda el Venerable (672-735) cuando además de fijar el número en tres e identificarlos con su nombre de pila, se alude por primera vez al color oscuro de la piel de uno de ellos: “Baltasar, de piel oscura (fuscus) y con toda su barba, testimonió con la ofrenda de la mirra”. Esa referencia es una rareza ya que su popularización y salto al estrellato fue en la Edad Media a partir de su inclusión en el Liber Pontificalis del siglo IX, añade la catedrática de la Complutense.
Buena parte de la construcción de la imagen de los Reyes Magos es con los evangelios apócrifos. “Son textos que no son en absoluto negados por la Iglesia sino que son con esos con los que se fragua la iconografía”, según Rodríguez Peinado. “Se utilizan incluso por parte de la jerarquía eclesiástica para adoctrinar a la población”.
ICONOGRAFÍA
Buena parte de la construcción de la imagen de los Reyes Magos es con los evangelios apócrifos.
Desde el punto de vista del arte la iconografía, la aparición del color negro representada en la piel de Baltasar es también un cambio importantísimo como afirma Azanza: “el color negro siempre ha sido un color negativo en la Historia Sagrada. Es el color con el que se pintaba al Diablo o Demonio. El color negro incorpora un matiz negativo o diabólico y por eso durante toda la antigüedad y la Edad Media no aparece. Se vence ese carácter negativo con la universalidad de la Epifanía”.
Evolución
En algunas ocasiones, se ha representado a los Reyes Magos como cuatro e incluso como 12 aludiendo a las tribus de Israel y los Apóstoles
Entre las primeras representaciones de las que se tiene constancia destacan las Catacumba de Domitila (Roma) del s. IV, el mosaico de Santa Maria Maggiore (Roma) del 432 y la bellísima composición de San Apolinar el Nuevo en Rávena. Desde la ciudad italiana, Filippo Trere, especialista en la iconografía del conjunto artístico, afirma que la representación “se remonta al período de la reconciliación católica de la antigua capilla palatina teodericia encargada por el arzobispo de Ravena Agnello (556-569)”.
Trere recuerda que “se sabe que los Magos, fijados en el número perfecto de tres, son el símbolo no solo de los regalos que le llevan o de las tres edades del hombre en relación al tiempo infinito encarnado por la Divinidad de Cristo sino también las tres razas humanas”. Azanza añade en relación con ese tiempo infinito que es en la Edad Media cuando “se individualizan los Reyes a nivel de las tres edades: el rey Melchor por lo general es la ancianidad, Gaspar es un poco la madurez y Baltasar es la juventud”.
La Adoración de los Reyes Magos, atribuida al Maestro de Sijena Terceros
Filippo Trere, especialista en la iconografía de Rávena
"Se sabe que los Magos, fijados en el número perfecto de tres, son el símbolo de las tres edades del hombre en relación al tiempo infinito"
En Rávena, aparecen los nombres de los reyes pero Trere advierte que es parte del mosaico “se rehace entre el siglo XVI y 1899. Por lo tanto, no es seguro que las tres inscripciones latinas que encabezan a los Tres Magos en la parte superior pertenezcan a la imagen original o sean un añadido posterior”.
De hecho, Rodríguez Peinado avisa que no hay constancia de los nombres hasta el Evangelio Armenio de la Infancia (que data del siglo VI). Una vez más y a pese a que no fueron los escogidos por la Iglesia, son los evangelios apócrifos los que dan cuerpo a la tradición y la iconografía cristina en todo el mundo.
Si Melchor, Gaspar y Baltasar existieron, lo que no queda nada claro es quiénes eran. ¿Magos, sabios, astrólogos, reyes? En el Evangelio de Mateo se les llama magos. “La palabra mago no quiere decir exactamente magos aunque sean de la misma raíz. Mago quiere decir personas sabias. Eran sabios en astronomía, en la lectura del firmamento, de las constelaciones y los planetas. Son gente que observan el cielo”, dice Puig. Por eso llegan siguiendo la estela de la una estrella.
El segundo salto en la historia es cuando pasan de ser magos o sabios a monarcas. “La palabra reyes viene de una consideración litúrgica como consecuencia del salmo 72 donde se explica proféticamente que los reyes le ofrecerán presentes”, añade. Azanza precisa que “la ‘categoría de “Reyes’ la adquirieron a principios del siglo III, cuando el teólogo Tertuliano afirmó que los que adoraron a Jesús eran de estirpe real basándose en un salmo de la Biblia”.
José Javier Azanza, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Navarra
"La ‘categoría de “Reyes’ la adquirieron a principios del siglo III, cuando el teólogo Tertuliano afirmó que los que adoraron a Jesús eran de estirpe real basándose en un salmo de la Biblia”.
Una adoración que no necesariamente tuvo que darse a las pocas horas de nacer el niño. En el evangelio apócrifo de Pseudo-Mateo se asegura que el encuentro se produjo cuando Jesús tenía ya dos años, como recuerda Rodríguez Peinado. En el Evangelio de Mateo se afirma que los Magos “entraron en la casa, vieron al niño con María”.
No se hace ninguna referencia al establo del que habla Lucas. “Muy probablemente entre el nacimiento de Jesús y la llegada de una gente que ve una estrella que brilla más que las otras pueden pasar perfectamente dos años”, dice Puig. El estudioso de la Biblia recuerda que los astrónomos coreanos y chinos verificaron la aparición de una estrella en el año 5 aC.
La cueva de la iglesia de Belén, en la que la tradición sitúa el nacimiento de Jesús Propias
Si se parte de la base -añade- que el monje Dionisio el Exiguo retrasó erróneamente en 6 o 7 años el momento del nacimiento de Cristo “no es implausible que llegara una gente siguiendo una estrella”. De ser así, Cristo nació entre el 6 y el 7 aC.
Rodríguez Peinado considera que el culto medieval a los Magos se acrecentó cuando sus reliquias se trasladaron a Colonia. Según la leyenda, Santa Elena, madre del emperador Constantino, llevó las reliquias a Constantinopla desde Saba.
Armand Puig
Cristo pudo nacer entre el año 6 y el 7 aC
Corría el siglo III y IV. Trescientos años después llegaron a Milán y de ahí en 1164 como consecuencia de la invasión de Federico Barbarroja, las reliquias acabaron en Colonia. Por ahora nadie ha querido diseccionar el ADN de los restos de los tres Reyes Magos. Es mucho mejor quedarse con la tradición construida a lo largo de veinte largos siglos.
sábado, 15 de junio de 2024
superstición sobre los niños sin bautizar en yator.
superstición sobre los niños sin bautizar en yator.
cuando un niño sin bautizar se queda a oscuras aunque sea un momento las brujas que están acechando la oportunidad, se apoderan en el acto del recién nacido para llevárselo en volandas y hacerlo hechicero.
por ello siempre era necesaria una lampara encendida donde se encontrara un pequeño sin bautizar
el correo español 8 de febrero de 1893
jueves, 6 de junio de 2024
La cruz celta
La cruz celta
Cruz de Brompton (Irlanda), decorada con arte celta.
La cruz celta es un icono religioso formado por una cruz cristiana con un círculo rodeando su intersección. Se remonta a los primeros tiempos del cristianismo en Irlanda, donde constituyó el diseño básico de las famosas high crosses: altas cruces monumentales hechas de piedra y ricamente ornamentadas con motivos de arte céltico insular.
Simbolismo
Básicamente es una cruz con el significado que le es propio asociado a la influencia de la cultura celta.
Historia Cruz de Muiredach (Irlanda), decorada con escenas bíblicas
Las primeras cruces datan del siglo vii y no son high crosses, sino grabados en grandes piedras planas extendidas en el suelo. Las cruces propiamente dichas fueron erigidas por los monjes irlandeses al menos desde el siglo viii, primero en Irlanda (donde sobreviven la mayoría) y más tarde en Gran Bretaña (conservándose en Cornualles, Gales, Northumbria, Escocia, archipiélago de las Hébridas e isla de Iona).
Las cruces celtas (anilladas) dejaron de erigirse en el siglo xii y la tradición más amplia de las grandes cruces conmemorativas de piedra se interrumpió definitivamente en el siglo xv.
Las cruces celtas fueron resucitadas mucho más tarde durante el llamado "renacimiento celta" (celtic revival) del siglo xix, muy influido por el romanticismo y por el nacionalismo irlandés. Desde entonces vuelven a alzarse cruces celtas en Irlanda, sobre todo con propósitos funerarios (reminiscencia de su antiguo uso conmemorativo). El símbolo en sí se ha convertido en un típico emblema irlandés y como tal aparece en joyería, logotipos, etc.
Una leyenda popular en Irlanda afirma que la cruz "celta" fue introducida por San Patricio u otro santo irlandés durante la evangelización de los paganos de la isla, pero no subsiste ninguna cruz procedente de esa temprana época. También se dice que San Patricio unió el símbolo cristiano a una representación circular del sol o de la luna, vinculando así el significado de la cruz a la espiritualidad pagana a fin de transmitir mejor su mensaje. Otros consideran más probable un origen en cruces con coronas de hojas o flores en torno a su intersección.
La explicación aceptada por la mayoría de los historiadores, sin embargo, resulta más prosaica: el anillo habría sido inicialmente un mero recurso de los escultores para asegurar la estabilidad de las cruces, convirtiéndose luego en un elemento decorativo.
Finalidad
Sus funciones eran religiosas y conmemorativas. Se alzaban en el exterior de los monasterios y otros lugares de culto de la religión cristiana, a modo de monumentos identificativos y centros de predicación. Muchas eran asimismo un símbolo de estatus relacionado con determinados personajes ilustres (abades y patrocinadores). Se desconoce cualquier otro uso que pudieran haber tenido.
Diseño
No todas las cruces celtas poseen el característico anillo, aunque sí la mayoría.
En cuanto a sus grabados, las más tempranas solo muestran entrelazados y diseños geométricos propios del arte nativo de las islas británicas, pero a partir de los siglos IX y X aparecen representaciones figurativas de escenas bíblicas. Estas cruces son llamadas Scriptures crosses ("Cruces de las Escrituras") y su complejidad es tal que se las ha llegado a definir como "sermones en piedra".
Las cruces de Inglaterra presentan una estética mixta, fusionada con la tradición similar de las cruces anglosajonas.
viernes, 24 de mayo de 2024
El espectacular milagro del Cristo de Cabrilla y la historia de su hermandad olvidada
El espectacular milagro del Cristo de Cabrilla y la historia de su hermandad olvidada
Iglesia de Santo Domingo y del Cristo de Cabrilla, antes de 1931. Legado Temboury COFRADÍAS
Entre las muy diversas y numerosas leyendas que enriquecen la historia de la Semana Santa de Málaga destaca la del Cristo de Cabrilla y la de la hermandad que se originó en culto a su alrededor. Un relato que viene a recordarnos que nada es para siempre y que lo que hoy parece seguro, mañana puede desaparecer. Una verdad triste, pero que la Semana de Pasión suaviza recordándonos que sobre la muerte, la vida triunfa siempre. Así que todos tranquilos.
Los orígenes de estos hechos se pierden en las nieblas del tiempo, por lo que, según los estudiosos, existen dudas de la fundación de una Hermandad de Nuestro Padre Jesús de Cabrilla durante los siglos XVII, XVIII y XIX, al no existir ningún documento específico. Como se aprecia, el lapso de tiempo es bastante amplio.
Sin embargo, sí hay una primera noticia fehaciente de la existencia de esta hermandad, pero no llegará hasta el año 1903. Una hermandad que veneraba una imagen situada en la iglesia de Santo Domingo: el Cristo de Cabrilla.
Pero ¿de dónde había salido esa misteriosa talla? Pues he ahí el quid del asunto, querido amigo.
Él vino en un barco
La leyenda habla de un trotamundos que llegó al puerto de Málaga a mitad del siglo XVIII y se bajó de un navío con lo puesto. Su ropa, andrajosa; su mirada, perdida; su semblante, serio; su gesto, cansado.
Sus andares, lentos y pausados, repletos de introspección y oración, lo condujeron por el entorno de Atarazanas, antes mucho más cerca del mar. Al caer la noche, sin un lugar donde cobijarse, el extranjero fue llamando a las puertas de las casas malagueñas para encontrar refugio donde dormir.
No obstante, por mucho que golpeó, nadie quiso ofrecerle un lugar para descansar después de tan larga travesía. ¿Nadie? Pues no, claro, si fuera así tal vez no habría historia alguna.
En plaza de Arriola, una mujer, de apellido Cabrillas o Cabrilla, en un arranque de bendita hospitalidad, se apiadó del pobre peregrino y decidió ofrecerle hospedaje para que descansara su maltrecho cuerpo. La antigua vecina malagueña le ofreció alimento y preparó al silencioso mendigo una parca habitación, a la que él se retiró sin casi mediar palabra. (Hay que ver también el valor de las personas generosas…).
Pasó la noche sin mayores incidentes y la mujer, al ver que ya era más de media mañana y su huésped no daba señales de vida, tras dejarlo descansar un largo tiempo prudencial, se armó de valor y entró a la habitación después de llamar con insistencia y no encontrar respuesta alguna.
Cuadro del Santo Cristo de Burgos, que se cree muy parecido al de Cabrilla.
Cuál no sería su sorpresa al comprobar que en el cuarto no había nadie, que la cama seguía hecha y que sobre ésta, tumbada, se encontraba una talla de Jesucristo de tamaño natural. La señora, consternada, comprobó que la puerta de su casa seguía echada por dentro y que nadie parecía haber salido de allí sin que ella se enterara.
Ante esto, lo lógico: pensar en un milagro. Así, la casa de la señora Cabrilla, o Cabrillas, se convirtió al poco tiempo en un lugar de devoción, al cual acudían cada vez más vecinos de Málaga convencidos de que el propio Señor Jesús había posado sus pies en la ciudad.
Según también la leyenda, la dueña de la casa dejó dicho que, tras su fallecimiento, se trasladara la imagen al Monasterio de Santo Domingo y, lo escrito ya, alrededor de la imagen se originó una hermandad para venerarla.
Una talla que sobrecogía por su rictus de agonía y a la que, dicen, le crecían el pelo y las uñas y que, por tanto, había que cortárselas con regularidad...
El valor de los hermanos de Cabrilla
A pesar de que la primera prueba documental de la salida en procesión de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de Cabrilla es de 1903, la especulación lógica dictamina que tuvo que salir anteriormente en numerosas ocasiones.
Aunque tal vez no, y eso explicaría por qué, al año siguiente 1904, fuera la única hermandad en armarse de valor y salir en sagrada procesión. Y es que en ese año el ambiente estaba, vamos a escribirlo así, algo enrarecido. El ascenso de diversos partidos radicales y los continuados enfrentamientos entre monárquicos y republicanos habían generado una fuerte corriente anticlerical en la ciudad.
De esta forma, en aquella complicada Semana Santa, el Cristo de Cabrilla decidió realizar su salida procesional el Jueves Santo del 31 de marzo de 1904. La comitiva salió tranquila, pero cuando pasaba por calle Torrijos, que hoy se corresponde a Carretería, un grupo de jóvenes asaltaron el cortejo y lo apedrearon.
Según las crónicas, parece ser que a la causa contra la Iglesia se sumó el resentimiento de otros cofrades que no pudieron ver sus imágenes paseando por las calles malagueñas. Malapipas ha habido en todas las eras...
La talla descansó durante años en la iglesia de Santo Domingo.
Tras el acto vandálico la cosa se lio a lo Nadie conoce a nadie y no atraparon a ninguno de los causantes del asalto. Pero, de nuevo, cuenta la leyenda que al final se identificó a dos de los autores y que la providencia se vengó amargamente: uno de ellos se quedó ciego a los pocos meses, mientras que el otro murió en una trifulca callejera, al parecer provocada por su jactancia de haber sido uno de los que tiraron piedras al Cristo de Cabrilla.
La desaparición de la hermandad y de la talla
El año siguiente fue la última vez que se procesionó esta imagen por las calles de Málaga. Es por esto que se cree que su hermandad tenía muchos más años de los que están documentados. Se piensa, además, que ese 1905 figuró a los pies del Crucificado la talla de una Dolorosa que era propiedad de la familia Ojeda y que aún se conserva.
La hermandad desapareció probablemente antes de 1910, aunque el Cristo de Cabrilla siguió recibiendo veneración en su capilla de Santo Domingo.
Para rematar, la tragedia: en la madrugada del día 12 de mayo de 1931, la iglesia de Santo Domingo fue asaltada y los vándalos se llevaron la imagen del Cristo, que se perdió para siempre, pasto de las llamas.
Y el fuego se llevó la talla que con tanto misterio había llegado a Málaga, tal vez, andando por su propio pie.
El santo Cristo de la Salud y el escultor Michael Diaz de Escobar, Narciso
El santo Cristo de la Salud y el escultor Michael
Diaz de Escobar, Narciso
Curiosidades malagueñas: colección de tradiciones, biografías, leyendas, narraciones, efemérides, etc. que compendiaran, en forma de artículos separados, la historia de Málaga y su provincia, Málaga, Tip. de Zambrano Hermanos, 1899, pp. 15-19.
El santo Cristo de la Salud y el escultor Michael
Al digno sacerdote D. Gregorio Naranjo
No sólo por su significación sagrada, sino por el recuerdo de añejas épocas, de memorables sucesos y de asombrosos milagros, deben los malagueños mirar con especial predilección la Imagen del Santo Cristo de la Salud. – 15-
José Michael[1] era un notable artista, nacido en los hermosos campos de Italia, esa patria del arte, que tantas y tantas glorias cuenta.
En ella aprendió arquitectura, y su cincel dio vida a importantes obras que le dieron renombre.
Lleno de justificada ambición de mayor fama, Michael visitó a España y compitió con los artífices de la época. Noticioso de las grandes obras de arte que en Málaga se realizaron durante los primeros años del siglo XVII, o tal vez llamado por el Cabildo Catedral, vino el inspirado escultor a esta ciudad. A sus manos, dirigidas por excepcional inspiración, se debieron importantes esculturas, la silla prelacial y la talla de la sillería del coro de la Catedral de nuestra Iglesia Mayor, donde se reúnen hoy creaciones de Alonso Cano, Niño de Guevara, César de Arbasia, Gerónimo Gómez, Mateo de Cerezo, Luis Ortiz, Pedro de Mena, Octavio Valerio, Pedro Díaz de Palacios, Juan Salazar y Juan Bautista Vázquez.
Entre las esculturas de Michael figuraba un Cristo sujeto a la columna, que después de varias vicisitudes había ido a parar al oratorio de doña Ana de Mendegal, viuda de D. Carlos Burete.[2]
Falleció hacia el año 1646 esta virtuosa dama, y la imagen pasó a poder de un nuevo vecino de la casa donde aquella vivió. Este se mudó a la Alcazaba y el año 1649 había muerto también y era el Santo Cristo propiedad de su viuda[3].
Entre las muchas calamidades que Málaga sufrió en el siglo XVII, fue la mayor la peste bubónica de 1649.
Millares de personas perecieron; el celo de las autoridades era inútil, los hospitales se llenaban y la ciudad iba quedando sin habitantes.
Guillén Robles, en la página 479 de su «Historia de Málaga» describe esta calamidad en brillante periodo[4] que reproduzco.
«Málaga presentaba un aterrador aspecto; espesa niebla la envolvía como fúnebre sudario; cuasi todas las casas estaban cerradas; en muchas otras se oían los quejidos de los enfermos o los lamentos de los que lloraban la pérdida de un ser querido; por las desiertas calles transitaban carros atestados de muertos o angarillas en que llevaban a los enfermos en sus hombros religiosos y seglares, pobres y ricos; la dolencia nivelaba todas las desigualdades humanas, al potentado con el indigente, a los niños con los ancianos, y al varón con el sexo débil; en todas partes se presenciaban escenas horriblemente trágicas; cada día, cada momento, era una batalla librada con un enemigo invisible, que helaba con su hálito mortífero la fuente de millares de existencias».
En esta epidemia hubo malagueños, que a costa de sus vidas, acudían al socorro de sus convecinos, y los nombres del Regidor D. Francisco de Leyba y Noriega, del Provisor D. Feliciano de Valladares y la Cueva, del Corregidor D, Martin de Árese y del médico Murillo deben escribirse con letras de oro en el libro de la gratitud.
Llegó el lunes 31 de mayo de 1649[5]; la epidemia no decrecía y el temor aumentaba en los ya escasos habitantes de la ciudad.
La dueña del Santo Cristo, por motivos que no resultan bien comprobados[6], acordó mudar los muebles de su casa, desde la Alcazaba de finca distante». Utilizó para ello una carrera de Pedro de Anoria, agricultor de la huerta de Don Iñigo[7].
Entre trastos humildes, con escasa piedad y sin respeto alguno, fue arrojado en la carreta el Cristo de Michael, cubierto con una «frezada»[8] y sujeto a una estaca, que maltrató el rostro de la escultura.
Comenzó el caminar la carreta y llegó a la calle del Císter, frente al convento de religiosas. Allí pararon los bueyes y en vano el carretero los golpeó. Parecía que estaban clavados en aquel sitio.
No sin grandes esfuerzos se logró siguieran su camino, más de nuevo pararon ante la casa de D. Gaspar de Silva, varón muy piadoso, de ejemplar conducta y religiosidad excepcionalísima. Dicha casa estaba a unos cincuenta pasos del convento citado.
Se repitió el caso y se perdió no poco tiempo, más al fin los animales prosiguieron su marcha y con ligereza suma recorrieron el trayecto que mediaba desde la casa de D. Gaspar a !a puerta del zaguán de las Casas de Cabildo, o sea a la Especería, esquina a la Plaza Real[9].
Todos los esfuerzos del carretero fueron inútiles. Ni él, ni las escasas personas que acudieron, podían explicarse el porqué de -17- aquel suceso, pues la carga no era mucha, los bueyes resistentes, el castigo grande y el carretero hábil.
En este momento oyóse una voz de niño, dulce y extraña, que dijo:
—Miren de qué suerte llevan a un Sto. Cristo en esa carreta[10].
Buscaron los presentes al niño y no le hallaron por parte alguna, no faltando quien jurase que la voz había salido de la misma carreta.
Llegóse entonces al vehículo el escribano público, del número de Málaga, D. Francisco Solano Alcázar, interrogando al conductor, a tiempo que de la casa del Cabildo salían también los escribanos Pedro Ballesteros, comendador, y Alonso Moreno de Gradas, los cuales desalojaron de muebles la carreta y vieron la sagrada imagen.
Sacáronla en hombros, sin perder instante, la entraron en la dicha casa y pasando a la Audiencia, la pusieron sobre un bufete con algunas luces, derramando lágrimas, devotos y tiernos.[11]
Desde aquella hora la tradición refiere que la epidemia decreció, y Medina Conde en sus «Conversaciones Malagueñas,» se expresa de este modo:
«Estaba, como queda dicho, encendido el pueblo con la peste, y desde este día se notó, con gran admiración, que Su Majestad levantaba el azote de ella, pues comenzó a descubrirse el cielo, que por casi siete meses lo habían tenido oculto unas espesas y melancólicas nubes, que no dejaron ver el sol ni las estrellas.
Con tan visible beneficio comenzó todo el pueblo a atribuirle la mejoría y salud, por lo que le dieron el título de Santo Cristo de la Salud, con el que hasta hoy es venerado.»
La escultura labrada por Michael fue desde aquel día objeto de especial veneración y cariño para los hijos de Málaga.
Un antiguo historiador la describe de este modo:
«Es este Santo Cristo de estatura de un hombre, más que ordinaria, cuerpo grueso, lastimoso, algo desmayado, acardenalado de azotes, las manos atadas atrás a una media columna, rostro hermoso y contemplativo, mirando a lo lejos, con una cabellera de pelo natural hasta la cintura, y aunque representa pasión, mirado con atención el semblante causa sumo consuelo y alegría.» -18-
Sin perder días se colocó en una capilla que existía en un salón del Ayuntamiento, donde estuvo bastante tiempo.
El Regidor perpetuo de Málaga D. Diego de Rivas Pacheco, testigo de aquellos sucesos, añade un episodio en la página 271 de su libro Ceremonial de esta ciudad, que da nuevo interés a la tradición.
Refiere, que a los pocos días del hallazgo, salía del Santuario dicho caballero Rivas Pacheco, y se encontró al insigne artista José Michael, solo, pensativo y arrimado a la puerta del escritorio del escribano Marcos Gutiérrez.
—¿Qué tenéis, Michael? ¿Estáis enfermo? le preguntó D. Diego Rivas.
Y el artífice con voz pausada replicó:
—¿Qué quiere usted que tenga, más que ver y oír tantos prodigios y maravillas de esa soberana imagen que mis indignas manos fabricaron, y según la tradición de nuestros maestros, será mi vida muy corta, porque es entre nosotros asentado que el Escultor o Pintor que merece hacer alguna imagen milagrosa, muere con brevedad.»[12]
Ocho días después José Michael había bajado al sepulcro. Su corazón no le había engañado, y la tradición artística estaba cumplida.
El poeta malagueño Juan Núñez de Sotomayor, mayordomo del Real Convento de Santa Clara, escribió en el día del hallazgo el siguiente oscuro soneto, que copio, aunque no lo haría si de modelos literarios se tratara.
SONETO
Preso, Señor, en vos, habéis llegado
a la prisión de un pueblo lastimoso,
si a ser juzgado ¿cómo rigoroso?
si a juzgar ¿cómo en forma de juzgado?
A ese mármol de afrentas arrimado
os dejó el Tribunal escandaloso
y hoy en el más católico y piadoso
la misma afrenta os ve desagraviado.
Allí reo, aquí juez, os habéis visto,
traiga aquella pasión esta clemencia -19-
que señales tenéis de que sois Cristo,
y antes que el rigor firme la sentencia
detengan el castigo ya prescrito
las lágrimas de tanta penitencia.
Conocemos poesías de algunos otros escritores malagueños o residentes en Málaga, dedicadas a la milagrosa imagen, pero todas ellas son más modernas que la copiada de Juan Núñez de Sotomayor. El fraile dominico Fray Florencio de Aguilar escribió la historia del hallazgo al frente de la novena que compuso y que en fecha reciente fue editada. Al final de la misma existen unos gozos[13] bastante inciertos.
Solo añadimos que la ciudad acordó comprobar los milagros al Santo Cristo atribuidos y le designó por su patrón y abogado.
En el Cabildo del 1ºde junio de 1649 se votó hacerle fiesta y procesión todos los años en el día 31 de Mayo, «en memoria», según el acta, «del que entró a dar la salud a dicha ciudad.»
Piadosos caballeros hicieron donativos para el culto perpetuo del Santo Cristo, entre otros el Marqués de Casares, D. Martin de Múgica, D. Baltasar de Cisneros, D. Antonio Bastante, don Baltasar de Zurita, D. Martín A. Fernández de Córdoba y don Juan Hidalgo de Vargas.
Trasladada la imagen a la iglesia de la Compañía de Jesús, es hoy titular de la misma, y en las grandes calamidades de Málaga, es llevada en rogativas a la Catedral, en unión de Ntra. Sra. de la Victoria.
FUENTE
Narciso Díaz Escobar, “El santo cristo de la Salud”, Curiosidades malagueñas: colección de tradiciones, biografías, leyendas, narraciones, efemérides, etc. que compendiaran, en forma de artículos separados, la historia de Málaga y su provincia, Málaga, Málaga, Tip. de Zambrano Hermanos, 1899.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
NOTAS
[1] Andrés Llordén, Sebastián Souvirón, Historia documental de las Cofradías y Hermandades de Pasión de la ciudad de Málaga, Ayuntamiento de Málaga, Delegación de Cultura, 1969, pág. 409.
[2] Anacardina Espiritual de Juan de Vargas, pág. 18. [Juan Serrano de Vargas y Ureña, publicó esta obra en 1690]
[3] Conversaciones Malagueñas, T. IV (nota del autor) [Se refiere a conversaciones históricas malagueñas, o, Materiales de noticias seguras para formar la historia civil, natural y eclesiástica de la M.I. ciudad de Málaga, Volumen 4, publicado en Málaga, por Cecilio García de la Leña en 1790]
[4] Periodo: periodo prosístico, en brillantes frases, quiere decir el autor.
[5] Serrano de Vargas, pág. 19 y “Ejemplar de castigos y piedades que experimentó en la ciudad de Málaga, año MDCXCIX” por Andrés Hidalgo Bourman. (Nota del autor)
[6] Medina Conde, pág. 144. Conversaciones Malagueñas (Nota del autor)
[7] Anacardina espiritual. (Nota del autor)
[8] Frezada: frazada, manta peluda que se echa sobre la cama.
[9] Hoy de la Constitución. (Nota del autor)
[10] Guillén de Robles y algunos otros escritores aseguran que la voz infantil exclamó: -Aquí va un hombre muerto. (Nota del autor)[Se refiere a Francisco Guillén de Robles, Historia de Málaga y su provincia, Rubio y Cano, 1874]
[11] Medina Conde; pág. 145.
[12] Iguales o parecidas frases cita Guillen Robles en su «Historia de Málaga.» (Nota del autor) : "Cierto día del año 1649, cuando una mortífera epidemia diezmaba el vecindario, infundiendo profunda tristeza y pánico en los ánimos, un hombre apoyado en la puerta de la escribanía de Marcos Gutiérrez, fijaba melancólicamente sus ojos en el Cristo de la Salud, que algún tiempo antes se había encontrado del modo que dejo referido. Salía del santuario provisional que se había arreglado a la imagen el caballero D. Diego de Rivas Pacheco, quien reconociendo en aquel hombre al célebre escultor José Michael le preguntó la causa de su tristeza.
« ¿Veis esa milagrosa imagen? le contestó el artista; estas indignas manos la fabricaron y me apena mi próxima muerte: entre nosotros los escultores es cosa asentada como fuera de duda, que aquel que talla una imagen milagrosa tiene contados sus días; por esto creo que he de morir en breve.»
A los ocho días de esta conversación, bajaba Michael al sepulcro: la tradición artística se había cumplido, y lo sentimientos de su corazón no le habían engañado. F. Guillén Robles, Historia de Málaga y su provincia, Imprenta de Rubio y Cano, Málaga y 1874, p-577.
[13] Gozos: Composición poética en loor de la Virgen o de los santos, dividida en coplas, después de cada una de las cuales se repite un mismo estribillo.
milagro del santo cristo de la salud
Procesión de rogativa de 1945. Santo Cristo de la Salud.MÁLAGA
El Santo Cristo de la Salud, el copatrón de Málaga que salvó a la ciudad de la epidemia de 1649
Además de los patronos Ciriaco y Paula, y la Virgen de la Victoria, la ciudad de la Costa del Sol cuenta con una cuarta devoción al frente de la cristiandad malagueña: el Santo Cristo de la Salud. Su historia, repleta de leyenda, misterio e intriga, es desconocida para una gran parte de la población. Pero no por ello deja de ser importante.
La imagen que hoy día conocemos fue realizada en 1633 por José Micael Alfaro, uno de los nombres propios más aclamados del arte sacro barroco. El encargo vino por parte de la hermandad del Cristo Atado a la Columna, que coincidiendo con la bendición de la talla, se estableció en el antiguo convento de la Trinidad, de los más antiguos de Málaga. Sin embargo, según parece, no tenía demasiada actividad allí, por lo que pronto se trasladó a la parroquia de San Juan.
Esta corporación tampoco terminó de encajar en el céntrico templo, debido a que ya existía otra talla con la misma iconografía y advocación: “Muy posiblemente, el párroco o la feligresía solicitaron a este nuevo grupo que se adhirieran a la cofradía que ya existía en torno al otro Señor, por lo que la imagen se acabó desechando”, explica Francisco Jesús Flores Matute, historiador del arte.
¿Qué ocurrió entonces? Es en este punto donde entra en juego la fortuna, la providencia o la casualidad. Y es que esa “expulsión” de San Juan acabó originando, a los pocos años, uno de los episodios más importantes que se recogen en la historia de Málaga: “No sabemos a ciencia cierta qué fue de la escultura. Puede que se vendiera o se la quedase algún hermano, pasando de manos a manos entre las mismas familias”, subraya Flores Matute.
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La cuestión está en que durante la pandemia de 1649, también conocida como la Gran Peste de Sevilla, muchas personas comenzaron a abandonar los lugares más concurridos de la urbe. Entre ellos, una viuda que transportaba en su carromato diferentes objetos personales: muebles, baúles… Y la talla de Micael Alfaro.
Cuenta la leyenda que al paso del vehículo por la plaza de las Cuatro calles (ahora, plaza de la Constitución), el Cristo, envuelto en una sábana blanca, fue reconocido por una persona con “voz angelical” que gritó: “¡Miren qué suerte de Santo Cristo llevan ahí!”. Se formó un enorme alboroto para ver si lo que se estaba exclamando era verdad.
Tal fue su magnitud que hasta dos secretarios del Ayuntamiento, que por aquel entonces se encontraba enclavado en la plaza, se asomaron haciendo gala de su función como testigos que daban fe de lo que ocurría.
Toda esta escena hay que comprenderla dentro del contexto epidémico en el que la ciudad estaba sumergida. Flores Matute afirma que los muertos eran trasladados a las foses comunes por personas de “mala vida”, posiblemente esclavos o mendigos. Todo estaba muy regulado para evitar la propagación de la enfermedad. “Lo que creemos que ocurrió es que al pasar un hombre corpulento, envuelto en una sábana blanca, alguno se pensó que estaban llevando un cadáver de manera ilegal. Ese miedo psicológico también ayudó a que se formara el revuelo”.
Pero es que desde un punto de vista antropológico y sociológico de la época, el hallazgo también encajaba con la mentalidad milagrosa y fantasiosa de la población: “Las epidemias estaban considerabas un castigo divino cuya única forma de acatarlas era a través del castigo de los disciplinantes que se purgaban. Precisamente, la imagen refleja ese sentimiento, a lo que hay que sumar el lugar de la aparición. La gente lo entendió como un símbolo de salvación: el hijo de Dios, derramando su carne y su sangre, se aparece en el centro neurálgico de Málaga”.
Fotografía del Cristo en 1920.
Rápidamente, para evitar que las aglomeraciones continuaran (ya se ha visto su efecto contraproducente en tiempo de pandemia), se llevó al Cristo a la capilla del Ayuntamiento, que se estaba haciendo inicialmente para “la Virgen de Málaga”, pero que finalmente acabó dedicándose al Santo Cristo de la Salud.
Las pruebas que constatan la veracidad de ese hito se encuentran en las propias actas del consistorio. Ese 31 de mayo de 1649, los secretarios no llegaron a escribir nada en ningún papel, ya que se encontraban en la plaza siendo testigos de lo que acontecía. En cambio, sí que recogieron lo vivido el 1 de junio de ese mismo año: “Allí relatan toda la historia y se aprueba hacer fiesta perpetua al salvador de la ciudad. Esa vinculación milagrosa también tiene una explicación sanitaria, y es que se piensa que la pandemia podía encontrarse en sus últimos coletazos”.
En agradecimiento a esa curación, el Santo Cristo de la Salud es nombrado patrón por el Ayuntamiento al poco tiempo, compartiendo rango con Ciriaco y Paula, aunque estos mártires corrían a cuenta de la Iglesia. No fue hasta 1868 cuando Santa María de la Victoria es nombrada patrona de la Diócesis de Málaga.
El boom de la imagen fue tal que hasta la propia advocación se convirtió en un nombre común entre la gente de la buena sociedad: “Su templo fue agregado a San Juan de Letrán y llegó a convertirse en el Cristo de Málaga durante el siglo XIX”.
Revitalización del culto
Además de sus conocimientos históricos, Flores Matute se encuentra inmerso en el proyecto de revitalización de la hermandad del Santo Cristo de la Salud. Explica que durante el siglo XX, la trascendencia de la imagen comienza a perder fuelle, pero es a partir de la década pasada (2010-2011) cuando la actividad queda casi paralizada: “Además de un problema interno, se sumó el cierre de la iglesia por las obras de restauración. Los que estábamos allí nos encontramos en un desierto”, se lamenta.
Relata que consiguieron que la talla fuera trasladada a la capilla del Descendimiento, también del Ayuntamiento, para recibir culto: “Como devoto, acudía allí todos los 31 de mayo, pero un año me llegué a encontrar prácticamente solo. Fue una imagen muy triste; ver a un patrón de Málaga sin ningún tipo de compañía. Por lo tanto, hice un llamamiento entre varios y nos juntamos para intentar poner aquello en pie. Así que el actual grupo arrancó en la capilla del Descendimiento, aunque sin ninguna capacidad de acción”.
Una vez que reabrió el templo de calle Compañía, este grupo se presentó y anunciaron sus intenciones: reactivar. “No hay nada que fundar ni reorganizar porque la hermandad sigue existiendo; no ha tenido parón, sino un período de decadencia que estamos intentando revitalizar. Actualmente, ese proceso se encuentra marcha y va en buen camino”, sostiene.
lunes, 20 de mayo de 2024
Misterios de Málaga: fenómenos paranormales en el Rincón de la Victoria y la Cala del Moral
Misterios de Málaga: fenómenos paranormales en el Rincón de la Victoria y la Cala del Moral
De entre todos los enclaves de la Costa del Sol, destaca en el plano de las leyendas la conocida como Cueva del Higuerón o Cueva del Tesoro
JOSÉ MANUEL GARCÍA BAUTISTA
23/01/2022
Me la mostró mi buen amigo José Manuel Frías y es la zona comprendida entre el Rincón de la Victoria y la Cala del Moral , en la Axarquía malagueña, está compuesta por una serie de acantilados erosionados por los efectos marinos y climáticos. Por aquellos lares podemos encontrar decenas de cuevas y abrigos que fueron el hábitat natural para el desarrollo de la vida humana en la prehistoria , permitiendo el cobijo y la defensa del hombre primitivo.
De entre todos esos enclaves de la costa del sol, destaca con luz propia la conocida como Cueva del Higuerón o Cueva del Tesoro , uno de los puntos turísticos acondicionados para el visitante más atrayentes de la provincia, por cuyos conductos pasan cada día decenas de curiosos. No en vano, es la única gruta marina existente en Europa, contándose solo dos más en todo el planeta, en Asia y Centroamérica . Este paraíso arqueológico se formó a partir de las diversas corrientes de aguas subterráneas, la presión del mar y los golpes de las olas, a lo largo de millones de años, dejando a la vista un panorama de espectacular belleza.
Por su interior han pasado diversas civilizaciones : neolíticas, paleolíticas y fenicias. Además de contar con numerosas pinturas rupestres, en sus grutas han aparecido cerámicas y objetos de sílex, como hachas y puntas de flecha. En definitiva, una hilera de más de quinientos metros de galerías y lagos donde fluctúa el misterio. Tesoros escondidos, fantasmas errantes y diosas mitológicas parecen convivir en su interior.
El tesoro del Emperador Almorávide
Las primeras investigaciones contemporáneas en la cueva de las que tenemos referencias, proceden del arqueólogo Miguel Such , quién en el año 1919 comienza a realizar excavaciones que sacan al exterior diversos restos de épocas neolíticas. Más adelante, Henri Breuil descubre pinturas rupestres que son publicadas en una popular revista francesa.
Casi todas estas indagaciones tenían como objetivo sacar a la luz datos arqueológicos, aunque esta etapa se vio enturbiada por las continuas visitas furtivas de buscadores de riquezas y reliquias. Por aquel entonces ya se conocía la leyenda de un gran tesoro oculto en las profundidades de la gruta. Incluso, en determinadas obras de historiadores clásicos de Málaga, se habla de la presencia de un espantoso animal que custodiaba aquellos caudales. Eso despertó en unos el espíritu de aventura, y en otros la simple codicia, lo que alteró en diversas ocasiones las condiciones en que se encontraba la cueva, destruyendo gran parte de sus estratos.
A pesar del escaso éxito de tales empresas, que nos podría hacer pensar que todo es fruto de una mera tradición popular, ya existían escritos del siglo XVII que nos hablaban de tesoros en el entorno, como aparece reflejado en una obra de Fray Agustín de Milla y Suizo . Desde aquel entonces, las leyendas toman dos vías diferentes. Una nos habla de cinco reyes mahometanos que arribaron a nuestras costas en tiempos previos a la reconquista cargados de enormes riquezas y, sintiéndose perseguidos por los repobladores cristianos, las ocultaron en la Cueva. La otra historia, quizá con más trasfondo real, y que ofrece una mayor credibilidad a los expertos, menciona la existencia de un tesoro oculto por el emperador de los almorávides Tasufín Ibn Alí , quién huía de las revueltas de su tierra. Nos remontaríamos, por lo tanto, a los albores del siglo XII.
A pesar del escaso éxito de tales empresas, que nos podría hacer pensar que todo es fruto de una mera tradición popular, ya existían escritos del siglo XVII que nos hablaban de tesoros en el entorno, como aparece reflejado en una obra de Fray Agustín de Milla y Suizo . Desde aquel entonces, las leyendas toman dos vías diferentes. Una nos habla de cinco reyes mahometanos que arribaron a nuestras costas en tiempos previos a la reconquista cargados de enormes riquezas y, sintiéndose perseguidos por los repobladores cristianos, las ocultaron en la Cueva. La otra historia, quizá con más trasfondo real, y que ofrece una mayor credibilidad a los expertos, menciona la existencia de un tesoro oculto por el emperador de los almorávides Tasufín Ibn Alí , quién huía de las revueltas de su tierra. Nos remontaríamos, por lo tanto, a los albores del siglo XII.
El espectro de Antonio de la Nari
El 15 de Mayo de 1847, un suizo llamado Antonio de la Nari llegó a España auto definiéndose como «descubridor y pionero». Sobre este extraño hombre pesan una serie de vicisitudes y leyendas increíbles. De la Nari pasó varios años buscando el tesoro en el interior de la cueva, sin resultado positivo, aunque su empeño le llevó a abrir galerías y un pozo a base de barrenos. Escritos al respecto nos hablan de un hombre extraño, siempre encerrado en la gruta , y que solo salía para comprar comida en las ventas de la zona. Su aspecto desaliñado, con la ropa raída por los roces de la piedra y una barba larga y blanca, hizo que los lugareños lo respetaran e incluso lo temieran.
Durante una de sus incursiones con barrenos, uno de estos provocó una explosión tan grande que acabó con su vida , dejándolo totalmente destrozado en aquel lugar. Aquello sucedió en el año 1847, y desde entonces, el pozo que excavó y la propia cueva pasaron a llamarse 'Del Suizo' de manera popular.
Lo realmente extraño se presentó cuando tras descubrir su cadáver, muchos de los dueños de las ventas aseguraron haberlo visto comprar comida en días anteriores . No era posible ya que, como aseguraron los forenses, llevaba fallecido bastante tiempo, dada la descomposición del cuerpo. Aun así, los testimonios de personas que lo vieron pasear por el exterior eran abrumadores.
Muchos hablan de que su espectro aún continúa vagando por los interiores de la Cueva del Tesoro, en su inmortal afán por encontrar lo que durante años anduvo buscando. Incluso, hay quien dice haberlo visto en épocas más actuales deambulando por la zona de Cantales, con su inconfundible barba. La propia gerente de la cueva, Elizabeth López , se hace eco de los testimonios de visitantes que afirman haber observado una figura espectral de un hombre, del que solo se aprecia medio cuerpo de la cintura para arriba, por la zona de recepción y tiendas. Apariciones espeluznantes que parecen continuar manifestándose en pleno siglo XXI.
La diosa de la Luna
La persona que más profundizó en los misterios arqueológicos de la Cueva del Tesoro, desde 1950 hasta 1980, fue D. Manuel Laza Palacio . Su pasión por la cueva le llevó a pasar largas jornadas de esfuerzo físico tremendo, y su trabajo se ha visto plasmado en numerosos reportajes muy respetados por los especialistas malacitanos. Laza creyó haber encontrado en las profundidades de la cueva uno de los tres santuarios prehistóricos del sur de España: el de la Diosa Noctiluca , diosa de la fecundidad, la vida y la muerte, representada por los fenicios en los cielos como la Luna en sus distintas fases.
Aquel descubrimiento se produjo en una ocasión en que, caminando por los abruptos senderos laberínticos de la cueva, divisó una figura de piedra caliza, que aparentaba la forma de una mujer envuelta en un manto, con un gran ojo circular en lo que podría ser la cabeza. A los pies de la extraña figura descubrió una especie de altar bicorne . En el suelo se encontró una mancha grisácea que tras diversos análisis, resultó ser ceniza de huesos, lo que denotaba que en aquel lugar se habían llevado a cabo rituales prehistóricos.
Pero lo realmente apasionante era que la figura de la Diosa Noctiluca no había sido realizada artificialmente, sino a base de la fricción de las antiguas corrientes marinas contra la roca , formando algo que era adorado desde tiempo atrás por las civilizaciones Neolíticas. Aquellos hombres del pasado veneraban a todos aquellos elementos con los que coexistían: el sol, la tierra, la luna... En especial esta última debió influir profundamente sobre ellos al ser el astro más visible durante la noche.
Debemos imaginar la impresión que a estos hombres primitivos hubo de causarles el descubrir durante sus andanzas por el interior del Cueva del Tesoro, una sala enorme en la que residía aquella formación pétrea sobre un altar natural, creada por la sola fuerza del agua. Para ellos no hubo duda: era la Diosa Noctiluca, aquella que aparecía en el firmamento nocturno. Una diosa que aún se mantiene erguida y orgullosa en la sala que lleva su nombre: Noctiluca, Diosa de la Noche y de la Luna.
El 15 de Mayo de 1847, un suizo llamado Antonio de la Nari llegó a España auto definiéndose como «descubridor y pionero». Sobre este extraño hombre pesan una serie de vicisitudes y leyendas increíbles. De la Nari pasó varios años buscando el tesoro en el interior de la cueva, sin resultado positivo, aunque su empeño le llevó a abrir galerías y un pozo a base de barrenos. Escritos al respecto nos hablan de un hombre extraño, siempre encerrado en la gruta , y que solo salía para comprar comida en las ventas de la zona. Su aspecto desaliñado, con la ropa raída por los roces de la piedra y una barba larga y blanca, hizo que los lugareños lo respetaran e incluso lo temieran.
Durante una de sus incursiones con barrenos, uno de estos provocó una explosión tan grande que acabó con su vida , dejándolo totalmente destrozado en aquel lugar. Aquello sucedió en el año 1847, y desde entonces, el pozo que excavó y la propia cueva pasaron a llamarse 'Del Suizo' de manera popular.
Lo realmente extraño se presentó cuando tras descubrir su cadáver, muchos de los dueños de las ventas aseguraron haberlo visto comprar comida en días anteriores . No era posible ya que, como aseguraron los forenses, llevaba fallecido bastante tiempo, dada la descomposición del cuerpo. Aun así, los testimonios de personas que lo vieron pasear por el exterior eran abrumadores.
Muchos hablan de que su espectro aún continúa vagando por los interiores de la Cueva del Tesoro, en su inmortal afán por encontrar lo que durante años anduvo buscando. Incluso, hay quien dice haberlo visto en épocas más actuales deambulando por la zona de Cantales, con su inconfundible barba. La propia gerente de la cueva, Elizabeth López , se hace eco de los testimonios de visitantes que afirman haber observado una figura espectral de un hombre, del que solo se aprecia medio cuerpo de la cintura para arriba, por la zona de recepción y tiendas. Apariciones espeluznantes que parecen continuar manifestándose en pleno siglo XXI.
La diosa de la Luna
La persona que más profundizó en los misterios arqueológicos de la Cueva del Tesoro, desde 1950 hasta 1980, fue D. Manuel Laza Palacio . Su pasión por la cueva le llevó a pasar largas jornadas de esfuerzo físico tremendo, y su trabajo se ha visto plasmado en numerosos reportajes muy respetados por los especialistas malacitanos. Laza creyó haber encontrado en las profundidades de la cueva uno de los tres santuarios prehistóricos del sur de España: el de la Diosa Noctiluca , diosa de la fecundidad, la vida y la muerte, representada por los fenicios en los cielos como la Luna en sus distintas fases.
Aquel descubrimiento se produjo en una ocasión en que, caminando por los abruptos senderos laberínticos de la cueva, divisó una figura de piedra caliza, que aparentaba la forma de una mujer envuelta en un manto, con un gran ojo circular en lo que podría ser la cabeza. A los pies de la extraña figura descubrió una especie de altar bicorne . En el suelo se encontró una mancha grisácea que tras diversos análisis, resultó ser ceniza de huesos, lo que denotaba que en aquel lugar se habían llevado a cabo rituales prehistóricos.
Pero lo realmente apasionante era que la figura de la Diosa Noctiluca no había sido realizada artificialmente, sino a base de la fricción de las antiguas corrientes marinas contra la roca , formando algo que era adorado desde tiempo atrás por las civilizaciones Neolíticas. Aquellos hombres del pasado veneraban a todos aquellos elementos con los que coexistían: el sol, la tierra, la luna... En especial esta última debió influir profundamente sobre ellos al ser el astro más visible durante la noche.
Debemos imaginar la impresión que a estos hombres primitivos hubo de causarles el descubrir durante sus andanzas por el interior del Cueva del Tesoro, una sala enorme en la que residía aquella formación pétrea sobre un altar natural, creada por la sola fuerza del agua. Para ellos no hubo duda: era la Diosa Noctiluca, aquella que aparecía en el firmamento nocturno. Una diosa que aún se mantiene erguida y orgullosa en la sala que lleva su nombre: Noctiluca, Diosa de la Noche y de la Luna.
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